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CAPÍTULO
7
Una
tarde inolvidable
Los
dos jóvenes estaban más callados de lo normal. Era cierto que tenían mucho en
lo que pensar, pero estaba claro que no podían pasar toda la tarde juntos sin
decir nada.
-¿Y
qué has pensado en regalarle a tu madre? –Preguntó Minako para romper
aquella tensión en el ambiente.
Hiroshi
se dio cuenta de que de día dejar sus pensamientos para más tarde y mostrarse
a Minako tal y como era él, sino ella podría sospechar algo y eso era lo último
que deseaba que sucediera.
-Pues
había pensado en un perfume. Pero como no e me dan muy bien esas cosas, le pedí
ayuda a Yoko para que me ayudara a escoger un aroma femenino y que le fuera bien
a mi madre. –Sonrió con tranquilidad.
-¿Cuántos
años tiene tu madre? –Preguntó Minako para hacerse una idea de lo que
estaban buscando.
-Cumple
ahora 46 años. –Respondió el chico rápidamente.
-Bueno,
entonces hay que buscar un perfume con un formato más clásico. ¿No te parece?
-Si,
creo que eso sería lo mejor. –Comentó pensativo Hiroshi.
Aquella
conversación parecía dar resultado. Los dos se iban soltando y sintiéndose más
tranquilos mientras se dirigían al barrio comercial. Minako quería saber cómo
era la madre de Hiroshi y éste le iba contando sus sensaciones sobre ella, lo
que más le gustaba, lo menos le gustaba,...
Así
atravesaron las hermosas calles de la ciudad, hasta llegar al centro comercial más
importante. Era un edificio de cinco plantas, todo de cristal. Tenía varios
ascensores y numerosas escaleras porque sus grandes dimensiones los necesitaban.
Las dos primeras plantas se dedicaban al sector ocio. Así que había todo tipo
de cafeterías, restaurantes, cines, salas de juego, y todo lo que se necesitara
para pasar una tarde muy agradable. Las tres últimas plantas estaban reservadas
a los comercios de todo tipo. Precisamente a esas plantas se dirigían Minako y
Hiroshi.
Los
dos chicos cogieron el ascensor A para empezar a visitar las perfumerías del
tercer piso. Los ascensores eran transparentes y Minako disfrutaba mucho de las
vistas. Aunque ese día tenía otras cosas en las que pensar.
En
el ascensor se hizo de nuevo el silencio. Hiroshi miraba indirectamente a
Minako, mientras intentaba analizar cómo se sentía. Por su parte Minako no podía
parar de pensar en la conversación que había tenido con Yasha por la mañana.
¿Por qué pensaba tanto en Yasha si ahora podía disfrutar de Hiroshi para ella
sola?
Una
vez en el tercer piso empezaron a recorrer tiendas. Su afán por encontrar el
perfume más adecuado les levaba a probarlos casi todos, y su nariz pronto
empezaría a insensibilizarse.
Probarse
tantos perfumes hizo que los chicos se relajaran totalmente, y las risas y
bromas llegaron en seguida.
Hiroshi
espolvoreaba a Minako con todos los perfumes y ella se sentía muy feliz. Por su
parte Minako, además de tomar notas de cuales eran los que más les gustaban,
también espolvoreaba perfume de mujer a Hiroshi, bromeando con que eran los
perfumes de todas las mujeres a las que les rompía el corazón.
-¡Yoko
va a pensar mal de ti! –Se reía Minako.
-No,
no, no. ¡Yoko sabe que puede confiar en mi! –Reía también Hiroshi.
Sin
embargo, tras decir esas palabras... ¿Realmente Yoko podía confiar en él?
Ahora ya no estaba muy seguro de sí mismo. ¿Terminaría siendo uno de esos
novios infieles? Jamás se le había pasado por la cabeza, pero... La dulce
sonrisa de Minako...
Minako
se ruborizó al ver que Hiroshi la miraba intensamente. Aquel chico le gustaba
mucho, realmente su corazón latía muy fuerte cuando estaba con él. Era tan
dulce con ella y... Sí, Hiroshi le gustaba mucho. De eso no había duda.
-¿Estás
bien Hiroshi? –Le preguntó Minako, tras aquella extraña mirada.
Hiroshi
reaccionó rápidamente.
-¡Sí,
estoy bien! –Y le dedicó a Minako la mejor de sus sonrisas.
Minako
creía estar en el paraíso. Toda la tarde con Hiroshi para ella sola.
