La presente historia esta basada en el libro “The Notebook” de Nicholas Sparks, probablemente algunas de ustedes tambien hayan visto la película “Diario de una Pasion”, este fic tiene un poco de las dos, se modificaron algunas situaciones y se adecuo a los personajes de Candy y Terry.

 

Espero disfruten leyendo esta historia que en lo personal es de mi entero agrado.

 

Saludos

Alekxandra

Sirena del Deseo y Pasión Terrytano

 

 

Amor más allá de la memoria

 

 

 

 

Detrás de un gran amor...        

                                              Hay una gran historia

 

 

Un hombre con un cuaderno muy gastado y descolorido abierto sobre el regazo.

Una mujer perdida y asustada que solo tiene recuerdos fragmentarios de un amor extremadamente valioso… hasta que él empieza a leerle su cuaderno

 

 

  

 

 

Capitulo 1

 

Milagros

 

¿Quién soy? ¿Y cómo terminará esta historia? Acaba de amanecer y me encuentro sentado  junto a una ventana empañada por el aliento de toda una vida. Esta mañana soy todo un espectáculo: dos camisas, unos pantalones de invierno,  una bufanda enrollada dos veces alrededor del cuello y metida dentro de un suéter grueso que mi hija hizo para mi en mi cumpleaños hace ya treinta años. La calefacción se encuentra al máximo. La cual silba, ruge y escupe aire caliente cual dragón de cuento de hadas, mas sin embargo mi cuerpo tirita de frió, un frió que no desaparece nunca, un frió que ha tardado ochenta años en formarse.

 

¿Mi vida? Como describirla, no es fácil de hacer. No ha sido espectacular como yo hubiera deseado, mas sin embargo puedo decir que no me he ocultado como otras personas bajo la tierra. Supongo que mi vida podría compararse con la bolsa de valores: relativamente estable, con sus buenos y malos momentos. No soy nadie especial, de eso estoy seguro. Soy un hombre normal. Con pensamientos normales, el cual ha llevado una vida normal. Ningún monumento será edificado en mi honor y es muy probable que mi nombre pronto se olvide, mas si de algo estoy seguro es que he amado con toda el alma, y eso para mi es mas que suficiente. Para los románticos mi historia seria considerada una historia de amor, para los escépticos, toda una tragedia. Mas para mi es una mezcla de ambas cosas.

 

He recorrido un camino el cual a veces a estado lleno de piedras, las cuales me han llevado hasta donde hoy día estoy. Este camino elegido por mi ha sido el mejor y jamás lo cambiaria por otro.

 

Para  mi desgracia, hubo un tiempo en el que no resulto tan sencillo seguirlo. Como ya les dije este camino a veces salpicado de piedras acumuladas en el transcurso de una vida, hace tres años hubiera sido mas fácil sortearlas, pero hoy día es imposible. Ya no soy tan fuerte como antes.

 

Miro mi reloj y me doy cuenta de que es hora de partir, me levanto del sillón situado junto a la ventana y cruzo la habitación, deteniéndome ante el escritorio para tomar el cuaderno.

 

 

Toso y miro el reloj por el rabillo del ojo. Es hora de salir. Me levanto del sillón situado junto a la ventana y cruzo la habitación arrastrando los pies, deteniéndome ante el escritorio para tomar el cuaderno que he leído centenares de veces. Ni siquiera lo miro.

Me lo pongo debajo del brazo y sigo andando hacia mi destino.

Camino sobre el piso de madera. Mi cabello ya teñido de gris.

 

Escucho un llanto ahogado a lo lejos y se perfectamente de donde procede. Las enfermeras me ven; nos sonreímos y nos saludamos. Son amigas mías y charlamos a menudo, aunque estoy seguro de que especulan sobre mí y sobre las cosas que hago cada día. Oigo que murmuran a mi paso:

 

—Ahí va otra vez —dicen—. Ojala hoy salga bien. Pero no me dicen nada en la cara. Estoy convencido de que piensan que me molestaría hablar de ello a una hora tan temprana y, conociéndome, quizá tengan razón.

 

Un minuto después llego a la habitación. Como de costumbre, han dejado la puerta abierta. Hay otras dos enfermeras dentro y también me sonríen.

 

—Buenos días —saludan alegremente, y dedico un minuto a preguntarles por los niños, el colegio y las vacaciones que se aproximan.

 

Durante otro minuto hablamos del llanto. Al parecer, no lo han notado. Ya no les afecta; y debo confesar que a mí me pasa otro tanto.

 

Me siento en el sillón, que ha adquirido la forma de mi cuerpo. Casi han terminado; ella está vestida, pero sigue llorando. Sé que se callará en cuanto se vayan. El ajetreo de la mañana siempre la perturba y hoy no es una excepción. Finalmente, las enfermeras retiran el biombo y se marchan. Las dos me tocan y me sonríen al pasar por mi lado.

 

Me pregunto qué significan esos gestos.

 

Un segundo después la miro, pero ella no me devuelve la mirada. Lo entiendo, porque no me reconoce. Para ella soy un extraño. Me doy vuelta, inclino la cabeza y rezo en silencio, pidiendo la fuerza que sé que voy a necesitar.

 

Ya estoy preparado. Me pongo los anteojos y saco una lupa del bolsillo. La dejo un instante en la mesa mientras abro el cuaderno. Tengo que chuparme el dedo dos veces para abrir la gastada tapa. Pongo la lupa en posición.

 

Antes de empezar a leer, siempre hay un momento de vacilación en que me pregunto: ¿pasará hoy? No lo sé; nunca lo sé de antemano, y en el fondo me es igual. Es la esperanza lo que me impulsa a seguir; no hay garantías, como si se tratara de una apuesta. Pueden llamarme soñador, ingenuo, o cualquier cosa por el estilo, pero estoy convencido de que todo es posible.

 

Sé que las probabilidades y la ciencia están en mi contra. Pero también sé que la ciencia no es infalible; la experiencia me lo ha demostrado. Por eso creo que los milagros, por inexplicables o increíbles que parezcan, existen y pueden contradecir el orden natural de las cosas. De modo que una vez más, como todos los días, empiezo a leer el cuaderno en voz alta para que ella me oiga, con la esperanza de que el milagro que ha llegado a dominar mi vida vuelva a triunfar. Y quizá, sólo quizá, lo haga.