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Solo quiero estar contigo

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Había pasado mucho tiempo desde la separación de Candy y Terry, y a pesar de haber continuado con sus vidas ninguno de los dos había podido olvidar a su amor de juventud. Terry había dejado a Susana hacia ya tiempo atrás, pues por fin comprendió que el no era feliz a su lado, continuaba con su pasión por el teatro y Candy había continuado con su vida regresando a trabajar de enfermera.

 

Así fue como un buen día Candy se encontraba de nuevo en New York, en aquella ciudad que tantos recuerdos le traía, tenia poco mas de un mes de estar instalada en la ciudad, gracias a los contactos de Albert le habían ofrecido un trabajo en uno de los mejores hospitales, y aunque al principio se mostró renuente por miedo a encontrarse de nuevo con Terry, Albert la convenció diciéndole que no podía estar huyendo para siempre de su pasado.

 

Lo cierto es que Albert quería que sus dos amigos encontraran aquella felicidad que les había sido negada en un pasado.

 

Sin embargo, Candy tenía miedo de encontrarse con aquel chico que le había robado el corazón y por ello se dedicaba a trabajar sin descanso, lo cual  notó la jefa de enfermeras.

 

·        Candy- la llamó su amiga Kate. Una chica morena, agradable con la cual había hecho amistad de inmediato.

 

·        Si, dime Kate – respondió la rubia.

 

·        Te llama la jefa de enfermeras. – le dijo su amiga.

 

·        Uju, y ahora que habrá pasado… Bien será mejor que vaya a ver para que me quieren. Deséame suerte – le pidió Candice a su amiga.

 

Al llegar a la puerta de la oficina pidió permiso para entrar. Una vez dentro, su jefa la invitó a sentarse. La enfermera Rose, mujer jovial de casi 50 años,  tenía mucho tiempo en esa profesión pero también sabía de la vida. Desde que conoció a Candy pudo observar cierta tristeza en sus bellos ojos verdes, respetuosa de la intimidad de su personal nunca le había preguntado su pena.

 

·        Candy, me imagino que no sabes el motivo por que te he mandado llamar – habló la jefa  de enfermeras- He notado que desde que entraste a trabajar no has descansado en tus días correspondientes, y de no hacerlo no será posible que des el 100% en tu trabajo

 

·        Entiendo – respondió Candy - Pero es que no lo necesito, a mí me gusta mi trabajo.

 

·        Candy, tú eres una de mis mejores enfermeras y por lo mismo no quiero que caigas enferma por agotamiento. Es mejor que mañana te tomes tu día libre – le dijo terminante la enfermera jefa.

 

·        Muy bien, si así lo ha dispuesto, tomare mi día libre. Pero …

 

·        Pero nada, Candy. Anda, ve a continuar con tus labores y te veo pasado mañana – la despidió amablemente la enfermera Rose.

 

·        Gracias, nos vemos pasado mañana – se despidió la rubia.

 

Kate estaba impaciente por que su amiga le contara lo sucedido.

 

·        ¿Y bien que te dijeron? – decía Kate curiosa.

 

·        Pues nada, me han obligado a tomar mi día libre – respondió Candy en un tono resignado.

 

·        Me alegro – dijo Kate- Porque ya era hora que lo hicieras y si no me hacías caso a mi, creo que a la jefa no le podías discutir.

 

·        ¿Acaso fuiste tú la que le dijo? – la retó Candy

 

·        ¿¡¡¡Yoooo!!!? Sería incapaz de eso Candy – respondió Kate con una sonrisa traviesa adornando su rostro bonito.

 

·        Vas a ver Kate, me las vas a pagar – reían Candy y Kate.

 

·        Bueno, espero que descanses en tu día. Así que, anda, terminemos con nuestras labores para que te vayas a casa. Ya me contarás qué hiciste. – le conminó su amiga.

 

Así ambas chicas partieron a realizar su trabajo. Una vez terminado se despidieron. Candy partió a su departamento, el encantador lugar quedaba a unas cuantas cuadras del hospital. Albert le había pedido a George que encontrara un lugar agradable para su pequeña y que le quedara cerca del trabajo.

 

Después de haber preparado algo de cenar Candy se fue a dormir, pensado en que haría al siguiente día.

 

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A la mañana siguiente Candy despertó un poco tarde, hacia mucho que no descansaba y la verdad el que la hubieran obligado a descansar le estaba sentando bien.

 

·        “¿Qué haré? Ya se, iré a comprar algunos obsequios para los chicos. Ojalá estuvieran aquí conmigo, los extraño mucho”

 

La rubia se dispuso a tomar una ducha para después ir a recorrer la ciudad, al salir del departamento había tenido un presentimiento al cual hizo caso omiso pensando que era solo su imaginación.

 

Sin embargo, esa sensación de inquietud no se iba de su corazón. Era algo entre emocionante e intimidante por la fuerza con que sentía aquello.

 

Un poco después, Candy salía de una tienda donde había seleccionado algunos obsequios para sus amigos. Al salir de la misma y por los paquetes que tapaban su vista, tropezó con alguien.

 

Los paquetes cayeron al piso y prontamente Candy y el joven se agacharon a recogerlos. El olfato del caballero se llenó de la esencia de rosas que ella usaba. Al instante se quedó inmóvil y la miró. Al ver que él se había detenido en su tarea, ella también levantó la vista y se topó con la intensidad del color azul de la mar en calma en un par de ojos que nunca, nunca olvidaría en su vida.

 

·        Terry…- musitó su nombre inolvidable con un tono de voz que al hombre trajo muchas memorias.

·        Candy…- por un momento y ya con los paquetes en sus brazos, se quedaron mirándose… ¿Qué tenía la mirada de esa muchachita que nunca se pudo sustraer a su encanto?

 

Luego de ese momento en el que el mundo alrededor desapareció para ellos, por fin Terrence pudo articular una pregunta.

 

·        Candy, qué gusto me da verte… - sonó tan sincero que la rubia se estremeció- ¿Qué haces aquí?

 

·        Bueno… de hecho, estoy trabajando en el Hospital Monte Sinaí, aquí en Manhattan.

 

·        Ya veo… este… eh… ¿me harías el honor de aceptar un café en mi compañía? Por supuesto, acompañado de un rico pastelillo…- luego de la primera y nerviosa propuesta por parte de él, volvió a recuperar la seguridad al notar un brillo de alegría en los ojos de ella.

 

Candice lo miró con extrañeza, ¿Y Susana, su esposa? Él sintió esa mirada dubitativa y simplemente trató de convencer a la jovencita.

 

·        No pasa nada, Candy… solamente es como una reunión de viejos amigos, ha pasado tanto tiempo que no veo nada de malo en ir a tomar café, juntos.

·        Gracias Terry, pero no quisiera incomodarte. Además aún tengo algunas compras que hacer – intentó zafarse la rubia.

·        Nada de eso, es más te acompaño y después te invito un café o si quieres vamos a comer ¿Qué dices? – le propuso el actor.

·        Está bien, por los viejos tiempos como dices- con una sonrisa tímida ella aceptó. Era tan extraño ese momento, casi irreal, ¿por qué había aceptado si no era moralmente aprobado salir con un hombre casado y además a solas? Quizás su mismo espíritu rebelde la impulsaba a aceptar el brazo de aquel joven que formaba parte de un pasado inolvidable.

 

Sin problema él cargó con todos los paquetes de la joven y la guió hacia un restaurante pequeño, pero muy acogedor. Tomaron asiento cerca de la gran ventana que daba a la avenida principal.

 

Mientras ella leía la carta y él fingía hacer lo mismo, Terry observaba a aquella niña, ahora convertida en una hermosa joven. El cabello ya no peinado en coletas, sino libre y cayendo en cascada sobre la espalda fina. Su vestido de buen gusto y corte perfecto para su figura le regalaban la imagen de una Candy mujer.

 

 “Se ve hermosa” pensaba Terry. Para el seguía igual que como la recordaba, la misma expresión limpia y de una niña,  solo que su cuerpo había cambiado, atrás había quedado aquella chiquilla del Colegio San Pablo.

 

La rubia también se encontraba pensando en lo apuesto que se encontraba Terry, una sola mirada bastó a la chica para notar que los años lo habían favorecido. Estaba mucho más alto que la última vez, había embarnecido teniendo ahora la apariencia de un joven atlético y sano, de anchos hombros y caderas esbeltas. El mismo cabello de hebras castañas y largo, como ella recordaba, pero su mirada, esa mirada seguía tan azul como siempre.

 

-         Y, dime Candy, ¿Cómo está Albert? – preguntó Terry una vez que el camarero tomó su pedido.

 

-         Él está muy bien. Trabajando mucho. No se si te enteraste, Albert es ni más ni menos que el famoso Abuelo William ¿Recuerdas que alguna vez te lo mencioné? – respondió la rubia.

 

-         Algo supe de eso por la prensa…- mintió Terry, pues había seguido en contacto con Albert y el le había contado todo- y por supuesto que recuerdo todo lo que me has dicho – le contestó clavando su mirada sobre el rostro de ella, quien se sonrojó ante la vehemencia de su respuesta y para tratar de que él ya no la mirara con tanta intensidad, le preguntó.

 

-         ¿Y por qué nunca lo visitaste?

 

-         La verdad estaba muy ocupado con una obra - mintió de nuevo, pues no quería admitir que le dolía el solo pensar en ver a su pecosa después de la separación.

 

-         OH, ya veo – dijo Candice en un tono triste.

 

 

-         ¿Dime Candy? ¿Qué haces aquí? Aún no me lo has dicho – preguntaba Terry.

 

-         Bueno, decía la rubia bebiendo un poco de café. Estoy trabajando en un hospital. Albert me consiguió un buen trabajo y no lo podía defraudar. Aparte, tú sabes que me encanta mi trabajo – respondió Candy. ¿Y a ti como te ha ido? Supe que sigues actuando.

 

-         No me puedo quejar. Hemos tenido mucho trabajo con la nueva puesta en escena – contesto Terry.

 

-         ¿De verdad? Me alegro mucho por ti. Te lo mereces. Y dime ¿Qué obra presentarán? – lo cuestionó Candy.

 

-         Romeo y Julieta – respondió Terry.

 

Candy se quedo callada, después de escuchar la respuesta del actor, pues dicha obra a la vez que le traía bellos recuerdos, también le recordaba aquella separación en una fría noche de invierno.

 

-         Será todo un éxito – hablo Candy después de un momento aparentando una calma que no tenía en ese momento.

 

-         Si, Robert nos tiene ensayando todo el día. Pero logré escaparme el día de hoy – sonreía de medio lado el de ojos azules.

 

-         Veo que sigues siendo el mismo rebelde de siempre – lo retaba Candy.

 

-         Y tú una chica entrometida – al decir esto Terry tocó la nariz de Candy.

 

Con este inesperado contacto tantas memorias llegaron a la cabeza de ambos. Luego del silencio que siguió a ello y acompañando su frase de una nerviosa sonrisa, la rubia miró su reloj.

 

-         Terry – habló Candy- Ya es un poco tarde y mañana tengo que trabajar. Si me disculpas.

 

-         Comprendo – respondió Terry.

 

-         Gracias por todo, me dio mucho gusto verte – dijo la rubia.

 

-         Candy, espera, te acompaño  a tu departamento- se ofreció el joven actor- Después de todo no puedo permitir que regreses sola a tu casa Déjame pagar la cuenta y nos vamos.

 

Después de pagar, Terry acompañó a Candy a su casa. No podía negarse que necesitaba saber donde vivía, si vivía sola, si había alguien en su vida.

 

La vida le estaba ofreciendo una segunda oportunidad y esta vez no la dejaría escapar, no esta vez.

 

Ninguno de los dos habló en el camino, cada uno iba pensando en como se había encontrado en una ciudad tan grande y precisamente ese día.

 

-         Bueno, hemos llegado – hablo Candy.

 

-         ¿Aquí vives? – pregunto Terry.

 

-         Si – respondió Candy.

 

-         ¿Y vives sola? – la curiosidad invadía a Terry y no pudo evitar el realizar dicha pregunta.

 

-         Por supuesto, Albert me regalo este departamento, y queda cerca del trabajo. Tú sabes como es de protector – dijo la rubia.

 

-         Como buen padre que es, siempre cuidando de su hija – respondió Terry.

 

-         ¿Gustas pasar a tomar una taza de té – hablo Candy mientras abría la puerta del departamento.

 

-         Gracias, Candy. Pero creo que mejor lo dejamos para otra ocasión. Tengo que ir a ver Robert, ya te imaginaras lo enojado que está por que no me he aparecido en todo el día en el teatro. Pero me debes esa taza de té para otro día – dijo Terry.

 

-         Claro, cuando gustes venir. Esta es tu casa- Él se preguntó si la frase era mera cortesía o lo decía ella de corazón- Muchas gracias por todo.

 

-         Entonces es una promesa Candy. Otro día vendré a visitarte – hablo Terry.

 

-         Adiós Terry – se despidió la rubia.

 

-         Adiós, que descanses – respondió el actor con una mirada que llevaba más de mil mensajes que la jovencita no supo interpretar, quizás por lo inesperado del encuentro.

 

Candy entro rápidamente a su departamento, y se sentó en el sofá de la sala a meditar en todo lo ocurrido en ese día. “Tarde que temprano teníamos que vernos de nuevo, imposible no hacerlo viviendo en la misma ciudad”. ¡Qué guapo se veía!... Basta, Candy deja de pensar en eso, él está con Susana…Sin embargo,  no la mencionó durante la comida”

 

Mientras tanto camino rumbo al teatro Terry pensaba en su pecosa. “Quién lo hubiera pensado, Candy está aquí, en esta misma ciudad… No te dejare ir, no esta vez”.

 

Al llegar al teatro Robert notó en Terry aquel brillo en su mirada que había perdido tiempo atrás.

 

-         Vaya, hasta que apareces Terry – lo llamaba Robert.

 

-         Discúlpame, pero de verdad necesitaba tomar un día libre – respondió Terry.

 

-         Al parecer te fue muy bien – hablo el director de la compañía.

 

-         Así es amigo mío, pero ya te contaré en otra ocasión. Solo vine a disculparme contigo y a decirte que intentaré que esto no suceda de nuevo – se disculpo Terry.

 

-         Eso espero Terrence. Te veo mañana para continuar con los ensayos  -

 

-         Claro, aquí estaré a primera hora. Nos vemos mañana Robert.

 

Así, Terry partió a su departamento. Y se fue a dormir pensando en esas dos verdes esmeraldas en las que tanto le gustaba verse reflejado, mas sin embargo fue presa del insomnio, por lo que saco de la cómoda que se encontraba a un lado de su cama su mas preciado tesoro, aquella armónica que le regalara su pecosa, la toco por un momento y después se quedo placidamente dormido.

 

 

Los días habían transcurrido rápidamente para ambos, Terry con sus ensayos y Candy trabajando. Ya había pasado una semana desde que se habían visto y Terry tenia muchas ganas de ver de nuevo a Candy, recordó aquella promesa que le hiciera, por lo que se dio a la tarea de investigar si descansaría el mismo día que la semana pasada, después de todo de algo servia el ser tan irresistible para las mujeres.

 

Candy sin embargo no dejaba de pensar en Terry y Susana juntos, lo que ella ignoraba era la separación de ambos, pero como saberlo si Terry no había querido hacer publico su rompimiento.

 

 

-         “Imagino que es feliz” – pensaba Candy

 

-         Candice, ¿Qué haces? – le llamaba su compañera.

 

-         Perdón, Kate, últimamente he andado muy distraída – respondió la rubia

 

-         De verdad, no lo había notado – reía su amiga. ¿Y a que o quien se deberá? – pregunto Kate.

 

-         ¿Por qué tiene que ser alguien precisamente? – decía Candy fingiendo molestia.

 

-         Yo solo decía, vamos Candy no te enojes.  Aparte no me negaras que después de ese día de descanso tu no has vuelto a ser la misma y no me has querido contar que sucedió -  hablo Kate.

 

De pronto fueron interrumpidas en su labor por un jovencito.

 

-         ¿La Señorita Candice White? – pregunto el chico.

 

-         Soy yo –respondió la rubia.

 

-         Traigo este encargo para usted – hablo el muchacho al tiempo que le entregaba un sencillo ramo de rosas blancas.

 

-         Muchas gracias, espera te daré la propina – decía Candy mientras buscaba unas monedas en su bolso.

 

-         OH no – se disculpaba el chico. Ya me han dado una, con su permiso se despidió el jovencito.

 

-         ¿Vamos Candy, dime de quien son esas flores? ¿Algún admirador? – decía Kate curiosa.

 

-         Eso no lo sabrás Kat – reía la rubia. Mientras leía la pequeña nota.

 

 

 

 

Candy:

 

Te invito a tomar el té, recuerda que me lo debes. ¿Qué dices, aceptas? Te espero en 5 minutos en el jardín del hospital.

 

Terrence G. Grandchester

 

 

 

“¿Como consiguió saber donde trabajo?”, tal vez por que tu se lo dijiste- Se respondió mentalmente la rubia.

