Computadora y televisión
Opiniones sobre el tema.
Ray Bradbury

Ray Bradbury
R.B.: "No la necesito"
¿Continúa sin computadora?
R.B.: No la necesito. Hace 60 años que uso la máquina de escribir.
¿Nunca tuvo una computadora personal?
R.B.: Me regalaron una hace cosa de diez años, pero cometía errores y luego los tenía que corregir. Yo no cometo errores cuando escribo con la máquina eléctrica. Las teclas de la computadora son tan sensibles al tacto que uno suspira y, ya está, ha cometido un error. Qué quiere que le diga. Me gusta el papel... Adoro mi IBM eléctrica.
¿No cree, sin embargo, que son avances que nos pueden mejorar la vida?
R.B.: Ni Internet ni las computadoras son malos en sí mismos, lo que sí puede ser malo es el uso que uno hace de ellos. Para mí, es la gente la que tiene que decir cuál es la función de la tecnología en su vida, cómo va a usarla.
Pero Internet nos permite estar mejor comunicados...
R.B.: Tenemos demasiadas comunicaciones, estamos demasiado comunicados. ¿Con cuánta gente quiere usted estar conectada? ¿Cuántos amigos de verdad tiene? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Por qué se quiere estar en contacto con todo el mundo? Yo creo en el contacto humano.
¿Qué opina del e-mail?
R.B.: Una pérdida de tiempo, un cotilleo. Si va a escribir, escriba una carta a mano o a máquina. O levante el teléfono y hable. O mande un fax.
¿Qué papel tiene la televisión?
R.B.: Mire, lo que los chicos ven por televisión depende de los padres. Son éstos los que deben asegurarse que los chicos estén frente al canal correcto y no frente a uno lleno de noticias de violencia sexual, homicidios y accidentes.
Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez - Foto: Jorge Claro / Contraluz
G.M.: "Me permite trabajar más rápido"
G.M.: Creo que a eso de la computadora le han puesto demasiada música. Para mí, la computadora es una máquina de escribir mucho más simple, práctica y útil. Yo empecé con la pluma, aquella de palo de madera y luego pasé por la estilográfica, la vieja máquina de escribir mecánica, la eléctrica y ahora la computadora, que no escribe las novelas por mí, sino que me permite trabajar mucho más rápido y más descansado. Si a mí me hubieran dado la computadora hace veinte años, tendría dos veces más libros escritos.
Telenovelas
G.M.: A mí me fascinan los folletines y las telenovelas. Lo malo del folletín y de la telenovela es el tratamiento literario, el melodramatismo demagógico, digamos. Pero esos autores trabajan con elementos de la vida real que son útiles para un escritor. A mí no me preocupa manejar esos elementos, siempre que pueda darles un valor literario, porque al fin y al cabo son cosas que le suceden a la gente. Estuve a punto de publicar la novela (El amor en los tiempos del cólera) como un folletín, por entregas, como se hacía antes. La telenovela influye sobre las costumbres domésticas; hay casas donde se cambia el horario de las comidas para que puedan ver la telenovela las señoras y las criadas. Es la fascinación de los hechos de la vida real. Poder hacer eso, con valor y calidad literaria, sería una maravilla. Poderlos atrapar en esa forma, hacerlos cambiar de costumbres para que se interesen por las fábulas de uno, tiene que ser la aspiración de cualquier escritor.
Un rayo en el campanario - Ricardo Navarrete

Ricardo Navarrete - Foto: Daniela de la Mora
R.N.: "Llegué al mundo de la escenografía por accidente. Soy arquitecto y me enteré que una constructora se encontraba haciendo remodelaciones en el inmueble de Televisa Chapultepec, por lo que fui a pedir trabajo. No había empleo en la constructora, pero en Televisa San Angel necesitaban un escenógrafo, así que hice una prueba y me quedé. Los primeros programas en que intervine, en ese entonces como asistente de escenografía, fueron las telenovelas Alcanzar una estrella y Amor de nadie.
R.N.:quot;He aprendido muchos detalles de índole histórico: los tipos de construcciones, cuándo llegó a México tal árbol o tal flor y, claro, también sobre psicología del tiempo, del espacio, es decir, la forma de vestirse de la gente en otras épocas, los usos y costumbres que imperaban. No puedes utilizar cualquier elemento. Por ejemplo, en la hacienda que sirvió de locación para la telenovela Ramona, ubicada en 1860, había arcos de tres puntos, pero ese tipo de arcos fueron introducidos por Porfirio Díaz hasta principios del siglo XX, por lo que tuvimos que hacer algunas adecuaciones.
"Durante la grabación de Ramona, nos habíamos pasado varias horas agregando elementos de escenografía a un campanario, pero poco después de terminar hubo una tormenta y un rayo fue a caer precisamente sobre aquél. Este incidente nos obligó a repararlo y, después, a comenzar de nuevo nuestra labor ."
Conducir al borde del llanto - Cristina Zamora

