Lot, o el patriotismo

Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde,- y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y vién- dolos Lot, se levantó a recibirlos, e inclinóse hacia el suelo.

Y dijo: Ahora,,Piíes, mis señores,- os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies, y por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro ca- mino. Y ellos respondieron.- No. que en la plaza nos queda- remos esta noche.

Mas él porfió con ellos mucho, y se vinieron con él, y entraron en su casa e hízoles banquete. Y coció panes sin levadura y comieron.

Y dijeron los varones a Lot.- ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar.

Porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha subido de punto delante de Jehová,@ por tan- to, Jehovd nos ha enviado para destruirlo.

Génesis, cita 19 - 1 - 3, 12 - 19

Llegaron, pues@ los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde,- y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y vién- dolos Lot, se levantó a recibirlos, e inclinóse hacia el suelo.

Y dijo: Ahora, piíes, mis señores,- os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies, y por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron.- No, que en la plaza nos queda- remos esta noche.

Mas él porfió con ellos mucho, y se vinieron con él, y entraron en su casa e hízoles banquete. Y coció panes sin le- vadura y comieron.

Y dijeron los varones a Lot., ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciu- dad, sácalo de este lugar.

Porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha subido de punto delante de Jehová,,por tan to, Jehovd nos ha enviado para destruirlo.

Génesis, cita 19 - 1 - 3,12 - 19

Al oír esto, Lot quedó desconcertado y dijo: -¿Y por qué tengo yo que salir de aquí? ,

A lo que le respondieron: -Porque el Señor no quiere aniquilar al justo.

Lot calló durante largo rato, y después dijo: --Por favor, señores, permitidme que vaya a avisar a mis yernos e hijas, a fin de que se preparen para el camino. Y le respondieron: -Hazlo así.

Entonces salió Lot, corrió por las calles del pueblo y gritó a toda la gente: -Levantaos, salid de este lugar, por- que Jehová va a destruir esta ciudad. Mas " pareció que se burlaba.

Lot volvió a su casa, pero no se acostó, sino que estuvo meditando durante toda la noche.

Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, dciendo., Levántate, toma tu mujer,y tus dos hijas que se ha- llan aquí, porque no perezcas en el castigo de la ciudad.

-No me voy -dijo Lot-. Perdonadme, pero no me voy. He pensado sobre ello toda la noche. No puedo mar- charme, porque también yo soy de Sodoma.

-Tú eres justo -argumentaron los ángeles-, pero ellos son injustos y el clamor de sus culpas ha llegado hasta Jehová. ¿Qué tienes tú que ver con ellos?

-No sé -respondió Lot-. También he reflexionado sobre esta cuestión: «qué tengo yo que ver con ellos». Du- rante toda la vida me he quejado de mis conciudadanos y- les he juzgado tan severamente que ahora me resulta terrible recordarlo, porque van a morir. Y cuando iba a la ciudad de Segor, me parecía que su gente era mejor que la de Sodoma.

-Levanta --dijeron los ángeles-; irás a la ciudad de Segor, porque ella será conservada. -¿Qué me importa a mi 'Señor? -respondió Lot-. Si hay un hombre justo en Segor, cuando he hablado con él siempre ha criticado a sus conciudadanos. Y yo hablaba

Al oír esto, Lot quedó desconcertado y dijo: -¿Y por qué tengo yo que salir de aquí? -

A lo que le respondieron: -Porque el Señor no quie- re aniquilar al justo.

Lot calló durante largo rato, y después dijo: --@-Por favor, señores, perinitidme que vaya a avisar a mis yernos e hijas, a fin de que se preparen para el camino. Y le respondieron: -Hazlo así.

Entonces salió Lot, corrió por las calles del pueblo y gritó a toda la gente: -Levantaos, salid de este lugar, por- que Jehová va a destruir esta ciudad. Mas les pareció que se burlaba.

Lot volvió a su casa, pero no se acostó, sino que estu- vo meditando durante toda la noche.

Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer. y tus dos hijas que se ha- llan aquí, porque no perezcas en el castigo de la ciudad.

