BUENOS AIRES.- Algunos millonarios invierten su dinero en apadrinar instituciones de beneficiencia o clubes deportivos. El saudita Osama bin Laden ha adoptado los conceptos de la globalización y la privatización de la economía, y los ha trasladado al mundo del terror: no necesita el apoyo de gobiernos, sino que una fortuna de 300 millones de dólares y miles de discípulos lo han convertido en un empresario autónomo del terror. En un refugio secreto excavado en una montaña afgana, Bin Laden tiene una oficina con computadoras, teléfonos satelitales y el fusil Kalashnikov con que combatió a los ateos comunistas.
Desde allí,
maneja sus exportaciones de cuero a Italia, sus ventas de semillas y aceite
de girasol a Túnez y Marruecos, la construcción de una autopista
en Sudán, y financia los grupos fundamentalistas más sanguinarios
para concretar un único objetivo: la Guerra Santa contra su antiguo patrón,
Estados Unidos.
La figura
de este hombre alto, delgado, de mirada fúnebre, nariz aguileña
y barba negra que ha comenzado a encanecer, parece arrancada de una vieja versión
de Las mil y una noches, pero a los 44 años Osama bin Laden no se conforma
con ser el banquero de Alá, sino que también se reivindica su
profeta y estratega.
Washington
tiene razones de sobra para querer la cabeza de este ex aliado devenido hoy
en el terrorista más peligroso del mundo. Una de las facetas
más silenciadas es su antigua sociedad con el actual presidente George
Bush y los nexos de ambos con el escándalo de BCCI, el banco que protagonizó
uno de los mayores desfalcos financieros de la historia. La trama secreta de
las relaciones de Bin Laden con el clan Bush, aporta claves para entender por
qué a Estados Unidos le ocurre una vez más lo mismo que al doctor
Frankenstein: está horrorizado por la criatura que ha creado.
Bush, Bin
Laden y el BBCI
En junio de 1977, George W. Bush formó en Texas su propia compañía
petrolera, Arbusto Energy, cuyo nombre es la traducción al español
de su apellido. Uno de los principales inversores era el empresario James R.
Bath, que se dedicaba al transporte aéreo. En 1991, la revista Time describió
a Bath como un lobbista cuyas vinculaciones iban desde la Agencia Central
de Inteligencia (CIA) hasta los socios mayoritarios y directivos del Bank of
Credit & Commerce.
Además
de estar involucrado en el lavado de dinero, el tráfico de armas, canalizar
los fondos para las operaciones encubiertas de la CIA, los sobornos a gobiernos
y manejar los depósitos de varios grupos terroristas, el BCCI protagonizó
una multimillonaria defraudación que llevó a su clausura en julio
de 1991.
Según
los periodistas Jonathan Beaty y S.C. Gwynne, autores del libro Banco bandido,
Bath hizo su fortuna inicial invirtiendo el dinero del jeque Kalid bin
Mahfouz y otros sauditas conectados al BCCI como el jeque Bin Laden, que
es el padre de Osama bin Laden. Según los autores de Banco bandido, los
50 mil dólares que Bath invirtió en Arbusto Energy de Bush, pertenecerían
a los sauditas porque el texano no tenía dinero propio en ese momento.
De esta
manera, el dinero de Bin Laden padre contribuyó a sentar las bases para
la primera empresa exitosa y la fortuna de Bush, hijo.
Más
tarde, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el organismo antilavado
Financial Crimes Enforcement Network, investigaron a Bath cuando uno de sus
socios norteamericano denunció que los sauditas estaban utilizando a
Bath y al BCCI para realizar tráfico de influencias en Estados Unidos.
En declaraciones
judiciales, Bath admitió que era el apoderado de cuatro prominentes y
acaudalados ciudadanos sauditas que usaban su nombre para invertir en Estados
Unidos. Aunque no dio sus nombres, en el libro Guerras non sanctas, John Cooley
aporta evidencias irrefutables indicando que uno de esos magnates era el traficante
de armas Adnan Kashoggi, quien además tenía tratos con el padre
de Bin Laden y con el jefe de la CIA, William Casey. Así, el testaferro
de Bin Laden padre recibía cinco por ciento de comisión de los
negocios que concretaba y en 1977 adquirió y operó por cuenta
de Bin Laden el aeropuerto Houston Gulf.
