Infancia

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Nacimiento

 

 

Nací en 1964 en la Ciudad de México, si…el país que se caracteriza por los charros y hombres a caballo, al menos en esa época todavía estaban muy de moda. En el cine las grandes figuras  eran Pedro Infante y Jorge Negrete aunque para ese entonces ya habían muerto, su imagen de hombres machos y valientes vivía en el alma de muchos mexicanos incluyendo a mis papas.

 

 

Mi papá tuvo un hijo, que llamaré David, con su primera esposa, pero la mamá de mi medio hermano falleció en el momento del parto dejándolo inmediatamente huérfano. Dos años después mi papá se volvió a casar con la que fue mi madre. Con ella tuvo cuatro hijos: el primero Simón  era tres años más chico que David, un año más tarde  nació mi hermana Juana y después de dos años nací yo. Pasaron otros cinco años para que naciera mi última hermana la mas chica que llamaré María. Mi papá siempre gustó de tocar la guitarra y cantar. En su pueblo su papá era maestro de música y dirigía la Banda en las fiestas por lo que él tenía de donde aprender algo sobre instrumentos musicales. Él se dedicaba al campo pero aprendió algo de cultura con la poca educación que pudo recibir. Cuando vino a la ciudad podía conseguir empleos con más o menos buena facilidad dado que era bueno para leer y para hacer operaciones matemáticas.

 

Cuando yo nací mi papá trabajaba como jefe de producción en una fábrica de productos farmacéuticos   y mamá se dedicaba al hogar y también  hacía algunas labores de ventas en sus ratos libres. Entre los dos ganaban lo mínimo necesario para sobrevivir. A pesar de la escasez de recursos puedo decir que vivíamos ligeramente mejor que la mayoría de la gente en el  barrio.

 

Mi mamá descendía de inmigrantes, por lo que supe, su papá era hijo de un alemán que asesinaron cuando él era muy chico, razón por la que creció analfabeta y pobre. Su mamá era hija de franceses, pero por arriesgar dinero en juegos de cartas perdieron todo y terminaron en la pobreza y por consecuencia las nuevas generaciones en la  ignorancia.

 

El barrio en que nací era conocido por su baja educación y por su miseria. Había muchos descendientes de inmigrantes en este lugar, algunos ya de muchas generaciones atrás y otros no tanto. Su forma de hablar ya había tomado un acento peculiar de esta zona y era prácticamente igual para todos, por eso era difícil reconocer aquellos que siempre habían sido originarios de este país contra los que no. Para mi era normal que la gente era muy diferente entre sí; morenos, blancos, amarillos, etc. Los apellidos eran los que delataban los orígenes extranjeros de algunos en cierta forma, por ejemplo mi mamá conservaba un apellido francés. 

 

Por lo general no teníamos muchas amistades, ya que mis padres no les gustaba que conviviéramos mucho con la gente de ese lugar. Se sabía que había mucha delincuencia y drogadicción en esa zona, por lo que ellos preferían mantenernos alejados de todo eso lo más que fuera  posible.

 

 

Un mensaje extraño

 

 

Me desperté una noche tal vez como a las doce o una de la mañana, todos dormían en aquella vieja casa del barrio en donde vivíamos. Me extrañó mucho que el foco del cuarto estuviera prendido.

 

--¡La luz esta prendida! -- grité, pero al parecer nadie me escuchó. Pude haber continuado hasta que alguien me escuchara, pero fui interrumpido por una voz, que realmente nunca atiné a identificar de donde venía, al principio pensé que venía del mismo foco que observaba.

 

--Ven, ven conmigo – dijo la voz, con un tono que parecía tener un poco de eco como si estuviera en un lugar grande, encerrado y vació.

 

 

“¿Qué podría ser esa voz?” me pregunté en silencio. Yo tendría unos cuatro años y mi idea de lo que ocurría se relacionó con lo que me enseñaban acerca de la religión. Hay  un Dios y un Demonio, los amos del bien y del mal, así que pensé que podría ser el Demonio, ya que si alguien me invitaba a irme con él y dejar a mi familia debería ser alguien malo y Dios no hace cosas malas.