 

-         Entonces qué Candy, no me dirás quién te envió esas flores – insistía su amiga.

 

-         Son de mi amigo Albert- mintió la rubia- Kate ¿me puedes hacer un favor?

 

-         Claro, tú dirás – respondió la morena.

 

-         Necesito salir un par de minutos ¿Me puedes cubrir? – decía en tono de suplica la rubia.

 

-         Claro, pero si nos descubren negare todo – reía Kate.

 

-         Muy graciosa, prometo no tardar – se despedía Candy.

 

-         Mmm… esas flores no se las mandó su amigo Albert, pero estoy segura que ya me contaras después Candy- amenazó mentalmente a su amiga la joven enfermera morena.

 

Camino al jardín Candice iba pensando en que le diría a Terry, recordaba su promesa, pero jamás imagino que él quisiera verla de nuevo.

 

Al llegar al jardín, ahí estaba él, enfundado en un traje oscuro.

 

-         Hola, Candy – la saludo el actor.

 

-         Hola, Terry – respondió el saludo la rubia

 

-         ¿Te gustaron las flores? – pregunto Terry.

 

-         Si muchas gracias. Pero no debiste – hablo Candice.

 

-         ¿Por qué no? ¿Es que acaso uno no puede enviarle flores a una amiga? – respondió el actor.

 

-         No, no es eso – trato de safarse Candy.

 

-         ¿O es que acaso te molestaron mis flores? – preguntó Terry

 

-         Yo no he dicho eso – respondió Candy.

 

-         Entonces por que lo has dicho,  dime Candy – la interrogo el actor.

 

-         Por nada, olvídalo – dijo Candy.

 

-         Esta bien, ¿y dime que has pensado? – pregunto Terry

 

-         Yo, no se – trato de esquivar el responder a la interrogante del actor.

 

-         Veo, Señorita que usted no tiene palabra – decía Terry en un tono un tanto juguetón tratando de que no sonara decepcionado.

 

-         Claro, que la tengo – respondió la rubia- ¿Por qué dices eso? – ahora lo interrogaba Candy.

 

-         Por que tú me hiciste una invitación y ahora te estás retractando – hablo el actor.

 

-         Nada de eso. Es solo que… - se quedo callada la rubia.

 

-         Entiendo Candy, no te preocupes. Olvida la invitación. – Al decir esto Terry se disponía a dar la media vuelta e irse.

 

-         Terry espera... es solo que hoy no puedo. Tengo doble turno. Pero lo podemos dejar para mañana es mi día libre- “Por que dije eso” se retaba Candy.

 

-         Ahora soy yo el que no quiere causarte molestias, Candy – respondía Terry.

 

-         Vamos, no seas niño, Terrence – decía Candy con una sonrisa en sus labios que al joven derritió.

 

-         Bien, en ese caso te veré mañana pecosa. ¿Quieres que lleve algo en especial? – pregunto Terry.

 

-         No, después de todo eres mi invitado – respondió la rubia.

 

-         ¿Ni siquiera el postre? – le ofreció el de mirada azul.

 

-         OK, puedes llevarlo – contesto Candy. Ahora me voy antes de que me regañen.

 

-         Nos vemos mañana, entonces pecosa – se despedía Terry.

 

-         Adiós Terry y gracias de nuevo por las flores – se despidió Candy.

 

-         Candy- le llamo Terry cuando ella ya estaba a más de cinco pasos de distancia.

 

-         Si dime – respondió ella al llamado.

 

-         ¿A que hora nos vemos? – pregunto el actor.

 

-         Con las prisas había olvidado mencionarle la hora en que se verían. A las 5 – respondió Candy agitando la mano despidiéndose de Terrence, al mismo tiempo que corría hacia el hospital para evitar ser descubierta.

 

Él sonreía mirándola alejarse, seguía siendo una chiquilla traviesa al correr precisamente en un hospital.

 

Al llegar, un grito conocido para ella la sorprendió.

 

-         Torpe, este es un hospital, no una pista de carreras – decía aquella voz tan familiar para ella.

 

-         Mary Jane- volteaba Candy

 

-         Veo que sigues igual de torpe Candice  - decía la que fuera maestra de Candy.

 

-         OH, no Mary Jane. Lo que pasa es que… - trató de disculparse la rubia.

 

-         Nada, nada torpe. Anda regresa a tu trabajo – le decía la enfermera.

 

-         Mary Jane, ¿Qué hace aquí? – pregunto curiosa Candy.

 

-         Vine a revisar como van las nuevas enfermeras. Pero veo que tú sigues igual de atolondrada. Anda ve a trabajar -repitió Mary Jane- y no corras.

 

Al llegar a la pequeña sala de enfermeras Kate no estaba, había ido a realizar una de sus rondas, por lo que Candy se dispuso a realizar las suyas, no sin antes dejarle una nota de agradecimiento a su amiga.

 

La rubia había terminado agotada ese día, pues había tenido mucho trabajo. Mas sin embargo debía dejar presentable el departamento para el día siguiente cuando la visitara Terry, no es que hubiera un gran desorden pues pasaba la mayoría del tiempo en el hospital, pero quería dejar una buena impresión en Terry, por lo cual se dispuso a ponerse ropa cómoda y ato una pañoleta a su cabeza y se dispuso a limpiar. Después de eso tomo una ducha y se fue a dormir.

 

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Terry ya se encontraba en su departamento descansando después de  un largo día de ensayos, pero todo ello valía la pena con tal de ver mañana a su pecosa.

 

Por la mañana Terry fue a avisarle a Robert que faltaría a sus ensayos, ya que tenía cosas que hacer… ver a su pecosa.

 

-         Buen día – saludo Terry al director de la compañía.

 

-         Buenos días Terrence – respondió Robert. ¿Qué te trae por aquí tan temprano? – pregunto el veterano actor.

 

-         Vine a avisarte que me tomare el día libre – hablo Terry.

 

-         Vaya, como que se te ha vuelto una costumbre ¿no lo crees Terrence? – dijo Robert.

 

-         Vamos Robert, tu sabes que ya tengo mi papel bien estudiado. No creo que a Phill le moleste ensayar en mi lugar – respondió Terry.

 

-         Ya lo creo que no Terrence, pero no esta nada bien que faltes a tus ensayos – hablo Robert.

 

-         Muy bien, entonces que te parece esto. Ensayo hasta medio día y me das la tarde libre, ¿Qué dices? – pregunto el joven actor.

 

-         Es muy buena tu oferta Terry, pero espero que no se repita de nuevo, pues ya falta menos del mes para el estreno y no me gustaría ninguna sorpresa de última hora – respondió Robert.

 

-         Esta bien, Papá Robert –bromeó Terry- Intentaré que no suceda de nuevo – decía Terry.

 

-         Anda vamos a trabajar, para que puedas retirarte temprano – dijo Robert.

 

Mientras tanto Candy iba despertando gracias a un pequeño rayo de luz que se colaba por su ventana.

 

-         Mmm… ¿Qué hora será? – se preguntaba la rubia adormilada. Miro su reloj y se levanto eran apenas las 7 de la mañana.

 

Candy se levantó y se alisto rápidamente, se puso un hermoso vestido color verde, el cual le había regalado Albert por su cumpleaños y se dispuso a realizar las compras de la semana, ya que Terry llegaría mas tarde.

 

“¿Por que estoy tan nerviosa?- se decía camino a la tienda- él es sólo un amigo, solo tomaremos el te y charlaremos”

 

Terry por su lado estaba desesperado, ya quería que los ensayos terminaran para poder ver a Candy de nuevo, el solo verla había provocado en el una necesidad de mirarla a cada minuto, pero sabia que debía llevar las cosas con calma.

 

Después de realizar las compras Candy se dispuso a preparar todo para la llegada de Terry, mientras tanto el joven actor se encontraba comprando lo prometido a la rubia: un delicioso pastel de chocolate, pues sabia lo mucho que le gustaba a  Candy.

 

A las cinco de la tarde, tan puntual como buen caballero inglés, Terry tocaba a la puerta.

 

-         Ya voy – respondió Candy. Solo un minuto.

 

La rubia abrió la puerta y se encontró con esa mirada azul que tanto le gustaba ver.

 

-         Hola, Terry – lo saludo la pecosa- Adelante, por favor.

 

-         Hola, Candy –devolvió el saludo el joven actor.

 

-         Toma asiento, en un minuto estoy contigo para tomar el te – dijo Candy.

 

-         Dime dónde poner el postre – pregunto Terry.

 

-         Déjalo en la mesa, yo llevo ya el te – respondió Candy desde la cocina.

 

-         ¿No quieres que te ayude con algo? – inquirió el actor.

 

-         No, yo puedo con todo no te preocupes – hablo la rubia.

 

Después de un momento Candy salio con la bandeja de te y todo listo para tomarlo, sirvió ambas tazas y le preguntó a Terry como quería que se lo preparara.

 

Posteriormente tomo asiento al lado de él. Un momentáneo silencio se alzó entre los dos jovencitos que no sabían cómo comenzar. Él comenzó.

 

-         ¿Y dime Candy, como va todo en el hospital? – pregunto Terry.

 

-         Muy bien. Esta semana hemos tenido mucho trabajo ¿Y tus ensayos como van? – Ahora fue ella quien lo interrogo.

 

-         Muy bien, Robert nos tiene ensayando casi todo el día, es un perfeccionista – dijo  Terry.

 

-         Ya lo creo que si – hablo Candy.

 

Mientras tomaban el te Terry recorría con su mirada el departamento, no podía negar que estaba bellamente decorado, de pronto su vista se topó con una prenda masculina, y su mirada cambió provocando que se quedara en total silencio.

 

-         ¿Sucede algo Terry? – dijo Candy

 

-         No, no es nada – respondió Terry “¿De quien será ese sweater?, No parece de ella. ¿Será que alguien más vive con ella? No ella dijo que vivía sola”. Mil y un preguntas flotaban en la cabeza de Terry de las cuales ninguna tenía respuesta- A decir verdad sí pasa algo Candy. Me preguntaba ¿de quién es ese sweater?

 

-         Es de Albert, lo olvidó cuando vino con Archie a instalarme. Lo he lavado para regresárselo en cuanto venga de visita.

 

-         ¿Te visita frecuentemente? – pregunto Terry

 

-         Solo cuando su trabajo se lo permite, hablando de parientes… ¿Cómo está tu madre? – pregunto Candy.

 

Su respuesta no lo había tranquilizado pero no quiso saber más de ello, los celos lo estaban invadiendo.

 

-         Ella se encuentra muy bien- respondió Terry en un tono serio - también esta preparando la puesta en escena de una obra, pero la de ella tomará más tiempo.

 

-         Espero me la saludes cuando la veas – dijo Candy.

 

-         ¿Candy? – hablo Terry ¿Puedo preguntarte algo? – hablo el actor.

 

-         Claro, adelante. Pregunta lo que gustes – le dio confianza la rubia.

 

-         Me estaba preguntando, si quisieras ir al estreno de la obra – dijo Terry

 

-         Claro, me encantara ver la obra. Supongo que Susana también te acompañara – dijo en tono inquisidor Candice.

 

-         ¿Susana? No veo el por qué, ella está de viaje con su madre – respondió el actor.

 

-         ¿Y como te va en tu matrimonio? – finalmente Candy había tocado el tema.

 

-         ¿De verdad quieres saberlo Candy? – la cuestiono él, definitivamente que esa muchachita había dejado de interesarse por él al no tener conocimiento de su vida por medio de la prensa. No era que Terrence quisiera que Candy estuviera al pendiente de cada paso que diera, pero el rompimiento de su compromiso había sido muy discutido durante dos semanas en los tabloides.

 

-         Claro, después de todo somos amigos ¿o no? – respondió ella.

 

-         Candy, yo no estoy casado  – hablo Terry.

 

-         ¿Cómo? Yo pensé que tú y ella… – dijo la rubia con sorpresa.

 

-         Pues pensaste mal, Candice, Susana comprendió después de un tiempo que no la amaba y que merecía ser amada como yo no podía hacerlo –

 

-         Y ahora que ya no estas con ella ¿eres feliz? – pregunto Candy luego de que de nuevo, el silencio apareció entre ellos.

 

-         No, Candy no lo soy. ¿Sabes por qué? – dijo Terry con algo de tristeza en su voz.

 

-         No, no lo se. Pero me gustaría saberlo. – hablo Candy.

 

-         ¿Quieres saber el porque? – le pregunto el actor.

 

-         Si eso te hace sentir mejor, por supuesto que me gustaría saberlo – dijo Candy.

 

Terry se acerco a Candy y se le quedó mirando a los ojos.

 

-         Candy, yo no puedo ser feliz por una simple razón, yo deje escapar al amor de  mi vida…- y luego, incapaz de confesarle lo que sentía por ella pensó para sí- “cuando lo tuve frente a mi lo deje ir y no hice nada por impedirlo, por ello estoy pagando las consecuencias”

 

-         ¿Y según tú quien fue el amor de tu vida? – la mirada de la rubia se había entristecido al escuchar aquellas palabras de labios de Terry.

 

Suponiendo que una vez separado de Susana, a un chico como él debía sobrarle las mujeres enamoradas que dieran todo por atrapar a la promesa de Broadway, quizás en durante ese periodo él se había enamorado de alguien más, así que era mejor saber todo de una buena vez para no ilusionarse.

 

-         “No fue pecosa, aun lo sigue siendo” – pensó Terry.

 

-         ¿Puedo saber quien es? – insistió ella, esto le estaba provocando un dolor aún mas grande en su corazón y aunque estaba sufriendo, su curiosidad podía mas que ello.

 

-         ¿En serio quieres saber? – le pregunto Terry.

 

-         Por supuesto, pero si ya no me tienes la confianza de antes para decírmelo lo entenderé, después de todo ha pasado mucho tiempo y ya no somos los mismos – dijo Candice.

 

-         Claro que no Candy... es solo que… como decírtelo – el actor hizo una pausa y después prosiguió… no se si ella me quiera aun… si después de todo este tiempo ella espera por mi… si ella siente lo mismo – hablo Terry.

 

-         Pues solo hay una forma de saberlo… ¿Por qué no la buscas y se lo preguntas? – respondió la rubia un  tanto molesta y celosa, él se pudo dar cuenta.

 

-         No es tan fácil pecosa – dijo Terry continuando con aquella adivinanza.

 

-         ¿Acaso no la has visto más?  - nuevamente la curiosidad hacia mella en ella y la obligaba a preguntarle.

 

-         Hace poco volvía a verla – hablo Terry. “Te encontré después de tanto tiempo amor” pensó el actor.

 

La rubia se quedó sin palabras, se le había ido el color del rostro.

 

-         ¿Y que sucedió? ¿Hablaste con ella? – lo cuestiono Candy.

 

-         Si hable con ella – respondió Terry- Se veía mas bella que nunca, estaba radiante como siempre.

 

-         ¿Y que te dijo? – pregunto Candy.

 

-         Todavía nada…- Cómo explicarle que tenía aprensión de confesarse con ella- “No soy capaz de decirte lo que siento Candy, tengo miedo de que tu no sientas lo mismo”

 

-         ¿Cómo? No entiendo nada – dijo la rubia.

 

-         Es que aun no se lo pregunto – dijo Terry.

 

-         ¿Quién es esa mujer? – le preguntó Candy.

 

El se le quedo mirando a los ojos, los cuales gritaban por decirle que era ella, mas sus labios respondieron otra cosa muy diferente a su sentir.

 

-         No tiene importancia, no la conoces – dijo Terry

 

 

Candy pensó internamente que era mejor así, ella ya había perdido su oportunidad y era hora de dejarlo estar con el amor de su vida. Tenía ganas de llorar, de gritarle que lo quería todavía, pero también quería estar un momento más con él, y se decidió a hacerlo agradable, sin reproches, sin llantos, sin lamentaciones, entonces, volteó a verlo con una sonrisa y una extraña alegría que a Terry desconcertó pero que a su vez, hizo que se sintiera aliviado de que ella hubiera cambiado de tema.

 

La tarde siguió su curso, compartieron recuerdos del colegio, recordaron a Stear, Candy le contó todo lo ocurrido, como se enroló en el ejercito sin decírselo a nadie, su manera de despedirse aquel día en la estación cuando ella iba rumbo a New York y sobre su muerte la cual aunque había pasado el tiempo seguía doliendo.

 

-         Bueno, Candy creo que es momento que me retire, mañana me espera un día muy pesado tendremos pruebas de vestuario – dijo Terry.

 

-         Es verdad con lo entretenida de la conversación no me di cuenta de que el tiempo había pasado tan rápido – respondió Candy.

 

-         Nos veremos otro día Candy – se despidió Terry.

 

-         Por supuesto ya sabes aquí tienes tu casa – dijo la rubia.

 

-         Mira que te tomare la palabra – rió Terry- Bueno ahora si me retiro Candy, y a la próxima yo invito. Descansa.

 

-         Hasta pronto se despidió Candy.

 

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Después de esa conversación donde Terry no pudo confesar su amor Candy se quedo un poco desconcertada por el cambio de actitud del actor, aunque después de todo Terry siempre había sido así, no era muy afecto a mostrar sus sentimientos “Pero ya antes lo había hecho pensaba…Tú lo has dicho: antes… y el tiempo ha pasado y ustedes ya no son los mismos… SÍ, ambos hemos cambiado”.