-No me voy -dijo Lot-. Perdonadme, pero no me voy. He pensado sobre ello toda la noche. No puedo mar- charme, porque también yo soy de Sodoma.

-Tú eres justo -argumentaron los ángeles-, pero ellos son injustos y el clamor de sus culpas ha llegado hasta Jehová. ¿Qué tienes tú que ver con ellos?

-No sé -respondió Lot--'. También he reflexionado sobre. esta cuestión: «qué tengo yo que ver con ellos». Durante toda la vida me he quejado de mis conciudadanos y les he juzgado tan severamente que ahora me resulta terible recordarlo, porque van a morir. Y cuando iba a la ciudad de Segor, me parecía que su gente era, mejor que

la de Sodoma. -"vanta -dijeron los ángeles-; irás a la ciudad de Segor, porque ella será conservada.

-¿Qué me importa a mí Señor? -respondió Lot-. Si hay un hombre justo en 8,egor, cuando he hablado con él siempre ha criticado a sus conciudadanos. Y yo hablaba

mal de los de Sodoma por sus culpas. Pero ahora no puedo marcharme. Por favor, dejadme aquí.

Y argumentó el ángel, y dijo: --Jehová ha mandado destruir la ciudad.

 

-Hágase su voluntad --dijo Lot en voz baja-. He pensado toda la noche y al recordar muchas cosas no he podido contener las lágrimas. ¿Habéis oído alguna vez cantar a los sodomitas? No, vosotros no los conocéis; de lo contrario no me vendríais con esas cosas. Cuando ca- minan las muchachas por la calle, contoneando las caderas y tarareando entre sus labios una canción, y sonriendo mientras llevan el agua en sus cubos... ¡No hay agua tan limpia como la de las fuentes de Sodoma! Y ninguna lengua ni conversación se escuchaba con tanto agrado. Cuando habla un niño le comprendo como si fuera mío, y si juega, es al mismo juego que me entretenía a mí de pequeño. Y cuando yo lloraba, mi madre me consolaba en la lengua de Sodoma. ¡Jehová --~exclamó Lot-, parece que fue ayer!

-Pecaron los sodomitas --dijo severo el segundo ángel- y por ello...

 

-Pecaron, ya lo sé -lo interrumpió Lot impaciente-. ¿Habéis visto al menos a nuestros artesanos? Parece que juegan, pero cuando hacen una cántara o un lienzo, el corazón salta de alegría al ver tanta perfección. Son gente tan mañosa que uno los estaría contemplando todo el día. Y cuando los ves cometiendo las peores acciones, te duele más que si'lo hicieran los de Señor. Te atormenta como si tuvieras participación en su culpa. ¿De qué me vale ser justo si soy también de Sodoma? Si condenáis a Sodoma me condenáis también a mí. Yo no soy justo. Soy como ellos. No me iré de aquí.

 

-Tú también serás aniquilado con ellos --dijo el ángel entristecido.

-Quizá, pero primero trataré de que no sean aniquilados ellos. No sé qué haré, pero hasta el último momento, no dudaré de que les puedo -ser útil. ¿Creéis que puedo marcharme así, sin más ni más? Me he hecho desagradable a Jehová y por eso no me escucha. Si me die- ra tres años de tiempo, o tres días, o por lo menos tres horas. ¿Qué pueden importarle a Jehová tres horas? Si ayer me hubiera ordenado: «Vete de entre ellos porque son pecadores», le habría contestado: «Permíteme un momento, hablaré todavía con éste o el otro, los he juzga- do, en lugar de ir entre ellos». Pero ¿cómo puedo marcharme ahora, cuando tienen que ser destruidos? ¿Acaso no soy yo también culpable de que hayan llegado tan lejos? Yo no quiero morir, pero necesito que ellos tampoco mueran. Me quedo.

-No salvarás a Sodoma. -Ya sé que no la salvaré, ¿acaso puedo yo algo? Pero lo intentaré; todavía no sé cómo. Sé que, me dejé llevar por la inercia, porque durante toda la vida los he juzgado tan severamente como ningún otro; porque, junto con ellos, he llevado lo más pesado: sus faltas. Jehová, ni si- quiera se explicar lo que son los sodomitas para mí, sola- mente te lo puedo demostrar quedándome con ellos.

