Adultez

Segunda  Parte

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Primeras experiencias después del matrimonio

 

No tardé mucho en experimentar salir de mujer con el carro. Al principio sólo quería ver que tan pasable podía ser. Las experiencias anteriores se habían reducido casi siempre a las noches o con duraciones cortas de tiempo y muy poco frecuentes. Así que comencé a experimentar nuevamente durante el día. Salía de la casa rápidamente y me subía al coche para alejarme a otras colonias lo antes posible. Ya lejos de allí estacionaba el coche y me salía a caminar algunos metros para después regresar. Lo hacía de día y buscaba el encuentro con extraños esperando ver sus reacciones. Estudié la forma del cuerpo de las mujeres y simulaba  con rellenos la forma de las caderas y pompas. Poco a poco tomé confianza y me desplazaba cada vez más lejos. Las experiencias anteriores me decían que el secreto era caminar con seguridad y la cabeza levantada. Hasta la fecha esta es, creo, una de las mejores formas de afrontar este reto. La timidez es muy delatora.

 

 

Alguna vez leí que las personas transexuales toman clases de canto para mejorar la modulación de su voz. Yo no tenía tiempo ni dinero para tomar clases de canto, pero busque un libro con algunos ejercicios orientados  a la vocalización. Comencé a practicar estos ejercicios durante los trayectos en el coche de la casa al trabajo y viceversa. Sentí que los ejercicios si me permitían aflojar las cuerdas vocales. Después grabé mi voz para analizar que tan pasable podía ser, hasta que me pareció algo aceptable.  No era muy necesario  hablar para lo que pensaba hacer,  pero practicar una voz femenina me daba mas seguridad. Nunca sabe una que puede pasar.

 

Después de varias salidas de este tipo tomé la confianza suficiente para realizar mi fantasía. Un día no fui a trabajar. La empresa tenía un convenio con el sindicato de otorgar ese día de asueto. Así que durante todo el día lo estuve pensando. Me probé muchas cosas. Los pantalones parece que dan más seguridad, pero al verme al espejo notaba que la forma femenina de las piernas y caderas se perdía, pero las faldas parecían dar mejor resultado.

 

Finalmente me decidí. Manejé hasta el centro comercial más cercano y me estacioné un momento para  tranquilizarme.  Había mucha gente pasando de un lado a otro. Yo me puse nerviosa, después de unos diez minutos me atreví a salir del coche, pero a la más mínima mirada de alguien reaccioné y me regresé.  Volví a quedarme por otros diez minutos. De pronto vi que la cantidad de gente afuera disminuyó, por otro lado me percaté de que  mi plan estaba siendo un fracaso. Yo debería ser mas audaz para lograr mi propósito. No pude mas, me salí del coche y comencé a caminar. Al poco tiempo caminaba por entre los demás y traté de seguir adelante sin regresar. A la mitad del camino ya estaba aterrada, pero unos niños se acercaron a ofrecerme flores. Los niños suelen reaccionar rápidamente ante los travestis y se alejan o se burlan.  Así que la confianza que tuvieron estos niños, hizo que la mía mejorara y seguí adelante. Cuando llegué a la puerta de la tienda me detuve un par de  segundos, pero una pareja entró tras de mí y sentí lo mal que me vería retrocediendo. De manera que di el primer paso en la tienda y continué hasta llegar al departamento de damas. Comencé a ver los vestidos y blusas tratando de tomar confianza. Cuando hice una revisión con mi vista, noté que todo mundo estaba en lo suyo aparentemente, luego volteé al vestidor de damas pensando en solicitar permiso para probarme un vestido. “Lo peor que puede pasar es que me rechacen y entonces saldré inmediatamente de la tienda”, pensé. De pronto una mujer se acercó a donde yo estaba y se puso a acomodar los vestidos. Su presencia me puso nerviosa y decidí ir de una vez al vestidor de damas para probarme un vestido. Solicité permiso y la señorita me dio el acceso. Cuando entré vi un espejo en donde observé como se movía mi falda de un lugar a otro  al compás del sonido de los tacones. De pronto escuche una voz atrás:

 

-          ¿Lo vas a dejar entrar? – dijo una voz de mujer.

 

-          Si - contestó la señorita en forma dudosa , y después ya no escuché nada.

-           

Yo quería que la tierra me tragara, pero ya estaba adentro. Después entró a los vestidores la señorita a cargo para apresurar a unas niñas para que salieran rápido. Yo rápidamente me probé el vestido y me salí de allí. Al salir entregué la ficha de acceso a la señorita y vi a dos mujeres cercas que me observaban. Traté de disimular mi pánico, me di la vuelta y seguí mi camino. Entonces alcance a escuchar:

 

-          Si es mujer – dijo una voz que parecía de alguna de las dos mujeres que me observaban.

