1. - En los últimos
meses los Gobiernos de Estados Unidos de Norteamérica y de Gran Bretaña, en un nuevo
acto de soberbia y ambición económica, han decidido atacar masiva y unilateralmente a
Irak hasta acabar con el régimen de Sadam Hussein, a pesar de que hace una década sus
ejércitos están bombardeando Irak lo que, unido al embargo total dispuesto y mantenido
por Naciones Unidas, ha ocasionado ya más víctimas civiles que una guerra (un millón de
muertos, la mayoría niños, según cifras de la propia ONU).
2. - Esta decisión de atacar masiva
y unilateralmente a Irak, ha sido tomada por la administración de G. W. Bush con
independencia de las obligaciones de Derecho Internacional y ha sido respaldada
sumisamente por el Gobierno español de José
María Aznar, que se ha sumado al vergonzoso cortejo de gobiernos que, como el italiano de
Berlusconi, han renunciado a todo criterio de independencia, de sensatez y de respeto por
la justicia y los derechos humanos, allanando el camino al militarismo, la barbarie, el
sufrimiento, intentando imponer a la opinión pública lo inevitable de una
guerra por controlar el petróleo de Oriente Medio. Denunciamos además el papel jugado
por el gobierno Aznar que, junto con Italia y Gran Bretaña, ha forzado en la Unión
Europea la aprobación de normas excepcionales de inmunidad procesal para los ciudadanos
estadounidenses perseguidos por delitos y crímenes de guerra, dando la espalda al
Tribunal Penal Internacional y plegándose a las exigencias del gobierno Bush.
3. - A pesar de que las encuestas en
EEUU y en Europa, señalan que la mayoría de la población está en contra de un ataque
unilateral a Irak, los gobiernos de estos países (España, Italia, Portugal, República
Checa, Dinamarca, Polonia, etc.) presionan e ignoran la opinión de los ciudadanos
insistiendo en que ese ataque debe producirse bajo el argumento de la defensa de nuestra
seguridad y estilo de vida.
4. -. De esta manera, diciendo velar
por nuestros intereses, los gobiernos se apropian de nuestras palabras y hablan en nuestro
nombre públicamente en los foros e instituciones internacionales; sin haber demostrado en
ningún momento que los gobernantes iraquíes almacenan o tienen capacidad para fabricar
armas de destrucción masiva.
5. Las personas y movimientos
sociales firmantes de este manifiesto NO A LA GUERRA, NO EN NUESTRO NOMBRE, junto a la
campaña internacional de acciones contra la guerra, declaramos que:
- Nos negamos a que los gobiernos de
nuestros países hablen en nuestro nombre. Nos negamos a entregar nuestra conciencia a
cambio de la falsa moneda de la seguridad y el bienestar de occidente. Estamos
convencidos de que no alcanzaremos paz y seguridad duraderas iniciando guerras y
acumulando sufrimiento y odio.
- Nos negamos a ser parte de estas
guerras y nos opondremos al apoyo incondicional que el gobierno Aznar ha prometido al de
Bush, como igualmente denunciaremos, en caso de favorable resolución del Consejo de
Seguridad de la ONU al bombardeo y/o
invasión de Irak, la instrumentalización de este organismo por el gobierno
estadounidense, como igualmente el sometimiento vasallático de los representantes de los
gobiernos a estas aventuras imperiales con claro deterioro del derecho internacional.
- Nos solidarizamos y tendemos la
mano a los pueblos, que como el de Irak o Palestina, sufren las consecuencias de las
decisiones y acciones del gobierno norteamericano y sus aliados, o de sus propios
gobiernos.
- Exigimos al gobierno español que
se oponga al ataque a Irak o a otro país, no preste colaboración militar, logística, ni
económica a la política de terror impuesta por Estados Unidos, y que respalde y proponga
soluciones a los conflictos sobre la base del diálogo, la acción civil solidaria con los
pueblos y la justicia social.
Asimismo en el Foro Social de
Sevilla hacemos nuestro el llamamiento del Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre,
que declara:
- Estamos contra la militarización, el crecimiento de las bases militares y la represión
estatal que genera multitud de refugiados y criminaliza a los movimientos sociales y a los
pobres.
