EL TEMPLE EN ARAGÓN
"Es una milicia de nuevo género, desconocida
en los siglos pasados, destinadas a librar sin descanso un noble combate,
contra la carne y la sangre, y contra los espíritus de maldad que flotan por
los aires. No es tan raro ver hombres que combaten a un enemigo corporal con
las solas fuerzas del cuerpo... y tampoco es cosa extraordinaria que se haga la
guerra al vicio y al demonio con las solas fuerzas del alma... Pero lo que para
mí es tan admirable como evidentemente raro es ver las dos cosas reunidas, ver a
un mismo hombre ceñir con coraje a un mismo tiempo la doble espada y el doble
tahalí"
San Bernardo en su Liber de laude novae militiae ad milites Templi,
entre 1130 y 1136.
La
Orden del Temple y la del Hospital contaron pronto en su haber con un buen número
de caballeros, caballos y armas. Proyectados para proteger las rutas, los
acantonamientos, castillos y fortalezas de Tierra Santa. La mística de la
guerra logró en ellos un perfecto ensamblaje entre su calidad de monje y
soldado.
Fueron sólidamente respaldadas por el pontificado y contaron además con la
aprobación de los príncipes. En el ámbito popular el éxito no fue menor, en
pocos años individuos de todas las clases sociales prodigaron sus donativos a
ambas órdenes.
La bula de Inocencio II, Omne datum optimum otorgada en 1139, aseguró la
autonomía del Temple respecto al poder episcopal con todo lo que comportaba en
colectas de limosnas, diezmos y donativos de los fieles. El papado recalcó
siempre con bulas y misivas que el atesoramiento de riquezas por parte del
Temple y el Hospital estaba servía de contribución pecuniaria de la cristiandad
a las cruzadas. El mismo fin tenía la fundación de sus centros conventuales,
cantera de reclutamiento de nuevos miembros y el rápido incremento de sus
dominios señoriales, basados en la explotación de los recursos de la tierra.
Los pontífices confirieron a la Reconquista la categoría de Cruzada, y los
monjes-soldados encontraron plena adecuación al espíritu fundacional de la
Orden. En respuesta a su colaboración, los monarcas hispanos y en especial los
aragoneses tras la muerte del Batallador, les otorgaron amplias inmunidades y
numerosas concesiones de fortalezas y tierras. Quedaron así insertados en las
ciudades y pueblos aragoneses, su gestión contribuyó a acelerar el pulso de la
economía por la potenciación de las condiciones agropecuarias en el proceso
colonizador. No tardaron en cualificarse como expertos en finanzas prestando su
apoyo en repetidas ocasiones a la Corona aragonesa a cuya política
permanecieron fielmente vinculados.
En vida de Alfonso I, en 1133 los testamentos de Lope Garcés Peregrino y de
Fortún Garcés Cajal a favor del Hospital y del Temple constituyen los primeros
bienes de las órdenes en Zaragoza, Tudela, Tarazona y Novillas.
Treinta años antes de que Urbano II predicara en Clermont, la Primera
Cruzada a Palestina, Alejandro II concedía el perdón de los pecados a quienes
fuesen a combatir a los musulmanes en España. Su primer resultado fue la
ocupación de Barbastro, lo cual conmocionó al Islam, que poco después la
retomaba.
Hubo que esperar hasta 1118, que en un Concilio en Toulouse, se confería a
la conquista de Zaragoza, los honores de Cruzada. Algunos caballeros presentes,
que tenían vivo el recuerdo de la conquista de Jerusalén en 1099, se unieron al
Rey Alfonso I, quien al grito de DEUS O VOL, (Dios lo quiere, hoy
llamado Juslibol), conquistó el 18 de diciembre, al-Bayda (la blanca, la
augusta) sobrenombre musulmán de Zaragoza.
Tras la ocupación en 1119 de Tudela, Tarazona y Borja, la reacción musulmana
no se hizo esperar, pero fueron nuevamente derrotados en la batalla de Cutanda,
tras la cual se ganó, Daroca, Calatayud y la rivera del Jalón.
El 4 de septiembre, tres días antes de su muerte, el Rey Alfonso I, renovó
en Sariñena, su extraño testamento, dando muestra de su fe ciega en las nuevas
milicias religiosas, como ejecutoras de su programa de liberación de la
Cristiandad.