 

Mi papá era un devoto católico que conocía la Biblia de principio a fin y nos enseñó su religión desde niños. Él  tenía varias figuras en la casa de carácter religioso; como imágenes de Jesucristo, una de ellas me  gustaba mucho por que sus ojos parecían mirar  a uno sin importar de qué lado se estuviera observando.

 

--¿Quién eres? –le pregunté a la voz.

--Ven, ven conmigo –repitió la voz sin hacer caso de mi pregunta.

 

En esta época seguramente hubiera muerto de miedo en lugar de estar conversando con una voz salida de no se donde, pero creo que era muy chico para comprender la situación.

 

--No, no quiero --le contesté a su petición.

 

Nunca me dio razón de quien era ni para que me quería. 

 

--Entonces te irá muy mal – concluyó la voz y se fue.

 

Me extraña mucho que mi hermano, al lado de mi, nunca escuchó nada y siguió dormido e inmóvil como una piedra. Yo me olvidé del foco prendido y me volví  a dormir.

 

A lo largo de toda mi vida me sigo preguntando que fue esa voz. No hubo mas personas que la escucharan, ni siquiera hubo alguien que me escuchara hablando solo. Quizás enloquecí por un momento o simplemente fue un sueño, no lo se, ni lo puedo averiguar, sólo puedo decir que el recuerdo que tengo de esa experiencia es muy real, y que en la actualidad, aunque ya no soy muy religioso, sigo tratando de dar una explicación.

 

Después de muchos años puedo decir que mi vida ha tenido tanto cosas buenas como malas, pero tampoco puedo decir que me ha ido excelente. Soy una persona que le gusta resolver problemas y por lo general les encuentro solución, pero entre mas avanza mi vida parece que se complica mas y mas. Así que decidí exponer mis vivencias en esta biografía en un intento de contribuir a difundir los problemas a los que se puede enfrentarse una persona que nace con un conflicto entre lo que siente que es y lo que suponen los demás que debe ser.

 

En la actualidad pienso que tal vez esa voz, si es que existió, pudo haber sido Dios. Pero… por que Dios si él no hace cosas malas. Bueno por que quizás Dios intentó reparar un error cometido. Hasta la fecha no puedo decir que Dios haga cosas malas, pero si puedo decir que Dios se equivoca. Por ejemplo; los niños con el síndrome de Down que nacen cada día en el mundo yo los considero un error de Dios o  simplemente un error de la naturaleza.  También hay que ver los casos de los niños siameses, ¿acaso no se podría decir que son errores de Dios?

 

Aunque para muchos no quede clara la idea de que una persona puede nacer hombre y tener  el cerebro de una mujer o viceversa, resulta que aproximadamente dos ó tres personas por cada mil experimentan este problema. Yo fui evaluado por un sexólogo especialista en la materia, a los 35 años, y me confirmó que yo era un paciente con estas características, sin embargo dejo a criterio de los que lean esta biografía la última palabra.

 

Lo vida se puede volver un infierno cuando no están en sincronía el cuerpo con la mente y se tiene la sensación todo el tiempo de estar representando un papel en un teatro que es la vida. Esta es la razón por la que pienso que tal vez si existió aquella voz que me llamaba.  si así fue, hubiera sido mejor haberle hecho caso, de esta manera probablemente hubiera terminado mi vida a temprana edad en lugar de vivir con una mascara permanentemente.

 

           

 

Las primeras incongruencias.

 

 

 

 

Siempre pensé que mi vida era normal durante los primeros años de mi infancia; Jugaba con mis hermanos de los cuales dos eran hombres y sólo una mujer. En ese entonces yo tendría unos cinco o seis años, sin embargo mi hermana Juana, que en ese entonces tendría unos siete años, era la mas cercana en edad a la mía y  jugaba tal vez mas con ella que con mis otros hermanos, pero a mi no me parecía nada extraño hacer eso, era algo normal.