- Estamos contra la guerra en Irak,
los ataques contra los pueblos palestino, checheno y kurdo, las guerras en Afganistán, en
Colombia, en África y la creciente amenaza de guerra en Corea. Nos oponemos a la
agresión económica y política que sufre Venezuela y el bloqueo político y económico
impuesto a Cuba por el gobierno estadounidense. Estamos en contra de todo tipo de acciones
militares y económicas diseñadas para imponer el modelo neoliberal y socavar la
soberanía y la paz de los pueblos del mundo.
- La guerra se ha transformado en
una parte estructural y permanente de la dominación global, la fuerza militar se usa para
controlar pueblos y recursos estratégicos como el petróleo. El gobierno de los Estados
Unidos y sus aliados están imponiendo la guerra como forma cada vez más común de
resolver conflictos. Asimismo, denunciamos el intento deliberado del imperialismo de
acrecentar los conflictos religiosos, étnicos, raciales, tribales, aumentando las
tensiones y los enfrentamientos en todo el mundo para favorecer sus egoístas intereses.
NO A LA GUERRA
NO EN NUESTRO NOMBRE
Foro Social de Sevilla, 4 de Febrero
de 2002

Manifiesto de la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas
CONTRA LA BARBARIE
|
La humanidad está siendo arrastrada hacia una
catástrofe material y moral sin precedentes. La sedicente cruzada contra el
terrorismo emprendida por el Gobierno de Estados Unidos y sus aliados, cuyo próximo
capítulo pretende ser la invasión de Iraq, no es más que una nueva y desmedida
agresión imperialista cuyo objeto es consolidar a cualquier precio la hegemonía
estadounidense, fortaleciendo a Israel y debilitando a los países árabes e islámicos
que pudieran representar una amenaza para el sionismo.
Consideramos, por tanto, imprescindible llevar a cabo un
amplio debate sobre la situación mundial generada tras los acontecimientos del 11-S y
plantear una alternativa al discurso oficial, que oculta o falsea la información y tiende
a criminalizar toda forma de disensión o protesta.
En este sentido, la responsabilidad de quienes hemos
hecho de la cultura y la comunicación nuestro oficio, es especialmente grande, puesto que
el imperialismo pretende sustituir la libre circulación de ideas por un pensamiento
único administrado desde el poder, con objeto de enmascarar la profunda injusticia
de sus fines y la implacable brutalidad de sus medios.
Los intelectuales (en el sentido más amplio y menos
elitista del término), en función del privilegio que supone el acceso al conocimiento y
a los instrumentos necesarios para elaborarlo, tienen una responsabilidad tan específica
como grave: la crítica radical y continua de los argumentos esgrimidos por el poder, la
denuncia sistemática de sus mentiras, sofismas y tergiversaciones. No podemos olvidar que
el término intelectual va unido desde su mismo origen (caso Dreyfus) a la
idea de lucha, de refutación del discurso dominante, de defensa de la justicia frente a
los abusos del poder.
Por ello, tomando como referente moral e histórico la
Alianza y el Congreso de Intelectuales Antifascistas de 1936, un amplio grupo de personas
relacionadas con la literatura, el arte y la ciencia hemos decidido promover una Alianza
de Intelectuales Antiimperialistas con objeto de analizar y afrontar de forma colectiva la
gravísima situación mundial generada tras el 11 de septiembre de 2001.
Porque no es suficiente que cada cual oponga su trabajo
individual a la máquina de guerra y represión puesta en marcha por el imperialismo: solo
mediante la unión y la coordinación, primero a nivel estatal y luego internacional,
podremos detenerla.
Hacemos nuestro el llamamiento NION (Not In Our Name) de
los y las intelectuales y artistas estadounidenses que se niegan a permitir que su
Gobierno lleve a cabo en su nombre sus planes de expolio y exterminio. Nosotros y nosotras
también nos negamos a que los Gobiernos de la Unión Europea apoyen en nuestro nombre la
sangrienta cruzada del imperialismo estadounidense. La guerra no es
inevitable, como pretenden hacernos creer sus promotores y beneficiarios. La guerra es el
fracaso de la política y de la razón, la derrota de todos los pueblos que se ven
envueltos en ella; sólo beneficia a las grandes multinacionales, a sus políticos a
sueldo y a los organismos a su servicio, como la Organización Mundial de Comercio, el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, que sacrifican el bienestar, la salud,
la libertad y la vida de millones de personas a los intereses de los ricos.