 

Mientras la rubia tenia esa conversación consigo misma Terry también iba pensando el por que no había podido decirle a Candy que aun la amaba, ese miedo al rechazo por parte de ella tal vez era la causa, “Ella pensaba que aun seguía con Susana…Tengo que ganar de nuevo tu corazón pecosa… pero… ¿Cómo?”

 

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Al día siguiente, Candy iba llegando al hospital cuando Kate la intercepto.

 

-         ¿Y bien? – le preguntaba la morena.

 

-         ¿Y bien qué,  Kate? – le respondió Candy

 

-         ¿Qué tal tu día libre? ¿Cuéntame…? Aun no olvido que no me has contado tampoco como te fue la vez anterior.

 

-         Fue un día normal… desperté … fui a hacer las compras de la semana… me visito un amigo… respondió Candy

 

-         Un amigo… ¿Qué amigo…? Anda, Candy cuéntame…

 

-         Jajaja… reía la rubia… eres una curiosa Kat

 

-         Es un antiguo compañero del colegio – dijo Candice

 

-         Mmm… un amigo… si seguro… a mi se me hace que ahí hay algo mas – comento Kate.

 

-         Ay, amiga tu como siempre imaginando cosas, anda vamos a trabajar – dijo Candy.

 

-         Muy bien… pero se que tengo razón – hablo Kate.

 

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Terry seguía con sus ensayos sin olvidar a Candy procuraba estar al pendiente de ella, al menos como un amigo, a veces iba por ella al hospital y la acompañaba a su departamento, donde pasaban largas horas conversando, faltaban uno cuantos días para el estreno de la obra y Terry no podía esperar mas, tenia que preguntarle a Candy que sentía por él, pero para ello debía prepara algo digno de ella.

 

Esa noche como tantas otras se encontraban en el departamento de ella.

 

-         ¿Ya esta todo listo para la obra? – preguntaba Candy.

 

-         Así es Candy, ya quedo todo listo por eso Robert nos dio unos días, ya que una vez que sea el estreno tendremos mucho trabajo – respondió Terry.

 

-         ¿Piensan salir de gira? – pregunto la rubia.

 

-         Es muy probable, todo depende de la aceptación del público – dijo Terry.

 

-         Creo que eso ya esta más que decidido, a quien no le gusta Romeo y Julieta. Por cierto Albert llamo el otro día y te dejó saludos. – dijo Candy.

 

-         ¿Cómo se encuentra? – pregunto Terry.

 

-         Viajando, atendiendo los negocios de la familia, pero dijo que pronto se tomara unos días y piensa venir – hablo Candy.

 

-         Me alegra mucho, ojala tenga oportunidad de verlo – respondió Terry.

 

-         Seria genial que llegara para el día del estreno, así ambos podríamos ir a felicitarte – dijo la rubia.

 

-         Precisamente sobre eso quería hablarte – hablo Terry- Aun no has cambiado de opinión ¿verdad? ¿Me acompañaras ese día?

 

-         Por supuesto que iré a verte, no me lo perdería “Ya lo hice una vez” – pensaba Candy. ¿Por qué tanta insistencia? – pregunto la rubia.

 

-         Por nada Candy, solo quería ver si aun contaba contigo para el estreno y hacer las reservaciones – respondió Terry.

 

Así pasaron la noche conversando hasta que Terry se despidió quedando de mandar por ella el día del estreno, ya que en los próximos días no habrían de verse.

 

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Finalmente ese día había llegado, Candy estaba muy emocionada por el estreno de la obra afortunadamente le habían dado permiso para poder asistir al estreno, Albert desafortunadamente no había podido llegar para ver a su amigo actuar pero le había pedido a Candy que lo felicitara de su parte prometiendo visitarlos la semana próxima.

 

Candy se había puesto un hermoso vestido color vino de corte imperial, con unos lindos zapatos de terciopelo del mismo color que hacían juego con el vestido,  se había recogido su cabello dejando un par de rizos rebeldes sobre su rostro, estaba lista desde hacia un par de minutos y se encontraba impaciente por la llegada del carruaje.

 

Finalmente tocaron a la puerta, era el cochero que venia por ella. Candy había pedido al conductor que parara un momento pues quería comprar un ramo de flores para entregárselo a Terry después de su actuación.

 

Al llegar al teatro la hicieron pasar al palco que él le había reservado, desde el cual podía ver todo el escenario.

 

De pronto se escucho la tercera llamada y la obra finalmente comenzó… Terry apareció en el escenario enfundado en su traje de Romeo, “se mira tan apuesto pensó Candy”.

 

Terry desde el escenario le brindaba la obra a ella, cada que podía dirigía su mirada a Candy.

 

Al finalizar la obra todo mundo se puso de piel, los actores tuvieron que salir varias veces a agradecer al publico su asistencia.

 

Candy había ido a tras bastidores a felicitar a Terry, al ir rumbo al camerino no pudo sentirse extraña, recordó cuando Terry se había presentado en Chicago y todo lo que tuvo que pasar para verlo actuar en esa ocasión, pero hoy era diferente, él la había invitado. Un repentino detalle hizo eco en su cabeza… ¿Habría asistido la mujer de la que estaba enamorado?  

 

Ahí estaba ahora frente a la puerta del camerino de Terry, toco para ver si podía pasar.

 

-         Adelante – respondió Terry, quien  se estaba colocando ya el saco.

 

-         Muchas felicidades – dijo Candy mientras le entregaba las rosas.

 

-         Gracias Candy –agradeció Terry, realmente halagado por ese detalle.

 

-         Estuviste magnifico …

 

-         ¿De verdad lo crees, Candy? – preguntó el de mirada azul.

 

-         Por supuesto, si no fuera así no lo hubiera dicho – respondió Candy. Naciste para el teatro, Terry.

 

-         El teatro es mi vida Candy, es un magnifico escenario donde puedes ser un príncipe o un mendigo, puedes matar con justicia y también puedes enamorarte

 

La rubia no pudo evitar sentir nostalgia al escuchar a Terry decir esa frase… esa que le había escuchado en aquel verano en Escocia, aquel verano que pasaron juntos con los chicos, “aquellos tiempos no volverán” pensó.

 

-         ¿Te sucede algo, pecosa? – hablo Terry que había notado como ella había cambiado de un momento a otro.

 

-         “Pecosa” ¡¿cuánto tiempo hacía que no la llamaba así?- Candy interrumpió sus pensamientos  para contestarle- No, solo recordaba

 

-         ¿Era algo bueno o algo malo? – pregunto Terry

 

-         Eran solo recuerdos, no me hagas caso – respondió Candy.

 

-         Dime, me acompañaras a celebrar ¿verdad? – dijo el de mirada azul.

 

-         Si tu así lo deseas con mucho gusto, por cierto Albert te manda saludos y se disculpa por no haber podido asistir al estreno, su trabajo no se lo permitió, pero prometió venir la próxima semana, aunque se tenga que escapar – sonrió Candy.

 

-         ¿Te imaginas los tres juntos de nuevo? – hablo Terry.  Será como cuando estábamos en el colegio.

 

-         Si, Terry como cuando estudiábamos juntos, solo que ahora no tendremos que escaparnos – dijo la rubia.

 

-         Bueno que te parece si vamos a cenar los dos juntos y continuamos con esta conversación durante la cena – la invito Terry

 

-         Me parece muy buena idea, ¿pero es que acaso no iras a la fiesta de la compañía? – pregunto Candice.

 

-         Tú sabes que no me gustan ese tipo de fiestas, me gusta algo más íntimo, podría decirse Candy – respondió Terrence. Nos vamos al decirlo le ofrecía su brazo.

 

Llegaron a su auto y el amablemente le abrió la puerta, se dio la vuelta y comenzó a conducir rumbo al restaurante, él se había encargado de hacer las reservaciones, desde hacia días, pues quería que esa noche fuera especial para los dos, tendria que dejar de lado sus miedos y preguntarle a Candy si aun lo quería, solo tenia que encontrar el momento exacto.

 

 

Al legar el camarero amablemente los llevo a su mesa.

 

-         Terry, esto es demasiado – decía Candy al admirar el lujosísimo lugar.

 

-         Nada de eso, después de todo estamos festejando – hablo Terry.

 

La velada era lo que él esperaba, ahí frente a el estaba su pecosa, aquella mujer que lo volvía loco y le robaba el sueño, “que hermosa se ve esta noche” – pensó Terry “Y aun no se lo has dicho se reprendió el mismo” “¿Qué espero para decírselo?”

 

-         Candy… -hablo Terry después de un momento. Si me lo permites esta noche te ves hermosa.

 

-         Gracias Terry, la ocasión lo ameritaba, no todos los días una es invitada al estreno de una obra. – agradeció la rubia.

 

La noche siguió transcurriendo entre risas y buenos recuerdos, Candy no deseaba que esa noche terminara, le parecía un sueño, pues la estaba pasando muy bien con Terry, “tal vez así hubiéramos celebrado su primer protagónico, si ese accidente no hubiera ocurrido” pensó Candice.

 

-         ¿Nos vamos, Candy? – dijo Terry sacado a la rubia de su pensamiento.

 

-         Si, por supuesto – respondió Candice.

 

Terry pago la cuenta y se dirigieron al departamento de Candy. Al llegar ella lo invito a pasar.

 

-         Creo que ya es muy tarde, pecosa – dijo Terry.

 

-         Es la segunda vez que me llamas así en lo que va de la noche – hablo Candy.

 

-         Si acaso te molesta, no lo haré más –  dijo el de mirada azulada.

 

-         Claro que no me molesta, si no, ya te hubiera golpeado – sonrió Candy.

 

-         Bueno creo que es hora de despedirnos – comento Terry. Y no es hora para hacerle visitas a una dama.

 

-         Y desde cuando te importa eso Terrence, anda pasa y nos tomamos un te – le soltó la rubia el comentario.

 

-         Tienes razón Candy, después de todo, la noche es joven – dijo Terry.

 

 

-         Espera aquí mientras me pongo algo mas cómodo, este vestido me esta matando – dijo Candy - No tardo.

 

-         ¿Quieres que vaya poniendo el agua para el te? – le pregunto Terry.

 

-         Te lo agradecería… ya sabes donde esta la cocina– hablaba Candy mientras se cambiaba.

 

-         Sí, pecosa, no te preocupes - respondió Terry.

 

Después de un par de minutos Candy salio usando un sweter de color rosa, junto con un pantalón holgado y pantunflas.

 

-         Candy sonrió Terry que fachas con esas

 

-         ¿Qué se ve mal? – se miraba Candy.

 

-         Claro que no, solo que nunca te había mirado así  - dijo Terry.

 

-         Es que tu no sabes lo que es usar vestido y zapatos altos – respondió Candy.

 

-         Y no quiero saberlo pecosa… te imaginas que cómico me vería vestido de mujer – hablo Terry.

 

-         Si te verías muy gracioso – reía Candy. Espera voy por el te.

 

-         Te ayudare, le dio alcance Terry.

 

Desde que se había encontrado había compartido algunas tardes juntos y ya se tenían un poco mas de confianza como para ayudarse en ese tipo de labores.

 

Después de prepararse el te ambos partieron rumbo a la pequeña sala, y tomaron asiento.

 

-         Candy… hay algo que te quiero decir desde hace tiempo – dijo Terry en tono serio. Solo que no se como lo vayas a tomar.

 

-         ¿Es algo bueno o malo? – pregunto la rubia.

 

-         Todo depende de cómo lo veas… Terry ya había depositado su tasa en la mesa de centro y se había acercado a Candy y la tomaba de las manos.

 

-         En ese caso, dime que es – dijo la rubia

 

 

-         ¿Dime Candy, aun me sigues queriendo como yo? – le pregunto Terry.

 

-         Pero que estas diciendo – dijo Candy, la pregunta la había tomado por sorpresa.

 

-         Lo que escuchas… recuerdas cuando nos encontramos de nuevo que tu me preguntaste quien era el amor de mi vida… - hablo Terry

 

-         Si, lo recuerdo, pero eso que tiene que ver – respondió la rubia

 

-         Candy… hizo una pausa… tu eres esa persona que deje ir  por tonto, por idiota, por mi misma inmadurez. Después de que nos separamos, me di cuenta de que me hacías falta… pues existía un gran vació en mi... ahora soy yo quien te pregunta a ti, ¿eres feliz? – pregunto Terry.

 

-         Yo, Candy soltó las  manos de Terry y se levanto de su lugar para dirigirse a la ventana del departamento, le costaba mirarlo a la cara y responderle.

 

-         Vamos Candy, dime ¿eres feliz? – pregunto de nuevo el actor acercándose a ella y haciendo que la mirara.

 

-         No Terry, no lo soy – respondió Candy.

 

-         ¿Por qué no lo eres? – le pregunto Terry.

 

Candy se apretaba las manos, estaba nerviosa, le costaba mucho decirle la verdad a Terry.

 

-         Cuando nos alejamos… yo me sentí igual que tu… pero pensé que con el tiempo lo superaría, que te olvidaría… que ese dolor se iría… me equivoque – dijo Candy.

 

-         ¿Por qué no me escribiste? ¿Por qué no buscaste la manera de decírmelo? ¿Sabes que te busqué? – le preguntaba ansiosamente Terry.

 

-         ¿Cómo? Tú… me buscaste… – con sorpresa pintada en su rostro, ella quiso confirmar mediante la repetición de la aseveración de él.

 

-         Si, después de que me dejaste yo comencé a beber de nuevo, deje el teatro y abandoné a Susana y fui a buscarte. Solo quería verte, saber si eras feliz, te veías tan contenta en esa pequeña clínica- con vehemencia Terrence le explicaba aquél encuentro.

 

-         ¿Tú me viste? – pregunto la rubia

 

-         Si, te miré desde lejos, pero alguien me convenció de que debía dejarte seguir tu camino – respondió Terry.

 

-         ¿Quién te convenció de ello? – dijo Candy.

 

§   No tiene caso, en este momento ya no tiene importancia –hablo Terry.

 

§   Terrence, dime quien fue por favor… necesito saberlo – le pedía Candy.

 

§   Si te lo digo, ¿Prometes no enfadarte con esa persona? – respondió Terry.

 

§   Te lo prometo – dijo la rubia.

 

§   Muy bien, en ese caso te lo diré. Fue Albert – respondió Terrence.

 

§   ¿Albert? Pero… ¿Cómo? El nunca me dijo nada – hablo Candy.

 

§   Eso ya no tiene importancia ahora, el pasado… pasado es… ambos fuimos unos tontos, pero ahora podemos intentarlo, siempre y cuando quieras hacerlo – hablo el actor.

 

§   Terry, no se que decirte... todo esto me ha tomado por sorpresa – respondió la rubia, ante tal momento, dejó de lado el hecho de que Albert le hubiera ocultado el que Terrence la había ido a buscar.

 

§   No digas nada, piénsalo… y mientras tanto, podemos seguir siendo amigos – dijo Terry.

 

§   Gracias por darme ese tiempo, en verdad te lo agradezco.

 

§   Bueno, creo que me voy pecosa, te veré pronto y cuídate mucho – dijo Terry.

 

§   Adiós Terry – se despidió la rubia.

 

Más tarde, Candy aún pensaba en como su amigo le había ocultado el que Terry la había ido a buscar, pero ya hablaría con él cuando llegara.

 

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§   Candy -  la llamaba Kate. Cuéntame como te fue en la obra. Anda no seas mala – le pedía la morena.

 

§   Me fue muy bien amiga, la obra estuvo magnifica, hacia mucho que no iba al teatro y me divertí mucho – respondió la rubia.

 

§   Mentirosa, a tí te pasa algo más que la alegría de ir al Teatro… dime que ocurrió anoche.

 

§   Kate no quiero hablar de ese tema – dijo Candy.

 

§   ¿Tan malo es?– dijo con extrañeza su colega.

 

§   Es solo que fueron muchas emociones y también el enterarme de cosas que ignoraba. Perdóname amiga pero no me siento nada bien – se disculpo Candy.

 

§   Y para que crees que son las amigas, sino para escuchar si no te desahogas te pondrás peor Candy – dijo Kate.

 

§   Tienes razón- y así Candy le relato a su amiga su encuentro con Terrence, el como la había invitado al estreno y sobre su declaración, sin omitir el hecho de que Albert le había ocultado que Terry había ido en su búsqueda.

 

§   Vaya… hablo Kate. Si que te pasaron muchas cosas. Ahora entiendo por que estás así. ¿Y que has pensado? ¿Qué le dirás?

 

§   No se, me encuentro tan confundida, el dice que me quiere. Pero y Susana. – dijo Candy

 

§   Susana es la chica por la cual lo dejaste ¿verdad?  - pregunto la morena.

 

§   Si, ella es. No podía decirle que no – respondió Candy.

 

§   ¿Y que harás con tu amigo? – de nuevo pregunto Kate.

 

§   Tendré que hablar con él, me tiene que explicar por que lo hizo – aseveró la rubia.

