Introducción y presentación del artículo por el Prof.
Marco Antonio Becerril Palma
de la Academia de Informática
El siguiente artículo, "Por qué el
software no debe tener propietarios", y otros más que aparecerán, pretende
que los usuarios de software tomen conciencia del uso de software: software
libre y software privativo, como lo menciona su autor, Richard Stallman.
Asimismo, estos artículos tienen la intención de plantearle a la comunidad
universitaria otros esquemas no tradicionales del uso del software, respetando
siempre los puntos de vista que cada persona tenga sobre este tema en
particular.
Richard Stallman es una reconocida persona a
nivel mundial por la realización del editor "Emacs" de GNU, del
compilador C de GNU y del "debugger" de GNU. Asimismo, es el autor de
la licencia "GNU General Public License GNU GPL" ó también conocida
como "GPL". También es autor
de la licencia, ampliamente usada, llamada "free software
license", la cual es pionera del "copyleft". Asimismo, es un
renombrado "hacker" de la industria del cómputo (en otros números se
explicará los términos
"hacker" y "cracker" y la diferencia entre
ambos).
Por qué el software
no debe tener propietarios
por Richard Stallman
Las tecnologías digitales de la información
contribuyen al mundo haciendo que sea más fácil copiar y modificar información.
Las computadoras prometen hacer esto más fácil para todos.
No todo el mundo quiere que esto sea más
fácil. El sistema del copyright permite que los programas de software tengan
“propietarios'', la mayor parte de los cuales pretenden privar al resto del
mundo del beneficio potencial del software. Los propietarios desearían ser los
únicos que puedan copiar y modificar el software que usamos.
El sistema de copyright creció con la
imprenta --una tecnología usada para la producción masiva de copias. El
copyright se ajustaba bien a esta tecnología puesto que restringía sólo a los
productores de copias en masa. No privaba de libertad a los lectores de libros.
Un lector cualquiera, que no poseyera una imprenta, sólo podía copiar libros
con pluma y tinta, y a pocos lectores se les ponía un pleito por ello.
Las tecnologías digitales son más flexibles
que la imprenta: cuando la información adopta forma digital, la puedes copiar
fácilmente para compartirla con otros. Es precisamente esta flexibilidad la que
se ajusta mal a un sistema como el del copyright. Esa es la razón del
incremento de medidas perversas y draconianas que se emplean en la actualidad
para hacer cumplir el copyright del software. Considera estas cuatro costumbres
de la Software Publishers Association (SPA):
Propaganda masiva diciendo que está mal
desobedecer a los propietarios para ayudar a un amigo. Pedir a la gente que se
conviertan en soplones para delatar a sus colegas y compañeros de trabajo
Redadas (con ayuda policial) a oficinas y escuelas, en las que se dice a la
gente que deben probar que son inocentes de hacer copias ilegales. El proceso
judicial (por el gobierno de los EEUU, a petición de la SPA) de personas como
David LaMacchia del MIT, no por copiar software (no se le acusa de copiarlo),
sino meramente por dejar sin vigilancia equipos de copia y no controlar su uso.
Cada una de estas cuatro costumbres se asemejan a aquellas usadas en la antigua
Unión Soviética, donde todas las máquinas de copiar tenían un vigilante para
prevenir copias prohibidas, y donde las personas tenían que copiar información
en secreto y pasarla de mano a mano como “samizdat''. Por supuesto hay una diferencia:
el motivo para el control de información en la Unión Soviética era político; en
los EEUU el motivo es el beneficio económico. Pero son las acciones las que nos
afectan, no el motivo. Cualquier intento de bloquear el compartir información,
sin importar por qué, lleva a los mismos métodos y a la misma dureza.
Los propietarios hacen uso de distintos
argumentos para que se les conceda el control de cómo usamos la información:
Insultando.
Los propietarios usan palabras difamatorias
como “piratería” y “robo”, al igual que terminología experta como “propiedad
intelectual” y “daño”, para sugerir una cierta línea de pensamiento al público
--una analogía simplona entre los programaas y los objetos físicos.
Nuestras ideas e intuiciones acerca de la propiedad
sobre los objetos materiales tratan acerca de si es justo quitarle un objeto a
alguien. No se aplican directamente a hacer una copia de algo. Pero los
propietarios nos piden que las apliquemos de todas formas.
Exageración.
Los propietarios dicen que sufren un “daño”
o “pérdida económica” cuando los usuarios copian programas por su cuenta. Pero
el copiar no tiene un efecto directo sobre el propietario, y no hace daño a
nadie. El propietario sólo puede perder si la persona que hizo la copia, hubiese
pagado por una del propietario en su lugar.