 

 

En una ocasión llegó una amiga de mi hermana  a jugar a la casa, y yo también me puse a jugar con ellas, no recuerdo exactamente a que, creo que saltábamos la cuerda y también a la base. Todo estuvo bien, excepto que en esa ocasión me llamó mucho la atención como se veían sus faldas y sus piernas debajo con sus calcetas y sus zapatos. Eran muy diferentes a los pantalones que yo usaba. Fue entonces que surgió el primer deseo de verme como una niña. Por supuesto pensé  que algo no estaba bien, pero el deseo o la curiosidad de saber que se sentía vestir así me duró hasta el siguiente día.  Como yo todavía no iba a la escuela y todos mis hermanos sí, yo me quedaba solo en la casa con mi mamá, pero a veces ella salía a comprar cosas y en uno de esos momentos aproveché para quitarme el pantalón y busqué una falda con unas tobilleras de niña. Sólo encontré las tobilleras, pero me puse un  pedazo de tela alrededor para que parezca falda y observé por unos segundos como se veía. Al escuchar que la puerta de la casa se abría inmediatamente arrojé las tobilleras y me acosté en la cama bajo la cobija. Era mi papá que trabajaba muy cercas y sólo fue a preguntarle una cosa a mi mamá. Cuando me vio me preguntó:

 

-- ¿Dónde esta tu mamá?.

--  No le sé – le dije, y traté de explicar por que mi pantalón estaba junto a mi cama – me quité el pantalón para acostarme por que tenía sueño.

 

Mi papá a penas si me hizo caso y entonces me pidió que le dijera que la había buscado y se fue.

 

A los seis años inicié la escuela y al igual que siempre, exceptuando aquella ocasión, toda mi vida parecía hasta ese entonces normal. Era ya el año de 1970 cuando comencé a conocer mas niños y niñas en la escuela. No recuerdo haber sentido ninguna atracción física ni por niñas ni por niños  y nunca me preocupó esta situación.

 

Mi mamá buscaba en ese entonces ingresos adicionales a los que mi papá ganaba. Para eso estudió enfermería y aplicaba inyecciones o sueros a los vecinos. También vendía artículos de belleza “Avon” por catálogo. En cierta ocasión yo observé la foto de la portada de uno de esos catálogos y me atrajo mucho la manera en que lucían tres mujeres con sus faldas ligeramente debajo de la rodilla, como se usaban en esa época.  Nuevamente se repitió el mismo deseo; quería saber como se sentía vestir así, de manera que un día me escondí , eso pensé, en un cuarto y cerré la puerta, tomé una falda café con cuadros de mi mamá y me la puse encima del pantalón. De pronto escuche voces de mis hermanos y me la quité rápidamente. Salí de la habitación y fui con ellos al cuarto adjunto. Ahí se encontraba mi mamá platicando con todos mis hermanos. Como los vi muy entretenidos decidí que tal vez a nadie le importaría que me desapareciera por unos momentos. Así que regresé a la misma habitación y volví a ponerme la falda, pero al sentirme más o menos seguro, me quité el pantalón para ver como se me veía. De pronto escuché un ruido y me percaté de que mi hermano David  me observaba por una rendija de la puerta. El corrió con los demás a decirles lo que estaba yo haciendo y yo rápidamente me cambié y salí detrás de él. Cuando llegué con todos los demás me interrogaron:

 

 

-- ¿Es cierto que te estabas poniendo una falda?

 

-- No, es cierto es mentira – les dije.

 

No puedo asegurar  que me hallan creído, pero pienso que tal vez no le dieron importancia a ese evento, después de todo yo era muy chico y se me podía permitía hacer ciertas cosas.

 

 

 

El vestido.

 

 

El tiempo pasó y yo ya contaba con ocho años cuando empecé a experimentar nuevamente sentimientos muy parecidos  a los ya descritos. Antes de esto no recuerdo haber tenido más experiencias como la de la falda, excepto cuando jugaba con mis hermanos a las escondidas. Había un bote que usaba mi mamá para poner la  ropa lavada y seca que en ocasiones se encontraba a la mitad, por tanto era uno de los escondites favoritos de todos. Recuerdo que al menos un par de veces que me escondí allí me encontré con ropa que me llamó la atención, como no se veía mucho por dentro el tacto ayudaba a saber que tipo de ropa era; su textura por lo general ayuda a identificar si se trata de ropa de hombre o de mujer, pero especialmente me llamó la atención las medias de mi mamá, se sentían realmente muy suaves y no resistía la tentación de sentir se textura en mis pies. Así que cuando me escondía en ese lugar me quitaba los zapatos  para ponerme esas medias en los pies y sentir su suavidad.  En una ocasión casi me encuentran antes de que me las quitara, pero desde la experiencia en que me vio mi hermano, yo procuraba cuidarme mucho.

