Para muchos analistas, nacionales y extranjeros, resultaba inexplicable y hasta risible la polémica que se estableció en México en torno del apoyo a Estados Unidos a raíz de los ataques terroristas en Nueva York y Washington, por una sencilla razón: la dependencia de nuestro país con respecto al vecino del norte es prácticamente absoluta
Frente a
los titubeos del gobierno mexicano para dar su apoyo pleno a Estados Unidos
en su lucha contra el terrorismo hay una realidad que se impone: Hoy como nunca,
México depende de la economía estadunidense: de su comercio, de
sus inversiones, de su tecnología, de sus requerimientos petroleros,
de su turismo, de su estabilidad...Al territorio estadunidense va 90% de la
exportación de manufacturas mexicanas y 80% del petróleo. De allá
trae el país 60% de sus alimentos, 60% de su turismo y alrededor de 8
mil 500 millones de dólares anuales en inversión extranjera directa.
Con sus
capitales y empresas, Estados Unidos domina el mercado bancario de México
y su actividad comercial e industrial y, por tanto, una buena parte del empleo
y las remuneraciones del país.
En fin,
los mexicanos comen productos de Estados Unidos, compran sus medicinas, usan
sus ropas, viajan en sus coches, ocupan sus hoteles, hacen operaciones en sus
bancos.
La dependencia
Lo que a grandes rasgos ocurrió, según los especialistas, fue
que la economía mexicana pasó de ser cerrada en los años
ochenta a una situación totalmente abierta al capital extranjero y
en particular estadunidense a partir de los años noventa.
El último
detonante fue, desde luego, el Tratado de Libro Comercio que convirtió
a México en una de las economías más abiertas del mundo.
Al respecto,
Raúl Feliz, investigador de la División de Economía del
Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), observa que
"la economía mexicana creció de 1990 a 1994 por la expectativa
de la firma del TLC con Estados Unidos y Canadá, además de la
llegada de grandes cantidades de inversión extranjera".
De 1996
en adelante, dice, la economía mexicana se alineó con los indicadores
de Estados Unidos, lo que permitió al país crecer de una manera
simétrica con los vecinos del norte. "El problema puntualiza
es que ambos países estamos unidos en las buenas y en las malas",
de modo que si el crecimiento en Estados Unidos es de 2%, en México es
de 4%, pero, así mismo, la actual desaceleración estadunidense
le afectará a México con mayor fuerza que nunca.
Ciertamente,
el TLC permitió que el dinamismo exportador de México casi se
cuadruplicara al pasar de 52 mil millones de dólares en 1993 a 180 mil
en el 2000. Así mismo, de agosto de 1995 al año pasado se crearon
más de 1.8 millones de empleos, la mayoría relacionados con las
empresas exportadoras que, en 1988, pagaron salarios 59% más altos que
los del resto de la industria, y los sueldos en el sector maquilador han llegado
a ser hasta cuatro veces más altos que el salario mínimo general.
Además,
si a principios de los años noventa 67% de las exportaciones mexicanas
era por la venta de productos petroleros, a raíz del TLC la actividad
de la industria maquiladora mexicana representa ya más de 90% de las
exportaciones, debido a que las empresas maquiladoras pasaron de 2 mil 600 a
poco más de 4 mil 500 en la actualidad.
Pero en
ese mismo lapso, las crisis de México fueron una oportunidad para que
los inversionistas estadunidenses se apropiaran de gran cantidad de empresas
y bancos del país.
Así,
10 años después de que comenzó la reprivatización
bancaria (1991), los principales bancos mexicanas quedaron en manos extranjeras.
La delantera la tomó la banca española, mediante BBV y Santander
Central Hispano, y el estadunidense Citigroup adquirió el año
pasado el control de la institución bancaria más grande del país:
Banamex.
Con esa
venta, México terminó de perder su capacidad de decidir sobre
la administración del dinero, que está en el centro de todo proceso
económico, sostiene por su parte Juan Castaingts, doctor en ciencias
económicas por la Universidad de París y responsable del doctorado
en economía social de la Universidad Autónoma Metropolitana.