Un poco de consideración muestra que la
mayoría de tales personas no habrían comprado copias. Aun así los propietarios
calculan sus “pérdidas'” como si todos y cada uno hubiesen comprado una copia.
Esto es una exageración --por decirlo de una manera suave.
La ley.
Los propietarios a menudo describen el
estado actual de la ley, así como las duras sanciones con las que nos amenazan.
En este enfoque va implícita la sugerencia de que la ley actual refleja un punto
de vista moral incuestionable --y aun así al mismo tiempo, se nos insta a
considerar estas sanciones como hechos naturales por los que no se puede
responsabilizar a nadie.
Esta línea de persuasión no está diseñada
para defenderse ante el pensamiento crítico; está concebida para reforzar un
camino mental habitual.
Es evidente que las leyes no distinguen lo
que está bien de lo que está mal. Todo americano debería saber que, hace
cuarenta años, iba contra la ley que una persona de raza negra se sentase en la
parte frontal del autobús; pero solamente los racistas dirían que sentarse ahí
no estaba bien.
Derechos naturales.
Los autores a menudo sostienen que existe
una conexión especial con los programas que han escrito, y añaden que, en
consecuencia, sus deseos e intereses respecto al programa simplemente
prevalecen sobre aquéllos de cualquier otra persona --o incluso de los del
resto del mundo. (Normalmente son las empresas, no los autores, los que
retienen los copyrights sobre el software, pero se espera de nosotros que
ignoremos esta discrepancia.)
A aquéllos que proponen esto como un axioma
ético --el autor es más importante que tú --sólo les puedo decir que yo, un
notable autor de software, lo llamo una tontería.
Pero la gente por lo general sólo suele
sentir alguna simpatía hacia los derechos naturales por dos razones.
Una razón es una analogía forzada entre el
software y los objetos materiales. Cuando yo cocino espaguetis, me quejo si
otra persona se los come, porque entonces yo ya no me los puedo comer. Su
acción me duele exactamente tanto como lo que le beneficia a él; sólo uno de
nosotros se puede comer los espaguetis, así que la pregunta es, ¿quién? La más
mínima distinción entre alguno de nosotros es suficiente para inclinar la
balanza ética.
Pero el hecho de que tú ejecutes o
modifiques un programa que yo he escrito te afecta a ti directamente y a mí
indirectamente. Si tú le das una copia a tu amigo te afecta a ti y a tu amigo
mucho más que lo que me afecta a mí. Yo no debería tener el poder de decirte
que no hagas estas cosas. Nadie debería.
La segunda razón es que a la gente se le ha
dicho que los derechos naturales de los autores son una tradición aceptada e
indiscutida de nuestra sociedad.
Desde un punto de vista histórico, sucede
justamente lo contrario. La idea de los derechos naturales de los autores fue
propuesta y decididamente rechazada cuando se concibió la Constitución de los
EEUU. Ésa es la razón por la que la Constitución sólo permite un sistema de
copyright y no require uno; por esa razón dice que el copyright debe ser
temporal. Establece asímismo que el propósito del copyright es promocionar el
progreso --no recompensar a los autores. El copyright recompensa a los autores
en cierta medida, y a los editores más, pero eso esta concebido como un medio
de modificar su comportamiento.
La tradición realmente establecida de
nuestra sociedad es que el copyright vulnera los derechos naturales del público
--y que esto sólo se puede justificar por el bien del público.
Economía.
El último argumento que se emplea para
justificar la existencia de los propietarios de software es que esto lleva a la
producción de más software.
A diferencia de los demás, éste argumento
por lo menos adopta un enfoque legítimo sobre el tema. Se basa en un objetivo
válido --satisfacer a los usuarios de software. Y está empíricamente demostrado
que la gente producirá más de algo si se les paga bien por ello. Pero el
argumento económico tiene un fallo: se basa en la presunción de que la
diferencia es sólo cuestión de cuánto dinero debemos pagar. Asume que la
“producción de software'' es lo que queremos, tenga el software propietarios o
no.
La gente acepta gustosamente esta presunción
por que está de acuerdo con nuestra experiencia acerca de los objetos materiales.
Considera un bocadillo, por ejemplo. Es posible que puedas conseguir un
bocadillo equivalente bien gratis o por un precio. Si es así, la cantidad que
pagas es la única diferencia. Tanto si lo tienes que comprar como si no, el
bocadillo tiene el mismo sabor, el mismo valor nutricional, y en ambos casos te
lo puedes comer sólo una vez. El hecho de si el bocadillo lo obtienes de un
propietario o no, no puede afectar directamente a nada más que la cantidad de
dinero que te queda después.
Esto es cierto para cualquier objeto
material --el hecho de que tenga o no tenga propietario no afecta directamente
a lo que es, o a lo que puedas hacer con ello si lo adquieres.
