INTRODUCCIÓN
En
medio de la confusa red de teorías que hoy en día se discuten
desde perspectivas, disciplinas y ámbitos diversos, se vislumbran,
las denominadas teorías sociales ( dos de ellas trabajadas en el
seminario) una de carácter posmodernista y la otra denominada teoría
de sistemas.
A
lo largo de este ensayo se pretende analizar estas teorías sociales
en relación con el ámbito educativo desde una diversidad
de lecturas y posturas las cuales en apariencia son contradictorias si
se consideran que unas y otras tienen defensores que den por sentado el
carácter excluyente entre estas, pero que desde un punto de vista
personal responder a una visión flexible, dinámica y realista
de este contexto social, un espacio donde los actores (Bardieu, Foucault,
Habermas, Derrida, Buenfil, Hargreaves Lubmann, etc.) parecen hallarse
en un fuego cruzado.
Sin
embargo puede apreciarse en profundidad, una heterogeneidad de pensamientos
Intelectuales que coinciden en la tendencia de desastar el pensamiento
moderno desde diversas esferas.
El
debate de la modernidad y posmodernidad ha
concluido a una configuración social inacabada, incomplete y confusa
que obliga a inventar continuamente nuevas formas de construir la realidad
y que éstas nuevamente no serán definitivas.
Esto
me lleva a pensar, que entonces ningún discurso va a tener una significación
única e inmovible y que siempre se tendrá la necesidad de
renovar el pensamiento, las políticas e imaginar constantemente
nuevas estructuras educativas.
Una
nueva época del desconocer
Las
ideas que se derivan de la realidad observada nos conduce al intento de
comprender su dinámica y descubrir su significado a través
de las formas de razonamientos y posturas las cuales contienen una problemática;
una estructura conceptual que puede ser identificada, tanto por el tipo
de cuestionamientos que plantea como por el tipo de preguntas que es incapaz
de plantear, cualquier modo de racionalidad puede ser visto como un marco
de referencia teórico cuyo significado puede ser comprendido a través
de analizar tanto el sistema de cuestionamientos que tienen las respuestas
dadas, como por esas preguntas no hechas que existen mas allá de
la posibilidad de ese marco de referencia.
Considerando
que una manera de racionalidad es una respuesta a las necesidades de un
determinado tiempo histórico se puede asumir que esta situación
de incertidumbre y transición por la cual se esta atravesando, no
me refiero al hecho de la proximidad del siglo XXI sino a los cambios paradigmáticos
que han estremecido las bases y fundamentos de lo establecido, y que más
bien parece estar definida por la coexistencia de postulados raciónales
propios de la modernidad hallado de pensamientos posmodernos.
En
esta dinámica de contradicciones y de desconocer, parece prevalecer
la angustia, la desesperanza, el escepticismo, la constante búsqueda
ante el vació de fines y rumbos, el desconcierto, el facilismo,
el culto a la violencia y al poder, en fin un mundo básicamente
irracional donde todo se vale y donde nadie responde por nada.
Por
otro lado entiendo que la posmodernidad sugiere que la modernidad se convierta
rápidamente en parte del pasado, que los valores que hasta ahora
hemos vivido son sólo quimeras, que la nueva época de la
posmodernidad esta libre de todas estas ilusiones, en donde no
existirá ese dualismo del bien y el mal, verdad o mentira, todo
supuestamente estará superado, hasta el dualismo de mente-cuerpo
que colocaba al hombre contra la naturaleza, sin darse cuenta que es su
propio sistema, como lo explica N. Luhmann “toda unidad es una totalidad
estructurada, en las que las funciones independientes de cada una de las
partes se relacionan y cambian,[1] y
donde la epistemología no es problema únicamente de la filosofía
o de la educación sino de la biología “porque el conocer
ocurre en un ser vivo”[2]
Estas
y otras propuestas analíticas de algunos pensadores contemporáneos
son los que contribuyen a la confirmación de articulaciones conceptuales
en beneficio del ámbito educativo.
En
el contexto de transición e incertidumbre que se enmarca en formas
de pensamiento propios de la modernidad y la posmodernidad, los actores
de la educación generan acciones de resistencia para enfrentar situaciones
de diverso tipo.
Esta
dinámica social cotidiana, no es más que el producto de las
tendencias sociales de la época; en este sentido, los individuos
manifiestan formas de actuaciones cultural propias del momento histórico
que viven. Por ello, quienes estamos involucrados en la acción educativa
debemos considerar siempre el contexto histórico en el cual nos
desenvolvemos atendiendo el sistema educativo vigente en la cultura y en
la sociedad.
De
modo que, si deseamos comprender, interpretar y explicar la educación
a la luz de la posmodernidad que subyace en una determinada realidad, en
su contexto tempora-espacial específico, es preciso conocer el discurso
explicito y oculto que subyace en las teorías sociales, así
como en el significado que se otorga a dichos discursos.
Y
en base a esta dinámica-social cotidiana, producto de las tendencias
sociales, producto de las tendencias sociales, la educación deberían
ser los suficientemente flexible y dinámica como para aceptar la
realidad cambiante de cada grupo humano.