 

 

Un día encontré un vestido de niña con flores y holanes. Era muy bonito y yo recordaba haber visto a muchas niñas usar ese tipo de vestidos, creo que estaban de moda. Ellas realmente se veían muy bien o al menos a mi me gustaba. El vestido era de mi hermana por supuesto, pero creo que en ese entonces a ella ya no le quedaba. Yo me lo medí por encima de la ropa y me percaté de que era de mi talla exacta. Lo volví a dejar en su lugar y esperé a tener un momento a solas para probármelo. No se cuantos días pasaron para encontrar ese momento, tal ves tres o tal vez una semana, de hecho creo que ese momento no llegó y decidí nuevamente irme a un rincón de la casa en el que normalmente nadie se encontraba, era una especie de bodega.  Ese día mi mamá se encontraba sola conmigo en la casa y pensé que sería perfecto hacer lo que quería, o tal vez lo que ya no resistía a hacer,  tomé el vestido y me fui a ese lugar, me quité toda la ropa y me puse el vestido. El cierre  de atrás me costó algo de trabajo subirlo pero lo pude hacer y entonces me observé directamente ya que no había espejos en ese lugar. Sólo recuerdo que me puse a dar vueltas para que se levantara la falda del vestido y disfruté maravillosamente ese momento. De hecho este fue el primer día de mi vida en el que vestía totalmente como mujer.

 

    Surgió entonces por primera vez el sentimiento de salir a la calle y saber si podía ser considerada una niña. Por supuesto que no se trataba de salir y preguntarle a la gente si pensaban que yo era niña o niño, simplemente se trataba de saber si podía ser apreciada como una persona normal, pero la razón me lo impidió. Yo sabía que me podría ver algún vecino y burlarse de mí, así que dejé en el olvido esa idea de momento.

 

 

   De pronto empecé a escuchar la voz de mi papá que se aproximaba a ese lugar e iba con un amigo. Entraron exactamente a donde yo estaba y se sentaron a platicar. Yo por supuesto me escondí tras unas tablas en donde también me llevé mi ropa de niño. Aguardé durante media hora, pero me empezó a entrar el pánico al pensar que se les ocurriera pararse de donde estaban y moverse en ese cuarto de manera que me pudieran observar. Así que decidí lentamente y sin hacer ruido cambiarme y dejé el vestido allí. Para no seguir esperando salí y mi papá se sorprendió de que me encontrara en ese lugar, y me preguntó:

 

-- ¿Estabas ahí?-

 

-- Si yo le contesté y me fui -- . No le permití que me cuestionara más,

 

Me salí y lo dejé platicando  como si nada hubiera pasado. “¡Huff, me salvé otra vez!”, pensé.

 

 

El rechazo

 

 

Cuando tenía alrededor de los  8 años de edad comencé a sentir un rechazo de los compañeros de la escuela hacia mí. No puedo decir por que pero era evidente que yo no era igual a los demás y de alguna forma los demás lo notaban. No se a cuantos otros compañeros eran rechazados, pero para mi,  yo era el mas rechazado de todos.

   No se ahora, pero en ese tiempo era muy común que las escuelas de gobierno estuvieran divididas en “escuelas  de niños”, “escuelas de niñas” y  escuelas mixtas, de cualquier forma en las escuelas de niños y niñas había “grupos solo de niños” y “grupos solo de niñas”. Yo por supuesto debía estar en los grupos de niños. Siempre pensé que esta situación hacía que se volvieran demasiado  violentos los grupos de niños. Como me hubiera gustado haber estado en los grupos de niñas.

 

   En una ocasión la maestra salió del salón por varias horas, como ya  era costumbre en muchos maestros irresponsables con los que tuve que lidiar. Es verdaderamente una vergüenza la perdida de tiempo en las aulas debido a este sistema en que los maestros del gobierno son sindicalizados y se sienten con derecho a todo sin hacer nada. Realmente carecen de vocación exceptuando algunas excepciones.