...Para después de mi muerte, dejo como heredero
y sucesor mío al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén y a los que los
custodian y sirven allí a Dios; y al Hospital de los pobres de Jerusalén; y al
Templo de Salomón con los caballeros que vigilan allí para defender la
Cristiandad. A estos tres les concedo mi reino. También el señorío que tengo en
toda la tierra de mi reino y el principado y jurisdicción que tengo sobre todos
los hombres de mi tierra, tanto clérigos como laicos, obispos, abades,
canónigos, monjes, nobles, caballeros, burgueses, rústicos, mercaderes,
hombres, mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y sarracenos, con
las mismas leyes y usos que mi padre, mi hermano y yo mismo tuvimos y debemos
tener.
En Jaca los magnates aragoneses, eligieron como Rey a Ramiro el Monje y los
navarros se independizaron eligiendo a García Ramírez.
En 1140, llega a España Raimundo de Podio, maestre general de la Orden de
San Juan, fruto de sus gestiones fueron los acuerdos establecidos con Ramón
Berenguer IV; el 16 de septiembre Guillermo I Patriarca de Jerusalén,
renunciaba a la herencia del Batallador a cambio de bienes en Barbastro,
Huesca, Zaragoza, Daroca, Calatayud y Jaca. Seguidamente quedarían arregladas
las diferencias con el Hospital y con el Temple.
En 1143 la Orden recibía los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera,
Barberá, Remolinos y la promesa de derechos reales sobre el castillo de Corbins
(pendiente de conquistar) y muchos otros privilegios.
Tempranamente debieron ayudar al Batallador como lo atestigua Zurita, por la
donación de Mallén a las milicias. También ayudaron a Ramón Berenguer IV para
la toma de Tortosa y posteriormente en 1147estuvieron presentes en el cerco de
Almería.
La
ayuda de los templarios en la ocupación de Lérida, y el sitio de Miravet en el
año 1152, así como otras actuaciones, fueron premiadas por Ramón Berenguer IV,
con posesiones entre Mequinenza y Benifallet, así como el castillo de Miravet y
sus dominios.
En 1135 recibieron Novillas, en 1138 Razazol, en 1151 Ambel, Alberite y
Cabañas, en 1169 Chivert y Oropesa, en 1174 Encinacorba y el castillo de Orta
de San Juan.
En 1182 recibían la ciudad de Tortosa, y además de su Zuda, Ascó y
Ribarroja.
En 1196, Alfonso II cedió al Temple los castillos y villas de Alfambra,
Villel, Libros, La Peña del Cid y Castellote; las casas del Santo Redentor de
Teruel, Huesca, Orrios, Fuentes y Villarluengo; iglesias y casas de Camañas y
Perales.
De vital importancia fue para Aragón, la custodia y educación en el castillo
de Monzón, del Rey Jaime I el Conquistador, por medio del Maestre Templario
Guillem de Montrodón.
En 1219 Jaime I, otorgó a los templarios de Monzón, el castillo y villa de
Ceboller, hoy Castejón del Puente, Huesca.
Junto a Jaime I tomaron Mallorca y en 1234 camino de Valencia, se tomó
Burriana. El 28 de septiembre de 1238 la enseña de Aragón ondeaba en la torre
de Alibufat, que pasaría a poder del Temple.
HOSPITALARIOS
El origen de la palabra encomienda, parece tener su origen en la
fórmula comandamus que acompañaba a las aportaciones dinerarias y
periódicas que desde los distintos distritos, se hacían a la casa central. Estas
fórmulas de comandamus que acompañaban al envío de las cantidades dieron
origen a la comendatoria y de aquí la denominación encomienda que
designa al distrito del remitente y comendador a la persona encargada de
regirlo. El título de preceptor es similar al de comendado y
ambos estaban supeditados al castellán. La gran labor que requería la
gestión de las encomiendas requería un ayudante, éste era el subcomendador
Las normas emanaban de los Capítulos de la Orden, sin embargo, la
dirección en los aspectos espirituales de la Orden correspondían al prior.