Después
de un buen rato buscando, y cuando ya casi estaban exhaustos de ir de un lado a
otro, en la cuarta planta encontraron el perfume adecuado para la madre de
Hiroshi. El diseño del frasco era clásico y elegante. Parecía el cuerpo de
una mujer, pues se estrechaba en el centro. Y el olor le recordaba a una fiesta
de gala o a una cena importante. Los dos llegaron a la conclusión de que le
encantaría.
-Oye...
ahora que hemos terminado, y como todavía es pronto... ¿Te apetece que tomemos
algo? Así descansaremos un poco después de todo este lío. –Le preguntó con
cierta inquietud Hiroshi a Minako.
-La
verdad es que es una buena idea... Estoy bastante cansada y tengo mucha sed. ¡Me
apunto!
A
Minako se la veía encantada. Estaba disfrutando muchísimo al lado de Hiroshi y
recordaba por qué se había visto atraída por él desde hacia tanto tiempo.
Sin duda alguna aquel chico estaba muy presente en su corazón.
Bajaron
a la primera planta. Decidieron ir a una de las cafeterías más elegantes del
centro comercial como premio al esfuerzo que había realizado.
Se
sentaron dentro, a pesar de que también había terraza. El ambiente era
elegante, con las paredes de color vainilla y las mesas de madera oscura. La música
era relajante y los camareros vestían muy bien.
Se
sentaron en una mesa que había al fondo, al lado de una pareja mayor que ellos.
Cuando
llegó el camarero, Minako pidió un batido de fresa y Hiroshi uno de chocolate.
-Me
alegra ver que ya te encuentras mejor, Minako. La vedad es que estaba preocupado
por ti. Estos días estabas muy rara, aunque reconozco que hoy también estás
diferente. –Le comentó Hiroshi con su dulzura habitual.
Minako
no sabía muy bien qué decir. No se sentía con la suficiente confianza para
expresarle lo mismo que le dijo a Yasha por la mañana.
-Si..
bueno... sólo debía aclararme un poco la cabeza... Pero ya estoy mejor.
-Me
tenías preocupado, especialmente desde la llegada del chico nuevo, Yasha. No me
gusta ver cómo te trata, no quiero que te haga daño... –Hiroshi se puso muy
serio al decir aquellas palabras.
Minako
se extrañó por lo que le estaba diciendo. ¿Aquella preocupación era
simplemente la preocupación de un amigo o había algo más? No, no podía
ser... Estaba claro que era la preocupación de un amigo y nada más.
-Bueno,
reconozco que al principio su llegada me desequilibró un poco, pero ahora...
–Minako cortó la frase. No quiso seguir diciendo nada más de Yasha delante
de Hiroshi.
-Si...
ya veo... –Hiroshi llegó a la conclusión de que a Minako le gustaba Yasha, y
eso le hacía sentir triste. Por primera vez se hizo la pregunta adecuada ¿Estaría
celoso de Yasha? ¿Podía ser eso? Si..., quizá si. ¿Significaba que Minako le
gustaba? ¿Estaba Minako empezando a robarle el corazón? ¿Por qué ahora...?
¿Sólo por la aparición de Yasha? Eso sonaba mal, muy mal.
De
nuevo se quedó pensativo mirando a Minako con intensidad. Y Minako se sentía
algo intimidada con aquella mirada. Había algo diferente entre el sentimiento
que le producía Hiroshi y el que le producía Yasha. En Yasha además de cierto
atractivo había una familiaridad. Se sentía muy cómoda con él. Pero eso podía
ser simplemente porque le caía muy bien como amigo y nada más. No lo tenía
muy claro...
Tomaron
el batido y charlaron un rato de la escuela y de los próximos exámenes. Y en
cuanto terminaron, Hiroshi invitó a Minako como gratitud por haberle acompañado.
Los
dos chicos regresaban ya a casa cuando Minako vio al fondo, cerca de una farola
a una pareja besándose. Esa pareja se le hacía familiar... ¡No! ¡Eran Otomo
y la señorita Kuthumi! Si seguían por aquel camino, Hiroshi también iba a
descubrir su secreto.
-Hiroshi,
tengo muchas ganas de ver el atardecer... ¿Te importa que vayamos al puerto?
–Sabía que era un poco arriesgado, por todo lo que implicaba ir al puerto a
ver un atardecer. Pero era lo único que se le ocurrió en aquel instante...
Hiroshi
se extrañó de aquella proposición, pero aceptó encantado. La verdad es que
deseaba estar un poco más con Minako.
Así,
tomaron otro camino y dejaron solos a Otomo y a Kuthumi.
Minako
empezaba a arrepentirse de haber dicho que fueran al puerto. A esas horas sólo
había parejas y no era el mejor ambiente para ella y Hiroshi.
Llegaron
en seguida. Buscaron un sitio donde sentarse y esperar a que el sol se pusiera
tras el horizonte.