 

  Yo estaba sentado en mi lugar cuando alguien tomó uno de mis cuadernos y me obligó a pararme para reclamarle que me lo regresara, entonces se comenzaron a juntar varios niños alrededor de mí y comenzaron a empujarme y no me permitían salir de un círculo que habían formado. Me empecé a desesperar y casi les rogaba que me dejaran en paz, pero al poco tiempo ya casi era todo el grupo contra mí. Desesperado me tiré al suelo y comencé a llorar y ni siquiera así me dejaron en paz.

 

   Las muestras de rechazo y de maltrato que recibí en la escuela fueron muchas. No se como se les ocurrió hacer escuelas solo para niños. Había   algunos niños que eran mayores que yo debido a que se habían retrazado en la escuela por su poco interés en aprender. Algunos de ellos trataban de abusar de los demás por que los veían más chicos y me refiero no solo a abuso físico sino en ocasiones sexual. Yo recuerdo un par de intentos de abuso sexual en que afortunadamente no lo lograron. Esto realmente no me gustaba y tal vez fuera la causa de que empezara a odiar a los hombres.

 

  Siempre tuve pocos amigos en la escuela y por lo general buscaba a aquellos que me parecieran menos violentos.

 

 

Las uñas

 

Mi hermana Juana comenzó a usar barniz de uñas como a los diez años de edad, Es algo que creo se les permite a la mayoría de las niñas hacer. En una ocasión que ella se estaba pintando la uñas  yo me aproximé con ella para apreciar de cerca ese… digamos ritual. No estoy seguro si yo lo pedí o a ella se le ocurrió, pero me pintó mis uñas y comenzamos a apreciar nuestras manos. Era muy curioso que  mis manos se veían más femeninas que las de ella. Antes de que se secara el esmalte me las despintó,  tal vez ella se empezaba a sentir mas incomoda que yo al verme con las uñas pintadas, pero yo al estar junto a ella me sentía tal vez acompañada y por tanto mas segura, de hecho mis papás estaban en la casa y creo que se percataban de lo que estábamos haciendo, pero no le dieron importancia.

 

Después ella me volvió a pintar las uñas por que decía que no podía creer que se me vieran tan femeninas las manos. Volvimos a comparar como se nos veían y nuevamente yo pensé en que me gustaba mucho el color rojo que me había puesto.

 

-          Deja que se te seque el esmalte – me dijo ella.

 

   Yo por supuesto acepté y creo que me dejé así las uñas hasta el otro día. Ya no recuerdo si me quité el esmalte por pena con mis hermanos o por que tenía que salir a la calle, pero de haber podido me las hubiera dejado pintadas hasta que se cayera solo el esmalte.

 

 

Mis primeras fantasías.

 

 

Todos los niños tienen diferentes fantasías, es común que muchos niños por ejemplo se enamoren de su maestra. Mi hermano Simón me comentó alguna vez que desde los ocho años le llamó la atención una revista en la que aparecía una mujer con un gran escote, de los que se usaban mucho en esa época. Desde entonces él se volvió aficionado a coleccionar fotos de mujeres. Él fue el primero que descubrió que en los puestos de periódicos vendían  revistas para caballero en donde las mujeres mostraban sus senos. Todavía había mucha censura y no permitían que se mostraran más atributos, de hecho la revista Playboy tardó algunos  años más en aparecer en el mercado en México.

 

Yo ya contaba con nueve años cuando tuve mi primera fantasía. Por medio de los comentarios en la escuela e incluso con mis hermanos, yo ya tenía una vaga idea de lo que era el sexo, o mejor dicho las relaciones sexuales. Sin embargo la imaginación y tal vez el instinto me ayudó a complementar lo demás.

 

 

 

  Me gustaría saber como son las fantasías en la infancia de los transexuales, ya que poco he encontrado al respecto, sin embargo puedo aventurarme a decir que no deberían ser muy diferentes a las que aquí describo.