Otros cargos oficiales de la Orden eran: capellán y diácono;
sin embargo en documentos aparecen los siguientes títulos: clavero,
camerario, escritor, argimero y médico, aunque también se deduce el
cargo de frailes sirvientes.
La expresa mención de frailes con el título de miles, indica la misión
específica del servicio de las armas: debían ser nacidos de legítimo
matrimonio, y tener limpieza de sangre (sin contaminación de judíos o
mahometanos).
Los donados eran personas cuyas limosnas y dejas testamentarias,
constituyeron un factor decisivo en el incremento de bienes de la encomienda.
Obtenían como contrapartidas protección y bienes espirituales.
Personajes ilustres ingresaron en la orden eligiendo allí una sepultura
honrosa: en 1196 Sancho I, Conde de Provenza, hijo de Petronila de Aragón y
Ramón Berenguer IV, el 13 de abril de 1200 ingresó Pedro II, y Jaime I en 1226
entre otros.
La Regla de la Orden de San Juan promulgada por Raimundo de Puy hacia 1125,
se compone 15 artículos, del 16 al 19 se añadieron con posterioridad; está
basada en la recepción de enfermos y en los tres votos, el de armas fue
posterior.
Esta comunidad monástica resaltaba la proyección caritativa que exigía un
acendrado espíritu de humildad para con los pobres, el celibato era una
condición indispensable.
Los Hospitalarios vestían hábito y manto negros, siendo su distintivo la
cruz blanca de cuatro brazos iguales ensanchados en los extremos. En 1259
Alejandro IV, autoriza a los caballeros el uso en tiempos de paz de manto negro
y en guerra, cotas rojas con la cruz blanca. En 1278 en el Capítulo celebrado
en Acre, detalla, que caballeros y escuderos lleven en sus armas la cruz blanca
sobre fondo rojo.
TEMPLARIOS
En el último tercio del siglo XII, Novillas y Monzón constituían los
principales centros administrativos. Desde 1160 figura un Maestre en
Novillas que regía en tierras navarras y aragonesas. A finales del siglo
XII, el centro de Novillas quedó eclipsada por la de Zaragoza, dejando fuertemente
establecidas las de Monzón y Zaragoza.
A mediados del siglo XIII, se desgajó la provincia de Provenza dando
autonomía propia a Aragón y Cataluña. A final de siglo las encomiendas se
aproximan a 40.
La villa de Monzón, por su equidistancia entre catalanes y aragoneses fue
una plaza idónea para los Conventos de la Orden que se celebraban en el
incomparable marco de su castillo.
Los Maestres del Temple gozaban de un alto rango. Formaban parte de la curia
real, se acompañaban en las campañas militares y suscribían importantes
documentos para la vida del Reino.
Integrantes de la Casa Conventual eran el clavígero, auxiliar en materias
económicas y el "camarerius" o "cambrero"
ENCOMIENDAS
DE LA ORDEN DEL HOSPITAL
Entre las primeras encomiendas documentadas aparecen las de Zaragoza y la de
Calatayud. Hasta el año 1165 no hay noticia de la existencia de un comendador,
fecha ésta que da un fuerte impulso a la Orden con numerosas donaciones y
compras. Al mismo tiempo la Orden inicia su penetración en la cuenca del río
Jalón.
La
década de 1170-1180 fue decisiva para el Hospital y en particular para la
encomienda de Zaragoza, merced a la elección del noble Aragonés Pedro López de
Luna como Castellán de Amposta y del valimiento del Alfonso II de Aragón,
entusiasta protector de la orden. En 1177, el monarca entregó al castellán, la
villa y castillo de Grisén, para fundar un convento de religiosas
Hospitalarias. En 1178 los frailes otorgan cartas de población para La Almunia
de Cabañas y de Alpartir. En 1180 reciben diploma real (expedido desde
Barbastro) con la cesión de la Zuda de Zaragoza que pasa a ser la sede de los
comendadores y castellanes. Junto a la casa que alberga a la comunidad y a los
pobres y enfermos en ella acogidos, se levantó a fines del siglo XII una
iglesia consagrada a San Juan Bautista, mas conocida como San Juan de los
Panetes.