-           

Por fin descansé. Supongo que los rellenos en mis caderas ayudaron a que las chicas cambiaran de opinión, pero mi rostro estaba delatando algo. De cualquier forma tuve la confianza de regresar al departamento de damas y comprar unas pantimedias.  Al pasar a pagar, la señorita de la caja me dijo:

 

-          Buenas tardes señorita, ¿encontró lo que buscaba?.

 

-          Si – contesté.

 

Ahora me sentía mas tranquila. Salí de allí y me sentí feliz por una parte pero no del todo satisfecha. Había cometido errores y estaba dispuesta a corregirlos.

 

 

Mejorando la apariencia

 

 

Tuve que revisar que había salido mal ese día para volver a repetir la experiencia con mejores resultados. En el espejo me observé y concluí que la peluca que tenía hacía que se enfatizara más la parte saliente del entrecejo. Así que conseguí otra peluca que no diera este efecto y además agregué unos lentes. Al observarme al espejo me pareció mas femenino mi rostro.

 

 

Nuevamente decidí experimentar lo mismo para saber que resultados tenían los cambios. Acudí de noche a un centro comercial y me dirigí a la puerta de entrada de una tienda. Esta vez no vacilé en entrar y me di cuenta que nadie me observaba, por lo que nuevamente tomé una falda y fui a probármela en el vestidor de damas. Esta vez todo transcurrió normal. También pasé al área de zapatos y me probé algunos, pero no me quedaron.  La tienda estaba muy llena y sin embargo no detecté miradas extrañadas o risitas a escondidas. Salí y pagué la ropa  sin el menor problema.

 

Ahora ya estaba satisfecha con mi fantasía, pero …¿Cómo podría abandonar estas prácticas después de haber tenido estas experiencias?. Realmente ahora tenía menos deseos de abandonar mis fantasías que nunca y por el contrario comencé a tener curiosidad de seguir experimentando.

 

En aquel entonces yo me seguía considerando un travesti con fantasías exageradas. Nunca me había comunicado con nadie más que hiciera lo que yo. Pero ahora se que lo que acababa de experimentar se sale de lo que muchas travestis ni siquiera imaginan. Incluso muchos transexuales sufren con dar este primer paso como parte del tratamiento que incluye vivir al menos un año como mujeres.

 

Yo sólo puedo decir que me gustó vivir esa experiencia y que a pesar de que el plan era hacerlo y abandonar para siempre esas costumbres, en realidad yo quería seguir  experimentando más allá.

 

 

Víctor/Victoria

 

 

Ahora que ya me sentía confiada en salir como mujer, mi vida empezó a tener un giro que jamás hubiera imaginado a donde me llevaría, incluso todavía me siento perdida en ese laberinto que se le conoce como “transexualidad”, o sea el cambio de identidad sexual o mas científicamente dicho la “Disforia de Género”. 

 

 

Para evitar  confusiones, a partir de ahora, simplemente diré que cuando era mujer me referiré a Victoria y como hombre a Víctor.

 

Después de completar mi plan decidí seguir experimentando. Así que comencé por comprar algo en algún comercio pequeño dentro de la colonia. Esta vez lo hice sin coche ya que Paola normalmente usaba el coche el día que yo me quedaba a hacer algo en casa. Me di cuenta que depender del coche era una limitante para mis salidas como Victoria, así que decidí también experimentar transportarme en autobuses o microbuses públicos, mejor conocidos como “colectivos”. “Si ya había entrado a una tienda comercial, que problema podría haber en usar un transporte público”, pensaba. La razón es que quizás en una tienda te mueves de un lugar a otro y no permites que la gente se detenga mucho tiempo a observarte, pero en un transporte público vas junto a otras personas durante un recorrido de  al menos diez minutos, tiempo suficiente para apreciar con más detalle a una persona.

 

Bueno,  a pesar del riesgo que implicaba decidí experimentar el uso del transporte público. Así fue que  a la par que seguía saliendo a lugares cercanos para tomar más confianza, también  planeé abordar un colectivo. Un día tenía que hacer un pago de luz, para lo cual pedí permiso en mi trabajo de faltar. Ya sabía que tampoco contaría con el coche y entonces era mi oportunidad de probarme como Victoria haciendo todo este trámite completo.

 

Muy temprano me levanté y me arreglé como Victoria. Entonces usaba unos zapatos al piso para disimular mi estatura (1.72m). También me puse falda con blusa de colores  y medias negras.  Salí de la casa y me dirigí a la parada que estaba a unos 500 metros de distancia.