 

§   Oye, Candy que te parece si hoy en la tarde hacemos una fiesta tú y yo, y así te animas, comeremos pasteles… dulces… helado… todo lo que tú quieras – hablo la morena.

 

§   Eres una buena amiga, pero no estoy de ánimo – rechazó la invitación Candy

 

§   Anda, a mi eso me anima cuando estoy triste – insistió Kat

 

§   Está bien, tú ganas, haremos una pijamada – respondió Candy.

 

§   Bueno entonces saliendo me acompañas a casa y de ahí nos vamos a la tuya, ¡ah!... pero también hay que ir a comprar las cosas para la fiesta – habló toda emocionada Kate

 

§   Ay amiga, nunca cambiarás – dijo Candy

 

§   Claro que no… aunque tengo 60 años siempre seré la misma – respondió la morena

 

Una sensación de deja vú invadió a Candy eso mismo le había dicho Terry en Escocia, ¿Qué significaban todas esas señalas que de pronto se le estaban mostrando, acaso querían decirle algo?

 

-         Entonces nos veremos a la salida Kate, me voy a hacer mis rondas – dijo la rubia.

 

Al terminar sus turnos las dos amigas iban camino a casa de Candy después de haber ido al departamento de Kate y por supuesto de haber asaltado prácticamente la tienda de víveres. Al llegar al departamento de Candy.

 

 

-         Viste como se nos quedo viendo el encargado – dijo la rubia

 

-         ¡Ah! de haber pensado que estábamos locas por todo lo que compramos – rió Kate

 

-         No era para más, si parecía que íbamos a asaltar la tienda – sonrió la rubia también.

 

Después de ponerse cómodas ambas chicas se encontraban conversando cuando llamaron a la puerta. Era un chico que le traía un obsequio a Candy.

 

-         La Señorita Candice White – preguntó el jovencito.

 

-         Si, soy yo – respondió la rubia.

 

-         Esto es para usted, le dijo el chico mientras le entregaba una enorme caja de chocolates.

 

-         Muchas gracias, te firmaré de recibido.

 

Después de despedir al chico la morena toda curiosa se acercó a Candy.

 

-         ¿Qué es Candy? ¿Quién te lo envía? – la interrogaba su amiga.

 

-         Cálmate Kat, que parece que es a ti a la que te lo han enviado  - sonreía Candy- Es de Terry.

 

-         ¿Y qué te dice? – le preguntaba la morena

 

-         “Gracias por acompañarme, ha sido la mejor noche que he tenido en años” – respondió la rubia.

 

-         Candy, no te lo pregunte en el hospital, pero dime ¿aún lo quieres? –

 

-         Ay Kate, nunca lo he podido olvidar, después de lo de Anthony pensé que no volvería a querer a alguien, pero entonces apareció él y me hizo creer que podía volver a enamorarme – respondió Candy.

 

-         ¿Anthony? ¿Quién es él?– hablo Kate

 

-         Él era mi primo, bueno no era  mi primo en sí. Pero era un chico con un gran corazón, nos conocimos cuando vivía el Lakewood, al principio pensé que el era mi príncipe, lamentablemente…falleció – dijo Candy con voz triste.

 

-         Cuánto lo siento, Candy, no me habías comentado nada – dijo la morena. Mejor hablemos de otra cosa trato de animarla.

 

Así las dos chicas pasaron una velada grandiosa, platicaron de su familia, de lo que habían dejado en sus respectivas ciudades y de los diversos planes que tenían a futuro, hasta que finalmente el sueño las venció.

 

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Tres días habían pasado desde lo ocurrido, después de la pijamada, Candy había recibido un telegrama de Albert informándole de su arribo a la ciudad,  el joven heredero no le informaba la fecha pues quería darle una sorpresa a Candy.

 

Esa tarde al salir del hospital el carro con el emblema de los Andrey, se encontraba estacionado esperando por Candy, la cual no lo había notado pues iba muy animada conversando con sus compañeras.

 

-         Señorita Candy, la llamo el chofer.

 

-         Candy, creo que te buscan – dijo una de las chicas.

 

-         ¿Quién podrá ser?, “Albert dijo que me visitaría pero no me especifico la fecha, serán acaso los chicos” pesaba la rubia.

 

-         Bueno, Candy te dejamos, nos vemos mañana.

 

La puerta del automóvil se abrió saliendo un joven alto, de rubia cabellera hasta los hombros y mirada tan azul como el cielo.

 

-         Hola, pequeña – la saludo Albert

 

-         Hola Albert, no te esperaba – respondió un tanto seria Candy, lo cual no paso desapercibido para él.

 

-         ¿Qué sucede pequeña, acaso no te da gusto verme? – pregunto el rubio.

 

-         Claro que me da gusto verte, pero tú y yo tenemos algo que hablar – dijo Candy.

 

-         ¿Algún problema en el hospital? – la cuestiono Albert.

 

-         Lo hablamos al llegar a casa – hablo Candy.

 

-         En ese caso, será después de ir a cenar, por que esta noche pienso llevar a mi princesa a festejar – dijo el joven rubio.

 

-         ¿Qué celebramos? – le pregunto Candice.

 

-         No es necesario una fecha en especial para celebrar, pero que te parece el habernos visto de nuevo después de un par de meses – respondió Albert.

 

-         Es muy buena idea – dijo Candy más animada. ¿Te quedaras en casa verdad? – lo cuestiono la rubia.

 

-         Si tu así lo deseas ya sabes que si pequeña, yo encantado de compartir el mayor tiempo contigo – sonrió Albert. Nos vamos entonces.

 

Candy y Albert subieron al coche y partieron rumbo al departamento de la rubia.

 

-         Y dime pequeña, ¿Cómo te ha ido en el hospital? – le pregunto Albert

 

-         Oh muy bien, hemos tenido mucho trabajo. Sabes Mary Jean mi maestra estuvo de visita en el hospital – dijo Candice

 

-         Será acaso que te regaño que por eso estas seria – comento el rubio.

 

-         No es por eso, es otra cosa Albert – respondió Candy

 

-         ¿Es bueno o malo lo que te ocurre, pequeña? – dijo Albert

 

-         No sabría decirte si es bueno o malo, solo se que es algo que me tiene muy confundida – hablo Candice.

 

-         ¿Es por Terry verdad? – le pregunto el joven heredero.

 

-         Si y no – dijo Candy

 

-         Como es eso Candy o es si o es no, no puede ser ambas cosas al mismo tiempo – hablo Albert.

 

-         Preferiría hablarlo en casa, de verdad, Albert – hablo Candice.

 

-         Será como tú lo desees pequeña – respondió el rubio.

 

Al llegar al departamento Albert ayudo a Candy a descender del automóvil, y tomo su maleta.

 

-         Al fin hemos llegado – dijo Candy- Tu habitación está como la dejaste la ultima vez.

 

-         Tomare un baño, primero – dijo  Albert.

 

-         Está bien. Mientras te duchas preparare algo para almorzar – respondió la rubia.

 

-         Pero si ahorita vamos a salir a cenar, pequeña – dijo el rubio.

 

-         Ya lo se, pero tengo un poco de hambre no tuve tiempo de comer nada en el hospital – comento Candy. ¿Quieres que te prepare algo? – le preguntó.

 

-         No, pequeña, ya almorcé en el camino – respondió Albert.

 

Candy se dispuso a preparar un pequeño aperitivo para después arreglarse para salir con Albert. Mientras él se cuestionaba que era lo que le ocurría a su amiga, por que estaba tan seria con él.

 

“Candy no es así, después de todo ella prometió contarme al llegar al departamento, solo debo esperar a que ella me cuente que ha ocurrido”.

 

Albert decidió usar un traje color azul obscuro con camisa azul celeste sin corbata, seria algo informal después de todo.

 

-         Albert -  lo llamaba Candy

 

-         ¿Qué ocurre princesa? – respondió Albert asomando su rostro fuera de la habitación.

 

-         Se me olvido preguntarte a donde iremos para ver que usar – hablo Candy.

 

-         Tú ponte linda, como siempre – dijo Albert.

 

-         Muy bien – respondió Candice.

 

Albert antes de ir por Candy había hecho reservaciones en el restaurante  Jean George, era relativamente nuevo Archie le había contado sobre el y decidió llevar a Candy a conocerlo.

La rubia se había puesto un vestido color azul claro de seda tafeta, con cuello redondo y mangas cero, el cual llevaba pequeñas aplicaciones de cristal y otras piedras que adornaban el torso del vestido, con un ligero drapeado en la cintura para marcarla. La falda era de línea “A” sin sospechar que su acompañante también había elegido el mismo tono, el vestido era encantador y la hacia luciera hermosa. El cabello decidió llevarlo suelto, únicamente se puso un tocado que impedía que el cabello se viniera hacia el frente.

 

Albert la estaba esperando en la sala, cuando la vio no puedo evitar notar que Candy ya no era mas esa pequeña que había conocido aquel día en la Colina de Pony.

 

-         Candy, te ves hermosa – dijo Albert. Creo que ya no podré llamarte pequeña.

 

-         Ay Albert, pero que cosas dices – respondió Candy.

 

-         Nos vamos pequeña, le ofreció el rubio su brazo.

 

Ambos subieron al automóvil y partieron rumbo al restaurante. Candy se sentía un poco incomoda por la manera en que había tratado a su amigo hacia unos momentos.

 

-         Albert, discúlpame por lo de hace un momento, no quise ser tan fría contigo.

 

-         No hay nada que disculpar pequeña, ya hablaremos y me dirás qué te tiene así – dijo Albert.

 

-         Gracias por ser tan bueno conmigo. ¿Y dime  a donde iremos a cenar? – pregunto la rubia.

 

-         Iremos a un restaurante nuevo llamado Jean George, Archie me lo recomendó – respondió Albert.

 

-         Archie, cómo lo extraño y también a Annie, ojalá hubieran venido contigo – dijo Candy.

 

-         Sabes que no es posible pequeña, Archie esta estudiando, pero te aseguro que en vacaciones te lo traeré y Annie también, ella esta muy contenta ayudando en el Hogar de Pony – hablo Albert

 

-         En vacaciones me gustaría ir al Hogar – dijo la rubia.

 

-         Y así será, yo vendré personalmente por ti pequeña. Bien hemos llegado, señorita, me permite – dijo el rubio con voz seria.

 

-         Candy solo sonrió y le ofreció su mano para descender del automóvil.

 

Entraron al restaurante y los llevaron inmediatamente a un reservado, pues Albert no quería encontrarse con algún conocido que interrumpirá la velada con su amiga.

 

Inmediatamente después llegó el camarero y les ofreció la carta.

 

-         Vaya, dijo Candy todo se ve muy delicioso, pero si no estuviera en francés, sería mejor – rió la rubia.

 

-         ¿Qué no te enseñaron nada en el colegio, Candice? – dijo Albert.

 

-         Uy, estoy en problemas me llamaste Candice en vez de Candy – hablo la rubia.

 

-         Jajaja… pequeña tú nunca cambias, si me lo permites ordenaré por los dos – señaló Albert

 

El rubio ordenó soup al ´oignon, pollona D`artagnan, papas duquesa y de postre tarta de limón, de beber pidió el mejor vino blanco de la casa.

 

La velada no podía ir mejor, Albert le contaba a Candy de sus viajes de negocios y de lo mucho que extrañaba su antigua vida y la rubia le  platicaba de cómo Mary Jean la seguía retando y de lo contenta que estaba en el hospital, también le hablo de Kate.

 

-         Candy, no me has dicho como te fue en el estreno de la obra de Terry – pregunto Albert finalmente.

 

-         Me fue muy bien, él estuvo fantástico y te mando saludos, dijo que le encantaría verte cuando vinieras a la ciudad – a Candy se le iluminaba la cara al hablar de Terry cosa que no paso desapercibido para Albert.

 

-         Pues entonces habrá que planear una salida en tu próximo día libre – hablo Albert.

 

-         Si, pero primero quiero hablar contigo de algo, más no se como comenzar – dijo Candy.

 

-         Por el principio, pequeña – respondió Albert.

 

-         Albert, yo quería preguntarte algo – hablo Candy

 

-         Dime pequeña, Albert tomo su mano para infundirle confianza

 

-         Cuándo Terry y yo nos separamos ¿Él fue a buscarme? – pregunto la rubia.

 

-         “¿Qué decirle a Candy?” Pensaba el rubio. “No, no debo mentirle”. Si pequeña, él fue en tu búsqueda – respondió Albert.

 

-         ¿Y por que no me lo dijiste? Si tú sabías lo mucho que yo lo quería – lo cuestiono Candy.

 

-         Pequeña… así es, yo sabía lo mucho que tú lo querías, pero en el estado en el que él se encontraba no era conveniente – dijo Albert.

 

-         ¿Y cómo estaba? – preguntó ella con una  mirada de ansiedad en sus bellos ojos.

 

-         Mira, Candy, no te pienso engañar. Cuando encontré a Terry… él… estaba muy bebido, no entendía razones y para hacerlo reaccionar lo lleve a la clínica del Doctor Martín, desde lo alto de una colina pudo verte trabajar y como habías continuado con tu vida después de la separación- a Albert se le dificultaba hablar de su mejor amigo cuando llegó en esas condiciones lamentables.

 

-         ¿Y después que pasó? –De nuevo con ansiedad en su rostro, cuestionó.

 

-         Comprendió que él también debía de continuar con su vida y cumplir con aquella promesa que ambos se habían hecho – dijo Albert- Ahora dime tú ¿Qué paso realmente Candy, entre tú y Terry?

 

-         Él me pidió una segunda oportunidad – respondió la rubia.

 

-         ¿Y acaso no se la quieres dar pequeña? – le pregunto Albert.

 

-         Es que yo estoy muy confundida, yo no sabia que él me había ido a buscar y luego encontrarlo aquí de pronto y él pidiéndome una nueva oportunidad… y luego Susana – dijo la rubia.

 

-         ¿Susana es la chica que se accidentó verdad? – la cuestiono el rubio.

 

-         Si, Albert. Yo le hice una promesa a ella – hablo Candy.

 

-         Pequeña, yo no creo que Terry sea capaz de engañarte, si te está pidiendo una nueva oportunidad es por algo – dijo el rubio.

 

-         Yo se, pero el ya me mintió una vez, me ocultó lo del accidente de Susana – respondió Candy.

 

-         ¿Entonces por eso es que estas dudando? Mira Candy, si de verdad quieres a Terry, lucha por él. Dile lo que sientes, háblale de tus miedos. Es normal que después de todo este tiempo tú aun estés vulnerable por lo ocurrido, pero debes seguir adelante. ¿Dónde está esa Candy alegre, fuerte, la  que tú siempre has sido? – la cuestiono Albert.

 

-         Gracias Albert. Gracias por siempre estar conmigo cuando mas te necesito – dijo Candy.

 

-         No hay nada que agradecer pequeña… ¿Por qué no nos vamos?  creo que te hace falta descansar –

 

-         Sí, tienes razón – respondió la rubia.

 

-         Si así lo deseas yo podría hablar con Terry – se ofreció el rubio.

 

-         No, Albert, yo debo hablar con él, solo debo pensar bien las cosas -  dijo resuelta Candy

 

-         Se que tomarás la mejor decisión – hablo Albert.

 

Una vez que Albert pagó la cuenta partieron rumbo al departamento de Candy, la rubia estaba tan cansada por el ajetreo del día que se quedó dormida recargada en el hombro de Albert, al llegar, él trató de despertarla.

 

-         Pequeña – la llamaba- Despierta ya llegamos…

-         Hermana Maria, cinco minutos más por favor – decía Candy entre sueños.

 

-         Está bien, cinco minutos más- al decirlo la tomaba en brazos para llevarla al departamento, no sin antes darle instrucciones al chofer para que mañana fuera a buscarlo temprano.

 

El encargado del edificio al ver que Albert llevaba a Candy en brazos se ofreció a abrirles el departamento, era conocido del rubio.

 

Al entrar Albert llevo a Candy a su cuarto y la arropó, no sin antes depositar un tierno beso en su frente y quitarle los zapatos.

 

-         Descansa pequeña – se despidió Albert antes de ir rumbo a su habitación.

 

Al estar en su cuarto Albert pensaba en lo sabio que era el destino, él tenia que reunirlos de nuevo ese amor esta destinado a cumplirse.

 

-         Yo solo le di una ayuda. Tengo que ver a Terry para saber cuales son sus intenciones con Candy- aunque Albert ya sabía que Susana ya no estaba con Terry,  a el no le correspondía darle los pormenores de ello a Candy.

 

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El olor de un rico desayuno despertó a Candy.

 

-         Mmm, qué rico huele Albert – decía la rubia aun adormilada.

 

-         ¿Dormiste bien? – preguntó el rubio.

 

-         Como un bebé, ¿por qué no me despertaste al llegar anoche?  - le pregunto Candy.

 

-         Lo intenté, pero me pedías que te diera cinco minutos mas, es más… hasta me llamaste hermana Maria  - reía Albert.

 

-         Ups! qué pena –

 

-         Anda, ve y alístate, para que me acompañes a desayunar y después te llevaré al hospital – hablo Albert.

