Entre las
muchas incongruencias de la CIA y del gobierno de EU ante Osame ben Laden y
el gobierno Talibán se encuentran cuando menos seis perlas:
1.- Una
sobrina de Richard Helms, legendario director general de la CIA, fue embajadora
de EU ante el gobierno de Afganistán.
2.- Los
negocios de los Laden con los Bush se hicieron en 1976, cuando George Bush padre
era director general de la CIA. Con el apoyo del jefe Bush, un representante
del padre de Osama, James R. Bath, invirtió 50 mil dólares en
la empresa Bush Energy, el primer negocio de George W.
3.- La dirección
de operaciones de la CIA nunca entendió el tema Afganistán ni
tuvo un equipo de expertos sobre el tema talibán. El primer experto de
la CIA llegó a Afganistán hasta 1987. Hasta 1999 ningún
funcionario de la CIA había contactado al líder de los rebeldes
que luchaba contra los talibanes. La CIA, pues, se desentendió de Afganistán
y el gobierno talibán hasta los ataques del 11 de septiembre.
4.- Apenas
en febrero pasado, el secretario norteamericano de Estado, Colin Powell, le
entregó al gobierno talibán de Afganistán un "regalo"
de 43 millones de dólares como un "premio" por su tarea de
erradicación de plantíos de opio.
5.- En los
planes operativos del Pentágono existen estimaciones que señalan
el escepticismo sobre el uso de la fuerza militar contra los terroristas porque
Ben Laden se encuentra escondido en las montañas y carece de infraestructura
física que pudiera destruirse. La organización de Ben Laden no
tiene bases y sus comunicaciones se hacen por correos humanos. En consecuencia,
no hay nada qué destruir.
6.- De acuerdo
con la revelación de un ex agente de la CIA, Reuel, Marc Gerecht, la
oficina de contraterrorismo de esa oficina de espionaje utilizó a la
agencia noticiosa CNN para colar a un espía.
Los más
suspicaces con el ataque de los gobiernos de Bush y Tony Blair contra Osama
Ben Laden son ex funcionarios que manejaron expedientes del terrorismo. Reuel
Marc Gerecht, ex encargado de algunas operaciones de la CIA en Medio Oriente,
publicó un análisis en la revista The Atlantic Monthly de julio
y agosto, un par de meses antes de los ataques. Ahí había advertencias
que nadie atendió.
En su texto
"El mito del contraterrorismo", el ex agente de la CIA lamentaba la
incapacidad de la agencia de espionaje para cubrir el problema de los talibanes
en Afganistán. A pesar de que EU había gastado miles de millones
de dólares en la lucha antiterroristas desde el bombazo en las embajadas
estadunidenses en Tanzania y Kenya en 1998 y de destinar "decenas de millones
para operaciones de espionaje especialmente contra Osama ben Laden y su organización
terrorista", los resultados han sido deficientes. Inclusive, Gerecht renunció
a la oficina de operaciones de la CIA por los problemas de funcionamiento.
Los problemas
de la CIA en el territorio afgano de Ben Laden han sido hasta infantiles: qué
agentes de campo destinar a Afganistán. Y ahí han ido agentes
rubios, altos de ojos azules, fácilmente identificados por el espionaje
talibanés. "No puedo ver cómo la CIA pudiera tener una oportunidad
para una lucha antiterrorista exitosa contra Ben Laden en la ciudad de Peshawar,
el cuartel general conocido como la Dodge City de Asia Central".
Otra de
las conclusiones del ex agente de la CIA dejan ver el pesimismo sobre el ataque
de Bush contra Ben Laden. "El espionaje estadunidense no ha ganado ni ganará
la colaboración de Pakistán en la persecución de Ben Laden",
pues el servicio de inteligencia de Pakistán está al servicio
de los terroristas y Pakistán y EU "no son aliados". "El
único camino para una exitosa ofensiva contraterrorista en un territorio
más o menos hostil es con el uso de funcionarios no oficiales y en situación
de secreto"
Gerecht
citó la declaración de un ex alto funcionario de la CIA: "la
CIA probablemente no tiene a un solo árabe en su oficina de Medio Oriente
que pudiera dar una imagen convincente a los fundamentalistas islámicos
y que pudiera vivir en las montañas comiendo comida rara y sin una mujer".
"Por Dios santo, muchos de los funcionarios de la CIA viven en Virginia.
Y nosotros no hacemos ese tipo de cosas". Más aún, agregó,
"operaciones que incluyen la diarrea como forma de vida no son aceptadas
por nosotros".
Gerecht
consideró que la Dirección de Operaciones de la CIA ha hecho poco
para una confrontación exitosa con el terrorismo del islamismo radical
porque creen que los talibanes son como los palestinos que beben mucho, les
gustan las mujeres y utilizan los grandes hoteles de descanso. A lo largo de
la guerra en Afganistán contra los rusos, de 1979 a 1989, "la Dirección
de Operaciones de la CIA no creó un equipo de expertos en Afganistán".
Entre el descuido, la dificultad de vivir en la zona y los espías acostumbrados
a lujos, un funcionario de la CIA le dijo a Gerecht una razón del desapego
al tema: "Afganistán es demasiado peligrosa, ¿para qué
molestarse?"
Por su parte,
Philip C. Wilcox Jr., embajador de 1994 a 1997 para asuntos de contraterrorismo
del gobierno de Clinton, escribió en la prestigiada revista The New York
Review of Books, que la acción militar contra Ben Laden es un arma "normalmente
inefectiva y frecuentemente contraproducente contra el terror". El problema
de la salida militar es que el terrorismo actual no está patrocinado
por Estados. Inclusive, "los halcones de Bush son escépticos sobre
el uso de la fuerza militar contra los terroristas".
El error más importante de la política antiterrorista de EU, según Wilcox, radica en la decisión de no atacar la raíz que causa el problema. "Hay una tendencia a tratar el terrorismo como un mal puro". EU debería, agregó, "extender sus esfuerzos a la patología del odio antes de que se crezca a un problema mayor. Condiciones que engendran la violencia y el terrorismo pueden moderarse a través de esfuerzos que resuelvan conflictos a mediante ayuda para el desarrollo económico, la educación y el control natal".