El Universal
07 de abril de 2001
Gabinete de guerra
Heinz Dieterich Steffan
(Primera parte)
EL presidente
estadounidense George W. Bush se perfila como el nuevo campeón de la
lucha de clases, dentro y fuera del imperio. Llegado al poder mediante elecciones
corrompidas, al estilo de las repúblicas bananeras de la United Fruit
Company ; representando sólo una cuarta parte de los ciudadanos del
país; presidiendo a un Estado cuyo sistema electoral no cumple con
"las normas mínimas" que establece el Centro Carter del ex
presidente James Carter para elecciones democráticas, Bush II avanza
peligrosamente con el viejo sueño del imperio, de imponerle al mundo
entero sus intereses y su way of life .
La campaña
electoral del año 2000 en Estados Unidos tuvo un costo total de tres
mil millones de dólares; 55% de este dinero fue recibido por el Partido
Republicano, y ahora los grandes donadores de los oligopolios exigen que su
inversión les reditúe en una buena ganancia. Porque, como hasta
un alumno de secundaria entiende, nadie invierte miles de millones de dólares en un negocio, sin esperar un buen dividendo a
cambio.
Y Bush
II paga debidamente a los patrocinadores y padrinos que primero por los buenos
oficios de daddy le dieron trabajo en la industria petrolera, cuando anduvo
de señorito desempleado, entregado a la dolce vita ; y, posteriormente,
cuando lo llevaron a la gubernatura del estado de Texas para, finalmente,
terminar en la Casa Blanca como presidente del país más poderoso
de la Tierra. Catorce de los quince padrinos más importantes de Bush
son de la industria energética. Es por eso que llaman a su gobierno,
the oil and gas administration , la administración de petróleo
y gas.
El mismo
presidente, al igual que su vicepresidente Dick Cheney y el secretario de
comercio, Donald L. Evans, son de este sector del gran capital estadounidense.
Evans, un multimillonario de Texas, obtuvo su puesto en retribución
a 90 millones de dólares que rastreó en los bolsillos de sus
amigos de la élite imperial, para entregárselos a la campaña electoral de Bush. Dick Cheney, cuya fortuna supera los 30 millones de dólares,
comparte con el nuevo presidente haber estudiado en la misma universidad de
la élite blanca, protestante y anglosajona, en Yale, y de haber evadido
la guerra de Vietnam. Mientras George Washington Bush consiguió una
asignación a la Guardia Nacional Aérea de Texas cortesía
de la dinastía Bush para no ser enviado a las selvas de Vietnam, Cheney
obtuvo sucesivos aplazamientos de su asignación, que lo salvaron de
la cruzada por la libertad en Asia. Con refrescante transparencia, el ex secretario
de Defensa del gobierno de Reagan aclara que no estaba en contra de la agresión
estadounidense en Vietnam, pero que tenía "otras prioridades en los sesenta" (I had other priorities
in the sixties ).
Durante
el período electoral, Cheney abrazó el concepto del "conservadurismo
compasivo", que los especialistas de marketing de Bush habían
inventado, para vender su candidato en el mercado de las ideologías
y cuentos que es la campaña electoral estadounidense. Por cierto, no
era una franquicia que le quedara muy bien a Bush, siendo un entusiasta promotor
de la pena de muerte y el gobernador del estado que más gente ha enviado
a morir en las sillas eléctricas del país, incluyendo a personas
con incapacidad mental para entender la problemática moral de sus actos
delincuenciales.
Sin embargo,
en cuanto a la compasión conservadora, el afable Dick Cheney está
a la par con su jefe. En 1986 se opuso a una iniciativa destinada a lograr
la libertad de Nelson Mandela, quien ya llevaba 23 años de prisión
en las mazmorras de los racistas sudafricanos, por haber luchado contra el
régimen del apartheid . Y mientras el conservador "compasivo"
resistía a programas sociales de apoyo financiero a mujeres pobres
embarazadas, cuya vida peligraba durante el embarazo, no tenía ningún
inconveniente con los generosos financiamientos del gobierno de Reagan a los
"contras" en Nicaragua, y los mercenarios y paramilitares en Angola.
De hecho, el sistema de terrorismo de Estado, armado y ejecutado por el gobierno de Reagan contra Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Libia, Irán y muchos otros países del Tercer Mundo, es una de las principales fuentes de reclutamiento de cuadros de alto y mediano nivel, para el actual gobierno. De este sistema y su entorno, que está siendo reactivado por Bush II, provienen algunos de los funcionarios más influyentes del nuevo gobierno, entre ellos el secretario del Departamento de Estado, el embajador estadounidense ante la ONU y el secretario asistente responsable de la política hacia América Latina.