 

Al llegar todas las personas dirigían su mirada al siguiente colectivo para saber si lo abordaban y yo por mi parte hice lo mismo. No sentí ninguna mirada fija ni comentarios burlones. A pesar de todo me sentía tensa. Dejé pasar varios colectivos ya que los veía muy llenos y yo preferí esperar a que llegara uno casi vacío. Desgraciadamente era una hora muy concurrida  y  casi todos estaban muy llenos, así que cuando al fin llegó uno con poca gente abordo, me dirigí a él como si nada, pero el pánico se apoderó de mi cuando llegué  frente a la puerta. Pensé volverme y desistir de la idea, pero la gente que estaba cerca seguramente se extrañaría de mi actitud y  yo llamaría más la atención. De manera que decidí continuar y abordé rápidamente  ese colectivo. Se trataba sólo de una camioneta Combi de la VW. Me subí en la parte trasera y al sentarme observé dos personas de aspecto indígena frente a mi que no prestaban ninguna atención a mi presencia. Junto a mi había una señora que dirigía su mirada a otro lado por lo que no me preocupé. Después el colectivo siguió su marcha y continuó subiendo pasajeros. En unos cuantos minutos me di cuenta que el colectivo se había llenado a toda su capacidad y yo me encontraba rodeada de gente. Afortunadamente nadie parecía extrañarse de mi presencia. Cuando estaba por llegar, solicité mi descenso al conductor, fingiendo lo mas que me era posible la voz femenina. Después de descender caminé unos metros hacia la oficina de la Cia. de Luz, y observé que un jóven  puso su mirada en mis piernas. Podría jurar que le gustaron.  Dentro de la  oficina me formé por espacio de unos cuatro minutos  y realicé el pago correspondiente.  Ya de regreso volví abordar otro colectivo semi-vacío y concluí mi propósito del día.

 

Ahora me sentía prácticamente libre de ir y hacer lo que fuera. A partir de ese día no había trámite o compra que tuviera que hacer que no lo realizara como Victoria.  En los días de trabajo normal, Paola y yo, salíamos muy temprano, a las seis de la mañana y regresábamos a las diez de la noche. Casi no conocíamos a los vecinos. Yo comencé a suponer que ellos tampoco observaban mucho movimiento en nuestra casa, pero mis salidas como Victoria se volvieron tan frecuentes durante el día, que llegué a pensar que los vecinos conocían mejor la imagen de Victoria que de Víctor. Siendo así, casi ni me preocupaba por ser o no vista en esas salidas. Iba al banco, a pagar el predial a comprar ropa a cualquier tienda, incluso a la farmacia…,si,  a comprar anticonceptivos.

 

 

Las hormonas

 

 

En alguna ocasión escuché una entrevista en la radio de una mujer trans que estaba en la cárcel.  Yo no la podía ver pero su voz era femenina. En algún punto de la entrevista le preguntaron que como hacía para tener senos. Ella contestó que consumía anticonceptivos, pero que algunas amigas habían fallecido por abusar de su consumo.

 

 

En los primeros días que me encontraba casado me atreví a robarle una píldora anticonceptiva a Paola. Al siguiente día ella me hizo el comentario de que le estaban fallando las cuentas, por que no coincidía la cantidad de píldoras de su caja con lo que ella suponía. Así que no volví a robarle píldoras, pero como Victoria comencé a comprarlas directamente en la Farmacia. Al principio tomaba una al día como cualquier mujer. Yo suponía que una al día era una dosis que no mataba,  pero no se sentían efectos visibles. Por supuesto que yo no buscaba en ese tiempo que me creciera el pecho, yo sólo deseaba que mi piel se viera más suave y seguir pasando por mujer.  Poco a poco incrementé la dosis a dos píldoras y después ya me tomaba una caja completa de 28 píldoras en una semana. También tenía periodos de arrepentimiento y dejaba de consumir esas píldoras por espacios largos de uno o dos meses  pero volvía a reincidir.

 

Los cambios en mi piel eran algo notables, pero no observaba incremento en el pecho, por lo que pensé que la dosis de cuatro o cinco pastillas en un día  no era peligrosa, además se compensaba con periodos de no consumo.

 

Mas tarde supe que concretamente estaba consumiendo estrógenos, la hormona que produce los caracteres secundarios  en las mujeres, senos y caderas anchas.

 

Nunca se me ocurrió acudir a un doctor para saber que tan dañinas podían ser las hormonas. Ni siquiera sabía que existieran doctores que trataran la transexualidad. De hecho, en ese entonces,  yo creo que no existían en México estos doctores, por lo que seguramente cualquier otro doctor que visitara me  hubiera dicho que estaba loco y no me atendería, por lo que decidí asumir el riesgo.