Estaban
en silencio. Y Minako quería romperlo a toda costa...
-¿Qué
tal con Yoko?
Fue
lo primero que se le vino a la cabeza.
Hiroshi
no reaccionó muy bien. Aquella pregunta no era la más indicada para ese
momento.
-Bien,
Estamos bien. –Dijo con cierta agresividad que Minako no pudo entender. -¿Y tú?
¿Te gusta Yasha?
Minako
se quedó petrificada.
-No,
no ¡Que va! –Negó rotundamente con la cabeza, aunque su corazón tenía algo
muy diferente que decir a su respuesta.
De
nuevo el silencio. Aquel ambiente, aquellas sensaciones que les recorrían el
cuerpo... Estaba claro que los dos se gustaban, quizá ni ellos mismos sabían
cuánto, pero que una cierta atracción había entre ellos, eso era
indiscutible.
El
sol comenzó a esconderse tras el horizonte.
-Es
una imagen tan hermosa... –Dijo Minako mientras veía los reflejos del sol en
el agua.
-Si,
si que lo es... –Pero Hiroshi no se estaba refiriendo a la puesta de sol. Con
aquellas luces reflejándose en la cara dulce y vulnerable de Minako, se le hacía
cada vez más irresistible.
No
paraba de mirarla, muy intensamente, más intensamente que nunca, y Minako se
había dado cuenta. Estaba muy nerviosa. ¿Qué significaba aquella mirada? ¿Le
había parecido entender que Hiroshi decía que ella era muy hermosa? No podía
ser...
Minako
también le miró a él a los ojos buscando dar respuesta a sus preguntas. Y en
ese instante, como encantados por algún hechizo sus caras se van acercando más
y más. Lentamente, igual que el sol se escondía tras el horizonte Hiroshi y
Minako se acercaban el uno al otro, sin dejar de mirarse a los ojos, sin
parpadear, como en otro mundo. El corazón les latía con fuerza... ¿Estaban a
punto de besarse? Sí... estaban a punto...
-¿Oye
esos no son Hiroshi y Minako? –Se oye una voz que procedía de detrás de
ellos.
En
ese instante la magia se rompe, la realidad regresa como una bofetada en sus
caras, y se separan bruscamente mirando quién habla de ellos.
Eran
tres compañeras de clase.
-Hola
chicas –Dijo Minako como un tomate de vergüenza.
-Hola.
–Contestó con una sonrisa, una de las chicas. –Sentimos haberos
interrumpido.
Minako
y Hiroshi se levantaron violentamente y negaron con todas las partes de su
cuerpo que hubiera algo que interrumpir.
Las
tres chicas se rieron y siguieron su camino.
Minako
sentía ganas de lanzarse al agua. Había que salir de allí. Y no por que
volviera a huir, sino porque aquello no estaba bien y podría acabar peor.
-Bueno,
Hiroshi, ¿volvemos a casa? –Dijo intentando parecer lo más natural posible.
-Vale
–Hiroshi no se podía creer lo que acababa de suceder.
El
resto del camino lo hicieron en silencio, cada uno pensando en sus cosas.
Hiroshi
no paraba de darle vueltas al asunto. ¿Había estado a punto de besar a Minako?
¿Por qué se sentía tan atraído por ella ahora?
Hiroshi
acompañó a Minako hasta la puerta de su casa y allí se despidieron rápidamente.
Intentando demostrar que no había sucedido nada.
-Minako,
¡que bien que ya estás en casa! Ya empezaba a estar preocupada por ti. Como no
me dijiste que ibas a salir... –Le dijo Izuki preocupada.
-No
te preocupes, mamá, sólo fui a dar una vuelta con un amigo.
¿Amigo?
Estaba claro que Hiroshi era algo más que un amigo.
-¿Quieres
cenar algo? –Preguntó Izuki.
-No,
ya tomamos antes algo. Ahora me apetece más ir a descansar.
Izuki
besó a su hija en la frente y la dejó ir a su habitación.
De
nuevo en su cálida habitación, de nuevo en su querido escritorio con su
querido diario.
Querido
diario, no te vas a creer lo que ha pasado hoy...
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J
Por Amri-chan
Bueno,
bueno, bueno, jejejeje. Me empiezo a acostumbrar a dejaros con la miel en los
labios. Espero que os haya gustado el capítulo, especialmente la parte en la
que casi se besan ¡¡¡dios a mí casi se me salta el corazón al imaginar la
escena!!!
Muchos
besitos, y ¡hasta el próximo capítulo!
Capítulo
8: ¿Qué
tal lo pasaste con Hiroshi?
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