-Tus conciudadanos -habló el ángel- son aquellos que son justos y creen en el mismo Dios en que crees tú. Los pecadores, los impíos y los idólatras no son tus con- ciudadanos.

-¿Cómo no van a serlo, si son de Sodoma? -Vosotros no comprendéis esto, porque no sentís la voz de la carne y el barro. ¿Qué es Sodoma? Decís que es una ciudad viciosa. Pero cuando los sodomitas luchan no lo hacen por sus vicios, sino por algo que fuego que será mejor. Hasta el peor puede sacrificarse o caer por los demás. Sodo'ma so- mos todos nosotros. Y si yo he contraído algún mérito a los ojos de Dios que se lo aplique a Sodoma y no a mí. ¿Qué más podría decir? Decidle al Señor: Lot, tu siervo, se pondrá al frente de los hombres de Sodoma y los defenderá contra ti, como si fueras su enemigo.

 

-¡Detente! -clamó el ángel-. Terrible es tu pecado, pero Jehová no lo ha oído. Prepárate y sal de esta ciudad; salva, por lo menos, a tu mujer y a las dos hijas que tienes en esta ciudad.

Y Lot lloró. -Sí, debo salvarlas... tenéis razón... Os lo ruego, guiadme.

Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer, y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él...

 

Cuando lo conducían, Lot oraba diciendo: -Todó lo que me dio la vida, Sodoma, me lo dio con tus manos. Hizo mi carne de tu barro y puso en mi boca las palabras que están en las bocas de tus hombres y de tus mujeres; y por eso los he besado con cada una de mis palabras, aun cuando los maldecía.

»Te veo aunque cierre los ojos, porque eres más pro- funda que mis ojos. Tú eres para mí lo mismo que yo he sido para ti.

»Mis manos ejecutan tus movimientos sin saberlo. Y aunque estuviera en el desierto irían mis pies en dirección de tus calles...

»Sodoma, Sodoma... ¿acaso no eres la más bonita de

las ciudades? Y aunque solamente viera una ventana,- cubierta con un lienzo a rayas, la reconocería y me diría: Es una ventana de Sodoma.

»Soy como un perro al que se llevan de casa de su amo. Aunque baje el hocico hasta el polvo para no ver, re- cuerda todavía el olor de las cosas que conocía.

 

»Creia en Jehová y sus leyes. En ti no creía, pero tú, Sodoma, eres tú. Y las otras tierras son como una sombra que penetra, sin que uno pueda apoyarse contra las pare- des o contra un árbol. Son como sombras...

»Tú, sin embargo, no tienes igual. Y todo lo que es lo es solamente comparándolo contigo. Si te veo a ti, es sólo a ti a quien veo; pero si veo cualquier otra cosa, solamente la veo cuando la comparo contigo.

»Creía en Jehová porque soñé que sería el Dios de Sodoma. Si no hay Sodoma, no hay Jehová.

»¡Puertas, puertas de Sodoma! ¿Adónde me llevan y a qué soledades? ¿Dónde he de poner mi pie? Porque debajo de mí no hay tierra y estoy de pie como si no estuviera. Id, hijas mías y dejadme. ¡No puedo continuar!

Y le pusieron fuera de la ciudad... Y fue que cuando los hubo sacado fuera, dijo el ángel.- Escapa, por tu vida, no mires tras de ti, ni pares en toda esta llanura,- escapa al monte, no sea que perezcas.

El Sol salía sobre la tierra cuando esto le decían. Entonces llovió Jehovd sobre'Sodorna y sobre Gomorra

azufre y fuego de parte de Jeho vd desde los cielos

Entonces sé volvió Lot, gritó y corrió de nuevo hacia la ciudad.

-¿Qué haces, maldito? -le llamaron los ángeles. -Voy a ayudar a los sodomitas -contestó Lot, y entró en la ciudad.

Año 1923