"El dedo que se mueve escribe;
teniendo una orden, avanza: ni tu piedad
ni tu ingenio le harán retroceder para
suprimir media línea, ni borrarán tus
lágrimas una sola palabra".
Omar Jayyam (1048-1122)
Rubayat
Han transcurrido casi mil años desde el
nacimiento de Omar, el fabricante de
tiendas, poeta y astrónomo más famoso
de su época, todo ello reunido en la
persona de un brillante narrador filosófico.
Estos versos de Rubayat contiene una
lección que sigue siendo actual después de
un milenio. Estas famosas palabras abrazan
una verdad sutil que se le escapa a muchas
personas.
Una forma de entender la sabiduría de
estos versos es imaginar tu cuerpo como
si fuera una lancha motora que está
cruzando las aguas a cuarenta nudos.
Estás de pie en la popa de la lancha y
observas el agua. Lo que verías en esta
escena imaginaria es la estela. Ahora te
voy a pedir que reflexiones sobre estas
tres preguntas.
Pregunta No. 1: ¿Qué es la estela?
Probablemente llegues a la conclusión de
que no es más que el rastro que deja la
lancha tras de sí.
Pregunta No. 2: ¿Qué está moviendo al
barco? (El barco representa tu "crucero"
por la vida.) La respuesta es: "La energía
del momento presente generada por el
motor; ninguna otra cosa es responsable
del avance". En el caso de tu vida, los
pensamientos del momento presente impulsan
a tu cuerpo para que siga adelante, ¡nada
más!
Pregunta No. 3: ¿Es posible que la estela
conduzca el barco? La respuesta es evidente.
El rastro que queda atrás nunca puede hacer
que el barco vaya hacia adelante. Es un
rastro, nada más. "El dedo que se mueve
escribe; teniendo una orden, avanza..."
Una de las grandes fantasías de la vida
es creer que el pasado es el responsable de
nuestra situación actual. Con frecuencia lo
utilizamos como excusa para justificar por
qué no salimos de la rutina. Insistimos en
que se debe a todos los problemas con los
que nos hemos enfrentado en el pasado. Nos
aferramos a las heridas que experimentamos
en la juventud, dejamos que nos aten y
seguimos culpando a esas desafortunadas
experiencias de nuestras actuales
circunstancias. Por esas razones no podemos
avanzar. Es decir, vivimos con la ilusión
de que nuestra estela es la que guía nuestras
vidas.
Piensa en cuando has sufrido una herida
física, como un corte en la mano. La
naturaleza actúa de inmediato y la herida
empieza a cerrarse. Por supuesto, ha de
limpiarse, al igual que las heridas
emocionales. La curación suele ser rápida
porque tu naturaleza dice: "Cierra todas
las heridas y te habrás curado". No obstante
cuando tu naturaleza dice: "Cierra todas
las heridas del pasado", muchas veces no le
haces caso y creas vínculos con esas heridas,
vives en los recuerdos y utilizas el pasado
para justificar tu fracaso o tu incapacidad
para seguir adelante.
El dedo que se mueve al que se refiere Omar
Jayyam es tu cuerpo. Una vez ha escrito, se
ha terminado y no puedes hacer nada para
borrarlo. Ninguna de tus lágrimas borrará
una sola palabra de tu historia. La inteligencia,
la oración o la piedad no podrías cambiar una
sola gota de tu estela. Es la huella que has
dejado tras de ti. Aunque meditar sobre los
hechos pasados de tu estela puede ser beneficioso,
has de llegar a la convicción de que sólo tus
pensamientos presentes son responsables de tu
vida actual.
Muchas veces se ha dicho que las circunstancias
no hacen al hombre, sino que hacen que éste se
manifieste. La tendencia a culpar a nuestro
pasado de nuestros defectos presentes es tentadora.
Es la vía fácil, ya que nos proporciona una excusa
apra rechazar los riesgos que conlleva pilotar
nosotros mismos el barco. Todos, repito,
absolutamente todos tenemos experiencias y
condicionamientos del pasado que podemos utilizar
como excusa para la pasividad. La estela de
nuestra vida está rebosante de escombros de nuestra
historia pasada. Los fallos de nuestros padres,
las adicciones, las fobias, los abandonos, las
enfermedades de los miembros de nuestra familia,
las oportunidades perdidas, la mala suerte, las
condiciones económicas precarias e incluso el
orden de nuestro nacimiento nos están mirando
insidiosamente desde la estela que dejamos
atrás. Sin embargo, el dedo que se mueve ha
escrito la historia y nada se puede hacer para
borrarla.
Omar Jayyam nos recuerda desde otro lugar,
otra era y otro lenguaje que el pasado pertenece
al pasado, y no sólo eso, sino que no podemos
recuperarlo o volver a vivirlo. Además, es un
engaño creer que el pasado es lo que nos conduce
en nuestra vida o lo que nos hace fracasar. El
dedo todavía está conectado con el corazón y
puede escribir todo lo que desee, independientemente
de lo que escribió ayer. ¡Despierta y apártate
de la estela y escucha la sabiduría de Omar el
fabricante de tiendas!
Las lecciones esenciales de estos versos
incluyen:
Vive hoy. Abandona tu apego al pasado y deja de
utilizarlo como excusa para tu situación actual.
Eres el producto de las elecciones que estás
haciendo en estos momentos y nada de lo que hay
en la estela te puede afectar en el presente si
tienes sentido común.
Elimina toda palabra de culpa de tu vocabulario.
Estate atento para descubrir cuándo utilizas tu
pasado como excusa para tu conducta actual y,
cuando lo consigas, repite: "Soy libre de
desprenderme de aquello que fui en el pasado".
Despréndete de tus lágrimas, que han sido un
símbolo de tu apego al pasado. La tristeza y
la autocompasión no borrarán ni la más mínima
parte de tu pasado. Recuerda con amor a esa
parte de ti mismo que aquello ya ha pasado y
que ahora estás en el presente. Aprende de
esas experiencias. Bendícelas porque son
grandes maestras y no tardes en centrarte de
nuevo en el verdadero eje de tu vida, ¡el
presente! Existe un pasado, pero no ahora.
Hay un futuro, pero no ahora. ¡Asimila esta
sencilla verdad de hace mil años y escribe
tu vida con ella!
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