 

 

Mas información

 

 

En noviembre de 1991 apareció en la portada de PlayBoy: Elizabeth Aguilar. Esta actriz mexicana goza de un cuerpo excepcional, además de ser guapísima. Yo no acostumbro a comprar revistas para caballeros, como lo hacía mi hermano, pero en esa ocasión me atrajo la foto de Elizabeth en la portada y decidí comprarla. Mi sorpresa fue encontrar dentro un artículo que le dio vuelta a mis conceptos sobre la transexualidad.

 

El artículo se llamaba “La transformación de Tula, la extraordinaria historia de un hombre que se convirtió en una hermosa mujer”. Se trataba de la vida de Carolina Cossey, una mujer trans que apareció totalmente desnuda, y debo decir que no había ninguna forma de darse cuenta que nació hombre. En este artículo se comentó sobre la controversia sobre la transexualidad:

 

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“A pesar de que en la actualidad los científicos reconocen la existencia del fenómeno del transexualismo, no se han podido poner de acuerdo respecto a sus causas. En uno de los tantos debates de la naturaleza vs. la naturaleza,  cientos de autoridades atribuyen el fenómeno a las influencias psicológicas que los padres ejercen mientras que otros están llegando a la conclusión de que el transexual nace, no se hace.  En algunos casos se han descubierto ciertas anomalías en los cromosomas. Otros estudios han revelado que, en el curso normal del desarrollo, un feto masculino debe recibir una dosis masiva de hormonas masculina durante la formación de su cerebro. Si un agente externo, quizá el estrés o algún medicamento que la madre haya tomado (medicamento para terapia hormonal o barbitúricos) interfiere con ese proceso, el bebé puede nacer con características sexuales externas masculinas pero con cerebro femenino. El/Ella es un transexual, un ser humano  que se siente aprisionado en un cuerpo equivocado.”

 

 

Esta información me hizo pensar que entonces tal vez no están tan locos los que deciden operarse para cambiar de sexo. En el fondo era lo que yo deseaba pero el conflicto interno era muy grande. De cualquier forma debía admitir que para esas fechas Victoria estaba cobrando vida y se había apoderado de mi cuerpo por ciertos periodos de tiempo. Otra casa que definitivamente si me hizo pensar de otra forma fue un comentario de Carolina respecto a su sexualidad:

 

“Supongo que ahora  que mi  vida sexual es como la de cualquier mujer. Algunas veces no te sientes muy relajada y no puedes tener un orgasmo, y otras sí.”

 

La explicación a esto es por que supuestamente ella conservó parte de sus tejidos de su aparato sexual original. De hecho Carolina se casó y  llevaba una vida mas o menos feliz como mujer. Esto quiere decir que “hay vida después del cambio de sexo.”

 

Ahora, mi teoría respecto a que los que se operan terminan suicidándose se venía por tierra. Al menos en el caso de Caroline no fue así. Además la posibilidad de que la transexualidad se debe a fenómenos  del nacimiento y no a problemas psicológicos, me hizo pensar que no había posibilidad de corregir esta situación, o sea, no es posible eliminar la parte femenina de mi ser para siempre.

 

Me sentí tan identificada con Carolina que asumí que yo también tenía un cerebro de mujer en un cuerpo de hombre. Ya no me sentí un travesti con fantasías exageradas, ahora me identificaba como transexual.

 

 

 

¿Y ahora que?

 

Yo me sentía muy feliz en mis breves vivencias como Victoria, ¿cuánto mas podría ser mi felicidad si fuera mujer todo el tiempo?. No podría saberlo, pero  la idea de  cambiar de sexo era una constante en mi mente. Cuando niño ya había tenido la fantasía de que los hombres me hacían el amor, aunque no me sentía homosexual, en una ocasión compré una revista Gay para ver si algunos estaban interesados en travestis. Me encontré con que todos eran musculosos y buscaban  relacionarse con similares, por lo que ni siquiera se me ocurrió investigar más allá. De cualquier forma me llegué a excitar un par de veces al observar las fotografías de esos hombres desnudos con sus miembros erectos. Me imaginaba sentir como me penetraban con sus vergas tan grandes.

 

 

 

 

Tal vez este renacer de mi deseo por ser poseída por hombres, se debía en parte al consumo de hormonas, o tal vez a la estimulación que me provocaba el sentirme mujer.  Lo cierto es que ahora deseaba más que nunca ser mujer, pero estando casada ya no podía hacer nada.  Sin embargo comencé a tener problemas con Paola, yo sabía que conciente o inconscientemente yo  estaba provocando este conflicto. Lo que realmente quería era divorciarme y hacer lo que hizo Caroline Cossey.

