Gabriela L. Moretti
Grandes olas, marea roja.
Todo se tiñó de muerte:
y esa noche interminable
determinó nuestra suerte.
Agujas que no se mueven,
bordados a medio hacer;
noches de insomnio llorando,
tristezas de amancer.
Canción de cuna inconclusa,
canción de cuna vacía.
Sin el niño ya no es madre
aquella que lo mecía.
Si Dios quiso que se fuera,
¿por qué no morir los dos?
Eso es lo que me pregunto,
y eso le pregunto a Dios.