Seres humanos y otras especies

En los últimos años, el índice de extinción se ha acelerado a causa de las actividades desarrolladas por el hombre.

A diferencia de otros animales que elaboran en su propio organismo las adaptaciones que necesitan para sobrevivir, los seres humanos pueden transformar acentuadamente el ambiente para adecuarlo a ellos. Aunque algunos animales, como los castores, pueden introducir cambios es relativamente limitados. Pero el hombre consigue transformar en modo extremo zonas muy extensas en muy breve tiempo. Confecciona su ropa y construye casa para protegerse. Embalsa ríos, desbroza selvas e irriga desiertos para fines de cultivo y para la cría de ganado.

Estas actividades cambian el ambiente de manera que las plantas y animales autóctonos deben adaptarse, emigrar o morir. En este sentido, el hombre compite con la vida silvestre en lo que respecta a los productos de la tierra y los mares. Más aún, para proteger sus cultivos y sus animales domésticos, matan a otras especies que pueden comerlos o competir con ellos.

Se considera que el hombre prehistórico ha sido causa de la extinción de algunas especies de los mayores mamíferos norteamericanos que existían entonces. Los grandes mamuts de la Edad de Hielo, los enormes perezosos de tierra, y quizás hasta los caballos salvajes de las llanuras se extinguieron cuando el hombre, el cazador, llegó al Nuevo Mundo procedente de Asia hace más de 20.000 años. Esos animales pasaron por todas las adaptaciones necesarias para sobrevivir entre tigres de dientes de sable y lobos gigantescos. Pero no pudieron adaptarse al hombre y a sus técnicas de caza.

Con el desarrollo de la agricultura y la domesticación de los animales, hace aproximadamente 12.000 años, aumentó seriamente la amenaza para la vida silvestre. A medida que la población humana creció y se dispersó por todas partes, se registró una declinación en la totalidad de los animales salvajes y un aumento de la tasa de extinción de las especies.





Mamíferos afectados


Ciertos tipos de animales, y los que viven en determinadas zonas, parecen particularmente vulnerables a la amenaza de extinción.

De todas las especies que se extinguieron desde el año 1600, unas 40 eran de mamíferos. De esas cuarenta, casi todas vivían en islas, especialmente en el Caribe. Las actividades directas del hombre no fueron las causantes de la extinción de esos animales. Fue la introducción, iniciada en la época de Colón, de especies competidoras, ratas, perros, y gatos domésticos. Esas nuevas especies contendieron con éxito con las nativas y las exterminaron.

Entre las zonas continentales, Australia, el continente insular, encabeza la lista con cinco especies extinguidas. Sorprendentemente, ninguna especie de mamíferos de América del Norte se extinguió por completo en los últimos 400 años. El visón de agua de la costa noreste, que parece haber sido exterminado para extraer su piel antes de 1900, y el alce Merrian del sudoestese citan como especies ejemplares locales de las especies corrientes de visones y alces.

En los últimos 400 años desapareció el 1% de las especies vivas de mamíferos. Quedan ahora unas 4.000. No obstante, se considera que más de 120 de estas especies, o sea un 3% corren peligro de extinguirse. Muchas se encuentran en islas, especialmente en las de Indonesia y Madagascar.





Especies de aves perdidas


Para las aves existe la misma pauta que para los mamíferos. De las casi 8.700 especies de aves que existían en 1600 se han extinguido 94. Entre las especies vivas, 187 corren actualmente cierto tipo de peligro. También, en este caso, las islas son las más afectadas: Nueva Zelanda, Madagascar, Guadalupe (México), Rodrigues (océno Índico), las Antillas y las islas Hawai perdieron varias especies.

En América del Norte las extinciones más trágicas fueron las del periquito o cotorra de Carolina (Conuropsis carolinensis) y la de la paloma viajera (Ectopistes migratorius), cuyo último representante murió en el zoológico en 1914. Ambas especies existieron originalmente en cantidades tan grandes que oscurecían el cielo cuando migraban.





Muchas especies vegetales están amenazadas


Aunque casi toda la publicidad en los últimos años se ha referido a animales en peligro, existen también muchas especies vegetales susceptibles de extinguirse. En realidad, 20.000 especies, o sea cerca de 10% de las plantas con flores, corren ahora cierto riesgo, y una vez más el hombre y sus actividades representan la mayor amenaza. Se ha introducido en las distintas zonas nuevos animales y plantas que han dominado a las especies nativas. También se desbrozan superficies cada vez más extensas de tierra para dedicarlas a la agricultura, destruyendo la vegetación nativa.

Si se permite que esas especies vegetales amenazadas desaparezcan de la tierra, esto podría acarrear serias consecuencias para la humanidad. Algunos hombres de ciencia consideran que la desaparición de esas plantas podría ser más importante que la pérdida de las especies animales en peligro.

