Táctica y estrategia

 

Mi táctica es mirarte,

Aprender como soy,

Quererte como soy,

Mi táctica es hablarte y escucharte,

Y construir con palabras,

                  Un puente indestructible,               

Mi táctica es quedarme en tu cuerpo,

No se como, ni sé con que pretexto,

Pero quedarme en vos,

Mi táctica es ser franco,

 Y saber que tu eres franca,

Y que no vendamos simulacro,

Para que en los dos no haya  temor ni abismo,

Mi  estrategia en cambio,

Es más profunda y simple,

Mi  estrategia, es un día cualquiera,

No se como ni se con que pretexto,

Por  fin me necesita…

 

 

Mario Benedetti

Muero de ti, amor, de amor de ti,

De urgencia mía de mi piel de ti,

De mi alma de ti y de mi boca

Y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,

De nosotros, de ese,

Desgarrado, partido,

Me muero, te muero, lo morimos.

 

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,

En mi cama en que faltas,

En la calle donde mi brazo va vacío,

En el cine y los parques, los tranvías,

Los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza

Y mi mano tu mano

Y todo yo te sé como yo mismo.

 

Morimos en el sitio que le he prestado al aire

Para que estés fuera de mí,

Y en el lugar en que el aire se acaba

Cuando te echo mi piel encima

Y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,

Dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

 

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos

Entre los dos, ahora, separados,

Del uno al otro, diariamente,

Cayéndonos en múltiples estatuas,

En gestos que no vemos,

En nuestras manos que nos necesitan.

 

Nos morimos, amor, muero en tu vientre

Que no muerdo ni beso,

En tus muslos dulcísimos y vivos,

En tu carne sin fin, muero de máscaras,

De triángulos obscuros e incesantes.

Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,

De nuestra muerte, amor, muero, morimos.

En el pozo de amor a todas horas,

Inconsolable, a gritos,

Dentro de mí, quiero decir, te llamo,

Te llaman los que nacen, los que vienen

De atrás, de ti, los que a ti llegan.

Nos morimos, amor, y nada hacemos

Sino morirnos más, hora tras hora,

Y escribirnos y hablarnos y morirnos.

 

 

 

Jaime Sabines

Yo no lo sé de cierto

 

Yo no lo sé de cierto, pero supongo 

Que una mujer y un hombre 

Algún día se quieren, 

Se van quedando solos poco a poco, 

Algo en su corazón les dice que están solos, 

Solos sobre la tierra se penetran, 

Se van matando el uno al otro. 

 

Todo se hace en silencio. Como 

Se hace la luz dentro del ojo. 

El amor une cuerpos. 

En silencio se van llenando el uno al otro. 

 

Cualquier día despiertan, sobre brazos; 

Piensan entonces que lo saben todo. 

Se ven desnudos y lo saben todo. 

 

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)

 

 

Jaime Sabines

Poemas conocidosNo es que muera de amor, muero de tAmor mío hallado

 

Amor mío, mi amor, amor hallado

De pronto en la ostra de la muerte,

Quiero comer contigo, estar,

Amar contigo,

Quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo

Los hilos de mi sangre acostumbrada,Lo Dice este dolor y mis zapatos

Y mi boca y mi almohada.

Te quiero amor, absurdamente,

Lentamente, perdido, iluminado,

Soñando rosas e inventando estrellas

Y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,

Desde la alfombra de ese cuarto a solas,

En las sábanas tibias de tu cuerpo

Donde se duerme un agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,

Río de noche, platanar oscuro,

Colmena ciega, amor desenterrado.

Voy a seguir tus pasos hacia arriba,

De tus pies a tu muslo y tu costado.

 

 

Jaime Sabines

Sitio de amor

 

Sitio de amor, lugar en que he vivido

De lejos, tú, ignorada,

Amada que he callado, mirada que no he visto,

Mentira que me dije y no he creído:

 

(Ésta es la última vez que yo te quiero.