Muerte en
Texas
Salem bin Laden murió en 1988, en un misterioso accidente aéreo
ocurrido en Texas, el estado de donde proviene la familia Bush. Salem volaba
en un BAC 1-11 que había sido comprado en julio de 1977 al entonces príncipe
y actual monarca de Arabia Saudita. El plan de vuelo de ese avión ha
sido el centro de numerosas investigaciones.
De acuerdo
con uno de sus pilotos norteamericanos, el avión había sido utilizado
para las negociaciones secretas que en octubre de 1980 mantuvieron emisarios
norteamericanos e iraníes. A instancias de la CIA y de George Bush padre,
los iraníes demoraron hasta después de las elecciones estadounidenses
la liberación de los rehenes en Teherán, para así derrotar
en las urnas al demócrata Jimmy Carter. Salem también había
participado activamente en el escándalo Irán-Contras. Su muerte
en Texas abrió especulaciones de que habría sido eliminado por
ser un testigo comprometedor para la famila Bush.
Osama bin
Laden, empresario del terror.
Tras la muerte de Salem, Bakr junto a 13 de los 54 hermanos del clan Laden,
tomó las riendas del emporio familiar. La mayoría de los hermanos
son hijos de madres distintas y poseen nacionalidades distintas. Bakr y Yehia
son los representantes del Grupo Sirio; Yeslam, del Grupo
Libanés. También hay un Grupo Jordano, mientras
que Abdul Aziz, uno de los hermanos menores, representa al Grupo Egipcio.
Osama bin Laden es el único miembro del clan que tiene una madre saudita.
A través del complejo entramado familiar, el empresario del terror posee
vasos comunicantes con los principales contratistas del Pentágono y la
CIA. La familia Bin Laden es accionista de la empresa de
telefonía satelital Iridium, conformada por un consorcio de 19 empresas
entre las que se cuentan tres punteros del complejo militar estadounidense:
Martin Marrieta, Lockheed y Raytheon. Las acciones de estas tres empresas fueron
las que más aumentaron después de los atentados. Un hermano de
Osama, Hassan bin Laden, es además miembro del directorio de la filial
Medio Oriente de Iridium. La empresa ha sido acusada por miembros del Congreso
estadounidense de vender a China información clasificada sobre el sistema
misilístico norteamericano. El otro beneficiado fue el propio Bin Laden
quien realizó operaciones de compra-venta de acciones en varias bolsas
del mundo, que le habrían redituado 250 millones de dólares a
la causa fundamentalista.
En la entrevista
que Said bin Laden --primo del célebre terrorista-- concedió al
canal de televisión Al Jazeera, hubo un momento excepcional. Fue cuando
el banquero extrajo del bolsillo el diploma que obtuvo Osama, al graduarse por
la Universidad de Jedda. No sólo la familia, sino también
la casa real saudita tenía sus expectativas cifradas en él,
dijo el primo. Pero Osama bin Laden, alias Mohamed Alk Wahad, alias Abdala Atia,
rechazó la oferta que en 1981 le hizo Turki Ibn Aziz Bin Saud (hermano
de Fahd, el actual monarca saudita) de convertirse en ministro del Petróleo,
porque ya había elegido el Camino de la Iluminación. Arabia Saudita
perdió a un administrador de primera línea, pero el terrorismo
islámico ganó a una figura que combina un fanatismo ciego con
una brillante capacidad administrativa y financiera.
El imperio
de Al-Qaeda
Cada vez que se vende una gaseosa de cualquier marca y en cualquier parte
del planeta, la fortuna de Osama bin Laden aumenta y con ello crece también
la capacidad de su organización terrorista para librar la Guerra Santa
contra Occidente, afirma el periodista británico Simon Reeve, autor
de Los nuevos chacales, un reciente libro sobre Al-Qaeda (La Base, en árabe)
la gigantesca empresa bélico- financiera que dirige el magnate saudita.