 

A veces llorábamos juntos Paola y yo para reconciliarnos. Luego yo me sentía muy mal por hacerla sufrir. Teníamos poco tiempo de casados y no era posible que yo estuviera provocando un divorcio para después volverme mujer. Como Víctor en ese momento me encontraba en uno de los momentos más exitosos de mi carrera y mi vida iba viento en popa. Para que echar a perder todo si ni siquiera sabía a donde recurrir para pedir ayuda. Tampoco sabía de ningún Doctor que tratara estos problemas en México.  Solamente tenía un artículo de una revista, no especializada, en donde se hablaba de la transexualidad. Sin embargo también es cierto que yo si quería a Paola y me dolía hacerla sufrir.  No era justo que yo pensara en separarme de la mujer que alejó la soledad de mi vida. Por otro lado, lo mas seguro es que la transexualidad me llevaría a una soledad mas profunda de la que yo había sufrido hasta algunos años antes.

 

 

 

 

Una semana para Victoria

 

 

 

En julio de 1992 decidimos pasar unas vacaciones en Disneylanadia. Para tal  efecto yo pedí dos semanas de vacaciones en el trabajo. La idea era utilizar la primera semana para hacer preparativos para el viaje. Comprar dólares,  hacer varias llamadas de larga distancia para confirmar algunas reservaciones,  confirmar la renta de un auto y comprar algunas cosas para el viaje. En realidad  sólo utilicé dos días o mejor dicho día y medio de la semana extra que pedí. El resto del tiempo decidí averiguar que pasaría si permanecía como Victoria durante varios días.

 

Así que esta vez salí a recorrer distancias mas largas como Victoria. Abordé por primera vez el metro y mi dirigí hacía  Plaza Universidad, en el sur de la ciudad. Acudí al Banco a hacer un pago de tarjeta. Después fui de compras como siempre, pero con toda la calma del mundo me probé zapatos y vestidos en distintas tiendas. También entré a los baños de damas y comí una torta en un puesto de la calle.

 

 

Terminé mi primer día como Victoria y al caer la noche,  Paola regresó a casa y yo volví a ser Víctor, pero al día siguiente me levanté y me volví a arreglar como Victoria.  Este día  estuve un tiempo en casa hasta que salí a comprar algo para comer  en algunos establecimientos cercanos. Después sólo caminé por las calles y visité algunos lugares.

 

Al tercer día me sentía bien pero cansada de estar en la calle. Solamente acudí a rentar unas películas, y algo de comer. El resto del tiempo me la pasé en casa descansando. Tal vez si hubiera encontrado alguna actividad menos cansada que salir a caminar a la calle lo hubiera hecho pero no tenía más a donde ir. Además los tacones me cansan muchísimo y ya me dolían los pies.  En este mi último día como Victoria de la semana yo no sabía como aprovecharlo más. Recuerdo que al final tomé una revista con fotos de hombres desnudos y miembros erectos. Me hubiera gustado tener en esos momentos a alguien así de verdad en mi cama y yo ser mujer para pasarla bien junto a él. Finalmente me masturbé y me relajé. Fue entonces que me entró un sentimiento de inseguridad. En ese momento me sentí mal de lo que hacía y me rechacé  como Victoria.

 

En este tiempo las cosas con Paola se habían suavizado ya que yo no estaba completamente segura de lo  que quería en mi vida. Realizar esta actividad de ser Victoria por tres días completos me dio una idea de lo que es la transexualidad, y como al final me sentí mal por mi, decidí que tal vez este no era el camino, que tal vez sería aburrido ser siempre Victoria. 

 

 

La lucha

 

Ante la duda y la confusión total,   decidí continuar con mi vida como Víctor. En ciertos  momentos pensaba que mi problema se podría tratar como el alcoholismo, la drogadicción o la obesidad. De hecho la similitud que encontré con estos problemas es increíble. Se dice que las personas adictas a las drogas, al alcohol, o a la comida,  lo serán para toda la vida, y simplemente deben hacerse la firme promesa de no caer en la tentación cada día de su vida hasta que mueran.  Pensé que tal vez esta era la verdadera solución a mi problema  y continué en la lucha por ser sólo Víctor y sacar a Victoria de mi vida.