"Cuando
todas las decisiones sobre el dinero, que son centrales para México,
se van a tomar de hoy en adelante en función de otros centros (neoyorquinos,
españoles, canadienses), esto significa que México ha perdido
el hilo conductor y su capacidad de decidir sobre sus aspectos centrales. Ha
perdido un aspecto fundamental de su autonomía. ¿Cómo llegamos
a esta pérdida? Pues a través de uno de los procesos más
desastrosos de la historia. Voy a ser exagerado, pero ya hubo un desastre similar
en la historia mexicana en la época de Santana. Quizás exagere
un poco, pero no creo que mucho."
El hecho
es que, a partir de la crisis de 1995, llegaron a México una gran cantidad
de empresas estadunidenses que compraron firmas mexicanas, debilitadas, a la
mitad de su valor. Inclusive, en 1997, el Consejo Coordinador Empresarial estimó
que el empresariado mexicano estaba desapareciendo.
Las compras
Los inversionistas estadunidenses adquirieron acciones de empresas de todo tipo,
en prácticamente todos los sectores: alimentos, seguros, automotriz y
autopartes, banca, bebidas, comercio, construcción, electricidad, agua,
electrodomésticos, electrónica, minería, pesca, petróleo
y gas, telecomunicaciones, textil, farmacéutico, hotelería, informática,
maquinaria y equipo...
Algunos
ejemplos: En sociedad con grupos mexicanos, Kansas City Southerm Industries
participó en la adquisición del Ferrocarril del Noroeste, y Union
Pacific Railroad Company en la de Ferrocaril Pacífico Norte.
En petróleo
y gas, Fluor Daniel interviene en la producción de nitrógeno,
y varios consorcios estadunidenses han obtenido permisos para comerciar y distribuir
gas natural.
En telecomunicaciones,
AT&T participa con Alfa, y Bancomer lo hace con Alestra; MCI Communications,
en sociedad con Banamex-Accival, formó Avantel; Motorola invierte en
infraestructura para ampliar la cobertura de su servicio en el norte del país,
mediante la instalación de nuevas torres de enlace, y Qwest construirá
una fábrica de red de fibra óptica junto a las vías ferroviarias.
También, el grupo integrado por Loral Space & Communications, junto
con Telefónica Autrey, adquirió la paraestatal Satélites
Mexicanos, y Bell Atlantic obtuvo el control completo de su socio de telefonía
celular, Grupo Iusacell.
En otros
campos, Phillips Morris Products aumentó su participación en Tabacalera
Mexicana, Wal-Mart Stores tomó el control de Cifra y ya no hay tiendas
Aurrerá, Miller Milling se asoció con Tablex para producir trigo
cristalino y semolina, y Unimark adquirió el Grupo Industrial Santa Engracia,
productor de jugos y concentrados cítricos. Así mismo, Aetna adquirió
32.6% de Seguros Comercial-América-Asemex.
Donalson
amplió sus instalaciones para la producción de filtros de uso
automotriz, y Amoco Oil, en sociedad con Femsa, invirtió en la construcción
de 15 gasolinerías con tiendas de autoservicio. Archer Daniel Midland
adquirió 22% de las acciones del Grupo Maseca.
Y la lista
no cesa: Central and South West Corporation realizó una coinversión
con Alfa para construir una planta de cogeneración de energía
eléctrica; White Westinghouse instaló una planta de electrodomésticos;
IBM invirtió para ampliar su planta California Connection, e invirtió
en una maquiladora textil.
Microsoft,
en sociedad con Elektra, creó una empresa de desarrollo de software para
mejorar la transferencia de dinero entre Estados Unidos y México. Y en
hoteles, Cabo Real Desarrollo, Desarrollo Cabo del Sol, Desarrollo Palmilla,
La Concha Beach Resort & Condos y National Lodging (Estados Unidos) aplican
capitales en diferentes centros turísticos del país.
