XXI

 

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas?

Poesía... eres tú.

atrás...

 

XXII

 

¿Cómo vive esa rosa que has prendido

junto a tu corazón?

Nunca hasta ahora contemple en la tierra

sobre el volcán la flor.

atrás...

 

XXIII

 

Por una mirada, un mundo,

por una sonrisa, un cielo,

por un beso... ¡yo no sé

que te diera por un beso!

atrás...

 

XXIV

 

Dos rojas lenguas de fuego

que a un mismo tronco enlazadas

se aproximan, y al besarse

forman una sola llama.

 

Dos notas que del laúd

a un tiempo la mano arranca,

y en el espacio se encuentran

y armoniosas se abrazan.

 

Dos olas que vienen juntas

a morir sobre una playa

y que al romper se coronan

con un penacho de plata.

 

Dos jirones de vapor

que del lago se levantan,

y al reunirse en el cielo

forman una nube blanca.

 

Dos ideas que al par brotan,

dos besos que a un tiempo estallan,

dos ecos que se confunden,

eso son nuestras dos almas.

atrás...

 

XXV

 

Cuando en la noche te envuelven

las alas de tul del sueño

y tus tendidas pestañas

semejan arcos de ébano,

por escuchar los latidos

de tu corazón inquieto

y reclinar tu dormida

cabeza sobre mi pecho,

diera, alma mía,

cuanto poseo,

la luz, el aire

y el pensamiento!

 

Cuanto se clavan tus ojos

en un invisible objeto

y tus labios ilumina

de una sonrisa el reflejo,

por leer sobre tu frente

el callado pensamiento

que pasa como la nube

del mar sobre el ancho espejo,

diera, alma mía,

cuanto deseo,

la fama, el oro,

la gloria, el genio!

 

Cuanto enmudece tu lengua

y se apresura tu aliento

y tus mejillas se encienden

y entornas tus ojos negros,

por ver entre sus pestañas

brillar con húmedo fuego

la ardiente chispa que brota

del volcán de los deseos,

diera, alma mía,

por cuanto espero,

la fe, el espíritu,

la tierra, el cielo.

atrás...

 

XXVI

 

Voy contra mi interés al confesarlo;

no obstante, amada mía,

pienso cual tú que una oda solo es buena

de un billete del banco al dorso escrita.

No faltará algún necio que al oírlo

se haga cruces y diga:

Mujer al fin del siglo diez y nueve

material y prosaica... ¡Boberías!

¡Voces que hacen correr cuatro poetas

que en invierno se embozan con la lira!

¡Ladridos de los perros a la luna!

Tú sabes y yo se que en esta vida,

con genio es muy contado el que la escribe,

y con oro cualquiera hace poesía.

atrás...

 

XXVII

 

Despierta, tiemblo al mirarte:

dormida, me atrevo a verte;

por eso, alma de mi alma,

yo velo cuando tú duermes.

 

Despierta, ríes y al reír tus labios

inquietos me parecen

relámpagos de grana que serpean

sobre un cielo de nieve.

 

Dormida, los extremos de tu boca

pliega sonrisa leve,

suave como el rastro luminoso

que deja en sol que muere.

"Duerme!"

 

Despierta miras y al mirar tus ojos

húmedos resplandecen,

como la onda azul en cuya cresta

chispeando el sol hiere.

 

Al través de tus párpados, dormida;

tranquilo fulgor vierten

cual derrama de luz templado rayo

lámpara transparente.

"Duerme!"

 

Despierta hablas, y al hablar vibrantes

tus palabras parecen

lluvia de perlas que en dorada copa

se derrama a torrentes.

 

Dormida, en el murmullo de tu aliento

acompasado y tenue,

escucho yo un poema que mi alma

enamorada entiende.

"Duerme!"

 

Sobre el corazón la mano

me he puesto porque no suene

su latido y en la noche

turbe la calma solemne:

 

De tu balcón las persianas

cerré ya porque no entre

el resplandor enojoso

de la aurora y te despierte.

"Duerme!"

atrás...

 

XXVIII

 

Cuando entre la sombra oscura

perdida una voz murmura

turbando su triste calma,

si en el fondo de mi alma

la oigo dulce resonar,

dime: ¿es que el viento en sus giros

se queja, o que tus suspiros

me hablan de amor al pasar?

 

Cuando el sol en mi ventana

rojo brilla a la mañana

y mi amor tu sombra evoca,

si en mi boca de otra boca

sentir creo la impresión,

dime: ¿es que ciego deliro,

o que un beso en un suspiro

me envía tu corazón?

 

Y en el luminoso día

y en la alta noche sombría,

si en todo cuanto rodea

al alma que te desea

te creo sentir y ver,

dime: ¿es que toco y respiro

soñando, o que en un suspiro

me das tu aliento a beber?

atrás...

 

XXIX

 

Sobre la falda tenía

el libro abierto,

en mi mejilla tocaban

sus rizos negros:

no veíamos las letras

ninguno, creo,

mas guardábamos entrambos

hondo silencio.

 

¿Cuánto duró? Ni aun entonces

pude saberlo;

sólo se que no se oía

más que el aliento,

que apresurado escapaba

del labio seco.

Sólo sé que nos volvimos

los dos a un tiempo

y nuestros ojos se hallaron

y sonó un beso.

 

Creación de Dante era el libro,

era su Infierno.

 

Cuando a él bajamos los ojos

yo dije trémulo:

"¿Comprendes ya que un poema

cabe en un verso?"

Y ella respondió encendida:

"¡Ya lo comprendo!"

atrás...

 

XXX

 

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mis labios una frase de perdón...

habló el orgullo y se enjugó su llanto,

y la frase en mis labios expiró.

 

Yo voy por un camino, ella por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?"

y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?"

 

atrás...