De las plantas se extrae gran cantidad de medicamentos, y es muy probable que algunas de las especies vegetales amenazadas contengan compuestos químicos de suma utilidad para la medicina. Otras quizá pordrían ser importantes para la economía, como cultivos alimentarios, árboles para la obtención de madera o directamente como plantas ornamentales de jardín. Puesto que unas pocas de estas plantas han sido protegidas por su posible uso medicinal, y puesto que es imposible establecer cuáles pueden ser las necesidades futuras en materia de cultivos, es importante mantener vivas estas especies amenazadas.

Entre las plantas, como entre los mamíferos y las aves, las especies isleñas son las más susceptibles de extinguirse. En muchos casos, en una isla solitaria se encuentran plantas que no existen en ninguna otra parte del mundo. El hombre, al introducir animales herbívoros, especialmente cabras, ha destruido casi por completo la vegetación autóctona de varias islas. De esta forma extinguió gran cantidad de especies vegetales, y muchas otras se han vuelto muy raras. Por ejemplo, la situación en Hawai es muy seria; se estima que el 80 % de las mejores plantas de ese estado norteamericano corren grave peligro o se han convertido en ejemplares raros.

Algunas especies selváticas han sido amenazadas y a otras se las considera ya en peligro o extinguidas. Entre esas plantas de selva se encuentran varias especies de orquídeas del brasil y la India, así como un azafrán autóctono de Chile. Los cactos del sudoeste de los Estados Unidos también corren peligro. Alrededor de un 26 % de las especies están amenazadas.

A causa del creciente riesgo a que están sometidas las plantas y el interés cada vez mayor que despiertan en los conservacionistas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) se propone dedicar un tomo del Red Data Book (el libro rojo de datos) a las plantas con flores. Sin embargo, este proyecto es relativamente nuevo y tardará muchos años en quedar completado.





Clasificación de las especies amenazadas


Muchas especies vegetales y animales están amenazadas por la posibilidad de extinguirse. Sin embargo, el grado de amenaza varía. Por ejemplo, una especie con menos de 50 sobrevivientes conocidos que viven en una zona pequeña, está en condiciones mucho más críticas que otra con 5.000 individuos dispersos en varias zonas.

La Comisión de servicio de Supervivencia de la UICN ha establecido cuatro categorías para indicar el grado en que las especies se ven amenazadas de extinción. Estas categorías son:

en peligro
raras
escasas
indeterminadas

Especies en peligro. Se considera que una especie lo está cuando su cantidad es tan reducida o su hábitat natural es tan pequeño que probablemente desaparecería para siempre si no se le prestara especial protección. El lobo marsupial o lobo de Tasmania (Thylacinus cynocephalus) está entre estas especies. Es un marsupial (mamífero con bolsa) con cuerpo semejante al perro y costumbres parecidas a las del lobo. En un tiempo vivió en Tasmania y gran parte de Australia. Su desaparición de Australia se debió probablemente a la competencia con los dingos y los perros domésticos. También fue cazado y muerto por los pastores de ovejas. Gran parte de su hábitat fue destruido, y el moquillo, enfermedad contagiosa de los perros y otros mamíferos, contribuyó en gran medida a reducir el número de los que quedaban a prinicpios de 1900. Aunque todavía se han visto unos pocos en los últimos años, y algunos perduran en las partes más salvajes y remotas del oeste de Tasmania, nadie sabe cuántos lobos de Tasmania quedan vivos... si los hay. Este animal nunca se multiplicó en cautiverio, y el último especímen que quedaba en el zoológico murió en 1933.

La foca monje india (Monachus tropicalis) y la foca monje común (Monachus monachus) son también especies en peligro. Desde 1962 no se han encontrado ejemplares vivos de la primera, que posiblemente está extinguida. En cuanto a la especie común, quedan menos de 500.

Especies raras. Las especies raras están amenazadas por problemas iguales a los de las especies en peligro. Es decir, su número es reducido o viven en zonas tan reducidas o en ambientes tan insólitos que podrían desaparecer en muy poco tiempo. La diferencia entre ambas categorías es sólo de grado.

La foca monje hawaiana (Monachus schauinslandi) constituye un ejemplo de especie rara. Sólo se encuentra en seis pequeñas islas situadas hacia el noreste de las islas Hawai. Probablemente no existan más de 1.500 de esas focas. Fueron aniquiladas a fines de 1800 por los cazadores que buscaban su grasa, y se extinguieron casi totalmente. Se las protegió a partir de 1909, y su número fue aumentando lentamente hasta alcanzar su actual nivel.


foca monje

Lamentablemente, ni siquiera el hecho de detener la mantanza bastaría quizá para salvar a estas focas. Si se las perturba en las playas donde tienen a sus crías, las madres se lanzan al agua. La mayoría de los cachorros que dejan atrás muere. Con todas las focas monje concentradas en esas pequeñas islas es fácil de entender cómo una catástrofe local. tal como un derrame de petróleo en el agua, podría aniquilarlas. Existen unas pocas en cautiverio, pero nunca tuvieron cría.