 

-         No tardaré - dijo Candy entrando de nuevo en su habitación.

 

-         “Aunque pareces una mujer, aún tienes alma de niña mi pequeña, y espero que nunca la pierdas” – pensaba el rubio.

 

 

Candy no tardo en alistarse y salio enfundada en su uniforme de enfermera, la visita de Albert le hacia mucho bien. Después de desayunar, él la llevo a su trabajo prometiendo regresar por ella a la hora de salida, pues tenía unos pendientes.

 

-         Pensé que venias a descansar –fue el comentario de Candy.

-         Así es pequeña, pero antes debo de arreglar un pendiente  - respondió Albert

 

Al llegar al hospital, Candy fue asignada al área de terapia física. Para ella el ambiente no se sentía igual, su sexto sentido se aguzó al divisar a lo lejos a una rubia de ojos azul celeste, conocida por ella.

 

-         Candy – dijo el Doctor Lincon- ella es la Señorita Marlowe vino a su revisión.

 

-         Mucho gusto verte de nuevo, Susana – respondió Candy con una sonrisa precautoria, un tanto reservada.

 

-         ¿Se conocen? – preguntó el medico.

 

-         Nos conocimos hace tiempo atrás – dijo Candy amablemente.

 

-         En ese caso, será más fácil la revisión. Muy bien, Señorita Marlowe, de seguir así muy pronto podrá dejar de utilizar el bastón.

 

-         ¿De verdad? ¿Cree usted que podría volver a actuar? – preguntó la jovencita.

 

-         En cuanto a la actuación creo que es muy posible, si logra superar el proceso de adaptación de la prótesis, el regreso a la actuación no será nada – respondió el galeno- Bueno, señorita Marlowe nos vemos dentro de un mes para su revisión.

 

-         Aquí estaré – respondió Susana.

 

Una vez que la revisión terminó Susana llamo a Candy.

 

-         Candy, espera. Yo quisiera hablar contigo – dijo Susana

 

-         Me encantaría poder conversar – hablo la rubia- Pero me encuentro en horas de trabajo y no es permitido.

 

-         En ese caso tú dime cuándo podemos vernos, de verdad quisiera hablar contigo – pidió Susana.

 

-         Si gustas, podemos vernos a la hora de mi almuerzo – dijo Candy

 

-         Muy bien, dime la hora y aquí estaré – respondió la rubia.

 

-         Nos vemos a las 12 en la cafetería del hospital ¿Te parece bien? – pregunto Candice.

 

-         Aquí estaré puntual. Nos vemos mas tarde- se despidió Susana.

 

-         Doctor Lincon, si ya no me ocupa en esta área iré a hacer mis rondas – dijo Candy.

 

-         Muy bien Señorita White, gracias por su ayuda –el Doctor Lincon.

 

Una  vez que terminó sus rondas fue al área de la farmacia por unos medicamentos, ahí se encontraba su amiga.

 

-         Hola, Candy. No te había visto en todo el día – dijo Kate.

 

-         Es verdad, con las rondas no habíamos tenido tiempo de conversar – respondió Candy.

 

-         Nos veremos a la hora del almuerzo ¿verdad? – hablo Kate

 

-         Lo siento Kat, tengo una cita con alguien a esa hora – dijo la rubia.

 

-         ¿Es acaso una cita con tu admirador?

 

-         No, amiga, es una cita con el destino – respondió Candy

 

-         ¿De qué hablas Candy? – la cuestiono la morena.

 

-         Ya te contare, me voy que tengo que llevar estas medicinas al Señor Abrahams en la cama tres - dijo Candice.

 

-         Pero me debes una explicación Candy – le decía Kate

 

-         Y te la daré amiga, nos vemos – se despidió la rubia.

 

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Mientras Candy hacia sus rondas Albert había ido en búsqueda de Terry, el cual se encontraba en uno de tantos ensayos.

 

Terry al ver a Albert le pidió a Robert un descanso.

 

-         Albert, amigo. Qué gusto verte – lo saludo Terry- ¿Qué te trae por aquí?

 

-         Hola Terry… veo que los ensayos van muy bien – respondió el rubio. Quisiera charlar contigo, ¿será eso posible?

 

-         Faltaba mas, acompáñame a mi camerino – ofreció Terrence.

 

Una vez dentro de del camerino ambos jóvenes se dispusieron a conversar.

 

-         ¿Te ofrezco algo, Albert?

-         Gracias amigo, no apetezco nada. – respondió el rubio.

 

-         Y dime ¿Qué te trae por aquí? – dijo el de mirada azul- ¿Le sucedió algo a Candy?

 

-         Oh, no ella esta bien. La deje en su trabajo hoy en la mañana. Pero en si es Candy quien me trae a visitarte – hablo Albert

 

-         ¿Qué pasa con la pecosa? – pregunto Terry

 

-         Ella me platico de su encuentro Terry, y también de tu propuesta – respondió el rubio- Quisiera saber cuales son tus intenciones para con ella

 

-         Las mismas de siempre, hacerla feliz. Espero no te opongas a que la corteje de nuevo…

 

-         Tú sabes bien que yo también deseo la felicidad de Candy, más no quiero verla latimada de nuevo.

 

-         Ya veo, por eso has venido a visitarme, pensé que venias a felicitarme por la obra- sonrió Terry.

 

-         Claro que sí, Terry, pero también me preocupa el bienestar de Candy, tú al igual que yo sabes lo mucho que ha sufrido. Y después de que se separaron ella se vio muy mal – dijo el joven heredero.

 

-         Por supuesto que lo se, tú mismo me lo dijiste – respondió Terry- Pero en esta ocasión será distinto, tú sabes que ya soy libre y ahora lucharé por ella.

 

-         Ya le has dicho que no estas más con Susana – le pregunto Albert.

 

-         Algo le comenté cuando la invité al estreno – dijo Terrence.

 

-         ¿Pero le dijiste que no estabas con ella? – lo cuestionó el rubio.

 

-         No con esas palabras – respondió Terry.

 

-         Creo que deberías de aclarar eso con Candy– le sugirió Albert.

 

-         Tienes razón, debemos hablar. En su próximo descanso la invitaré a salir – dijo Terrence.

 

-         ¿Qué te parece si mejor damos un paseo los tres ese día? Y esa plática la dejan para otro día, me gustaría recordar los tiempos cuando estábamos en Londres – dijo el rubio.

 

-         Entonces es un trato amigo, hablare con Robert y nos veremos ese día los tres. Solo que tú se lo dirás a Tarzán Pecoso – hablo Terry.

 

Primero, Albert se le quedó mirando como pasmado y al ver esa chispa de traviesa alegría, estalló en un carcajada franca.

 

-         Nunca entendí por que llamabas así a Candy – dijo el rubio.

 

-         Ya te contaré esa historia – hablo Terry. Ahora amigo mió si me disculpas debo volver a los ensayos, si no Robert se pondrá de un humor.

 

-         Claro entiendo, nos vemos en un par de días Terry y piensa bien lo que le dirás a Candy – se despidió Albert.

 

Terry se dispuso a regresar a los ensayos y Albert fue a recorrer la ciudad y hacer unas compras para prepararle algo rico a Candy.

 

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La hora de su almuerzo había llegado y Candy partió rumbo a la cafetería, al llegar Susana la estaba esperando

 

-         Hola de nuevo – la saludo Susana.

 

-         Hola – respondió Candy.

 

-         Siéntate por favor Candy. ¿Quieres tomar algo? – le ofreció Susana

 

-         Gracias, pero no tengo apetito ¿Dime Susana de que quieres platicar conmigo?

 

-          Quisiera hablar de Terry – respondió Susana

 

Una sensación invadió a Candy, similar a la que había sentido cuando se habían separado.

 

-         ¿Qué pasa con él?

 

-         ¿Lo has visto? – pregunto Susana tanteando el terreno.

 

-         Si, fui al estreno de la obra – respondió Candy sincera.

 

-         Entonces, ya han regresado – dijo con una sonrisa Susana la cual tomo por sorpresa a Candy.

 

-         ¿Regresado? No entiendo nada Susana, él y yo solo somos amigos, si es eso a lo que te refieres – respondió Candy.

 

-         Ya veo, aun no te lo ha dicho. Terry nunca cambiará

 

-         ¿Qué es lo que tendría que decirme? – pregunto Candice.

 

-         Candy, Terry y yo… - intento hablar Susana cuando fue interrumpida por la rubia.

 

-         Sí,  él y tú están separados por el momento, supongo que luego regresarán para casarse – dijo Candy.

 

-         Te equivocas en eso, Candy – hablo Susana. Él y yo hace tiempo que nos separamos, rompimos nuestro compromiso.  

 

-         ¿Cómo dices?

 

-         Como lo escuchaste – respondió Susana- Después de un tiempo juntos comprendí que yo no era la felicidad  de Terry, él había perdido las ganas de vivir, ese brillo en su mirada que a mi tanto me gustaba, él ya no era el mismo. Intentamos ser felices pero no lo logramos.

 

-         Cuánto lo siento – dijo Candy.

 

-         Yo pensé que después de separarnos él te buscaría, pues esa fue la condición. Le dije que buscara su felicidad a tu lado, pues se que solo contigo él es feliz – hablo Susana.

 

-         ¿Pero ustedes no hicieron público su rompimiento? – ahora era Candy quien preguntaba.

 

-         Por supuesto que sí, aunque se le dedicaron dos semanas enteras para hablar de ello, poco a poco decayó la noticia y nos dejaron en paz por fin.

 

Susana sondeaba el rostro de la jovencita enfermera, ella estaba callada y pensativa al estar escuchando aquella revelación.

 

-         Lo que no entiendo es por qué no te ha buscado o por qué no lo buscaste tú, Candy- le declaró sincera Susana.

 

-         La sección de espectáculos no ha sido mucho de mi interés… creo que tú me entiendes por qué, ¿No?- Susana asintió calladamente y luego de un momento le dijo a su interlocutora.

 

-         Candy, búscalo, sean felices, ambos se lo merecen – dijo Susana.

 

-         No lo se, Susana. Ha pasado tanto tiempo

-         Estas confundida ¿verdad? – le pregunto la ex–actriz.

 

-         Es solo que todo ha pasado tan rápido, mi mudanza aquí a una nueva ciudad para mí, verlo otra vez, enterarme que tú y él ya no están juntos – dijo Candice.

 

-         Él lo único que desea es estar de  nuevo contigo Candy, dense una nueva oportunidad, vamos, denme esa satisfacción, el sólo ver que son felices me hará feliz a mi – comento la rubia.

 

-         Gracias, Susana. No sabes cuanto bien me ha hecho esta conversación. Pero cambiando de tema, ¿dime que has hecho? – le pregunto Candy.

 

-         No mucho Candy, he estado en terapia para aprender a utilizar la prótesis, quisiera volver de nuevo al teatro, creo que de esa ya te has dado cuenta – respondió Susana.

 

-         Si lo puede ver durante la consulta. ¿Y tú eres feliz? – la cuestiono Candy

 

-         Tanto como me es permitido, espero que ahora que ya no estoy con Terry me permitas ser tu amiga, se que no comenzamos muy bien, pero cuando necesites charlar puedes contar conmigo – se ofreció la rubia.

 

-         Eres muy amable Susana. Ahora si me permites tengo que regresar al trabajo – dijo Candy.

 

-         Claro… yo tengo que ir a mis clases también – hablo Susana.

 

-         ¿Clases? – pregunto Candy

 

-         Si, Candy estoy retomando mis clases de actuación, quiero estar preparada para cuando pueda regresar – respondió Susana.

 

-         Bueno Susana, fue un placer charlar contigo – se despidió Candy.

 

-         Igualmente y si necesitas una amiga, puedes contar conmigo – se despidió también Susana.

 

El hablar con Susana Marlowe había aclarado muchas de las dudas de Candy, pero ahora se preguntaba el por qué  Terry no la había ido a buscar después de que termino con Susana, eso solo él podría responderlo y tendría que esperar a que él quisiera explicárselo por sí mismo, sin presiones. Pensado en ello partió rumbo a la sala de enfermería, pues tenía que preparar los medicamentos para sus pacientes.

 

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La tarde transcurrió rápido para la rubia, no había tenido oportunidad de ver a Kate de nuevo, al salir Albert la estaba esperando recargado en el automóvil. Candy corrió a su encuentro con una sonrisa.

 

-         Hola Albert, ¿Qué tal tu día? – le pregunto Candy.

 

-         Hola pequeña. Mi día estuvo muy bien. Pero veo que el tuyo también pues tu cara lo refleja – hablo Albert.

 

-         Oh Albert, si te contara todo lo que ha pasado – dijo Candy.

 

-         Pues entonces cuéntame pequeña, o es que no le quieres platicar a tu viejo amigo lo ocurrido – dijo socarronamente Albert.

 

-         Claro que te contare, pero primero dime ¿Qué hay de comer? – pregunto la rubia.

 

-         Vaya, veo que es mas importante la comida que yo – reía el rubio.

 

-         Jajaja Claro que no, es solo que no tuve tiempo de almorzar y la verdad muero de hambre – dijo Candy.

 

-         En ese caso será mejor partir, no quiero que mi pequeña muera de hambre – hablo el rubio.

 

Así ambos partieron rumbo al departamento de Candy, la cual al entrar no puedo evitar percibir el rico aroma.

 

-         Mmm… Que rico que huele Albert – dijo la rubia.

 

-         Claro, pasé toda la tarde cocinando para ti – respondió Albert

 

-         ¿De verdad? No debiste molestarte– hablo Candy.

 

-         Nada de eso, me hizo recordar cuando vivíamos juntos y yo preparaba la comida. Anda vamos a comer.

 

Durante la comida conversaron de cómo había sido su día, Albert le comentó que había ido a visitar a Terry y que acordaron salir los tres juntos en el próximo día libre de Candy, la rubia le contó de su encuentro con Susana y todo lo que le había dicho en relación a Terry, Albert tuvo que fingir demencia respecto a dicho asunto pues si no, Candy nunca se lo perdonaría.

 

-         Vaya que tuviste un día muy intenso –dijo Albert.

 

-         Si estuvo un poco complicado – respondió Candy

 

-         ¿Entonces ya has pensado que le dirás a Terry? – le pregunto el rubio.

 

-         No ,Albert, aun no – respondió Candice.

 

-         ¿Como así pequeña? él ya no esta comprometido y es libre – dijo Albert

 

-         En eso tienes razón – contesto Candy. Mas, después de su rompimiento el no me busco, tal vez yo ya no le importaba.

 

-         Nada de eso, Susana ya te dio una explicación, ahora solo falta ver que te dice él. ¿Por qué no vas a visitarlo? – le pregunto el rubio.

 

-         ¿Con que excusa? – dijo Candy.

 

-         Creo que podrías ir a agradecerle la atención que tuvo contigo – sugirió Albert.

 

-         ¿Tú crees? – hablo Candy.

 

-         Anda pequeña arréglate, yo mismo te llevaré – dijo Albert.

 

Candy se puso un sencillo traje de dos piezas color naranja, compuesto de una chaqueta tipo saco con cuello de camisa, de dos botones, manga  tres cuartos y terminación redonda. La falda con pliegue hasta debajo de las rodillas. Además se colocó su mejor sonrisa y el brillo que tenía reservado para Terrence Grandchester

 

-         Y bien ¿Cómo me veo? – le pregunto Candy a su tutor.

 

-         Te ves hermosa, pequeña – respondió Albert.

 

-         ¿Crees que le guste? – dijo la rubia.

 

-         Si no le gustas estará ciego – le sonrió su tutor.

 

-         Ya habrá llegado de  los ensayos, recuerda que está presentando la obra –

 

-         Ya pequeña, deja de preocuparte, iremos al teatro y si no esta a su departamento – hablo Albert.

 

Así Candy y Albert fueron rumbo al teatro para ver si estaba Terry, al llegar el rubio se bajo para preguntar por él pero le informaron que hacia una hora habían terminado los ensayos, por lo que partieron al departamento del actor.

 

Al llegar Candy estaba nerviosa.

 

-         ¿Quieres que te acompañe Candy? – se ofreció Albert.

 

-         Podrías acompañarme al menos hasta la puerta del departamento – pidió Candy.

 

-         Por supuesto que si pequeña, anda vamos – dijo el rubio.

 

Al llegar a la puerta del departamento, tomo aire antes de tocar.

 

Terry se encontraba dándose una ducha después de un largo día de ensayos y alcanzo a escuchar que tocaban la puerta por lo que sólo se envolvió con una toalla para ir a atenderla.

 

-         Ya va, ¿Quién es? – preguntaba el actor.

 

-         Soy yo Candy – respondió la rubia.

 

-         Candy, espera, en un momento te abro la puerta – decía Terry mientras corría rumbo a su habitación para cambiarse, rápido se puso una camisa y un pantalón.

 

Mientras afuera Albert se despedía de Candy.

 

-         Bueno pequeña, ya cumplí mi promesa. Nos vemos dentro de un rato – se despidió Albert.

 

-         Gracias por todo – le agradeció la rubia.