 

 

En el trabajo apareció otra persona importante en mi vida. Se trata de Verónica, una mujer guapísima y con un cuerpo sensacional.  Ella trabajaba antes en otra área en donde yo no tenía ninguna relación con ella, pero le dieron el puesto de secretaria de mi jefe, así que ahora trabajábamos muy de cercas. Al principio traté de no dejarme llevar por sus encantos, pero sin darme cuenta comencé a sentir una inmensa atracción hacia ella. Su sonrisa y su mirada angelical me dominaban y yo no podía controlar mis sentimientos.

 

La atracción por Verónica me hizo fortalecer la idea de que yo si era hombre y por lo tanto debía seguir en la línea de de ser sólo Víctor.  Aunque mis sentimientos eran prohibidos, por que yo ya estaba casado,  me daban la oportunidad para explorar mi lado masculino y yo opté por no reprimirlos. También pensé, por lo tanto,  que podría vencer mi deseo de ser Victoria. De esta manera comencé a luchar nuevamente para terminar con mis experiencias femeninas.

 

Yo no era guapo así que,  para no verme tan enclenque junto a Verónica, comencé a hacer ejercicios de levantamiento de pesas y todo aquello que aumente la musculatura.  Dejé de consumir estrógenos y en su lugar consumía alimentos especiales para incrementar la masa muscular. No se trataba de esteroides, ya que están prohibidos, eran sólo complementos alimenticios.

 

 

Debido a la distancia tan grande entre la casa y nuestros trabajos, Paola  y yo decidimos comprar un departamento más céntrico.  Así que compramos un Departamento en un cuarto piso.  Lo escogimos entre los dos y en ese momento me di cuenta que lo que yo estaba haciendo es poner una trampa a Victoria. Si yo pensaba salir nuevamente como Victoria, debería bajar caminando cuatro pisos y pasar por la puerta de entrada de un condominio en donde había vigilancia las veinticuatro horas del día. Solamente había 40 departamentos en el condominio por lo que los vigilantes conocen a todos sus habitantes. Generalmente estas personas se enteran si alguien llegó tarde, si alguien llegó borracho, etc. Así que por supuesto también se enterarían si alguien salió o entró vestido de mujer. 

 

En octubre de 1992 nos cambiamos a este departamento y comenzó una larga lucha entre Víctor y Victoria.

 

 

 

Algunos tropiezos

 

 

 

Ahora existían tres obstáculos para Victoria; La vigilancia en el condominio en donde ahora vivíamos,  la estimulación de Verónica que fortalecía mi lado masculino  y mi inseguridad respecto a que camino tomar. No obstante,  yo encontré la forma de reaparecer como Victoria. Parece que una vez que le di vida a Victoria ya no habría obstáculo para detenerla. Para salir del condominio me puse un pans deportivo holgado encima de toda la ropa de mujer y me pintaba sólo los ojos, agregué unas gafas oscuras para ocultar la pintura de los ojos, me subí al coche y manejé hasta donde no pasaba mucha gente.  Ya afuera en el coche me ponía la peluca y me terminaba de pintar. Luego me quitaba el pans de encima y listo, ya era nuevamente Victoria.

 

 

Antes de cambiarme de vivienda decidí deshacerme de casi toda la ropa de mujer, por lo que ahora comencé nuevamente a comprar ropa como Victoria.  Mis salidas como Victoria  eran muy esporádicas ya que necesitaba el coche para cambiarme.

 

En 1993 comencé a subir de peso y noté nuevamente algunas miradas en la calle cuando salía como Victoria, pero no les di mucha importancia. Me sentía segura como mujer ya que me atrevía  a entrar a los vestidores de damas y a los baños de mujeres sin que pasara nada.  Aumenté 10 kilos y cada vez necesitaba comprar mas ropa tanto para Víctor como para Victoria.

 

Verónica era muy coqueta. Parece que se divertía jugando al gato y al ratón conmigo. Quiero decir que yo buscaba conquistarla y ella hacía como si yo la estuviera conquistando pero al final se alejaba y al otro día  volvíamos a empezar.  Ella y otras chicas en el trabajo empezaron a notar mi aumento de peso y además el incremento en la musculatura. Parece que por primera vez me comencé a sentir atractivo, no era un galán de cine, pero las mujeres mostraban algo más de interés en mi y eso me gustaba.