 

   Me imaginaba escapar de mi casa vistiendo un vestido y zapatos de niña y que una familia me encontraba sola y desamparada, así que me adoptaban como su hija. En esa familia yo era una niña pero entonces necesitaba hacer algo para ocultar mi sexo y evitar que me descubrieran. Ahora se que es una idea absurda, pero yo pensaba que si oprimía con un dedo fuertemente en mi pene, este llegaría a hundirse en el cuerpo y ya no podría salir, y al mismo tiempo quedaría un hueco que podría asemejar una vajina.

 

  Viviendo con esa familia como una niña yo podría salir a jugar y hacer amistadas en mi rol femenino, de tal manera que de pronto conocería a un muchacho que se volvía mi novio. Físicamente el debía ser mas alto que yo, de pelo castaño  y bien parecido. Así que teniendo todo eso yo podría invitar a “mi novio” a casa mientras mis otros padres adoptivos no estuvieran, de tal manera que estando solos y pensando que podría fingir que tenía una vajina, nos  quitaríamos la ropa y  haríamos el amor. 

 

   Por muchas noches pensaba en esta fantasía, no sé por que pensaba en el sexo de esa manera y también me pregunto si las mujeres cuando son niñas pueden tener fantasías de este tipo a esa edad. Por algunos comentarios de algunas mujeres supongo que muchas tuvieron  este tipo de fantasías. De hecho tal vez sea mas común los juegos de las niñas en los que una figura masculina acompaña a la figura femenina en la cual se proyecta su autoimagen. Por ejemplo Barbie tiene un novio; Ken y las princesas de los cuentos tienen un príncipe azul.

 

  En otra ocasión escuché a mi papá cantarle a mi mamá sobre un tiempo en el que él visitaba los teatros y le tocaba ver como acosaban a las mujeres artistas que cantaban o actuaban allí. Él comentó que en una ocasión salió una artista  a la cual rodearon varios admiradores. No existía mucha seguridad, o tal vez no se acostumbraba mucho y además, supongo, era costoso pagarse  un grupo de guardaespaldas personales, de manera que sólo algunos artistas podían darse este lujo. 

 

---La gente se amontonó alrededor de ella – comentó mi papá – todos eran hombres y se perdió el control a tal grado que empezaron a tironear de la ropa de esa mujer hasta empezar a desgarrársela. Un familiar con el que iba alcanzó a jalar un pedazo de su vestido y se lo llevó como recuerdo. Al final tuvo que intervenir la policía.

 

 

Yo imaginé la escena en la que esa artista se encontraba prácticamente desnuda y rodeada de hombres que obviamente tenían apetito sexual. Mi imaginación se hecho a volar e pensé en como arrancaba la gente la totalidad de la ropa de esa mujer y finalmente estando desnuda empezaba a ser violada por un hombre, después por otro  hasta que la multitud saciaba su apetito sexual. En esta fantasía la mujer terminaba disfrutando esas violaciones, pero lo extraño  es que en mi imaginación, yo no jugaba el papel de violador, si no que, me excitaba pensar  que yo era la mujer que pasaba por esa experiencia.

 

La imagen de macho

 

Las películas de hombres machos que pasaban en la televisión llegó a influir también en mi imaginación  y de alguna manera también buscaba cierta proyección en esas imágenes. Aproximadamente en esa misma época imaginaba  ser un hombre macho como los de las películas  y como esos hombres normalmente tenían una mujer al lado, yo busqué entre las amistades de la familia la única figura femenina que se acercaba a mi edad y que podría ser mi novia. Lo extraño de esto es que nunca imaginé tener relaciones sexuales con esta mi supuesta novia. Estos pensamientos se fortalecían cuando me enojaba con mis papás o con mis hermanos. Entonces deseaba ser un hombre fuerte para enfrentarlos, e incluso imaginé irme de la casa en la imagen de hombre macho ya que de esta forma podría enfrentar a cualquiera e intimidarlo. Estando lejos de mi casa podría vivir con mi supuesta novia, pero tampoco imaginaba en esta situación tener relaciones con ella.

 

 

Durante casi toda mi infancia mi papá nos llevó una vez al año a su pueblo natal en los días en que se celebraba la fiesta religiosa de la iglesia. De hecho mi papá participaba activamente en estas fiestas organizando un grupo que representaba una obra de teatro durante la noche del día dos de mayo. Este pueblo inspiraba mucho también la idea de hombre macho en el cual yo a veces me proyectaba y llegaba a imaginarme montando un caballo y recorrer las calles de ese pueblo portando pistolas y ropa de charro.

