Masiosare
23 DE SEPTIEMBRE DE 2001
Una voz discordante
Las palabras contra las bombas
Un día
antes de los atentados en Estados Unidos, el célebre dramaturgo inglés
hizo una encendida crítica de los bombardeos de la OTAN y juzgó
la política estadunidense por su carácter "arrogante, indiferente
y manipulador". Tras los atentados en Nueva York y Washington, las autoridades
de la universidad italiana que lo había premiado se apresuraron a deslindarse.
Sus palabras, dijo el rector, dejaron un sabor "terrible y grotesco".
El autor respondió: "No estaba aventando bombas, estaba usando palabras.
Las atrocidades en Nueva York y Washington son horrendas. Ninguna persona responsable
puede contemplarlas bajo una luz distinta"
Harold PINTER
¿Viva
la uniformidad aunque la libertad perezca? El 10 de septiembre, el dramaturgo
británico Harold Pinter recibió el doctorado honoris causa de
la Universidad de Florencia. La Facultad de Letras y Filosofía le otorgó
la distinción por "haber representado a través de sus obras
dramáticas y cinematográficas la condición humana y social
de nuestro tiempo y por su aguda inteligencia, alta conciencia moral y genial
inventiva lingüística, que ha marcado la historia del teatro y del
espectáculo de la segunda mitad del siglo XX".
Hasta
ahí, todo marchaba bien. Pero unas horas después de la ceremonia,
frente al horror de los atentados en Nueva York y Washington, el rector de la
Universidad de Florencia, Augusto Marinelli, decidió que habían
hecho mal en homenajear al reconocido autor: llamó al consulado de Estados
Unidos en la ciudad italiana para decir que Pinter no había entregado,
contra la costumbre, su discurso con anticipación: "El texto era
fuerte y sobre todo no aludía al motivo que nos convocaba, pero en una
aula no existe la censura", justificó, en declaraciones al Giornale
della Toscana. Y fue más allá: "Cuando supe de lo que estaba
sucediendo en Estados Unidos, al inmenso dolor por las noticias que llegaban
se unió el desconcierto por la intervención de Pinter. E inmediatamente
hablé al consulado estadunidense para expresar mi solidaridad y explicar
que no conocíamos con anterioridad el tono de la intervención
de Pinter y a la luz de cuanto ha sucedido deja un sabor terrible y grotesco
(...) Estoy realmente dolido". Borremos la historia para borrar nuestras
culpas, pues.
La
respuesta del dramaturgo al funcionario, recogida por la agencia ANSA, fue contundente:
"Mi discurso en la Universidad de Florencia fue muy crítico de las
acciones de la OTAN en Serbia y otras manifestaciones de la política
exterior estadunidense. Sin embargo, en ningún lugar del discurso me
manifesté a favor de la violencia. No estaba aventando bombas, estaba
usando palabras. Las atrocidades en Nueva York y Washington son horrendas. Ninguna
persona responsable puede contemplarlas bajo una luz distinta".
A continuación, el texto del discurso de Pinter, pronunciado en la ceremonia en que la Universidad de Florencia le otorgó el doctorado honoris causa:
Me siento
profundamente honrado por el grado que me otorga esta gran universidad.
No será una sorpresa para ustedes, estoy seguro, si digo que cómo
se utiliza el lenguaje siempre ha sido una preocupación básica
para mí. Recientemente he estado particularmente interesado en el término
"intervencionismo humanitario" tal como es usado por la OTAN para
justificar sus bombardeos en Serbia.
Quisiera
leerles un testimonio personal del bombardeo de la OTAN sobre el mercado de
Nis en 1999. La escritora es Eve-Ann Prentice.
"Parecía
que la viejita tenía tres ojos. Al mirar de cerca, era el efecto de la
granada que había taladrado su frente y la había matado.
"Al
principio casi parecía que los muertos estaban camuflados entre los escombros,
los árboles partidos y los vidrios rotos. Pero ya que los veías,
los cuerpos estaban por todos lados, algunos cubiertos con manteles y sábanas,
otros simplemente yacían donde habían caído. Las casas
con cercas y macetas con plantas floreciendo ahora estaban llenas de cicatrices.