En serio te lo digo.)

 

Cosas que no conozco, que no he aprendido,

Contigo, ahora, aquí, las he aprendido.

 

En ti creció mi corazón.

En ti mi angustia se hizo.

Amada, lugar en que descanso,

Silencio en que me aflijo.

 

(Cuando miro tus ojos

pienso en un hijo.)

 

Hay horas, horas, horas,

En que estás tan ausente

e todo te lo digo.

 

Tu corazón a flor de piel, tus manos,

Tu sonrisa perdida alrededor de un grito,

Ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,

se tu andar buscándome por donde yo no he ido:

 

Todo eso que tú haces y no haces a veces

Es como para estarse peleando contigo.

 

Niña de los espantos, mi corazón caído,

Ya ves, amada, niña, qué cosas dijo.

 

 

 

Jaime Sabines

 

Digo que no puede decirse amor...

 

Digo que no puede decirse amor.

El amor se come como un pan,

se muerde como un labio,

se bebe como un manantial.

El amor se llora como a un muerto,

se goza como un disfraz.

El amor duele como un callo,

aturde como un panal,

y es sabroso  como la uva de cera

y como la vida es mortal.

 

El amor no se dice con nada,

ni con palabras ni con callar.

Trata de decirlo el aire

y lo está ensayando  el mar.

Pero el amante  lo tiene prendido,

untando en la sangre lunar,

y el amor es igual que una brasa

y una espiga de sal.

 

La mano de un manco lo puede tocar,

la lengua de un mudo, los ojos de un ciego,

decir y mirar.

El amor no tiene remedio

y solo quiere jugar.

 

 

Jaime Sabines

Te Quiero

Tus manos son mi caricia,

mis acordes cotidianos;

te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia.

 

Si te quiero es porque vos

mi amor, mi cómplice, y todo.

Y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

 

Tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada;

te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro.

 

Tu boca que es tuya y mía,

Tu boca no se equivoca;

te quiero por que tu boca

sabe gritar rebeldía.

 

Si te quiero es porque vos

mi amor mi cómplice y todo.

Y  en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

 

Y por tu rostro sincero.

Y tu paso vagabundo.

Y tu llanto por el mundo.

Porque vos pueblo te quiero.

 

Y porque amor no es aurora,

ni cándida moraleja,

y porque somos pareja

que sabe que no está sola.

 

Te quiero en mi paraíso;

es decir, que en mi país

la gente vive feliz

aunque no tenga permiso.

 

Si te quiero es por que sos

mi amor, mi cómplice y todo.

Y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

 

 

Mario Benedetti

 

Una mujer desnuda y en lo oscuro

Una mujer desnuda y en lo oscuro

tiene una claridad que nos alumbra

de modo que si ocurre un desconsuelo

un apagón o una noche sin luna

es conveniente y hasta imprescindible

tener a mano una mujer desnuda.

 

Una mujer desnuda y en lo oscuro

genera un resplandor que da confianza

entonces dominguea el almanaque

vibran en su rincón las telarañas

y los ojos felices y felinos

miran y de mirar nunca se cansan.

 

Una mujer desnuda y en lo oscuro

es una vocación para las manos

para los labios es casi un destino

y para el corazón un despilfarro

una mujer desnuda es un enigma

y siempre es una fiesta descifrarlo.

 

Una mujer desnuda y en lo oscuro

genera una luz propia y nos enciende

el cielo raso se convierte en cielo

y es una gloria no ser inocente

una mujer querida o vislumbrada

desbarata por una vez la muerte.

 

 

 

Mario Benedetti

Viceversa

Tengo miedo de verte

necesidad de verte

esperanza de verte

desazones de verte.

Tengo ganas de hallarte

preocupación de hallarte

certidumbre de hallarte

pobres dudas de hallarte.