Cristina Zamora - Foto: Salvador Sierra
C.Z.: "Me inicié en esto de la comunicación en 1984, cuando aún estudiaba la licenciatura en Periodismo en la Carlos Septién. Uno de mis profesores me recomendó para trabajar como redactora en el programa de radio La marcha de la economía que se transmitía por Stereo Cien. Ahí aprendí desde redactar, hasta editar y grabar."Un productor no se debe preocupar únicamente por cómo suenan los programas en la radio, sino por sus contenidos, que su locutor esté diciendo cosas coherentes. Cuando se va a realizar un programa el productor recibe un concepto y lo estructura de tal manera que esa idea pueda llegar al público tan heterogéneo que ofrece la radio."
C.Z.: "En La marcha de la economía, un compañero y yo nos encargábamos de redactar el guión del programa y recuerdo que una ocasión en que no pudieron llegar los conductores, nosotros tuvimos que entrar a la cabina y empezamos a leer, pero yo estaba al borde del llanto, angustiada, porque mi voz estaba saliendo en 48 ciudades, pero a mi compañero, también debido a los nervios, le comenzó a dar un ataque de risa. Fue catastrófico, yo lloraba y él se reía pero seguíamos sacando el noticiero."
Malos espíritus

Redactores y editores de un periódico en inglés de Hong Kong (South China Morning Post) se quejaban que en la redacción se escuchaban ruidos extraños y voces que los llamaban. Los hombres ya no querían trabajar de noche y las mujeres temían ir al baño solas. Quizá influenciados por cintas como El exorcista, a los directivos del diario se les ocurrió llamar a dos sacerdotes budistas para que exorcizaran a los supuestos fantasmas que habitaban el lugar. La nota, aparecida en Milenio Diario (21/III/01), describe la ceremonia del exorcismo (los monjes cantaron, regaron agua e hicieron sonar una campana, mientras el personal, directivos incluidos, hacían reverencias ante un pequeño altar). No precisa, sin embargo, si finalmente los periodistas se pudieron librar de los malos espíritus.
Delincuente informático

Con la ayuda de un celular y una computadora, Abraham Abdallah, en apariencia un modesto cocinero residente en Nueva York, obtuvo datos confidenciales de 200 de los hombres más ricos de Estados Unidos y pudo robarles millones de dólares en transacciones electrónicas. Algunas de sus víctimas: Steven Spielberg, Ross Perot y Ted Turner. Desde una PC, Abdallah, informó el diario español El Mundo (21/III/01), rastreó las huellas financieras de sus víctimas. Su punto de partida fueron compañías de crédito como Equifax. Poco a poco fue recopilando direcciones, números de celulares y cuentas bancarias. Abraham logró clonar informáticamente a muchas de sus víctimas y pudo hacerse pasar por ellas, usar sus tarjetas de crédito, tener acceso a sus cuentas corrientes y ordenar movimientos de capital en compañías como Merril Lynch. Una transferencia de diez millones de dólares a nombre del magnate Thomas Siebel significó el fin de su carrera delictiva, pues como la operación excedía la disponibilidad de dinero, Merril Lynch comenzó a investigar y descubrió que la orden procedía de dos direcciones de correo electrónico que también habían sido utilizadas en otras cinco operaciones con otros tantos clientes. Los especialistas en ciberdelitos de la policía de Nueva York se hicieron cargo del caso y seis semanas después Abdallah fue capturado. "Es el mejor delincuente informático al que nos hemos enfrentado", reconoció Michael Fabozzi, integrante de la policía de Nueva York ■