 

Un día cometí un error al salir como Victoria.  Mi experiencia me decía que es conveniente vestir de una manera natural, como cualquier mujer. Entre mas llamativa sea la ropa, mayor será  la atención que la gente pone en una. Si la ropa que una usa no es lo que el común de las mujeres usa, lo mas probable es que cause extrañeza en la gente.  Yo no podía usar ropa demasiado sport, ya que para disimular mis rasgos usaba pintura, de manera que debía usar la ropa que una mujer pintada usa, por ejemplo una secretaria.  Yo procuraba usar faldas por debajo de la rodilla y tacones no muy altos, pero que la ropa fuera mas o menos formal para ser congruente con la pintura del rostro.  Esta vez abusé de mi confianza como Victoria y me puse una minifalda y tacones altos. Tal vez un año antes hubiera podido hacer esto sin tanto problema,  pero yo ya no era la misma, tenía diez kilos de más.  Noté algunas miradas en la tienda donde estaba y decidí ir al baño de mujeres para averiguar si algo andaba mal. Efectivamente al salir de allí me encontré con dos guardias de seguridad. Uno de ellos me llamó la atención y me dijo que por favor usara los baños de hombres y me escoltó hasta la salida. Definitivamente el aumento de peso y masa muscular cambiaron mi físico y ya no me volví a sentir segura de salir como Victoria en mucho tiempo.

 

En 1994 comenzó un periodo de crisis en el país. Chiapas fue tomada por el ejército Zapatista y los capitales comenzaron a alejarse del país. La empresa en la que yo trabajaba se empezó a ir a pique y comenzaron a recortar personal. Peor aun, la empresa disminuyó las prestaciones y recortó los aumentos de sueldos, a la par de que exigía mas resultados. Yo me cansé de todo eso por lo que decidí  renunciar y  probar suerte en el área de ventas. El colmo fue que en Marzo de 1994 Asesinaron al candidato del partido mas fuerte en ese momento: “Luis Donaldo Colosio”.  Después de este evento el país se comenzó a descapitalizar por completo.  En esas circunstancias yo no podía lograr resultados en las ventas y tampoco lograba conseguir otro empleo. Así que comencé a trabajar como Free Lance, dando capacitación y haciendo programas de cómputo  por mi cuenta.

 

 

Después de eso hablé un par de veces con Verónica, pero al poco tiempo, ella también salió de la empresa. Lo último que supe de ella fue que se casó. Así que yo ya no tenía empleo, ya no veía a Verónica y ahora mi cuerpo no me permitía ser Victoria.

 

 

Contacto con travestis

 

 

En 1995 seguía trabajando como Free Lance y  me sobraba tiempo para vestirme como Victoria, pero no tenía valor para salir. En ese tiempo aproveché para tomar un curso de Inglés que duró dos años y que anteriormente nunca había podido concluir. Así que en mis ratos libres decidí buscar  respuestas a mis dudas. A través de una revista para adultos contacté a Lorena, una persona travesti de unos 40 años de edad (diez años más que yo en ese entonces). Nos reunimos en un café y conversamos largo tiempo sobre nuestra situación. El me comentó que sus hijos ya eran grandes y que el se divorció y se volvió a casar.

 

 

 

Su nueva esposa aceptaba su travestismo y eso hacía que el tuviera menos deseos de vestirse como mujer ya que no lo tenía prohibido dentro de casa. Me comentó que sólo una vez salió a la calle así, pero que no se sentía seguro. El era algo más alto que yo y bastante más musculoso. Al poco tiempo Lorena me presentó a Adriana, otra travesti también casado de unos 32 años.  Adriana era mas pasable como mujer, pero nunca había salido, excepto a bares gays o travestis. Adriana nos comentó a ambos sobre su idea de hacer un grupo  de TV’s para intercambiar ideas, conocimientos, tips, etc.

 

Comencé a salir a algunos lugares para gente gay y travesti junto con Lorena y Adriana. Después se unieron otras más. Las salidas a estos lugares eran esporádicas ya que yo debía justificar mis salidas a Paola. Un día fuimos a ver un concurso Trans. Yo me sorprendí de lo pasables que eran algunas chicas. La ganadora definitivamente debía haber usado hormonas por largo tiempo además de ser muy joven, o bien, era una mujer auténtica. Disfruté el concurso, pero al mismo tiempo observé a las chicas con las que estaba yo sentada, entre ellas Adriana, y me di cuenta de que definitivamente nosotras no éramos bonitas como las concursantes. No se por que pero me sentí mal nuevamente, tal vez porque me sentí como una caricatura de mujer.  Antes me sentía mujer cuando realizaba mis actividades como Victoria pero ahora me escondía en la oscuridad de la noche en bares gays. Nadie de los demás me comentó que yo era pasable como mujer y en lugar de tomar confianza como Victoria comencé a aborrecer esta actividad.