Pero si un programa tiene un propietario,
esto afecta en gran medida a lo que es, y a lo que puedes hacer con una copia
si la compras. La diferencia no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de
propietarios de software incentiva a los propietarios de software a producir
algo --pero no lo que la sociedad realmente necesita. Y causa una contaminación
ética intangible que nos afecta a todos.
¿Qué es lo que la sociedad necesita?
Necesita información que esté verdaderamente a disposición de sus ciudadanos
--por ejemplo, programas que la gente puedda leer, arreglar, adaptar, y mejorar,
no solamente ejecutar. Pero lo que los propietarios de software típicamente
ofrecen es una caja negra que no podemos ni estudiar ni modificar.
La sociedad también necesita libertad.
Cuando un programa tiene un propietario, los usuarios pierden la libertad de
controlar una parte de sus propias vidas.
Y sobre todo una sociedad necesita
incentivar el espíritu de cooperación entre sus ciudadanos. Cuando los
propietarios de software nos dicen que ayudar a nuestros vecinos de una manera
natural es “piratería'', están contaminando el espíritu cívico de nuestra
sociedad.
Esto es por lo que decimos que el software
libre es una cuestión de libertad, no de precio.
El argumento económico para justificar la
propiedad es erróneo, pero la cuestión económica es real. Algunas personas
escriben software útil por el placer de escribirlo o por admiración y amor al
arte; pero si queremos más software del que esas personas escriben, necesitamos
conseguir fondos.
Desde hace ya diez años, los desarrolladores
de software libre han intentado varios métodos de encontrar fondos, con algo de
éxito. No hay necesidad de hacer rico a nadie; los ingresos medios de una
familia media, alrededor de $35.000, prueba ser incentivo suficiente para
muchos trabajos que son menos satisfactorios que programar. Durante años, hasta
que una beca lo hizo innecesario, yo me ganaba la vida realizando mejoras a
medida sobre software libre que yo había escrito. Cada mejora se añadía a la
versión estándar lanzada y así, eventualmente, se hacían disponibles al público
en general. Los clientes me pagaban para que trabajase en las mejoras que ellos
querían, en vez de en las características que yo habría considerado la máxima
prioridad.
La Fundación para el Software Libre [Free
Software Foundation] (FSF, por sus siglas en inglés), una entidad sin ánimo de
lucro exenta de impuestos para el desarrollo de software libre, consigue fondos
mediante la venta de CD-ROMs de GNU, camisetas, manuales, y distribuciones
“deluxe'', (todos los cuales los usuarios son libres de copiar y modificar),
así como mediante donaciones. Ahora cuenta con un equipo de cinco
programadores, y tres empleados que se encargan de los pedidos por correo.
Algunos desarrolladores de software libre
ganan dinero mediante la venta de servicios de soporte. Cygnus Support, que
cuenta con alrededor de 50 empleados [cuando se escribió este artículo], estima
que en torno al 15 por ciento de la actividad de su equipo es desarrollo de
software libre --un porcentaje respetable para una compañía de software.
Algunas compañías, incluyendo Intel,
Motorola, Texas Instruments y Analog Devices, han unido esfuerzos para
financiar el desarrollo continuado del compilador GNU para el lenguaje C.
Mientras, el compilador GNU para el lenguaje Ada está siendo financiado por la
Fuerza Aérea de los EEUU, que cree que ésta es la manera más efectiva de
conseguir un compilador de alta calidad. [La financiación de la Fuerza Aérea se
acabó hace algún tiempo; el Compilador GNU de Ada está ahora en servicio, y su
mantenimiento se financia comercialmente.]
Todos estos ejemplos son pequeños; el
movimiento de software libre es aún pequeño, y aún joven. Pero el ejemplo de la
radio “mantenida por la audiencia'' en este país [los EEUU] muestra que es
posible mantener una actividad grande sin forzar a cada usuario a pagar.
Como un usuario de informática hoy en día,
te puedes encontrar usando un programa privativo (18.000 caracteres). Si tu
amigo te pide hacer una copia, estaría mal negarse a ello. La cooperación es
más importante que el copyright. Pero una cooperación clandestina, escondida no
contribuye a mejorar la sociedad. Una persona debería aspirar a vivir una vida
honrada abiertamente con orgullo, y esto significa decir “No'' al software
privativo.
Te mereces ser capaz de cooperar abierta y
libremente con otras personas que usan software. Te mereces ser capaz de
aprender cómo funciona el software, y enseñar a tus estudiantes con él. Te
mereces ser capaz de contratar a tu programador favorito para arreglarlo cuando
se rompa.
Te mereces software libre.