Hacemos nuestra la lucha de los multitudinarios
movimientos sociales que a la denominada globalización oponen su proyecto de
universalización de la solidaridad y de la cultura. Es una insoslayable responsabilidad
de la izquierda implicarse en los pujantes movimientos de denuncia y de desobediencia
civil que buscan nuevas formas de superar la barbarie capitalista y nuevos caminos hacia
una democracia realmente participativa.
Los y las firmantes de este manifiesto fundacional
conminamos a escritores/as, artistas, profesores/as, científicos/as e investigadores/as a
asumir la gravísima responsabilidad de contribuir a la comprensión y la transformación
de un mundo azotado por la guerra, el hambre, la opresión y la injusticia. Cada libro,
cada artículo de opinión, cada comentario, por pequeño que sea, refuerza o debilita el
discurso dominante, en un momento en que la dominación se ejerce mediante el discurso
tanto como mediante las armas. Porque, con la complicidad de los medios de comunicación,
el poder inunda las mentes de consignas explícitas e implícitas, de promesas que no
cumple y presuntas amenazas de enemigos construidos a la medida de sus intereses. Modela
el imaginario colectivo a su antojo y conveniencia. Consuma la corrupción política,
económica y jurídica con la corrupción semántica.
Exigimos, por tanto, a quienes trabajan en los medios de
comunicación de masas, el cumplimiento de su compromiso deontológico con la objetividad
informativa. Los informadores pueden y deben negarse a difundir noticias falsas o
tergiversadas, del mismo modo que los militares tienen el irrenunciable deber de negarse a
cumplir una orden injusta.
Los y las abajo firmantes nos comprometemos a apoyar con
nuestras palabras y nuestros actos a las innumerables víctimas del imperialismo y de la
globalización neoliberal: los pueblos desposeídos y pisoteados de todo el
mundo, así como las bolsas de marginación y pobreza de los países presuntamente
desarrollados, que un dramático flujo de inmigrantes perseguidos por el hambre y la
injusticia acrecienta sin cesar.
Combatiremos, sí, el terrorismo, pero empezando por sus
formas más abyectas e intolerables: el terrorismo de Estado y el terrorismo del capital.
Las torturas y malos tratos en las comisarías y en las cárceles, la brutalidad policial
en la represión de las manifestaciones, la pena de muerte, la explotación despiadada de
los recursos naturales y humanos, los embargos genocidas, las incursiones militares contra
poblaciones indefensas: ésos son los más graves atentados terroristas contra la
libertad, la dignidad y la vida. Hasta que no acabemos con ellos, no podremos hablar de
democracia, ni siquiera de civilización.
El Imperio ha declarado la guerra a quienes nos oponemos
a sus planes de expolio y exterminio. Y tenemos que resistir con nuestra unión y
contraatacar con nuestros instrumentos de trabajo: las ideas, las palabras, las
imágenes... La guerra total desencadenada por el Gobierno de Estados Unidos y sus aliados
se libra en muchos frentes, en todos los frentes, y uno de los más importantes es el
lingüístico. Si quienes hemos hecho del pensamiento nuestra herramienta y nuestra arma,
no salimos al paso de los que pretenden detener el flujo de las ideas y convertir las
palabras en instrumento de opresión, ¿quién lo hará?
Bush lo ha dicho de forma inequívoca: Quien no
está con nosotros, está contra nosotros. Y su declaración de guerra puede y debe
convertirse en nuestra propia consigna sin más que invertir el orden de los términos:
quien no está contra ellos, está con ellos. Quien no se opone abiertamente a sus actos
criminales y a sus falsas palabras, los apoya con su silencio. Y el silencio es la
cobardía de los intelectuales. Cobardía que en circunstancias como las actuales se
convierte en imperdonable vileza, en alta traición a la cultura y a la humanidad.
Nuestro enemigo, el enemigo de los pueblos
del mundo, tiene la segunda arma más poderosa: el dinero. Pero nosotros tenemos la
primera: la razón.
www.nodo50.org/aia
Siguen firmas.
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