Bueno, hasta
las compañías constructoras mexicanas se quejan de que están
siendo desplazadas por firmas extranjeras.
Los costos
"Durante los últimos años, hasta el 2000, México se
benefició de la expansión económica más grande que
Estados Unidos había tenido desde la posguerra. Poco se cuestionó
la elevada dependencia de México respecto de la dinámica de Estados
Unidos, porque todo fueron beneficios en términos del efecto sobre las
exportaciones", considera por su parte el economista y analista Enrique
Quintana.
"Ahora
que la economía estadunidense ha dado su peor freno en una década,
pues estamos pagando las consecuencias, porque nunca se había dado una
recesión en Estados Unidos con tan estrecha vinculación de México
a esa economía. Si la estrategia fue beneficiarse de la expansión
estadunidense, en el corto plazo es prácticamente imposible liberarse
de los costos de la recesión", señala.
¿Es
un riesgo la dependencia de México con Estados Unidos?
Más
bien es un costo. La diversificación de mercados puede ser un proyecto
para la próxima década. En el corto plazo, estamos enganchados,
y si el barco se hunde nos jala. No hay manera de desengancharse en el corto
plazo.
¿Esa
dependencia explica que el presidente Fox se vea obligado a brindar su apoyo
incondicional a Estados Unidos?
Es
más que eso. Ese tipo de respaldos es una estrategia política,
más allá de que, sin duda, la dependencia y el condicionamiento
de México respecto de lo que pase en Estados Unidos es cada vez mayor.
¿Somos
los "achichincles" de Estados Unidos?
En
absoluto.
¿Corremos
el riesgo de que por esa dependencia nos traten así?
No
creo. Canadá es un país más integrado económica
y comercialmente a Estados Unidos que México y tiene márgenes
de maniobra evidentes. Una cosa es que haya mayor integración económica
y otra diferente que eso te convierta en empleado o en alguien que carece totalmente
de márgenes de maniobra en su política exterior. Y el mejor ejemplo,
insisto, es Canadá. Humberto Simoneen, director general de la Asociación
Nacional de Importadores y Exportadores de la República mexicana (Anierm),
asegura que desde hace 30 años se viene hablando en el país de
una diversificación de las ventas al exterior, para no depender de Estados
Unidos. No se ha podido.
"Desde
entonces, la dependencia era de 76%. Ahora es mucho más de 90%. No se
ven visos de resolver la dependencia. Le voy a dar un ejemplo: Aun y cuando
en esta administración se duplicara el comercio con Europa, región
con la que tenemos tratado de libre comercio, pasaríamos de 10 mil millones
a 20 mil millones de dólares, cifra que no tiene proporción con
los 160 mil millones que tenemos con Estados Unidos. Veo muy difícil
duplicar el comercio entre México y la Unión Europea en los próximos
cinco años".
"No
nos podemos cambiar"
Según Carlos Slim, presidente vitalicio del Grupo Carso y presidente
de Telmex, "no nos podemos cambiar geográficamente. No hay duda
de la fortaleza económica de Estados Unidos ni de la dependencia de México.
La tienen los países europeos, las naciones desarrolladas. Si somos vecinos,
con más razón".
En conferencia
de prensa el miércoles 3, los reporteros le preguntaron si era posible
vender el país a pedazos, y señaló que, en su relación
con Estados Unidos, México tiene tres opciones: "Vociferar todo
el día y al mismo tiempo tener una dependencia brutal, en el comercio,
en la inversión, en todo ése es un camino equivocado y a
veces lo hemos usado mucho; otra, volverse el achichincle de Estados Unidos,
y una más, tratar de establecer una relación comercial de nivel,
entre socios comerciales, entre dos países que tienen una frontera común
muy grande, una gran cantidad de trabajadores migratorios hacia el otro lado,
grandes inversiones directas y 85% del comercio mexicano. Para ellos, México
es su tercer socio comercial, después de Canadá. Se puede establecer
una relación de tú a tú, y yo creo que es lo que de alguna
forma ha estado haciendo este gobierno".