A comienzos de la siguiente centuria se produjo la estabilización de las
fronteras de la encomienda de Zaragoza. La Almunia y Ricla eran sus extremos,
Alagón y Grisén marcaban el límite noroeste del Ebro (Pedrola la administraba
el comendador de Remolinos), el límite septentrional lo marcaba Villanueva del
Gállego y por el sur María de Huerva.
En el medio urbano de Zaragoza disponían de importantes treudos sobre casas,
tiendas, solares, etc., que les proporcionaban importantes ingresos. Disponían
propiedades principalmente en la parroquia de Santa María la Mayor (palacio de
la Zuda), con los baños cerca de la Puerta de Toledo. También tenían
propiedades en las parroquias de San Pablo (zona del ensanche de la ciudad),
así como en San Gil, San Miguel, la Magdalena y el resto de parroquias de la
ciudad.
En la Almozara disponían del derecho de administración de la acequia mayor
(dueños de abundantes partidas); en el término del Gállego, ejercieron el
control de la acequia de Urdán. En la zona de la Huerva intensificaron el
cultivo de la vid y del olivo.
En el inventario efectuado en la encomienda de Zaragoza en el siglo XIV,
tras la incorporación de los bienes de la extinguida orden del Temple, figuraba
a la cabeza de las de la Castellanía por el volumen de sus rentas, 1300 libras
jaquesas.
El comendador de Calatayud es también nominado en 1165. La villa de Cetina
dependió de la encomienda bilbilitana, Ramón Berenguer IV, había concedido
fuero a la villa cuya dominicatura disfrutaba el Hospital. En 1186, la orden la
permutó por otras propiedades al Rey Alfonso II, pero a mediados del siglo
XIII, sus habitantes pagaban primicias al Hospital de Calatayud.
El origen de la casa del Hospital de Mallén se remonta a la constitución del
Priorato Navarro-Aragonés. Una vez acordada la permuta de terrenos con la orden
del Temple, Mallén pasó a depender del Hospital y Novillas del Temple. Durante
el magisterio de Guillén de Belmes, Mallén fue el foco de una fuerte expansión
del Hospital en la rivera del Ebro y también se construyó la iglesia de Santa
María y San Juan. En 1283 Mallén todavía mantenía un fuerte valor estratégico
ya que Pedro III, autoriza al Hospital que eleve y fortifique las torres de su
castillo.
El obispo de Tarazona cedió al hospital la iglesia de Añón en 1140. La
existencia de dos encomiendas tan próximas viene justificado por las muchas
donaciones patrimoniales que tenían en la comarca, las cuales debían ser
administradas.
La
encomienda de Remolinos es también de las más antiguas de Aragón, data de 1157,
fecha de concesión de su iglesia y de las cuevas entre Pola y Pradilla, donada
por Ramón Berenguer IV, figuró como receptor Pedro de Avratudi con el título de
comendator eiusdem domus. Su economía estaba basada en los cultivos de
cereales y hortícolas, pero destacaba en la comarca la explotación de las minas
de sal, regalía de la Corona.
También los sanjuanistas tuvieron dominios en Caspe, merced a una permuta
efectuada por Alfonso II en el año 1182. Toda esta zona, a veces lo
administraba el comendador de Zaragoza, junto a Híjar y Samper de Calanda.
Estas iglesias fueron cedidas por el obispo de Zaragoza y su cabildo, al
castellán de Amposta en el año 1235. Tuvieron poca significación hasta que en
el año 1394 en el magisterio de Juan Fernández de Heredia elevó la iglesia de
Santa María a Colegiata, fundando a su lado un convento de la Orden. En Pina,
el Hospital tuvo que sufrir la competencia del Temple que contaba con abundantes
posesiones. En 1169, Pedro Torroja obispo de Zaragoza tuvo que presidir el
acuerdo entre ambas Ordenes sobre sus respectivos límites.
En la comarca de las Cinco Villas se documenta la actuación desde la segunda
mitad del siglo XII. Castiliscar fue sede de un comendador desde su donación
por Pedro II, una vez que la Condesa de Ampurias renunció a sus derechos sobre
la villa. La Orden contó con bienes en Sádaba, Paúles y Pilluel, esta última
incorporada por donación regia en el año 1167. La proximidad de Ejea de los
Caballeros condicionó el status de las gentes de la comarca, ya que en
1224 el castellán de Amposta facultó a los habitantes de Castiliscar para
regirse por los fueros y costumbres de los de Ejea.