 

En ese entonces Paola y yo no teníamos hijos y yo no tenía trabajo, dependía de ella, al menos para pagar la mensualidad del departamento que compramos. Tal vez si yo hubiera tenido más capital y me hubiera sentido mas segura como Victoria, me hubiera ido de la casa en busca de la transexualidad. No obstante mi suerte como Víctor seguía siendo buena con las chicas. Salía a dar cursos en otras ciudades de la república y me pagaban los viáticos. En un par de ocasiones conseguí ligar unas chicas e hice el amor con ellas.  Esto de ser hombre no era tan malo después de todo.

 

A pesar de mis esfuerzos, la idea de volver a ser Victoria no se apartaba de mi mente. Probé una par de salidas, pero seguí notando mirandas extrañadas en los rostros de la gente. Un día escuché en la radio sobre una ampolleta anticonceptiva  que protege contra el embarazo a una mujer durante tres meses sin tomar nada más. Supuse que era más potente que las píldoras que yo acostumbraba a consumir. Un los últimos tiempos casi ya no consumía píldoras por que me resultaba muy caro comprar tantas cajas para lograr algún efecto notable. Un día compré una de estas ampolletas y me la apliqué. Sus efectos se dejaron sentir   inmediatamente; el primer mes no tuve erecciones, y mi piel se veía más suave. Otro efecto que nunca antes había sentido fue que mis pezones se pusieron duros, quizá este era un síntoma de que estas hormonas estimulaban definitivamente el crecimiento de senos.

 

Les platique de esto a mis amigas travestis, y me dijeron que ellas no consumían hormonas, aunque Adriana me dijo que ella si tenía curiosidad de tener senos, pero alguien le había dicho que la hormonas se deben de tomar toda la vida,  ya que si se dejan de tomar no se vuelven a hacer chicos los senos, sino que se vuelven flácidos.  Yo no deseaba que me crecieran precisamente, bueno, tal vez en el fondo si lo deseaba, pero sabía que si Paola se daba cuenta de esto me encontraría en problemas.

 

 

Cambio de planes

 

 

Para finales de 1996  logré acumular algo de capital gracias a los cursos y a una reducción de gastos extrema. Por su parte Paola se compró otro coche gracias a un préstamo de la compañía en que estaba trabajando. Así que ahora yo podía utilizar tiempo completo el coche viejo y si quería podría venderlo y sumar la cantidad a mi capital. No era gran cosa mi capital pero comencé a planear salir del país con el pretexto de probar suerte en el extranjero y  después simplemente ya no regresaría.  Tal vez escribiría para comentar que me había  ido mal y que le dejaba a ella la libertad de decidir lo que mejor le conviniera en su vida. Pensé esto un par de meses pero no con seriedad. Mi capital realmente no era lo suficiente para aventurarme a hacer eso, sin embargo un día decidí que me lanzaría a esa aventura pase lo que pase.

 

 

 

Entonces comencé a buscar información para migrar a Australia o a Canadá. Revisé la documentación solicitada y con decisión pensé recabar todos los requisitos.

 

Se puede llamar coincidencia o lo que sea, pero exactamente ese mismo día que hice el plan de irme fueras al extranjero, llegué a las 10:00 de la noche a mi casa y Paola me dijo que una persona estaba al teléfono preguntando por mi referente a un empleo. Me extrañó mucho, ¿qué persona te habla a tu casa a estas horas para ofrecerte un empleo?,  Hablé con el señor por el teléfono y concertamos una cita para el siguiente día.  Después de haber buscado muchos empleos no esperaba nada en concreto, mi sorpresa fue que me ofreció el empleo con más del doble de ingreso de lo que en ese entonces yo ganaba en promedio.  Definitivamente acepté y regresé a darle la noticia a Paola. Debo ser honesto, hoy en día no soy religioso, pero en ese día sentí que una mano divina movió las piezas para cambiar mi destino. Comencé a trabajar en septiembre de 1996  en ese lugar. Al principio tuve algunas dificultades como cualquier empleo en el que eres nuevo, pero en este caso no solamente yo era nuevo sino que toda la empresa lo era de alguna manera. Se trataba de una empresa que perteneció al gobierno y ahora se reestructuraba como independiente.

 

 

Nunca sabe uno que le depara el destino. Yo pensé que este empleo me podría servir para acumular más capital (tal vez durante un año) y  después ejecutaría mi plan de irme al extranjero. Pero también pensaba que si Dios me había puesto en ese camino es por que ahí es donde debía seguir, o sea, debía abandonar mis planes de irme al extranjero y abandonar a Paola.  Pronto se presentaría una sorpresa más para reforzar mi cambio de planes. En Abril de 1997 Paola se embarazó y yo decidí asumir mi responsabilidad  como padre. Yo me quedé huérfano a los 11 años y no quería que mi hijo no tuviera padre.

 

 

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