Cultura Académica.
 

Libro: Hargreaves, Andy.
Profesorado, cultura y postmodernidad.
Morata. 1996.

Interpretación realizada por: Juan Germán Valenzuela Ramos.

Tercera Parte: La cultura.

Capítulo VIII Individualismo e individualidad (El conocimiento de la cultura del profesor)

La herejía del individualismo

En los campos del liderazgo educativo, de la eficacia escolar, del perfeccionamiento de la escuela y del desarrollo del profesorado se acepta cada vez más de que las escuelas deben tener una  misión o un sentido de misión, la cual disminuye las incertidumbres y la culpabilidad, construye objetivos y permite la sensación de eficacia de los profesores.

El desarrollo de un sentido de misión construye la lealtad, el compromiso y la confianza en una comunidad escolar. Pero también provocan la herejía entre quienes cuestionan, difieren y dudan. Los herejes no se limitan a discernir o a mostrar su desacuerdo, sino que son un verdadero fracaso personal. La debilidad, la locura o la maldad son el sello del hereje.

Szasz sostiene que la herejía no tiene nada que ver con el hecho de no creer lo que creen los demás o lo que uno debe creer, sino con la proclamación de la falta de creencia cuando lo correcto es profesar la creencia o, al menos, permanecer en silencio.

Hargreaves divide a la herejía en dos: las herejías fundamentales o herejías de contenido, son las que cuestionan, que amenazan determinadas partes del sistema de creencias, ciertas doctrinas muy queridas por los fieles. Y las herejías genéricas o herejías de forma, estas atentan contra el fin fundamental de la misión misma y contra los principios en los que se basa (individualismo, aislamiento y secretismo).

Este capítulo analiza el fenómeno del individualismo como herejía genérica del cambio educativo.

Las culturas de la enseñanza

El individualismo, el aislamiento y el secretismo constituyen una forma particular de las culturas de la enseñanza, las cuales comprenden creencias, valores, hábitos y formas de hacer las cosas asumidas por las comunidades de profesores que tienen que afrontar exigencias y limitaciones similares en el transcurso de muchos años (niños / adolescentes, historia / matemáticas, ciudad / campo). Por tanto, si  se quiere entender lo que hace el profesor y por qué lo hace, se tiene que comprender la comunidad educativa, la cultura de trabajo de la que éste participa.

Las culturas de la enseñanza contribuyen a dar sentido, apoyo e identidad a los profesores y a su trabajo; y tienen dos dimensiones importantes: contenido y forma. El contenido consiste en las actitudes, valores, creencias, hábitos, supuestos y formas de hacer las cosas fundamentales y compartidas en el seno de un determinado grupo de maestros o por la comunidad docente, en general. La forma consiste en los modelos de relación y formas de asociación características entre los partícipes de esas culturas, se pone de manifiesto en el modo de articularse las relaciones entre los docentes y sus colegas.

Por lo que, comprender las formas de las culturas de los docentes es entender muchos de los límites y posibilidades del desarrollo del profesorado y del cambio educativo.

Según Hargreaves, existen cuatro grandes formas de cultura de los profesores: individualismo, colaboración, colegialidad artificial y balcanización.

El individualismo como un déficit psicológico

Los profesores siguen enseñando solos, tras las puertas cerradas, en un ambiente aislado de sus propias aulas. Lo que da intimidad y protección frente a interferencias exteriores, pero también impide su valoración.

El individualismo permanece quizá por la falta de confianza en sí mismo, la defensividad y la ansiedad. Guardan celosamente su autonomía, no les gusta ser observados y menos que los evalúen.

Según un estudio realizado por Rosenholtz, los maestros aislados prefieren reservarse para ellos los problemas de disciplina y la ayuda que brindan no suele ir más allá de la puesta en común de los materiales e ideas de su uso.

El individualismo como una condición del lugar de trabajo

Se considera que el individualismo del profesor se deriva del hecho físico del aislamiento, propio de la arquitectura tradicional de las escuelas. Pero los determinantes del individualismo debidos al lugar de trabajo distinguen tres perspectivas diferentes: aislamiento como estado psicológico, aislamiento como condición ecológica en la que trabajan los profesores (aislamiento físico) y su propia alternativa: aislamiento como estrategia adaptativa para conservar los escasos recursos ocupacionales.

Según Flinders, el aislamiento es una estrategia adaptativa porque protege el tiempo y la energía requeridos para satisfacer las exigencias instructivas inmediatas.

El individualismo es una consecuencia de complejas condiciones y limitaciones de la organización y a éstas hay que prestar atención para eliminar el individualismo.

La redefinición de los determinantes del individualismo

 Cuando hablamos del individualismo, no nos referimos a algo simple, sino a un fenómeno social y cultural complejo, con muchos significados, que no tienen que ser negativos.

Hargreaves identifica tres grandes determinantes del individualismo: el restringido, el estratégico y electivo.

1. Individualismo restringido, los profesores trabajan solos a causa de limitaciones administrativas u otras, propias de la situación, que suponen un obstáculo o impedimento para hacerlo de otro modo.

2. Individualismo estratégico, es la forma utilizada por los profesores para construir y crear activamente pautas individualistas de trabajo como respuesta a las contingencias cotidianas de su ambiente laboral (objetivos difusos, presiones).

3. Individualismo electivo, Se refiere a la opción de trabajar solo, durante todo o parte del tiempo y, a veces, incluso, en circunstancias en las que existen oportunidades y estímulos para trabajar en colaboración con los compañeros. El individualismo electivo se divide en tres: la atención personal, la individualidad y la soledad.
 
 

Las siguientes secciones le tocaron a la Lic. Cecilia Rivero

Individualismo y atención personal

Individualismo e individualidad
 
Individualismo y sociedad

Conclusión