 

-         “Ahora a esperar a que este par de enamorados se decidan” pensaba Albert

 

Terry abrió la puerta llevando en su mano una toalla para secarse el cabello.

 

-         Adelante Candy. Que sorpresa – la saludo el actor.

 

-         Yo venia a agradecerte el detalle del otro día  - dijo la rubia entrando al departamento de Terry.

 

-         No hay nada que agradecer – dijo el de mirada azul- ¿Albert no viene contigo?

 

-         Oh, no – dijo Candy. Él solo me acompaño, quería descansar un poco después del viaje.

 

-         ¿Gustas tomar algo? – le ofreció Terry al tiempo que la invitaba a tomar asiento.

 

-         Gracias, pero recién he almorzado con Albert. ¿Cómo te fue en los ensayos? – pregunto Candy.

 

-         Agotadores, ahora que ya estrenamos debemos ensayar aun más, por otro lado Robert ya esta planeando la gira .

 

-         ¿Te irás de viaje? – dijo Candy un tanto desilusionada.

 

-         así es pecosa, partiremos dentro de un par de meses – respondió el actor. ¿Qué? ¿No quieres que me vaya?

 

-         Es tu trabajo Terry, debes hacerlo.

 

-         “Pero si tú me lo pidieras, me quedaba” pensaba el de mirada azul y luego preguntó- ¿Y tu día qué tal?

 

-         Tuvimos mucho trabajo, hoy me toco ayudar en el área de terapia – dijo Candy omitiendo el hecho de que había visto a Susana. Albert me comentó algo respecto a un paseo.

 

-         así es pecosa, queremos recordar aquellos tiempos cuando él trabajaba en el zoológico y tu eres un tarzan pecoso – hablo Terry

 

-         ¡¡¡Terry!!! Eres un grosero… – fingió enojarse ella.

 

-         ¿Por qué? yo solo estoy diciendo la verdad, ¿o acaso ya dejaste de trepar a los árboles? – le preguntó el actor.

 

-         Hace mucho que no lo hago – respondió Candy.

 

-         Pues si quieres cuando salgamos de paseo, lo podemos hacer – hablo Terry.

 

-         Qué cosas dices, Terry – dijo la rubia.

 

-          Candy, me da gusto que hayas venido, por que si tu no lo hacías yo hubiera ido a verte – comento el actor.

 

-         ¿Y por que la urgencia en verme? nos íbamos a ver de todos modos en el paseo – respondió Candice

 

-         Si Candy, pero tenia que hablar contigo antes – dijo Terry.

 

-         ¿Y sobre que deseas que charlemos? – pregunto la rubia

 

-         Sobre nosotros – respondió el actor.

 

-         ¿Nosotros? Creo que aun no existe un nosotros Terry – dijo la rubia.

 

-         Pero puede haberlo, solo escúchame Candy, recuerdas que el otro día te pedí una oportunidad – hablo Terry.

 

-         Si, y tú quedaste en que me darías tiempo para pensarlo – respondió Candy.

 

-         Bueno, espero que esto te ayude con tu decisión. Yo aun no te he contado lo sucedido después de  nuestra separación – dijo el actor.

 

-         Te escucho entonces – hablo Candy

 

-         Ya te platique lo de mi encuentro con Albert… pues bien después de eso regresé a Nueva York con la esperanza de actuar de nuevo, pero al principio, Robert no me quería dar una nueva oportunidad por mi desaparición, me costo convencerlo pero aquí estoy de nuevo, en cuanto a Susana intente cumplir la promesa que nos hicimos, nos costo trabajo la verdad…- Terry hizo una pausa para tomar aire- pero nos dimos cuenta que lo nuestro no funcionaba, ninguno de los dos era feliz y ella merecía encontrar a alguien que la amara como yo no podía hacerlo.

 

-         ¿Y luego que sucedió? – lo interrumpió Candy

 

-         Después de eso Susana y yo nos separamos, aunque siempre he estado al pendiente de sus terapias y de vez en cuando nos encontramos para charlar. Ella también me hizo hacerle una promesa – dijo Terry

 

-         ¿Y que le prometiste a ella? – le pregunto Candy.

 

-         Le prometí que te buscaría – respondió el actor- Más no lo hice por miedo.

 

Candy sólo lo escuchaba, la historia de Terry coincidía perfectamente con la de Susana por lo cual le estaba ayudando a disipar las dudas que le quedaban de la conversación que había tenido en la mañana con la señorita Marlowe.

 

 

-         ¿Miedo? ¿A que le temías Terry?

 

-         Aún le temo. Tengo miedo de que me rechaces… y en ese entonces tenía miedo de que tú ya estuvieras con alguien, quise ir a buscarte tantas veces que perdí la cuenta, sin embargo, el hecho de haberte visto continuar con tu camino elegido me hizo darme cuenta que quizás no me necesitabas, que quizás, yo te sentía más cariño que el que  tú sentías por mí- le dijo tan de pronto que ella se sintió estremecer.

 

-         Terry, sólo dame tiempo por favor, yo estoy muy confundida aún por todo esto – dijo Candy

 

-         Y tienes todo el tiempo que tu desees Candy, lo que menos deseo es presionarte – respondió Terry.

 

-         Gracias por entender, no sabes como aprecio que me des el tiempo necesario – hablo Candice.

 

-         Nada de eso pecosa, ¿aun te puedo llamar así, verdad? – pregunto Terry.

 

-         Claro que si Terry, nadie lo dice como tu – respondió Candy.

 

-         Eit… ¿Quién mas te dice pecosa?… solo yo puedo hacerlo – dijo Terry bromeando.

 

-         Albert, en alguna ocasión lo ha hecho – hablo Candy.

 

-         Siendo él, entonces no hay problema – dijo Terry

 

-         Mira nada más la hora, qué tarde es y tú debes descansar. Será mejor que le llame a Albert.

 

-         Nada de eso Candy, yo mismo te llevaré – se ofreció el actor- Solo iré por mi saco.

 

Terry llevó a Candy hasta su departamento, dejándola en la puerta, cuando estaba por abrir, Albert apareció en el marco de la misma.

 

-         Buenas noches, pequeña, Terry – saludó el rubio.

 

-         Buenas noches – respondió Terry.

 

-         Veo que me has traído sana y salva a mi pequeña – dijo Albert

 

-         Claro, aunque te confieso que ganas no me faltaron de raptarla y no regresártela – reía Terry.

 

-         Ey, que están hablando de mi – grito Candy.

 

-         Es sólo una broma entre Albert y yo – respondió Terry.

 

-         Por cierto ve hablando con Robert para que te de permiso en el próximo descanso de Candy – hablo Albert.

 

-         ¿Ah, si? ustedes planeando todo y a mi no me han dicho a donde iremos – dijo Candy.

 

-         Uy, la pecosa se nos está rebelando – dijo Terry

 

-         Jajaja – reía el rubio- Aun me debes una historia Terry

 

-         ¿Qué historia? – pregunto Candy.

 

-         El origen de tu sobrenombre, pequeña – hablo Albert.

 

-         Bueno… bueno, eso ya lo hablaremos otro día, por el momento creo que es hora de ir a descansar – dijo la rubia.

 

-         Creo que Candy tiene razón, si no, mañana no lograra levantarse – la embromo Albert.

 

-         ¿Qué? ¿Sigue igual de dormilona? – dijo Terry

 

-         ¡Bah!, Dios los hace y ustedes se juntan – hablo Candy.

 

Los varones comenzaron a reír con alegría , era como si hubieran retrocedido en el tiempo.

 

-         Bueno, será mejor que me retire. No quiero ser el causante de que mañana no te despiertes. Buenas noches a ambos.

 

-         Buenas noches – respondieron casi al unísono ambos rubios.

 

Una vez que Terry se fue, Albert miró a su protegida seriamente.

 

-         Tú y yo hablaremos mañana, pequeña – dijo Albert

 

-         Uy, ¿Qué habré hecho para que lo digas en ese tono de seriedad?

 

-         Anda, ve a dormir – la despidió el rubio con un beso.

 

 

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Los días pasaron rápido, el trío de amigos se divirtió como hacia mucho tiempo no lo hacían, pero todo lo bueno había de terminar y Albert tenía que regresar a trabajar de nuevo.

 

-         ¿Tienes que irte tan pronto? – dijo Candy

 

-         Es mi responsabilidad Candy, tú sabes mejor que nadie que este trabajo no es de mi completo agrado, pero alguien tiene que hacerlo – respondió Albert.

 

-         Si- dijo la rubia con una mueca de puchero- es solo que me gusta tanto cuando me haces compañía.

 

-         Anda pequeña, ya veras que pronto nos veremos, aparte no estás sola, están tus compañeras del hospital, y tienes a Terry.

 

-         Pero no es igual – dijo Candy

 

-         ¿Cómo que no es igual? recuerda lo que hablamos después de esa noche cuando fuiste a visitarlo, si es que aun lo quieres, tú y solo tú debe decidirlo, debes de escuchar a tu corazón – hablo Albert. Por otro lado él te esta dando tu espacio, otro en su lugar ya se hubiera desesperado por que tú aun no te decides.

 

-         Tienes razón – dijo en tono serio Candy.

 

-         Nos veremos pronto pequeña, y espero que cuando eso ocurra me tengas buenas noticias – al decirlo le regalaba una sonrisa a su pupila.

 

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Después de la partida de Albert, Candy y Terry salían en el día de descanso de ella, él se encargaba de que disfrutara de cada momento, la llevaba a cenar, a pasear por el parque, a comer helado y pastelillos, en fin se desvivía por ella en cuanto a atenciones.

 

Uno de tantos días en que paseaban por el parque.

 

-         Candy, ¿podemos sentarnos un momento? – hablo Terry

 

-         No me digas que ya te cansaste de caminar – dijo Candy

 

-         Nada de eso, es solo que debemos hablar – contesto el actor.

 

-         ¿Sucedió algo en el teatro? ¿con tu madre? – habla Terry no me tengas en esta angustia – pedía Candy.

 

-         Todo esta bien pecosa, recuerdas cuando te comenté que saldría de gira – dijo Terry.

 

-         Claro que lo recuerdo, la obra ha sido todo un éxito – respondió la rubia.

 

-         Bueno, ayer Robert nos informó acerca de la gira, estaremos fuera tres meses – hablo Terry

 

-         ¿Tres meses? Eso es mucho tiempo – dijo Candy.

 

-         así es pecosa, pero eso es lo que menos me preocupa – comento el actor. Lo que trato de decirte es que… como decírtelo de tal manera que no lo tomes a mal Candy

 

-         Pues solo dilo y ya – hablo la rubia

 

-         Candy, tú sabes que no te he presionado, que los momentos a tú lado los disfruto sobremanera, solo quiero saber si al regresar tú ya podría tenerme una respuesta – dijo Terry.

 

-         Terry… yo… yo… Yo ya me he decidido.

 

-         ¿Puedo saber tu respuesta o me la dirás hasta que regrese de viaje? – pregunto el actor.

 

-         No, te la diré ya mismo. Yo al igual que tú he disfrutado todos estos momentos y gracias a ellos es que me he decidido, sin contar que has recibido mucha ayuda. Pero bueno lo que quiero decirte es que si acepto que lo intentemos de nuevo – dijo Candy.

 

-         ¿De verdad pecosa?– hablo Terry

 

-         Por supuesto, Terrence – contesto la rubia

 

Terry la tomó entre sus brazos y comenzó a girar con ella.

 

-         No sabes lo feliz que tus palabras me han hecho – decía el actor lleno de alegría.

 

-         Terry, bájame, que me vas a marear – pedía Candy aunque ella también estaba muy feliz.

 

-         Muy bien ya te bajo. Pero entonces ahora sí haré las cosas bien – dijo el de mirada azul.

 

-         ¿De que hablas? – le pregunto Candy.

 

-         Señorita Candice White acepta ser usted la novia de este humilde actor que la ha amado desde que la vio por primera vez – la cuestiono Terry.

 

-         Si Terry, si acepto ser tu novia – respondió Candice.

 

-         ¿Me permites darte un beso? Es mejor pedirte permiso, no quiero que me golpees como aquella vez en Escocia.

 

-         No tienes qué pedir permiso, querido – dijo Candy

 

Ese beso sello el amor que esta joven pareja tenía guardado desde hace tiempo y que estaba cargado de magia.

 

Después de ese momento Terry le dijo a Candy que tenían que informárselo a Albert pues quería contar con su permiso, aunque sabía que ya contaba con él.

 

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Al día siguiente Candy le llamó a su amigo para informarle de su noviazgo con Terry, el cual le dio mucho gusto a Albert, el que no estaba muy contento era Archie pues no quería que Terry lastimara de nuevo a su gatita como él la había bautizado desde que la había conocido, pero si ella estaba feliz, el velaría por ella junto con Albert.

 

Kate también se alegró de ver feliz a su amiga, y vio en sus ojos un brillo que no tenían antes pensó que tal vez era el amor.

 

Terry por su lado se había encargado de comunicárselo a Eleanor, quien solo le aconsejo que no cometiera ninguna tontería y le advirtió que ¡Ay! de él si lastimaba a su nuera, advertencia que divirtió mucho a Terry.

 

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Finalmente el día en que Terry tenia que partir había llegado Candy se encontraba muy triste por su partida, pero prometieron estar en contacto por teléfono.

 

-         Bueno, pecosa, creo que el momento de despedirnos a llegado – dijo Terry.

 

-         Si, es solo que no quiero que te vayas – decía Candy con un puchero.

 

-         Lo se, amor, pero ya verás que estos tres meses pasan rápido, aparte prometí portarme bien y llamarte a  diario – habló el actor.

 

-         Y yo, esperaré tus llamadas, cariño– dijo Candy

 

-         Entonces no estés triste y regálame una sonrisa, para llevármela grabada – le pidió Terry.

 

Ella le sonrió, mientras el esperaba para abordar el tren.

 

-         Pecosa, ahora sí ya llego la hora – al decirlo él depositaba un beso en sus labios.

 

-         Cuídate mucho, por favor – le pidió Candy

 

-         así lo haré, amor y recuerda una cosa… - dijo Terry

 

-         Si, dime – hablo Candy

 

-         Sólo quiero estar contigo – le grito Terry desde el tren en marcha.

 

Qué hermosa sensación de un amor que se está realizando, de ese amor que es tangible a través de los besos, de las miradas, de las caricias. Candice se quedó en el andén hasta que el tren era sólo un punto en el horizonte.

 

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Candy y Terry se mantenían en contacto por medio de llamadas, él procuraba hablarle si no todos los días cada tercer día para informarle como les iba con la presentación de la obra. Los tres meses habían pasado rápido y pronto ella se encontraba esperando su regreso, él había partido en cuanto la función había terminado pues no podía esperar más por ver a su pecosa.

 

En cuanto llegó a Nueva York tomo un taxi y pidió lo llevaran al hospital para esperar a Candy.

 

La rubia venia muy entretenida charlando con Kat, pero la morena no paso desapercibido a Terry.

 

-         Candy - la interrumpió Kat

 

-         No  seas grosera Kate, deja que te termine de contar del desorden que hicieron los chicos de la sala “B” – dijo Candy

 

-         Ah si, pues si no quieres que te interrumpa yo, entonces quiere decir que no te interesa tu novio – hablo la morena.

 

-         Terry aun no regresa de viaje – respondió la rubia

 

-         Ah, entonces estoy viendo a un fantasma parado un ramo de rosas frente a la puerta del hospital – dijo Kate.

 

Candy al verlo se olvido de su amiga y corrió al encuentro de Terry. Quien la tomó en sus brazos y le daba un beso.

 

-         ¿Cuándo llegaste? – le preguntaba Candy después de que Terry la bajo.

 

-         recién acabo de llegar pecosa y lo primero que hice fue venir a verte – respondió el actor.

 

-         ¿Nos vamos? – dijo Terry.

 

-         Si, sólo me despido de Kate – hablo la rubia.

 

-         Vamos te acompaño a saludarla – comento el actor.

 

“Desde cuando a Terry le gusta ser tan social” – pensó Candy.

 

-         Hola, Kate – la saludo Terry.

 

-         Hola Terry, ¿Qué tal de viaje? – respondió la morena.

 

-         Muy cansado, pero todo eso lo vale con tal de ver a Candy de nuevo – dijo Terry.

 

-         No cabe duda que el amor los ha cambiado  – hablo Kate. Mira nada más como se han puesto los dos nada más al verse.

 

-         Me declaro culpable, entonces – rió Candy.

 

-         Bueno, tórtolos, los dejo, por que me imagino que tienen mucho que conversar – se despido la morena.

 

-         Nos vemos mañana Kate – dijo Candy.

 

Una vez que la enfermera se retiró.

 

-         ¿Y bien, pecosa, que te parece si te acompaño a casa? – hablo Terry.

 

-         Pero estás muy cansado, no crees que es mejor que descanses un poco – sugirió Candy.

 

-         Ya lo haré mas tarde, por lo pronto, quiero pasar la tarde contigo – dijo el actor.

