Últimos Descubrimientos

 

    Washington, junio 2.000 (EFE). Científicos de Japón y EE.UU. han logrado observar, por primera vez, el intercambio de energía entre el Sol y la Tierra que produce las auroras austral y boreal, un fenómeno eléctrico tan bello como peligroso para las comunicaciones.
    

Hasta ahora se sabía que las auroras son un fenómeno provocado por la acción del viento solar y el campo magnético de la Tierra, pero no se conocía exactamente el mecanismo que las originaba.
Un grupo de expertos en física del espacio ha informado de que ese mecanismo es, en realidad, una "reconexión" de los campos magnéticos del Sol y la Tierra, que permite que el viento solar penetre dentro del escudo protector que nos envuelve.
"La energía magnética (procedente del viento solar) se convierte en un estallido de partículas de energía que crean las auroras y las tormentas espaciales", ha explicado Atsuhiro Nishida en la reunión que celebra en Washington la Unión Geofísica Estadounidense (AGU según sus iniciales en inglés).
    

    Nishida, quien afirma que "la reconexión es el proceso fundamental de transferencia e intercambio de energía en el sistema Sol-Tierra", pertenece a la Sociedad Japonesa para la Promoción de la Ciencia. El científico japonés y sus colaboradores han utilizado las observaciones de la nave Geotail para realizar sus observaciones, en colaboración con otro equipo estadounidense, que ha utilizado la nave de la NASA Polar. Ambos equipos han logrado determinar que las reconexiones se producen en la cola de la magnetosfera, a unos 150.000 kilómetros de distancia en este campo, de forma alargada, que protege a la Tierra del viento solar. "La magnetosfera actúa como un gran envoltorio magnético alrededor de la Tierra", ha explicado por su parte Jack Scudder, profesor de ciencias físicas de la Universidad de Iowa y principal investigador en el programa HYDRA (Hot Plasma Analyzer) en la nave Polar.

    Las observaciones presentadas en la reunión de la AGU dan un nuevo enfoque al debate iniciado hace 50 años sobre la transferencia del energía desde el viento solar a los campos magnéticos de la Tierra. Las auroras, que cuando se producen en el hemisferio norte se llaman "auroras boreales" y cuando ocurren en el sur "auroras australes", son un raro pero bello fenómeno que se percibe en forma de cortinas luminosas, arcos o bandas que parecen descolgarse desde los estratos elevados de la atmósfera. En los últimos años, los científicos han descubierto que ese bello espectáculo es nefasto para las comunicaciones, porque pueden distorsionar las que se realizan mediante satélites, por radio, teléfonos e incluso pueden interrumpir el suministro de energía eléctrica.

    Los científicos japoneses y de EE.UU., unidos en un proyecto denominado ISTP (International Solar Terrestrial Physics) han logrado reunir las primeras evidencias del proceso que han denominado "reconexiones magnéticas". Ese proceso, según Jeffrey Hugues, responsable del departamento de astronomía de la Universidad de Boston, "abre la válvula de un grifo que deja pasar el viento solar a través de la magnetopausa -el límite externo del campo magnético de la Tierra- y gotear en la magnetosfera".
Los científicos han identificado "desgarrones" en el envoltorio magnético de la Tierra, a través de los que penetran las partículas cargadas y la energía del sol. "Esos desgarrones, en los que se produce la reconexión, es lo que nosotros hemos observado directamente con la nave Polar", ha precisado Jack Scudder. Desde la Tierra, la zona inmediata de la atmósfera, que incluye la troposfera y la estratosfera, llega hasta unos 100 kilómetros de altura. La ionosfera sigue después hasta unos 500 kilómetros y, finalmente la magnetosfera se extiende hasta unos 1.500-2.000 kilómetros. Pero eso es en la parte comprimida de sus campos magnéticos, porque en la región que parece ser "arrastrada" por el viento solar, la magnetosfera se alarga y se estrecha cientos de miles de kilómetros hasta desvanecerse. "Sin esas reconexiones provocadas por el viento solar -apostilló el investigador Jeffrey Hughes- la magnetosfera podría ser un lugar realmente benigno".

 

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