Suelta
las riendas de mi corazón
(Mikel Erentxun, J.M. Corman)
Sigue a pocos metros del paso a nivel,
el
roble centenario que un día accedió a disecar nuestros nombres llenos de amor,
dos
flechas entre tú y yo.
Eran
buenos tiempos para partir el mundo en dos
y
servirlo en dos platos a la hora de cenar,
teníamos
aún una buena digestión
y
muchas ganas de vivir.
Piensa
en mí de vez en cuando,
porque
soy una especie en extinción,
piensa
en mí de vez en cuando,
porque
es un milagro que viva sin ti.
El
sol doraba nuestro pelo al atardecer,
pero
no doró nuestras carteras, a nuestro pesar,
envejecimos
de repente sin resolver estas equis de juventud.
Suelta
las riendas de mi corazón
y toma, toma las riendas del tuyo.