 

 

 

Adiós a mi papá.

 

 

Mi papá padecía  diabetes  tal vez  desde los 30 años.  Se sabía que era en padecimiento heredado, ya que todos sus hermanos padecían la misma enfermedad.  Mis abuelos paternos murieron muy jóvenes y suponemos que fue a causa del mismo padecimiento. Mi papá nos comentaba poco a cerca de esto y como estos sucesos ocurrieron en su pueblo natal, había poco o prácticamente nula atención médica y mucho menos documentación de las enfermedades que tenía la gente. Estos hechos debieron ocurrir a principios de los años cuarenta, cuando no existían comunicaciones ni prácticamente nada de tecnología en esos lugares.  En total mi papá tuvo ocho hermanos y cuando murieron sus padres el más chico tenía un año de edad. Dada esta situación se calcula que las edades de fallecimiento de mis abuelos debió ser como máximo 45 años.  

 

 

   Cuando fallecieron mis abuelos paternos mi papá se hizo cargo hasta donde eran sus posibilidades de los hermanos. Se vinieron a vivir a la ciudad y trabajaban de lo que sea. Mi papá sólo contaba con educación primaria, pero era hábil con las matemáticas y sabía leer y escribir bien, lo cual  era una gran virtud en su época, así que  lograba ascender como jefe en las empresas en donde  conseguía trabajo.  Sin embargo lo explotaban y la paga que recibía no era tan buena debido a que no gozaba de una educación superior.  En su último trabajo fue jefe de producción y ya contaba con unos 10 años de servicio en esa empresa cuando yo nací. 

 

  En el año de 1974 la salud de mi papá se agravó, y mi mamá empezó a distraer sus actividades para atender a mi papá.  Constantemente se tenía que internar en hospitales para ser analizado o atendido. Su vista cada vez era peor. Al parecer tenía derrames diabéticos en ambos ojos y se incapacitó laboralmente, pero sobrevivíamos con lo que el Seguro Social le pagaba.

 

  Yo siempre pensé que su estado era pasajero y que las medicinas que le recetaban y los tratamientos que le hacían lograrían devolverle la salud. Pero en el siguiente año las cosas se pusieron cada vez  peor de lo que estaban. Sus riñones empezaron a tener problemas y comenzaron a realizarle diálisis cada 15 días aproximadamente  y después cada semana. Un día encontramos a mi papá buscando en el patio de la casa la puerta para entrar. Creo que él  se sentía tan mal de haber perdido la vista que nunca tuvo el valor de decir abiertamente que estaba ciego, pero ese día descubrimos esa triste realidad.

 

   El 18 de septiembre de 1975    hablaron del hospital, en donde mi papa estaba internado  y le pidieron a mi mamá que se presentara por que él  se encontraba muy grave. Así que salió y nos quedamos solos mi hermana Juana, María y yo en la casa. Mi hermano David ya trabajaba y Simón estaba en la escuela. Como a las 12 del día yo me encontraba jugando sólo en el patio cuando vi que salió mi hermana llorando y me dijo:

 

--- Ya se murió mi papá.

 

  Fue difícil recibir la noticia,  y corrí adentro de la casa para ver que pasaba y vi a mi mamá con una bolsa que contenía la ropa y pertenencias de mi papá que llevaba cuando se fue al hospital. Ella también me confirmó la noticia. Yo me fui a sentar  en un rincón y tarde unos minutos en asimilar que mi papá se había ido para siempre, entonces comencé a llorar.

 

   Al otro día en el panteón tuve extrañas sensaciones, algo me decía que debía de pasar algo terrible dentro de diez años. Lo recuerdo bien pero por supuesto no lo comenté ni le dije a nadie, ni siquiera le di mucha importancia. Pensé que seguramente  mi interior trataba de proyectar el enejo que en el fondo estaba sintiendo por haber perdido a mi padre. Curiosamente en esa misma fecha en el año de 1985 ocurrió el peor terremoto que se recuerde en la ciudad de México.

 

 

 

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