La mayoría
de las gaseosas contiene goma arábiga, una sustancia que evita la decantación
en el fondo de la botella o de la lata. La Gum Arabic Company de Sudán,
que provee el grueso de la goma arábiga utilizada también en la
fabricación de medicamentos y cosméticos, es una de las muchas
propiedades de Osama bin Laden.
Bin
Laden tiene más recursos que muchos gobiernos nacionales, afirma
Daniel Benjamin, un experto del Centro de Estudios Estratégicos de Washington.
Según la revista británica Jane’s Intelligence Review
el imperio de Bin Laden consta de los siguientes bienes reconocidos: barcos
pesqueros y frigoríficos en Mombasa (África); la empresa de transportes
marítimos Zirkani & Laden International, con sede en Sudán;
el Banco de Recursos Botánicos de Jartum, dedicado a la exportación
de frutos tratados genéticamente; talleres de pulido de diamantes y lapislázuli
en Tayikistán; minas de diamantes en Uganda; empresas madereras en Turquía,
y empresas exportadoras de frutas en diversos puntos de África y Asia.
La pista financiera de Bin Laden arranca en Sudán, los Emiratos Árabes
Unidos y Dubai, y ayuda a sostener a los grupos fundamentalistas en Ginebra,
Londres y Chicago. George W. Bush, en la ruta de Al-Qaeda.
Los fondos
de inversión Ladin International y Taba Inversiones, una empresa constructora
y la empresa de transportes Qudurat Transport Company ayudan a canalizar las
inversiones y proporcionan cobertura para la compra de armas, explosivos e insumos
químicos.
Diversas
instituciones bancarias británicas --como el Barklays y el National Westminster
Bank (transformado ahora en el Royal Bank of Scotland)--han prestado sus nombres
a Bin Laden para adquirir uranio de Sudáfrica o pertrechos que llevan
incorporadas altas tecnologías estadounidenses e israelíes, como
por ejemplo aparatos de visión nocturna y miras infrarrojas diseñados
por ELTA (empresa de óptica y computación de Tel Aviv) y aparatos
de navegación guiados por satélite. En la cúspide del aparato
financiero se encuentra el propio Osama, pero de las transferencias del dinero
se ocupa su cuñado, Muhamad Jamal Kalifa, un ingeniero graduado
en la Universidad de Harvard.
Del manejo
de las donaciones provenientes de instituciones caritativas islámicas,
con sede en Estados Unidos, son responsables el jeque Muhamad Al Amadi, que
reside en Etiopía, y un tal Abu Zubayda, administrador de origen palestino
que reside la mayor parte del tiempo en Europa.
Según
fuentes coincidentes de servicios de inteligencia occidentales, la mayoría
de las donaciones estimadas en 300- 350 millones de dólares anuales descansan
en una cuenta del Banco Islámico en Kuwait. El arrepentido Jamal Ahmed
al-Fadl, que durante una época se desempeñó como cajero
del financista, ha permitido conocer algunos detalles de la estructura financiera
de La Base.
Al-Fadl
abandonó Al-Qaeda en 1996, cuando se descubrió que se había
apropiado de las comisiones proveniente de las operaciones del grupo. El desertor
reveló que además del Barcklays Bank de Londres, Bin Laden también
tiene dinero en una cuenta del banco GiroCredit de Viena, hoy llamado Erste
Bank. Por su parte, el diario suizo Blick publica que una sociedad financiera
denominada Taqwa (en árabe, temor a Dios) que tiene sede en Panamá
y en Lugano (Suiza) pudo servir para las operaciones financieras del terrorista
saudita.
La CIA y
las mezquitas
Sin embargo, los orígenes de la multinacional del terror fueron humildes.
Al-Qaeda surgió de la constelación que formaban dos grupos de
veteranos de la guerra de Afganistán, bajo el mando de Abdula Azam, un
acaudalado industrial de origen palestino. Azzam, quien fue guía espiritual
de Bin Laden, murió en Pakistán al estallar su automóvil.