En el Somontano oscense se desconocen las fechas de constitución de las
encomiendas, al no hallarse recogidas en el Cartulario Magno. Sabemos no
obstante que el Hospital tenía posesiones en Huesca desde el testamento del
Batallador. Debió formarse en el último cuarto del siglo XII. En el año 1194 ya
había documentado un comendador por las discrepancias con el obispo en lo
referente al reparto de diezmos. En diciembre de 1201 el obispo García de Gúdal
donó al castellán de Amposta, Jimeno de Lavata, la iglesia de Aniés y en enero
de 1204 los derechos al hospital para poner cementerio en su iglesia y celebrar
oficios divinos a puerta cerrada. Es posible que los límites de la encomienda
amparara hasta el castillo de Loarre. Dependió de esta encomienda la iglesia de
San Miguel de Foces, fundada en 1259 por el noble Ximeno de Foces quien la donó
al hospital.
La encomienda de Barbastro ya estaba constituida en 1177. Esta casa del
hospital fue elegida como sede para el Capítulo General de la Orden en 1194, el
cual fue presidido por el castellán Fortún Cabeza.
En el bajo Cinca encontramos a los hospitalarios establecidos desde mediados
del siglo XII, tras recibir de Alfonso II en 1174, Torrente y sus términos,
concesión a la que siguió la adquisición de Canals al norte de Fraga en 1182 y
de Torralba cuatros años después.
Fraga no debió de constituir encomienda independiente, en 1306 los bienes
del hospital de Fraga estaban bajo el control del comendador de Caspe.
La penetración de la orden de San Juan en tierras meridionales del reino de
Áragón fue escasa a excepción de algunas heredades en Daroca y la importante
encomienda de Aliaga en tierras turolenses. La villa de Aliaga, sus términos,
la iglesia y el castillo, pasaron a la orden de San Juan en 1163 por donación
de Sancho de Tarazona. También administraron la iglesia de Campos y la de
Cuevas del Rocín
La encomienda de Aliaga estaba constituida en 1180 figurando al frente G. De
Vetula. Diez años después recibieron de Alfonso II, la población de Villarroya
de los Pinares y sus términos. El cartulario de la encomienda de Aliaga en sus
actas recoge posesiones en Codo, Belchite y Huesa del Común. Pedro II les donó
el castillo de Fortanete en 1202, la villa de Sollavientos y su término en 1205
y el dominio de los frailes sobre Miravete.
MONASTERIOS
FEMENINOS
Pocos años después de su fundación la Orden de San Juan de Jerusalén contó
con monasterios femeninos, el primero establecido en Jerusalén, no sobrevivió a
la ocupación de la ciudad por Saladino en 1187. Figuraban como dueñas adscritas
a la Orden aunque no llevaban vida cenobítica plena. Posteriormente quedaron
sometidas disciplinariamente a los prioratos.
El primer monasterio documentado se sitúa en Grisén, cuando Alfonso II hizo
entrega en 1177 de Grisén al castellán de Amposta, Pedro López de Luna. A su
priora le denomina nobilísima domna Maior. En 1240 rige doña Godo de
Foces diversas casa del Hospital en el valle del Jaón. Hasta 1260 rigió sobre
las casas de La Almunia, Cabañas, Alpartir y Grisén
Para fundar el monasterio de monjas sanjuanistas en Sigena, gracias a las
gestiones de la reina doña Sancha, en octubre de 1187 se cedieron las villas de
Sena, Sigena y Urgeller y el castillo de Lecina. Durante los primeros años, se
rigió por la regla de San Agustín. En 1187, Ricardo obispo de Huesca, elaboró
una regla mucho más completa. Los cenobios femeninos eran un refugio de damas
de la alta alcurnia. En Sigena convivieron los linajes aragoneses de los Urrea,
Luna, Entenza, Lizana, Cornell, etc., junto a damas de la realeza. Dos hijas de
Jaime II, Blanca y María vistieron los hábitos en este cenobio siendo la
primera de ellas priora desde 1321 hasta 1348.