Las viudas de negro, inclinadas sobre las rejas de los jardines, con las bocas
cubiertas por pañuelos, susurraban mientras miraban a los vecinos muertos
que yacían entre vidrios rotos, los árboles partidos, los coches
calcinados y las bicicletas deshechas. Las bolsas de plástico esparcidas
cerca de muchos de los muertos, la fruta, los huevos y las verduras derramadas,
frescas del mercado.
"Era
viernes, 7 de mayo de 1999, en la ciudad sureña de Nis, y la OTAN, dijeron,
había cometido un error. En vez de atinarle a un edificio militar cerca
del aeropuerto, como a tres millas de ahí, los bombarderos habían
dejado caer su cargamento letal sobre un entramado de callejones cerca del centro
de la ciudad. Al menos 33 personas murieron y muchas más sufrieron heridas
graves: manos, pies y brazos destrozados o arrancados, abdómenes y pechos
abiertos por las esquirlas que salieron volando.
"Este
no había sido un bombardeo 'normal', si tal cosa existe. La zona había
sido golpeada por bombas cluster, diseñadas para emitir una mortal ráfaga
de esquirlas calientes cuando explotan".
El bombardeo
de Nis no fue ningún "error". El general Wesley K. Clark declaró,
cuando iniciaron los bombardeos de la OTAN: "Vamos a, sistemática
y progresivamente, atacar, irrumpir, degradar, devastar y finalmente -a menos
de que el presidente Milosevic acceda a las demandas de la comunidad internacional-
destruir estas fuerzas y sus establecimientos y sus apoyos". Las "fuerzas"
de Milosevic, como sabemos, incluían estaciones de televisión,
escuelas, hospitales, teatros, asilos y el mercado de Nis. Era una característica
fundamental de la política de la OTAN aterrorizar a la población
civil.
El bombardeo
de Nis, lejos de ser un error, fue un acto asesino. Surgió de una "guerra"
que en sí misma era ilegal, un acto de bandidos, llevado a cabo fuera
de todos los parámetros de la ley internacional, desafiando a las Naciones
Unidas, incluso contraviniendo los propios estatutos de la OTAN. Pero nos dicen
que las acciones llevadas a cabo se tomaron buscando aplicar una política
de "intervencionismo humanitario" y las muertes de civiles fueron
descritas como "daños colaterales".
"El
intervencionismo humanitario" es un término relativamente nuevo.
Pero George W. Bush también está siguiendo la gran tradición
presidencial estadunidense al referirse a la "gente amante de la libertad"
(debo decir que me encantaría conocer a la "gente que odia la libertad").
El presidente Bush posee bastantes personas "amantes de la libertad"
?no sólo en sus propias prisiones tejanas, sino también en el
resto de Estados Unidos, en lo que con precisión puede ser llamado un
gran gulag?, son 2 millones de prisioneros, muchos de ellos negros. La violación
de jóvenes prisioneros, tanto hombres como mujeres, es lugar común.
Así como el uso de instrumentos de tortura, como los define Amnistía
Internacional: pistolas inmovilizadoras, cinturones inmovilizadores, sillas
inmovilizadoras. Las cárceles son un gran negocio en Estados Unidos,
sólo superado por la pornografía a la hora de las ganancias.
Ha habido
y aún hay secciones considerables de la humanidad para las cuales la
mera pronunciación de la palabra "libertad" ha resultado en
tortura y muerte. Me refiero a los cientos de miles de personas en Guatemala,
El Salvador, Turquía, Israel, Haití, Brasil, Grecia, Uruguay,
Timor del Este, Nicaragua, Corea del Sur, Argentina, Chile, las Filipinas e
Indonesia, por ejemplo, asesinadas, en todos los casos, por fuerzas inspiradas
y subsidiadas por Estados Unidos. ¿Por qué murieron? Murieron
porque, en un grado u otro, se atrevieron a cuestionar el statu quo, la condición
sin fin de la pobreza, las infecciones, la degradación y la opresión.
Pensando en los muertos, debemos tomar la discrepancia asombrosa entre el lenguaje
del gobierno estadunidense y la acción gubernamental estadunidense con
el desprecio absoluto que se merece.