Soberanía
alimentaria
La guerra de Estados Unidos contra el "terrorismo" provocará
un aumento en los precios de los alimentos y mayor dependencia alimentaria de
México.
Blanca Rubio
y Felipe Torres, especialistas en la cuestión alimentaria de la UNAM,
en entrevistas por separado, dicen que México realiza cerca de 80% de
su comercio agropecuario con Estados Unidos, lo que significa que si bien las
exportaciones agrícolas mexicanas representaron alrededor de mil 600
millones de dólares durante el año pasado, las importaciones,
principalmente de Estados Unidos, fueron de casi 10 mil millones de dólares,
cifra que equivale a las exportaciones petroleras.
"Esto
quiere decir que los ingresos que obtenemos por el petróleo no nos permiten
crecer, porque se los come el país a través de los alimentos,
situación que empeorará con la guerra, ya que el escenario que
se vislumbra es una reducción de los subsidios a los agricultores estadunidenses
que, al dominar casi 50% del mercado alimentario mundial, incrementará
el valor de los productos básicos."
Blanca Rubio,
del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señala que en 1999
México importó de Estados Unidos 43% del sorgo que se consumió
en el país, 96.9% de soya, 39% de algodón semilla, 27.3% de ajonjolí,
49% de trigo y 23% de maíz.
Sin embargo,
de acuerdo con las estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, 30% de la carne deshuesada que se consume en México y esto
incluye hasta las vísceras proviene de ese país; y lo mismo
sucede con 50% del maíz, 95% de la soya, 33% del trigo y 60% del arroz,
entre otros productos básicos, y sin considerar el contrabando, que en
algunos casos alcanza las mismas cantidades que lo que entra legalmente al país.
En los últimos
10 años, la dependencia de México en productos ha crecido de manera
explosiva, a pesar de las constantes quejas de los productores mexicanos que
piden que se cierren las fronteras.
Para los
productores estadunidenses, sin embargo, no existe ningún daño
a la industria de la carne ni a ninguna otra relacionada con el campo, debido
a que el crecimiento de la dependencia alimentaria de México tiene que
ver más con la falta de inversión, la escasez de créditos,
altas tasas de interés y hasta con cuestiones "históricas,
legales y políticas", que frenan el desarrollo del campo mexicano
y su producción.
De 1991
al cierre del 2000, por ejemplo, las importaciones de carne de México
crecieron a más del doble quintuplicando su valor, al pasar
de 106 mil 500 a 225 mil 313 toneladas métricas, incrementando su valor
de 185 millones de dólares a 586 millones.
Hay quienes
piden, incluso, una renegociación del TLC para frenar las importaciones
de carne, pero ello resultaría hasta contraproducente para México,
porque además de desequilibrar los precios, el mercado local estaría
sumergido en prácticas especulativas que podrían provocar incluso
el desabasto nacional, advierte Gilberto Lozano Rangel, director para México
de la Federación de Exportadores de Carne de Estados Unidos (USMEF, por
sus siglas en inglés).
Por ello,
dice, la posibilidad de renegociar el TLC en ese rubro debe descartarse, ya
que cualquier freno en las ventas de Estados Unidos a México afectaría
a este último país.
"La
planta productiva de México no está preparada para, en el corto
plazo, dar abasto suficiente a la demanda de la población. Se ocasionaría
un desequilibrio en el mercado y, por consecuencia, habría un desajuste
de los precios (al consumidor), después de que estos precios han logrado
mantenerse estables por una década", advirtió.
A la fecha,
alrededor de 30% del consumo mexicano de carne de res es abastecido por importaciones;
25% corresponde a carne deshuesada, carne con hueso y vísceras procedentes
de Estados Unidos.
Durante el primer semestre de 2001, las exportaciones de carne de Estados Unidos a México sumaron 83 mil 833 toneladas (por 272 millones de dólares), 1% más que en el mismo período del año anterior, en términos de valor. (Con información de Guillermo Correa y Agustín Vargas)