 

Al llegar al departamento de Candy

 

-         Te prepararé algo para el almuerzo – le ofreció Candy

 

-         La verdad no tengo mucha hambre amor, almorcé en el tren – hablo Terry

 

-         Esta bien, solo deja me quito el uniforme y estoy contigo – dijo la rubia entrando en su alcoba.

 

La rubia salio enfundada en un sencillo vestido color crema con escote en “V”, mangas cortas y talle de corte princesa, el cabello lo llevaba sujeto en una cola de caballo.

 

Cuando Candy salio de su habitación, se encontró con Terry dormido en el sofá, “Pobrecito, llego rendido. Lo dejare dormir un rato” – pensó Candy. Le puso una frazada y ella se dispuso a arreglar el departamento.

 

Cuando Terry despertó ya era de noche.

 

-         Buenas noches dormilón – lo saludo Candy

 

-         Pecosa, yo… - dijo Terry.

 

-         Tú te quedaste dormido y decidí dejarte descansar – respondió la rubia.

 

-         Perdóname amor, prometo que no sucederá de nuevo – se disculpo el actor. Por que no vienes y me haces compañía un rato antes de irme a mi departamento.

 

-         Sólo si prometes contarme como te fue en el viaje – sonrió la rubia.

 

-         Bueno si tú me reglas una taza de té – dijo Terry.

 

Candy le preparo un te a Terry y después se sentó a su lado para que él le contara los pormenores de la gira, este se emocionaba al estarle contando a la rubia como la gente los haba aceptado en cada una de las ciudades.

 

 

-         Amor por cierto – dijo Terry. En dos semanas presentamos por última vez Romeo y Julieta y me gustaría que invitaras a tu familia. Ya vez que la última vez Albert no pudo ir a verla.

 

-         Muy bien, mañana mismo me comunico con él para decirle del estreno – hablo Candy.

 

-         No se te olvide invitar al elegante y a la tímida – sonrió el actor.

 

-         Terry, hasta cuando dejaras de ponerle apodos a la gente… ya te dije que sus nombres son…- pero no pudo terminar por que el de mirada azul la interrumpió.

 

-         Si ya se, Archie y Annie… sonreía Terry. No te enojes que se te verán más las pecas.

 

-         Terrence Greum Granchester –reconvino Candy.al joven

-         Uy, ahora si estoy en problemas usaste mi nombre complete – dijo Terry.

 

-         Jajaja reía Candy. Por cierto tu madre también nos acompañara esa noche – le pregunto Candy.

 

-         Por supuesto no puede faltar esa noche – respondió Terry. “Lo que tu no sabes es que ya tengo todo preparado pecosa, esa noche será la más especial de tu vida” pensó el actor, el cual tenia una sonrisa de medio lado que no paso desapercibida para Candy.

 

-         ¿A que se debe esa sonrisa? – lo cuestiono la rubia.

 

-         Ya lo sabrás pecosa, no seas curiosa – respondió Terry. Amor será mejor que me vaya no quiero que los vecinos comiencen a hablar de ti. Pasare por ti mañana al hospital ¿te parece?

 

-         Claro, te estaré esperando – dijo Candice.

 

-         Bueno nos vemos mañana y no se te olvide llamarle a Albert –le recordó Terry.

 

-         Como crees, mañana a primera hora lo llamaré – se despedía Candy.

 

 

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Por la mañana Candy le llamó a Albert.

 

-         Hola, pequeña, ¿Cómo estas? – la saludaba su tutor.

 

-         Muy bien, Albert – respondió la rubia.

 

-         ¿Y a qué debo el que llames tan temprano Candy? – le pregunto el rubio.

 

-         Lo que sucede es que en dos semanas Terry presentará por última vez la obra de Romeo y Julieta y me pidió que los invitara a tí, a Archie y a Annie. Vendrán, ¿verdad? – dijo Candy.

 

-         Por supuesto, pequeña ahí estaremos, si no vamos, Terry no nos lo perdonará jamás – respondió Albert- Me comunicaré inmediatamente con Archie y Annie.

 

-         Salúdamelos mucho. Bueno, te dejo, porque ya voy tarde al hospital – dijo Candy.

 

-         Adiós pequeña, qué tengas buen día – hablo Albert.

 

-         Igualmente, gusto de saludarte Albert – se despidió Candy.

 

Así la rubia partió rumbo al hospital. Mientras tanto Terry visitaba a su madre.

 

-         Terry, hijo. Que sorpresa – lo saludaba la actriz- No te esperábamos aun.

 

-         Pues si quieres, me voy y regreso después madre – dijo Terry

 

-         Muy gracioso, Terrence. ¿Ya desayunaste? – le pregunto la actriz.

 

-         Sí, madre, gracias – respondió el joven actor.

 

-         ¿Y a que debo tu visita tan temprano? – lo cuestiono Eleanor.

 

-         Bueno, Señora guapa necesito de su ayuda – dijo Terry.

 

-         ¿Mi ayuda? ¿Qué estás pensando Terrence? – cuestionó casi adivinando las intenciones de su hijo.

 

-         No es nada malo, sino todo lo contrario madre y si todo sale bien dentro de poco habrá boda en esta familia – respondió Terry.

 

-         ¿Le pedirás matrimonio a Candy? ¿Cuándo? ¿Cómo? – le preguntaba su madre.

 

-         Cálmate, mama, será dentro de poco. Pero comprenderás que para esas cuestiones soy malísimo, por ello acudí a ti – dijo Terry.

 

-         Por supuesto que te ayudaré – hablo la actriz. Pero… ¿Qué quieres hacer primero?

 

-         Pues ir a comprar el anillo…

 

-         Si tienes razón, perdóname de la emoción lo olvide. ¿Quieres ir hoy mismo? – dijo Eleanor.

 

-         Por supuesto, no quiero que se me pase ningún detalle. Por lo pronto ya le pedí a Candy que invitara a su familia y tu no puedes faltar – hablo Terry.

 

-         Veo que ya pensaste en todo, pero no crees que Candy sospeche algo – dijo la actriz.

 

-         No cero mama, Candy suele ser muy despistada a veces – respondió el joven actor.

 

-         Bueno solo deja me arreglo un poco y saldremos a comprar el anillo para Candy. Que emoción me da esta noticia Terry – lo besaba Eleanor.

 

Después de arreglarse Eleanor y Terry partieron  a una joyería que tenia poco de haber inaugurado, pero a pesar de ello ya contaba con muy buen prestigio. así madre e hijo entraron a Tiffany & Co donde un joven casi de la edad de Terry los atendió, hasta que encontró el anillo que tanto buscaba, Eleanor se ofreció a regalarle las alianzas de matrimonio por lo que aprovecho y las compro, mandándolas grabar con sus nombres pues algo le decía que Candy le daría el si a Terry.

 

-         ¿Crees que le guste, mamá? – le preguntó Terry al salir de la tienda.

 

-         Es muy hermoso, por supuesto que le gustara – respondió Eleanor.

 

-         ¿Y si me dice que no? ¿Qué voy a hacer madre? – dijo el joven actor.

 

-         Vamos Terry aun no se lo preguntas y ya te has puesto nervioso, Sucederá lo que tenga que suceder – hablo la actriz.

 

-         Tienes razón, no debo preocuparme – dijo Terry.

 

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Después de ir a dejar a su madre a casa, paso por Candy y se disculpo por no poder quedarse a conversar ese día pero debía ir a visitar a Robert para ultimar los detalles de la presentación, lo cual no era cierto pues le llamaría a su amigo Albert para prepararlo.

 

 

-         Hola Albert – lo saludo Terry

 

-         Amigo, ¿Qué tal de viaje? – le pregunto el rubio.

 

-         Cansado, pero feliz – respondió el actor.

 

-         ¿Y dime a que debo el honor de tu llamada? – lo cuestiono Albert.

 

-         Bueno, imagino que Candy ya te llamó para invitarlos a la ultima presentación de la obra – dijo Terry.

 

-         Si llamo muy temprano para invitarnos, muchas gracias. Ya le informe a los chicos y prometieron asistir – hablo Albert.

 

-         No hay nada que agradecer será un honor tenerlos conmigo esa noche tan especial – dijo el actor.

 

-         Algo me dice que tú te traes algo entre manos – hablo el rubio.

 

-         Veo que a ti no te puedo engañar amigo mío. Es por eso que te llamaba, se que no es la mejor manera de informártelo, pero el día que presentemos la obra le pediré a Candy que sea mi esposa.

 

-         Pues espero que Candy te diga que si, será una sorpresa muy linda para ella – comento Albert, los dos se merecen ser felices.

 

-         Gracias Albert, me dio gusto saludarte y dile al elegante que espero que se comporte esa noche – dijo Terry.

 

-         Yo le daré tus saludos a Archie – se despidió Albert.

 

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Los días siguieron transcurriendo Terry con ensayos por ser la última presentación y Candy trabajando tiempo extra para que le dieran unos días y así poder disfrutar de la compañía de sus amigos. Terry también había invitado a Kate, no podía dejar de lado a la amiga de su pecosa.

 

Albert y los chicos habían llegado para el estreno de la obra, y Candy y Terry fueron a recibirlos.

 

-         ¡Candy! gritaba la morena al ver a su hermana

 

Annie gritaba también la rubia.

 

-         Qué gusto me da ver que vinieron- decía Candy mientras la abrazaba.

 

Los chicos nada más admiraban la escena.

 

-         ¿Para mí no hay un abrazo, gatita? – decía Archie.

 

-         Claro que sí, que alegría que pudiste venir, Albert me comentó que era muy posible que no vinieras – dijo Candy

 

-         ¿Y perderme ver como hace Granchester el ridículo? – dijo Archie

 

-         Ya te escuché- decía Terry al tiempo que abrazaba a Candy y lo saludaba.

 

-         Basta, chicos – se impuso Albert- Compórtense. ¿A mi no me saludas pequeña?

 

-         Por supuesto que si – al decirlo le daba un abrazo a su tutor.

 

Después de saludarse Candy y Terry los llevaron al departamento de la rubia.

 

-         Vaya que has traído equipaje Annie – decía Candy

 

-         Lo que pasa es que te traemos un obsequio para la noche del estreno. Albert sospecho que no tendrías tiempo de ir de compras y me pidió escogerte un vestido – dijo la morena.

 

-         Gracias Albert, tú siempre pensando en todo – habló Candy- Se quedaran aquí ¿verdad?

 

-         Nos encantaría gatita, pero no quisiéramos molestar – dijo Archie

 

-         Nada de eso, ya lo tengo todo planeado – dijo Candy

 

-         Vale más, que no contradigas a la pecosa – hablo Terry

 

-         Es en serio, Archie, cuando a Candy se le mete una idea en la cabeza es muy difícil sacársela – dijo Albert.

 

-         Es cierto Archie, Candy es así desde pequeña – hablo Annie.

 

-         En ese caso, ¿cual es tu plan Candy? – pregunto Archie

 

-         Tú y Albert dormirán en la habitación que ocupa Albert cuando viene de visita y Annie dormirá conmigo – dijo la rubia.

 

-         Claro  que si no te quieres quedar aquí puedes quedarte conmigo, Cornwell – lo embromó Terry.

 

-         Gracias, Grandchester, pero prefiero quedarme con Candy es más seguro – reía Archie.

 

Después de conversar toda la noche Terry se despidió quedando de mandar por ellos al día siguiente para el estreno. Aunque Albert insistió no pudo con Terry.

 

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Las chicas partieron a la habitación de la rubia y los chicos hicieron lo mismo.

 

Annie le mostraba a Candy el vestido que había seleccionado para ella.

 

-         Oh, Annie, es bellísimo – decía Candy

 

-         Por supuesto, tengo muy buen gusto – reía la morena

 

-         Gracias por el obsequio – le agradeció la rubia

 

-         No es nada, al que le debes de agradecer es a Albert – dijo Annie.

 

Ambas chicas cayeron rendidas después de conversar toda la noche y por la mañana no querían despertar.

 

 

-         Vamos chicas despierten – las llamada Albert ya es tarde y después no les alcanzara el tiempo.

 

-         Annie, Candy despierten – decía Archie también- si no lo hacen les echaremos una jarra de agua fría. ¿Qué dices Albert, las despertamos?

 

El heredero solamente sonrió y volvió a llamar a las chicas.

 

-         Anden, vengan a desayunar, Archie y yo lo preparamos – los llamo el rubio.

 

Las jovencitas respondieron desde el interior de su habitación.

 

-         Enseguida vamos…- Candy asomó su carita risueña por la puerta entreabierta- nos quedamos platicando hasta tarde y nos hemos desvelado, chicos.

 

-         Annie, no te conocía tan dormilona – comentó Archie.

 

-         Creo que el estar en compañía de Candy la afectó – dijo Albert.

 

-         ¡Albert! – exclamaron al unísono las amigas.

 

La risa cristalina de ambos jóvenes resonó por el pasillo. Albert regresaba a la cocina, no sin antes conminarlos a darse prisa.

 

-         Apúrense o llegaremos tarde a la obra – dijo el rubio.

 

-         Por cierto, Candy, ¿A qué hora quedaste de pasar por tu amiga? – le pregunto Annie

 

-         Quedó de esperarnos en el teatro – respondió la rubia.

 

-         Creo que no me la has presentado pequeña, cuando vine de viaje no tuve oportunidad de conocerla – dijo Albert.

 

-         No te preocupes ya tendrás oportunidad, por que tú serás su acompañante – sonrió Candy.

 

-         Creo que Candy te anda buscando Novia, Tío- apuntó pícaramente Archie.

 

-         Archie cállate – lo retaba Annie.

 

El desayuno transcurrió entre risas, anécdotas y recuerdo gratos para todos. Candy pensaba al ver a todos tan felices:

 

“Si Stear estuviera aquí… oh, Stear, espero que donde estés, sientas que nuestro corazón está contigo, que nunca te olvidaremos”

 

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Ya en la tarde las chicas se dispusieron a arreglarse para ir a la obra.

 

-         ¡Cómo tardan! -  decía Archie

 

-         Son mujeres, entiéndelas – dijo Albert impaciente - Vamos chicas apúrense que si no, no llegaremos nunca.

 

Ni bien terminó de decir la frase cuando Annie y Candy salieron. Annie llevaba un vestido color azul marino de escote alto y mangas cero, muy sencillo y ceñido al cuerpo, el cual tenia una caída natural. Justo debajo del busto llevaba una cinta de seda del mismo color del vestido de forma entrelazada. Su cabello lo había recogido todo en un moño de varias ondas en la parte media de la nuca. Y enfrente había dejado un fleco el cual estaba acomodado de medio lado.

 

Candy usaba un vestido color negro con  un escote sobrio y de manguitas caídas sobre los hombros. El talle era de tipo corsé pegado y con terminación en punta por la parte delantera. Con algunas aplicaciones color plata en el talle de rosas. La falda en línea “A. Su cabello lo recogió en un moño bien levantado en la parte de atrás y con algo de volumen, enfrente llevaba una parte  de forma lacio con una raya al costado.

 

-         ¿Qué? ¿Se piensan quedar callados? – dijo Candy

 

-         ¿Después de todo el trabajo realizado no dicen nada? – hablo Annie.

 

-         Se ven hermosas – hablaron los chicos Andrey finalmente

 

-         Vaya pensamos que les habían comido la lengua los ratones – comento la rubia.

 

-         Cuando Terry te vea se irá de espaldas Candy – dijo Archie

 

-         ¿Solo Candy se ve linda? – le pregunto Annie

 

-         Claro que no Annie tu también luces hermosa – respondió Archie.

 

-         ¿Y que dicen de nosotros? – Archie se colocó en pose. Annie sonrió al ver a su novio en semejante posición.

 

-         Ustedes también lucen guapísimos – dijo Candy

 

Ambos chicos habían decidido usar smoking negro con camisa blanca y una corbata con el respectivo emblema de la familia.

 

-         Bueno, dejémonos de formalidades, el coche que envió Terry ya nos esta esperando- señaló la salida el heredero rubio.

 

-         ¿Nos vamos Annie? – dijo Archie al tiempo que le ofrecía el brazo a su novia.

 

-         Pequeña – Albert también hizo lo propio con Candy.

 

Ambas parejas subieron al coche, al llegar Kate ya los estaba esperando se había puesto un vestido con cuello mao, el cual llevaba una cinturón estrecho en la cintura, y la falda baja en línea “A” simulando un tablero recto en la parte frontal del vestido. El cabello lo había recogido todo en un peinado alto.

 

Al bajar del auto Candy presento a su amiga con Albert, la cual no pudo evitar sonrojarse pues nunca imagino que el tutor de Candy fuera tan joven y guapo, pues en la única ocasión que lo había visto no pudo verlo bien.

 

Posteriormente la rubia le presento a Annie y Archie y partieron rumbo al palco que Terry les había reservado. Ahí ya se encontraba Eleanor usando un vestido de raso color verde, adornado con una chaqueta de encaje sostenida por un cinturón. Su cabello elegantemente recogido en un peinado alto.

 

-         Señora Baker – la saludo Albert.

 

-         Señor Andrey – devolvió el saludo Eleanor. Candy que hermosa luces esta noche.