Se desconoce quién fue el autor de su muerte, aunque sí se sabe
que, a partir de entonces, Osama tomó las riendas de la organización
que había creado Azam en 1981, potenciando sobre todo su aparato financiero.
Poco antes
de morir, Azzam había roto con su discípulo, por la insistencia
de éste en invertir el dinero procedente de las donaciones en negocios
especulativos, algo que el islam prohíbe. La muerte de Azzam dejó
a Osama las manos y la mente libres para construir su imperio.
Durante la ocupación soviética de Afganistán, la CIA, bajo la dirección de William Casey canalizó seis mil millones de dólares para financiar y entrenar a los rebeldes afganos. Casey convenció al Congreso norteamericano que proporcionara a los afganos los misiles antiaéreos Stinger, que sirvieron para derribar los aviones y helicópteros soviéticos, y ahora serán empleados contra los norteamericanos. Con la retirada rusa en 1989, la CIA celebró con champán lo que se consideró la operación encubierta más exitosa de la Guerra Fría.
Pero el
festejo no duró mucho: los sofisticados métodos de combate enseñados
a los afganos y los generosos arsenales entregados por Estados Unidos y los
países europeos se convirtieron en un bumerán. Varios comandos
británicos que entrenaron a los rebeldes afganos coinciden en que fue
la CIA quien inicialmente le dio carta franca a Osama bin Laden en Afganistán
y quien lo instó a utilizar organizaciones humanitarias y mezquitas en
Estados Unidos para reclutar voluntarios para la Guerra Santa. De uno de los
centros de reclutamiento de Bin Laden en Brooklyn, los voluntartios pasaban
a La Granja, que es como se conoce en la jerga del espionaje a Camp
Peary, un centro de reclutamiento de la CIA en Virginia. En La Granja,
los reclutas musulmanes provenientes de todo el mundo aprendieron las técnicas
de sabotaje y terrorismo.
Entre los
egresados más famosos se cuenta Ramzi Ahmed Yusuf, quien actualmente
cumple condena a cadena perpetua como principal implicado en el anterior atentado
contra las torres gemelas. Otros se convirtieron en miembros del estado mayor
de la organización de Bin Laden. Después de la retirada soviética
de Afganistán, Bin Laden se mostró desilusionado con las disputas
entre los afganos y volvió a Arabia Saudita. Desde allí coordinó
el envío de veteranos musulmanes a los Balcanes, Chechenia, Yemen y Sudán
donde estableció su propio banco: el Al-Shamal Islamic. La ruptura definitiva
con Estados Unidos se produjo durante la Guerra del Golfo: Bin Laden tomó
abiertamente partido por Saddam Hussein. En mayo de 1996, volvió a Afganistán
con sus tres esposas y 13 hijos, y en septiembre de ese mismo año emitió
su primera declaración de guerra contra los norteamericanos quienes --sostenía-,estaban
ocupando Arabia Saudita.
Misterio
talibán
Hace más de siete meses, y coincidiendo con la llegada de George Bush
a la Casa Blanca, el experto británico en temas de Afganistan escribió:
El ascenso de George W. Bush a la Presidencia (...) puede aportar nueva
luz en torno a por lo menos dos misterios centrales sobre los talibán.
El primero se refiere a la extensión conque la Administración
Clinton alentó a viejos aliados de la Guerra Fría, Pakistán
y Arabia Saudita, para reclutar y financiar una fuerza militar tribal para poner
fin al caos de los guerreros afganos en la era post soviética. El segundo
misterio consiste en aportar una explicación coherente sobre la estudiada
incompetencia del FBI, la CIA y otras agencias norteamericanas de inteligencia
para resolver las supuestas amenazas a Estados Unidos por parte de Osama bin
Laden y su organización. Los lazos de Bush con la industria energética,
particularmente a través de la petrolera Unocal, son lamentables, ya
que tienden a restringir aún más el conocimiento de la política
norteamericana en Afganistán en la última parte de la década
de los noventa.