Después de varios meses de nacido, mis padres decidieron que era hora de un cambio, así que salimos del país, ellos en busca de algo nuevo, nuevas experiencias y para mí esa decisión tan radical significo un desajuste tremendo.
Por cinco largos años viví en otro país, acostumbrado a hacer cosas diferentes, hablar y comportarme diferente, todo para encajar en el cambiante mundo, la familia, siendo uno de los sustentos clásicos simplemente desapareció al igual que llego, de una forma muy rápida.
Tras grandes decisiones nos regresamos a México para poder caer en una cruda realidad, la adaptación social fue difícil, las personas nuevas y las costumbres nuevas hicieron de mí su presa, y asta la actualidad me cuesta entender a la gente.
La nueva familia que me invitaba a convivir era muy distinta a la que yo conocía, eran amorosos y atentos, algo que nunca había conocido mas allá de mi madre, sus hermanos y hermanas eran muy extraños pero a la ves cariñosos.
Así paso el tiempo, poco a poco crecí, al desarrollarme mas me di cuenta de la cruel realidad, el divorcio inminente de mis padres destrozó la visión de familia perfecta, mientras mi madre ocultaba el dolor, mi padre solo seguía fuera de quicio, maltratador y poco paciente, tras su despedida el ambiente se tranquilizo, la felicidad y la paz por fin llegaban a mi vida, o eso pensaba.