 

-         Gracias Eleanor es un obsequio de Albert – dijo la rubia. Permítame presentarle a mi primo Archibald Cornwell y a mi mejor amiga y novia Annie Britter.

 

-         Encantado de conocerlos a ambos – dijo gentilmente Eleanor.

 

-         Y mi compañera en el hospital la Señorita Kate Douglas.

 

-         Un placer conocerla, Señora Baker – la saludo Kate

 

-         Nada de eso, por favor llámenme Eleanor – pidió la actriz.

 

Todos tomaron asiento y esperaron a que comenzara la obra, Terry realmente se lució en su papel de Romeo y de vez en cuando volteaba a ver a Candy y le decía te amo, lo cual la había sonrojar pero el ambiente tenue hacia que nadie lo notara.

 

Al finalizar todo el publico se puso de pie para ovacionar a los actores, Robert comenzó a presentar al elenco de su obra, el cual tuvo que salir varias veces para agradecer la asistencia.

 

Eleanor no pudo evitar el derramar algunas lágrimas al ver a Terry en el escenario y Candy le aplaudía con entusiasmo.

 

Terry les mando decir que los vería en la fiesta pues aun tenia que arreglarse. Al llegar a la recepción él y sus compañeros eran recibidos por todos los asistentes en medio de aplausos, a los cuales el joven actor no prestaba atención por buscar a Candy entre la gente.

 

Finalmente pudo verla entre los asistentes, ahí estaba ella enfundada en un bello traje negro, tan hermosa como siempre, sin mas fue a su encuentro.

 

-         Hola, pecosa – la saludo mientras la abrazaba y depositaba un beso en sus labios.

 

-         Terry, estuviste magnifico – lo felicitaba Candy.

 

-         Efectivamente amigo, diste una actuación excelente – hablo Albert.

 

-         Muchas gracias, amigo – respondió el joven actor.

 

-         Quien lo diría, después de todo Granchester sabe actuar – dijo Archie.

 

-         Tomaré eso como un cumplido Cornwell – contesto Terry alzando una ceja.

 

-         No le hagas caso – hablo Annie- de verdad te luciste en el papel de Romeo.

 

-         Gracias a todos no saben como aprecio que me hayan acompañado en este día – dijo el actor ¿Y tu mama no dices nada? – pregunto Terry.

 

-         Que te puedo decir Terrence, después de todo soy tu madre y todo lo que tú hagas para mi es perfecto – respondió la actriz.

 

-         Creo que lo que tu madre intento decir es que has sido el mejor Romeo – dijo Kat.

 

 

Todos se encontraban departiendo en la mesa cuando la música sonó.

 

-         Señorita – dijo Terry me concede esta pieza.

 

-         Por supuesto caballero – respondió Candy.

 

-         Archie, vamos a bailar, anda – decía Annie mientras Terry y Candy  se dirigían a la pista de baile.

 

-         Muy bien Annie, si no vamos, no me dejarás en paz ¿verdad? – hablo Archie.

 

-         Eres un grosero – dijo Annie con una sonrisa de entendimiento y recordándole a su novia que entendía la broma.

 

-         Pero aún con todo y eso me quieres – le respondió Archie.

 

-         Kate, ¿Te gustaría bailar? – invito Albert a la morena

 

-         Me encantaría, pero no podemos dejar sola a la Señora Baker – dijo Kat

 

-         Oh, por mi no se preocupen – dijo la actriz. Anden vayan

 

-         Pero en la siguiente pieza vendré por usted – insistió el rubio.

 

Todo mundo estaba disfrutando de la noche, cuando Robert llamo al elenco de la obra para dirigirles unas palabras.

 

-         Amigos y amigas – hablo el veterano actor- Ha sido un verdadero honor el trabajar con ustedes estos meses, y ver con agrado que todo el tiempo invertido en la producción de esta obra valió la pena pues fue un rotundo éxito.

 

Los asistentes aplaudieron antes las palabras de Robert y levantaron sus copas para realizar un brindis.

 

-         Si me lo permiten- interrumpió Terry- Quisiera tener su atención por un momento. Amigo. gracias por darme la oportunidad de regresar a uno de mis grandes amores el teatro. Pero eso no es el motivo por el que pedí me escucharan. Candy puedes venir un momento conmigo – pidió el joven actor.

 

-         Pero yo… decía Candy

 

-         Anda, pequeña – le insistió Albert- ve con tu novio.

 

-         Candy comenzó Terry hace meses atrás te pedí una nueva oportunidad y aunque fueron los meses mas largos de mi vida, estoy seguro que esto que te pediré en este momento es la decisión mas fácil que he tomado en toda mi vida.

 

-         ¿De qué hablas, Terry? – decía la rubia con voz apenas audible.

 

Terry se arrodillo frente a Candy y de su bolsillo saco una pequeña caja de terciopelo negro.

 

-         Señorita Candice White, ¿Aceptarías convertirte en mi esposa?

 

-         Qué emoción - suspiró Annie

 

-         Más bien diría que es muy romántico  -  hablo Kate

 

-         ¿Qué dices Candy? – le pregunto de nuevo Terry.

 

-         Candy dirigió su mirada hacia Albert que solo le sonreía y le decía que escuchara a su corazón. Yo... yo acepto Terry – dijo finalmente Candy.

 

Terry se levanto y besó a Candy, entre aplausos y exclamaciones de gusto y sorpresa.

 

-         Amigos están invitados a mi próxima boda – dijo el actor. Ahora Señorita que le parece si baila con su ahora prometido – hablo Terry.

 

-         Por supuesto, ahora menos dejare que se te acerquen tus admiradoras – respondió Candy.

 

-         Con que celosa – dijo Terry.

 

-         Yo… para nada – reía Candy.

 

-         Antes de que vayan a bailar se acerco Robert permítanme felicitarlos

 

-         Gracias amigo – respondió el joven actor.

 

-         Señorita, no sabe con la fierecilla con la que se ha metido – dijo el veterano actor.

 

-         Mas bien es él el que no lo sabe – sonrió Candy mientras sonreía de felicidad.

 

-         Con su permiso – se despidió Robert.

 

Al bajar los Andrey y amigos se acercaron para felicitar a la pareja.

 

-         Vaya que te lo tenias bien guardado Granchester – dijo Archie.

 

-         Por supuesto Cornwell, si se los decía capaz que no me dejabas pedírselo a Candy, eres un primo muy celoso – reía Terry.

 

-         ¿Qué es lo que tratas de decir? – respondió el moreno.

 

-         Yo, nada – respondió el joven actor.

 

-         Ya ustedes dos, ahora que serán familia deberían de intentar llevarse un poco mejor – los interrumpió Albert.

 

-         Tiene razón Albert – dijo Annie. Prácticamente Terry será ahora como… ¿Qué te gusta más? ¿Primo o hermano?

 

-          Ninguno de los dos – contestó Archie - Mucho cuidado, Grandchester que si lastimas a Candy…

 

-         Momento- lo interrumpió Albert… al que le tendrá que dar razón será a mi después de todo soy el padre.

 

-         Un padre muy joven – dijo la Actriz

 

Kate que había estado callada admirando la manera en que toda la familia se llevaba bien finalmente se acercó para felicitar a su amiga.

 

-         Candy, muchas felicidades, espero que sean muy felices los dos – dijo Kat

 

-         Gracias, gracias por siempre estar ahí Kate – le agradeció la rubia.

 

-         Aprendan – los retaba Candy- Kate es la única que nos ha felicitado.

 

-         Como así, dijo Albert… Creo que entre tanta charla olvidamos lo mas importante – sonreía el rubio.

 

-         ¿Y para cuando es la boda? – pregunto Eleanor.

 

-         Pues aun no lo hemos pensado – respondió Terry. Pero que les parece dentro de 6 meses.

 

-         Seis meses, es muy poco tiempo no lo crees – dijo Candy

 

-         Creo que la que tiene que decir si o no es Candy después de todo – dijo Kate

 

-         ¿Qué dices Candy, quieres que la boda sea dentro de 6 meses? – le pregunto Terry.

 

-         Por mi no hay ningún problema. Solo te pidió una cosa Albert. No quiero nada grande, ni ostentoso. Me gustaría algo sencillo – dijo Candy.

 

-         Y tampoco queremos fiesta de compromiso – la interrumpió el joven actor.

 

-         Quieres mas fiesta que esta – reía Albert. Muy bien pequeña será como ustedes lo deseen.

 

-         Candy como que no quieren fiesta de compromiso – dijo Annie

 

-         Y tener que soportar la cara de la Tía Abuela, no gracias Annie – dijo la rubia.

 

-         Annie, ellos así lo quieren – hablo Archie y debemos respetar su decisión.

 

Después de las felicitaciones de rigor y de que Annie le pidió a Candy le mostrara la sortija de compromiso la joven pareja partió a la pista de baile.

 

-         ¿Eres feliz Candy? – le pregunto Terry

 

-         Como no serlo, después de esta proposición para compartir el resto de mi vida contigo – respondió la rubia, él sonrió y  depositó un breve beso en sus labios.

 

-         habrá que ver como lo toma tu tía –dijo Terry. Pues sabia por Candy del carácter de la Señora Elroy.

 

-         Pues creo que Albert tendrá que convencerla – hablo Candy.

 

-         Y si dice que no, pues nos fugamos – dijo el joven actor.

 

-         Terry… que cosas dices – dijo Candy con la cara un poco sonrojada.

 

-         ¿Qué no te gustaría que nos fugáramos? así seria mas pronto mi esposa – hablo Terry.

 

-         Ya basta compórtate o se lo diré a Albert – dijo Candy

 

-         dirás a mi futuro suegro – reía Terry.

 

La recepción finalmente termino. Terry llevo a su madre y a Kate a sus respectivas casas, mientras los chicos Andrey partían rumbo al departamento de Candy la cual irradiaba felicidad.

 

-         Albert – dijo Candy al llegar al departamento.

 

-         Si dime pequeña – dijo el rubio

 

-         ¿Tu se lo dirás a la Tía Abuela verdad? – le pregunto la rubia

 

-         Quieres que yo le suelte la bomba a la Tía ¿no es cierto? – hablo Albert.

 

-         Es que tu la podrías convencer – dijo Candy

 

-         Pequeña, en este tiempo la Tía a cambiado mucho, ya no es la misma. Pero si te sientes mas tranquila yo mismo se lo diré pequeña – respondió Albert.

 

-         Gracias – le agradeció la rubia.

 

-         Ahora a dormir – le dijo el rubio. Descansa.

 

-         Igualmente – se despidió Candy.

 

Al entrar a su habitación la estaba esperando Annie quien ya se había colocado el pijama.

 

-         Dime Candy que se siente – le pregunto la morena.

 

-         Has sentido alguna vez mariposas en el estomago – respondió Candy

 

-         ¿Mariposas? – dijo Annie.

 

-         Si amiga, eso se siente… pero esa sensación te llena de felicidad. Yo nunca pensé que Terry y yo terminaríamos juntos, no después de todo lo que nos sucedió – dijo la rubia.

 

-         Pero ya vez, ahora ya tiene planes de boda y ahora si todo será felicidad -  hablo Annie.

 

-         Bueno a dormir, no quiero que los caballeros piensen que somos unas flojas dormilonas –

 

Candy se puso su pijama y se dispuso a dormir cosa que le costo trabajo después de que Terry le pidiera ser su esposa.

 

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Por la mañana Terry había llegado temprano para invitarlos a pasear, ahora que tendría un poco de tiempo mientras preparaban la siguiente puesta en escena.

 

Fueron a pasear por la ciudad, hicieron un día de campo y recordaron cuando estuvieron en Escocia y las chicas les habían preparado de comer, pero también se llenaron de nostalgia al recordar a Stear.

 

-         Es una lastima que Stear no este aquí – dijo Candy

 

-         Pero estoy seguro que él esta contento por ti pequeña – hablo Albert.

 

-         así es Candy, donde quiera que el este tu sabes que el siempre cuidara de ti – dijo Archie.

 

-         Recuerda que siempre tendrás a tus tres caballeros – hablo Annie

 

-         ¿Tres caballeros? – dijo Terry.

 

-         Si, Archie, Anthony y Stear – respondió la rubia. Ellos son mis tres caballeros.

 

-         Y Archie los representa muy bien – reía Albert.

 

-         ¿Que intentas decir, Albert? – pregunto Archie.

 

-         Nada sobrino, yo no he dicho nada – respondió el rubio.

 

Después de ese agradable día los Andrey partieron rumbo a Lakewood de nuevo pues Archie tenia que regresar a sus estudios, Annie a seguir ayudando en el hogar y Albert al trabajo. El joven patriarca prometió llamarlos para decirles como lo había tomado la Tía.

 

 

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Los meses siguieron pasando Eleanor ayudaba a Candy con los preparativos de la boda la cual se llevaría acabo en Nueva York y Annie estaba al pendiente de ellos desde Lakewood. Kate también ayudaba en lo que podía a su amiga. La boda tenia que quedar hermosa. La tía que al principio se había opuesto a la boda finalmente fue convencida por Albert al mencionarle que Terry era hijo del Duque de Granchester, lo que ella ignoraba es que Terry nunca tomaría el ducado pues esas cosas a el no le llamaban la atención.

 

Finalmente el día de la boda había llegado Patty había llegado de Florida, pues ella, Annie y Kate serian las damas de honor de Candy. Tom seria el acompañante de Patty, Archie el de Annie y Albert de Kate. El Duque de Granchester había llegado desde escocia para estar en la boda de Terry y el acompañaría a Eleanor. La Señorita Pony y la Hermana Maria también habían llegado para la boda al igual que la Tía Abuela.

 

La iglesia había sido decorada con Dulce Candy que Albert había mandado traer desde Lakewood, en cada uno de los asientos se había colocado un pequeño ramillete de dulces candy, para la entrada de los novios Albert había dispuesto que se colocara una alfombra de pétalos de rosa.

 

Albert, Archie y Tom usaban un saco largo de color negro, camisa blanca y chaleco gris, el corbatín era negro con gris, que hacia juego con el pantalon negro con unas finas líneas grises. En la solapa llevaban una dulce candy.

 

Las chicas llevaban un vestido de color rosa el cual consistía en una chaqueta tipo top de mangas tres cuartos pegada con un escote redondo tipo ojal. La falta caía en línea recta. Todas con peinados altos.

 

Terry estaba desesperado esperando por Candy en el altar, el había optado por usar un saco negro con cuello mao, camisa blanca y chaleco y corbata negra, su padre había insistido en que utlizara los gemelos con el emblema de los Granchester.

 

La marcha nupcial dio inicio y ahí en la entrada de la iglesia estaba Candy en su vestido de novia, un hermoso vestido blanco con mangas de ala ancha con finos bordados, cuello en forma de corazón que en la parte de arriba se ceñía a su cuerpo, la falda era ancha con bordados de rosas al final del vestido. Su cabello lo había sujetado en un peinado alto el cual llevaba una pequeña tiara. De bouquet llevaba un hermoso ramo de dulce candy.

 

Albert entro con Candy del brazo y se la entrego a Terry.

 

- Cuídala mucho – le dijo al entregársela.

 

La ceremonia dio inicio. Hasta que el padre pidió dijeran los votos

 

-         Yo, Terry,  te quiero a ti, Candy, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida.

 

-         Yo Candy, te quiero a ti, Terry , como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida.

 

Cada uno de ellos deposito el anillo que sellaba su enlace. Posteriormente el padre les dio la bendición.

 

-         Puede besar a la novia – dijo el padre.

 

Terry beso a Candy de manera dulce y apasionada al mismo tiempo.

 

-         Señores y Señoras, les presento al Señor y la Señora Granchester – hablo el padre.

 

Con esta frase, los jóvenes se miraron y no había esposos más dichosos que ellos. El futuro le depararía muchas sorpresas, eventos agradables y problemas también, pero tenían su amor para salir adelante en cualquier situación.

 

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Fin

 

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Solo quiero estar contigo

 

Mucho tiempo pasó
de aquella primera vez
en que mirarnos a los ojos
nos daba como vergüenza.

Te empecé a conocer
y yo supe sin pensar
que eras para mí
y yo era para ti.

Nunca me pareció
tan hermoso el sol.
Nunca vi brillar
tanto el día.

Tan hermoso es el sol,
tan hermosa su luz,
tan hermosa es tu voz,
tan bellos tus ojos.

Yo conozco muy bien
ya la calle de la soledad
y por nada del mundo
la volvería a pisar.
Sólo quiero estar contigo.

Quiero que sepas hoy
que dependo de vos.
Mi vida está en tus manos
mi corazón es tuyo.

 

 

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Hola chicas…

 

Aquí les traigo esta nueva historia que espero sea de su agrado, Ella comenzó como algo pequeño al escuchar una linda canción llamada Solo quiero estar contigo de los Enanitos Verdes y gracias a ella es que hoy la tienen aquí, espero que la disfruten tanto como lo hice yo al escribirla, mayestra gracias por estar siempre a mi lado y compartir conmigo todos tus conocimientos y sobre todo muchas gracias por este precioso dibujo que me has obsequiado.

 

Saludos

Alekxandra

 

 

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Lo nuestro es mucho mas que un deseo... es Amor…

 

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