Tengo urgencia de oírte

alegría de oírte

buena suerte de oírte

y temores de oírte.

o sea,

Resumiendo estoy jodido

y radiante

quizá más lo primero

que lo segundo

y también viceversa.

 

 

Mario Benedetti

 

De tiempo a espacio

Naciste desde el fondo de la noche,

del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz

y la mirada sólo tibio aire,

cuando aún no era ojo sino apenas un viento suave,

un aroma erigido sin mano que lo toque.

 

Eras la flor ahogada flotando sobre el cuerpo

en nuestro amanecer hacia la luz;

destrozabas la noche con tus ojos,

hundida en mi desnudo

tal un vivo rumor de brisa que al oído

volcara la virtud de su marea,

y mi aliento en tu savia navegaba,

y tu voz en mi pulso se moría

como sombra de ave agonizante,

transformando mi cuerpo en sueño tuyo,

en vivo espejo abandonado

o silencio que cruza los espacios.

 

 

Ali Chumacero

Desvelo de amor

Cayó desnuda, virgen, la palabra;

cayó la virgen desnudada

bajo mi cuerpo, trémulo latir

que hoy apenas si me pertenece

y me embriaga con cálido rumor,

rodea mi epidermis,

se introduce letal bajo mi lengua,

y mis párpados no lo miran

pero lo sienten desalado,

desolado que busca entre la noche

la amarga conjunción

de dos manos eternamente unidas

en el estrecho abrazo de la muerte.

 

Calló la voz. Mudos los labios

ciñéronse a la sombra

incendiando el incienso  de su caída flor;

tan quietos como el sueño que también esperaban

con ansiedad de ciego sobre el tacto;

descansando angustiosos como el árbol sin fruto

bajo la primavera. Y mi cuerpo cayó

a un desesperado cuerpo,

y desde entonces siente

cómo crecen sus nervios en una dura ruina

hecha de sombra y voz estremecidas

por el vivo temor de estrecharse a la noche,

como el mar a las aguas que lo nutren

o la voz a los labios, fuente muda;

y en la quietud nacida

de este limpio silencio que por mi cuerpo corre,

destrozados los labios, la voz y la palabra,

anclado entre mí mismo,

el fuego de mi tacto se adormece

en esta soledad bajo la flor del sueño.

 

Ali Chumacero

Ola

Hacia la arena tibia se desliza

la flor de las espumas fugitivas,

y en su cristal navega el aire herido,

imperceptible, desplomado, oscuro

como paloma que de pronto niega

de su mármol idéntico el estío

o el miedo que en silencios se apresura

y sólo huella fuese de un viraje,

melancólica niebla que al oído

dejara su tranquilo desaliento.

mas el aire es quien fragua, sosegado,

la caricia sombría, el beso amargo

que al fin fatigará el oculto aroma

de la arena doliente, deseosa,

ávida, estéril sombra pensativa,

cuerpo anegado en un cansancio oscuro

sometido al murmullo de aquel beso.

 

Hermosa así, desnuda, ya no es

la carne iluminada cual la flecha

que en el viento describe lujuriosa

el temblor que después ha de entregar;

ni es la boca ardiente, enamorada,

insaciable al contacto, al beso ávida

como profundo aroma silencioso;

Ni la pasión del fuego hacia el aliento

destruyendo lo inmóvil de la sombra

para precipitarla en lo que ha sido,

sino que, ya ternura del cautivo

que sabe dónde amor le está esperando,

quiebra su forma, pierde su albedrío

y en un instante de candor o ala

ahogada en un anhelo suspendido,

como ciega tormenta despeñada

abandónase al cuerpo que la acosa

y a su encuentro es caricia, oscura imagen

de rudo impulso convertido en plumas

o tinieblas perdidas para siempre,

y sabe cómo al fin la arena es tumba,

frontera temblorosa donde se abren

las flores fugitivas de la espuma,

resueltas ya en silencio y lentitud.

 

 

Ali Chumacero

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