Consciente de su
muerte, dejó un testamento (conservado por Diógenes Laercio) en el que deja a
su familia (su hija Pytias, su hijo Nicómaco y su segunda mujer Herpillis)
bajo la protección de Antipáter, lugarteniente de Alejandro, y a Teofrasto la
dirección del Liceo. A la hija de su primer matrimonio la entrega en nupcias a
su ahijado Nicanor. Aristóteles pide también que no se venda a sus esclavos y
que se los libere en la edad adulta.