UN CANTOR SEMBRADOR DE ESTRELLAS
El nacimiento de un SEMBRADOR DE ESTRELLAS es un acontecimiento cósmico. Cuando ocurre, en el vientre del universo, la espiral del tiempo se detiene. Se abre una ventana  y varios planetas, centrados en el amor,  envían rayos de luz, luz de valores, que apoyarán la vida de los SEMBRADORES Y SEMBRADORAS DE ESTRELLAS en la Tierra.
Lo que pasa después es como perderse en la mirada de las personas, en el atardecer o en el aroma de las guayabas y la canela.
Desde muy niños, a los SEMBRADORES DE ESTRELLAS les gusta jugar y hacer muchas preguntas. Dirás que eso lo hacen todos los niños, es cierto, y posiblemente muchos de ellos sean SEMBRADORRES DE ESTRELLAS, aunque sus padres lo ignoren. Pero, un SEMBRADOR DE ESTRELLAS genuino, uno de verdad, verdad, nunca deja de ser niño, y no deja de preguntar y preguntarse, de soñar y de soñarse.
Han nacido muchos SEMBRADORES DE ESTRELLAS, pero quiero contarte de uno en particular. Nació en Venezuela, en el Estado Falcón, el 31 de Octubre de 1941.
No tengo la menor duda que él sabía que era un SEMBRADOR DE ESTRELLAS, porque el amor se le desparramaba por los poros en goticas de luz, y cuando abrazaba a las personas, el abrazo quedaba perfumado de claveles.
Llevaba una melena al estilo afro, de algodón brillante y suave, semejando moticas rebeldes, y que él pretenciosamente acolchaba con un peine especial. Cada vez que se peinaba, saltaban destellos que el viento llevaba a los ríos, para que no se secaran, y a los mares, para colorear a los peces.
De su pecho colgaba una cadena con un escorpión de plata, que seguro le hacía cosquillas por la noche. Y en la muñeca, un brazalete con una palabra mágica: SHIMPI.
Con frecuencia este SEMBRADOR DE ESTRELLAS, andaba por ahí, besando el brazalete y hasta su reloj, un poco porque amaba la palabra, y otro poco, porque... "el tiempo nunca pasa, no se va, el tiempo, se nos queda dentro".
Tenía tantos amigos, que los coleccionistas de cosas no se atrevían a competir con él coleccionando amigos. El Libro Guinnes de la Amistad comenzaba y terminaba con su nombre. Esto no significa que todo el mundo lo amara. No. Los poderosos que oprimen y engañan a los pueblos, no quieren a los SEMBRADORES DE ESTRELLAS. A nuestro amigo una vez lo detuvieron por andar entre la gente, sembrando pensamientos de libertad. Lo llevaron a un sótano oscuro y frío, y lo golpearon. Entonces, lágrimas silenciosas, de lástima, como las que llora un niño cuando maltratan su dignidad, corrieron por sus mejillas. Unas luciérnagas que pasaban en ese momento por la calle, escucharon su llanto. Aguardaron un descuido de los guardias y se escurrieron hasta la celda. Subiendo por el pecho adolorido, llegaron a su garganta. Formaron una ronda de luciérnagas cantoras y en ese preciso instante, el SEMBRADOR DE ESTRELLAS compuso su primera Canción de Conciencia.
Humanidad, humanidad
hay motivos de alegrías
pero de tristezas
hay muchos más...
Cuentan que fue tal la ternura de su canto, que los faroles de la calle  muchos de ellos rotos  sanaron y comenzaron a alumbrar como en sus mejores tiempos. ¡Aquello parecía un estadium en plena temporada de béisbol!
Los carceleros se asustaron, porque tanta luz hacía doler sus ojos, acostumbrados como estaban a la oscuridad de los sótanos y de sus vidas.
Este SEMBRADOR DE ESTRELLAS tuvo que salir del país para mantenerse vivo. Algunos creyeron que esa fiebre de bombillos- como llamaban la luz que lo acompañaba - se le pasaría en el exterior. No fue así. Regresó con una guitarra escarchada y bañada en luz de luna, y con más ganas para cantarle al pueblo y a la humanidad. Con ella inició un ciclo de aventuras, labranzas y encuentros. Fueron tantas y tan hermosas estas aventuras, que para guardarlas inventó un pañuelo que crece como crecen las colchas de retazos. A veces tiene que remendarlo, porque algunas aventuras se van de parranda en la voz de la gente, llegan a altas horas de la madruga, se descalzan y en puntillas, entran al pañuelo como si tal cosa... y sin querer rompen algunas ventanas de hilo, como los muchachos que sin querer rompen  ventanas con la pelota.
Nuestro SEMBRADOR DE ESTRELLAS se llama ALÍ PRIMERA, y aunque se mudó de paisaje el 16 de Febrero de 1985, una madrugada del Carnaval más triste que vivió Venezuela, todavía anda su canto abrazando al pueblo en todas las esquinas, levantando esperanzas donde hay sufrimientos, iluminando con su amor la historia que  estamos sembrando los venezolanos.
LA CHICHE MANAURE
ALI PRIMERA
ilustracion: Carlos Vargas