Alfonso II en su testamento les dejó Ontiñena y sus términos colindantes con
Sigena. Pedro II en 1209 les hizo entrega de Candasnos. Los términos de Lanaja
y la villa y términos de Ballobar engrosaron también los bienes del monasterio.
Jaime I les donó el castillo de Sariñena y en 1235 el castillo y villa de
Peñalba.
La
comunidad se componía de tres estamentos distintos, las sorores o dueñas,
la clase mas alta y privilegiada, de allí salía electa la priora. Después las
iuniores o puelle eran niñas confiadas a la educación de las monjas,
eran la reserva de futuras dueñas, finalmente un grupo de sirvientas u obedenciales
se repartían las tareas domésticas. Vistieron hábito negro, con una cruz de
tela blanca de ocho puntas en el lado izquierdo, aunque era distintivo para el
Hospital llevarlo a la derecha.
ENCOMIENDAS
DE LA ORDEN DEL TEMPLE
García Ramírez de Navarra, donó en 1135 la villa de Novillas al Temple y al
Hospital. Ese mismo año, el obispo de Zaragoza, cedió al Temple los derechos de
su iglesia. A partir de este momento, desde Novillas se produjo la expansión de
la milicia por tierras del Ebro. Novillas fue para el Temple lo mismo que
Mallén para el Hospital, estas dos ciudades fueron las impulsoras del
florecimiento de las órdenes en Aragón.
Ramón Berenguer IV otorgó a la encomienda, las villas y castillos de Ambel,
Alberite y Cabañas de Ebro, y Alfonso II les confirmó todas las posesiones
desde Tauste a Novillas. El maestre de Novillas firmaba documentos antes
de 1165. Hacia 1151 otorgaron carta de población a los habitantes d e Novillas,
en virtud de compras y donaciones se extendieron por Agreda, Tarazona, Borja y
Ambel; en el curso del Ebro por Velilla, Gallur, Pradilla y Sobradiel; en Cinco
Villas, por Ejea y Añesa, aunque también tuvieron posesiones en Uncastillo,
Luna y Zaragoza.
Boquiñeni fue una de las casas más antiguas del Temple en Aragón, se
menciona su comendador en 1157, aunque luego sería regido por el de Novillas.
Hasta 1148 no aparece documentado el cargo de comendador para Zaragoza, y
que aunque en vida del Batallador ya disponía de posesiones, esta encomienda
estuvo eclipsada por la pujanza de Novillas.
En 1164 había una casa conventual en la parroquia de San Felipe (calle del
Temple), pero hasta 1204 no dispusieron de iglesia y cementerio propio,
privilegio que recibieron del obispo D. Raimundo. Esta iglesia del Temple o de
Saanta María del Temple, era circular en su interior y octogonal en el exterior;
en un altar dedicado a San Jorge, fue enterrado a principios del siglo XIV el
caballero y prohombre de la ciudad Gil Tarín.
Las
primeras adquisiciones fueron en el Arrabal, Cascajo, Cogullada y Almozara.
Alfonso II les otorgó el control de la acequia de Cetén. A finales del siglo
XIII, el comendador tenía delegados en las poblaciones de Siest, Marlofa y
Alfocea. Por el oeste los puntos más alejados de la encomienda fueron Alagón y
Pedrola. Por el este solo hasta Alfajarín ya que había nuevas prefecturas en
Pina y La Zaida. En el valle de la Huerva en Cuarte y Cadrete con tierras
cultivadas por cristianos y sarracenos. La lista de 36 comendadores de Zaragoza
se cierra con D. Fray Ramón Oliver, quien sobrevivió al proceso y extinción de
la orden. En Huesca la encomienda surgió después de la de Zaragoza, sin embargo
el primer documento Cartulario oscense data del mes de enero de 1148 y cinco
años antes ya recibieron 1000 sueldos sobre las rentas reales de la ciudad.