Desde el
fin de la segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha llevado a cabo una brillante
y hasta ingeniosa estrategia. Ha ejercido una sostenida y sistemática
manipulación, sin remordimientos, y una bastante quirúrgica manipulación
del poder en todo el mundo, mientras se enmascara como una fuerza a favor del
bien universal. Pero al menos ahora -se puede decir- Estados Unidos salió
del clóset. La sonrisa, claro, sigue ahí (todos los presidentes
estadunidenses siempre han tenido maravillosas sonrisas), pero la postura es
infinitamente más evidente y desnuda que nunca antes. La administración
Bush, como todos sabemos, ha rechazado el Protocolo de Kyoto, se ha negado a
firmar un acuerdo que reglamentaría el comercio de armas pequeñas,
se ha distanciado del Tratado Antimisiles Balísticos, el Tratado para
la Prohibición de Pruebas Nucleares (Comprehensive Nuclear-test-ban Treaty)
y la Convención de Armas Biológicas. Con respecto a lo anterior,
Estados Unidos dejó bien claro que estaría de acuerdo con la prohibición
de las armas biológicas siempre y cuando no se realizaran inspecciones
de fábricas de armas biológicas en suelo estadunidense. Estados
Unidos también se ha rehusado a ratificar la propuesta Corte Internacional
de Justicia Criminal. Está poniendo en marcha el Acta de Protección
a los Miembros del Servicio Estadunidense, que autorizará a las fuerzas
militares a liberar a cualquier soldado estadunidense que haya sido tomado en
custodia por la Corte Criminal Internacional. En otras palabras, ellos van a
"send the marines" (enviar a sus marinos).
Arrogante,
indiferente, despreciativo de la ley internacional, desestimador y manipulador
de las Naciones Unidas -esta organización tiene ahora el más peligroso
poder que el mundo ha conocido-, es el auténtico "Estado canalla",
pero un "Estado canalla" con una colosal fuerza militar y económica.
Y Europa -especialmente el Reino Unido- es tanto complaciente como cómplice,
o como dijo Casio en Julio César: "Nos asomamos para encontrar nuestras
tumbas deshonradas".
Sin embargo,
una profunda repulsión y disgusto con la manifestación del poder
estadunidense y del capitalismo global crece en todo el mundo y se vuelve una
fuerza formidable. Creo que una inspiración central de esta fuerza han
sido las acciones y la postura filosófica de los zapatistas en México.
Los zapatistas dicen: "No traten de definirnos. Nosotros nos definimos.
No seremos lo que ustedes quieren que seamos. No aceptaremos el destino que
han escogido para nosotros. No aceptaremos sus términos. No acataremos
sus reglas. La única manera de eliminarnos es destruyéndonos y
no nos pueden destruir. Somos libres".
Es cierto
que la reciente acción policiaca en Génova puso en claro que las
fuerza de reacción y represión se mantienen salvajes, viciosas
y sin piedad.
Pero somos libres. Y creo que esta brutal y maligna maquinaria mundial debe ser reconocida como lo que es y resistida.*
Harold Pinter,
de 71 años, es considerado uno de los mayores creadores teatrales del
siglo XX. Ha recibido decenas de reconocimientos, entre ellos el premio Shakespeare
(Hamburgo); el premio de Literatura Europeo (Viena); el premio Pirandello (Palermo)
y el Molière d'Honneur (París).
Poeta, director y escritor, se ha dicho sobre él que "hizo lo que
W. H. Auden decía que un poeta debía hacer. Limpió las
entrañas del inglés para que en adelante fluyera con más
facilidad y limpieza". (David Hare en Harold Pinter: una celebración,
Faber and Faber, 2000). O bien: "No puedes resumir con facilidad a Pinter
en una frase periodística, a pesar de que muchos lo han intentado con
etiquetas como 'maestro de la pausa' o 'comedia de la amenaza'; pero si lo tuviera
que describir a alguien que desconoce su obra diría que es un poeta instintivamente
radical que escogió al drama como su medio" (Michael Billington,
1997).