Especies escasas. Las especies clasificadas como escasas todavía se encuentran en cantidad suficiente para asegurar su supervivencia. Sin embargo, su número se ha reducido considerablemente en comparación con el pasado reciente y continuará declinando. Esta declinación continua es lo que más preocupación causa. Los animales de esta categoría pueden pasar rápidamente a la de rara o en peligro. El addax (Addax nasomaculatus) de África septentrional es un miembro de la familia de los antílopes. Es originario de las zonas desérticas que abarcan de Egipto a Mauritania. Este animal ha sido perseguido en forma tal por los cazadores, que los que viven dentro de sus límites primitivos no llegan a 5.000. Se los alejó de Egipto a partir de 1900 y también fueron eliminados en Túnez. No se sabe si hay algunos en Libia, en el ex Sahara español, Argelia o Sudán. Sus últimos baluartes aparentemente están en Mauritania y Malí, donde también nativos nómadas los cazan para secar su carne como alimento. La cantidad de antílopes addax sigue disminuyendo. Si la población continúa declinando durante mucho tiempo más, la especie se extinguirá. Sin embargo, si cesara ahora su caza quedarían suficientes animales y un hábitat lo bastante amplio para que la especie sobreviviera.


Addax

Especies interminadas. Se denomina así a la cuarta categoría de especies amenazadas. Incluye las que están aparentemente en peligro. Sin embargo, no se dispone de suficiente información para poder hacer un cálculo seguro sobre su situación.

Estas especies incluyen al armadillo de tres bandas (Tolypeutes tricinctus) del noreste de Brasil, cazado por su carne; el conejo de orejas cortas (Nesolagus netscheri) de Sumatra, que ha ido desapareciendo a medida que se talan los bosques con fines agrícolas; el perrillo mexicano (Cynomys mexicanus), al que matan para alimento cuya hábitat está siendo invadido por la agricultura, y al tapir norteño (Tapirus bairdi), cuyo hábitat está siendo también destruido por el hombre.

Generalmente, cuantos más datos se obtienen sobre una especie indeterminada, su condición cambia a la de una más amenazada. La situación del manatí (Trichecnus inunguis), cuya imagen aparece a inicio de esta página, es conocida como vaca marina de agua dulce, era considerada indeterminada en 1966. Dos años después fue determinada y pasó a la categoría de en peligro. Cazado por su carne, está clasificado ahora entre las especies más amenazadas. El leopardo de las nieves (Pantera uncia) siguió el mismo orden de indeterminado en 1968 a en peligro en 1970. A este animal se lo busca por su tupida y hermosa piel.

El "Libro rojo de datos". En 1966, La UICN publicó un volumen informativo de hojas reemplazables dedicado a la situación de muchas clases de animales. A medida que evoluciona la condición de éstos, se envían a los suscriptores nuevas páginas. Las rosadas están dedicadas a las especies decididamente amenazadas. Las verdes se refieren a las que estuvieron anteriormente en peligro, pero que se han recuperado ahora, y ya no se las considera amenazadas. Lamentablemente, el libro cuenta con muy pocas páginas verdes y el número de las rosadas continúa aumentando.





Las 10 especies más amenazadas


Algunas de las especies podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI. Su uso comercial está totalmente prohibido.
Tigre de Siberia: casado por su piel. Quedan unos 200 ejemplares.
Nutria Gigante: capturado por su piel. Ha desaparecido en Uruguay y quedan pocos centenares en Argentina.
Cocodrilo del Nilo: perseguido por su piel.
Águila Imperial Ibérica: quedan unas 150 parejas en libertad.


Águila

Tortuga Marina: perseguida por coleccionistas y ofrecida como curiosidad en restaurantes de lujos.
Gorila de Montaña: destinado a zoológicos, coleccionistas e institutos de antropología. Quedan unos 600 ejemplares en las montañas húmedas del continente africano.
Guacamayo Escarlata: importados por grandes cantidades por los EEUU.
Rinoceronte Negro Africano: quedan unos 2.000 ejemplares. En los años setenta, su población alcanzaba los 65.000.
Panda Gigante: utilizados en zoológicos y apetecidos por su piel. Quedan unos mil ejemplares en todo el mundo.

Panda

Lobo Marsupial: podría haber desaparecido ya. El último ejemplar fue avistado en la década de los ochenta.


Motivos de extinción


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