Antes de 1150 ya es nombrado Raimundo de Castelnou como delegado en la zona
para la recepción de bienes. De octubre de 1171 data la primera mención del
comendador Raimundo de Cervera. La encomienda tuvo propiedades en Luna, Jaca
entre otras ciudades del norte, también en Almudévar, Pueyo de Fañanas y
Tabernas entre otros. En 1178 Alfonso II, concedió al Temple el señorío de
Huerrios. La mayor concentración de bienes estaba en la capital, en la puerta
de Alquibla y en la de Montearagónl Dependían del "convento" del
Temple de Huesca, las iglesias de Algás, Amellas, Loreto, Baibe, La Almuniad de
Doña Altabella y Pompién
Por encima de la importancia adquirida por el Temple en Huesca, es un hecho
suficientemente documentado la preeminencia de la encomienda de Monzón entre
todas las aragonesas.
Esta villa bañada por el Cinca, sita en el extremo occidental de la comarca
de la Litera, fue una plaza estratégica en la concordia del año 1143 entre
Ramón Berenguer IV y la Santa Sede con motivo de las negociaciones habidas tras
la muerte del Batallador. Es probable la entrega de la plaza a los Templarios
fuera a partir de la conquista de Fraga y Lérida en 1149. La repoblación fue
inmediata, en 1158 concedieron carta puebla a la almunia de Binéfar. En 1185
recibieron donaciones sobre el castillo de Pedris y su término de la condesa de
Urgel. La encomienda de Monzón estuvo formada por los términos de: Alcort,
Alfántega, Ariéstolas, Binaced, Binéfar, Castejón del Puente, Cofita, Fonclara,
Pueyo de Santa Cruz, Ripol y Valcarca.
En el castillo de la fortaleza, vinculado a tantos episodios de nuestra
historia, sus comendadores se titulaban "castellanes" de Monzón,
presumiblemente para equipararse a los de Amposta. En su recinto se reunían los
Capítulos de la Orden, donde se ventilaban no sólo aspectos concernientes a la
propia encomienda, sino que se tomaban decisiones clave para el desarrollo y
actividades del Temple en todo el reino.
Como encomienda subalterna o gemela a la de Monzón aparece la de Chalamera
cuyo castillo fue cedido al Temple en 1143. Ambos castillos coordinaron la
colonización del Cinca y se distinguieron en el año 1309, como últimos
baluartes defensivos de los Templarios aragoneses, sitiados por las tropas de
Jaime II.
En
tierras orientales del reino de Aragón encontramos las encomiendas de Ambel y
Tarazona. El castillo de Ambel paso a manos templarias en 1151 mediante un
acuerdo con Doña Teresa de Borja; su primer comendador fue Pedro López en 1178.
En 1183 el obispo de Tarazona cedió los derechos sobre la iglesia de Ambel.
Desde principios del siglo XIII un sólo comendador regía las casas de Tarazona,
Ambel y Boquiñeni.
Calatayud contó con una encomienda templaria que a fines del siglo XIII
regentaba además las posesiones de Ricla y Encinacorba, esta última cedida por
Ramón Berenguer IV en 117. También Cella parece ser ocupada por el Temple en
1177, tras obtener licencia del obispo de Zaragoza para construir la iglesia.
El castillo y la villa de Alfambra fueron la base de la encomienda de
Alfambra cyua historia comienza en 1196 al recibirla como herencia de la
desaparecida Orden del Santo Redentor; este mismo año fue nombrado comendador
de Teruel y Alfanbra, Pons Menescal.
El lugar de Villel se transformó en centro de una encomienda en 1196, siendo
su primer comendador Bertrán Navarro, incluía los lugares de Tramacastiel y
Villastar.
Castellote fue otra de las encomiendas Templarias heredada de la Orden del
Santo Redentor.
También en el Maestrazgo se hallaba la encomienda de Cantavieja. Dentro de
ésta Bailía se incluía el lugar de Mirambel, próximo a Castellote. Al igual que
en Cantavieja, los vecinos del lugar tuvieron, a partir de 1255 la facultad de
proponer anualmente al comendador seis personas para los oficios municipales y
la justicia local.
En 1212, Pedro Sesé entregó a los Templarios la villa y castill,o de
Burbáguena, también en la Comunidad de Daroca, hay que citar la fortaleza de El
Vayo como perteneciente al Temple. Las fortificaciones realizadas por la Orden
en sus inmediaciones fueron el origen de la localidad de Burbágena.