Errores y Fracasos

 

 

José López Portillo

El presidente López Portillo creía con sinceridad que el flujo de los recursos petroleros iría permanentemente al alza como consecuencia del descubrimiento de nuevos yacimientos en nuestro suelo y del ascenso constante de los precios; en efecto, entre los países árabes y Venezuela se formó la Organización de Países Productores de Petróleo, (OPEP), cartel cuyo propósito era reducir la oferta de hidrocarburos para elevar sus precios y para preservar este recurso no renovable. Por varios años esta política funcionó y López Portillo pudo augurar que "nuestra potencialidad petrolera puede significar una presión de relevancia mundial", que dado el crecimiento asombroso de nuestras reservas México tendría antes de 1980 substancialmente excedentes exportables importantes, sin bajar sus reservas, que "los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrían que aprender a administrar la abundancia" y que "por primera vez en nuestra historia disfrutaríamos de autodeterminación financiera". Probablemente ha sido uno de los grandes errores en política gubernamental de todos los tiempos. Aunque consiguió alcances en otras áreas, autosuficiencia alimentaria, política agraria y el re encuentro con los empresarias, esta equivocación fue estructural. Lo siguiente fue la orgía del endeudamiento y los problemas siguen prevaleciendo: con el raudal de dinero proveniente del petróleo y del crédito se intentó un proyecto de industrialización y modernización en cinco años que rebasaba todas las posibilidades técnicas y económicas. El gasto público se desbocó; en 1978 creció en un 38 % sobre el de 77, el presupuesto de egresos se elevó en un 23 % y el de la inversión pública un 37 % sobre el año anterior; en 1980 el gasto público volvió a crecer un 33 %. Ahora es muy fácil señalar estos fracasos y sugerir lo que se debió haber hecho, pero también es cierto que la riqueza momentánea cegó a los gobernantes. El proyecto de modernización planteado debió tener como recursos los egresos fiscales y una profunda reformas tributaria que se venía planteando desde hace tanto tiempo. El acercamiento con los empresarios debió ser usado como arma y aprovecharlo al máxima a fin de no aplazar la imperante transformación del erario. Además, las industrias paraestatales produjeron a costos desmesuradamente altos, que las obligaba a operar en números rojos y a no ser competitivas ni siquiera en el mercado interno, a no ser porque el erario público cubría sus pérdidas a través de generosos subsidios. Había así doble pérdida de recursos. Gran parte de la culpa en las empresas públicas es ocasionada por los sindicatos y es un problema difícil de superar porque están enterrados en la vida política nacional, son un logro de la revolución y es una herejía transgredir contra ellos.

Para paliar los efectos de las nefandas acciones del gobierno, emprendió una tardía disminución del gasto público, impuso más controles a la importación, subió los precios y tarifas públicas y elevó las tasas de interés; otro error inmediato fue decretar un alza general, eminentemente populista, de sueldos y salarios del 10, 20 y 30 % que elevó los costos de producción, atizó la inflación e hizo nulas las demás medidas; esto avivó la desconfianza y, a pesar de la fuerte devaluación, el público siguió comprando dólares y los acreedores del gobierno dejaron de renovar sus créditos. La política económica de ajuste fue cancelada por las actitudes eminentemente propagandísticas.

Miguel de la Madrid

¿Porqué fracasó el programa destinado a desarrollar medianamente el sector industrial? La respuesta no es unilateral y sencilla. Podría argumentarse que fue utópico, que sólo tomó en cuenta factores internos, o que no tuvo como base la transformación radical del sistema educativo; todos ellos son ciertos hasta determinado punto.

El objetivo del programa implementado por de la Madrid fue articular las diferentes ramas industriales y hacer al renglón competitivo internacionalmente. La sobreprotección acostumbrada volvió inmaduros a los empresarios y no los preparó para ser eficientes, además, la protección al comercio exterior impidió que fuera transferida de manera directa tecnología importada. Esta política otorgó prioridades a los bienes de consumo y descuidó a los intermedios y de capital, y tal vez la peor de sus fallas, no preponderó las exportaciones -por temor al desabasto- y como consecuencia no hubo crecimiento sostenido.

En el sexenio se pretendió acabar con todas las desgracias, pero se centró en puntos débiles y nunca fueron atendidos.

El primero radica en el mercado interno. Al fortalecerlo, el gobierno aseguraba dependencia económica y aunque fomentaría las exportaciones, estarían sustentadas en un mercado desarrollado al interior; para lograrlo era necesario crear empleo. Para el sector privado era difícil dada las resaca de la crisis, en el gobierno no podía recaer la responsabilidad, por el excesivo endeudamiento y las políticas del Fondo Monetario Internacional. Además los empresarios estaban interesados en conquistar mercados externos, a costa incluso, de descuidar el propio. La única alternativa de ser dependientes es asegurar que el mercado interno sea robusto, el gobierno empezaba ya la apertura y pasó por alto el potencial interior.

Los problemas estructurales señalados consistían en mala inserción industrial al mercado exterior, cuando ni siquiera lo estaban al interior; mal desarrollo tecnológico, producción de bienes de escasa calidad, y poca coordinación entre productores. Las acciones para contrarrestar lo anterior serían mantener el tipo de cambio realista, permisos temporales de importación, énfasis en productos clave, protección al comercio, desarrollo industrial paraestatal, coordinación entre estados y municipios entre muchos otros.

El beneficio de tener el tipo de cambio sobrevaluado es el abaratamiento de importaciones y en ello va inmerso importar tecnología, los sobresaltos de las crisis sexenales y las devaluaciones podrían impedir este proceso, resaltando la constante innovación y vanguardia de los países desarrollados. El tipo de cambio realista, como se dice, permitiría enviar señales correctas y reflejar correctamente los precios internacionales; lamentablemente las políticas cambiarias han sido sobrevaluatorias, el único beneficio es un auge temporal en las exportaciones. La opción para ser competitivos al exterior y proteger la industria nacional es tener el mercado cambiario lo más cercano a la realidad.

La importación no fue tan selectiva. En años recientes se ha concentrado en bienes intermedios y los bienes de capital han sido reducidos. Se aprovecharon las facilidades fiscales y comerciales para favorecer importaciones temporales; de esta manera, no fueron otorgados estímulos adecuados a importaciones encaminadas a estimular y sustentar el crecimiento de la industrial real, no armadora como terminó siéndolo.

En años anteriores, el gobierno había sido participe activo de la industrialización al establecer industrias estratégicas e indirectamente al crear obras de infraestructura, y empleo productivo. Los altos niveles de endeudamiento y las políticas impuestas por los organismos internacionales impedían que el gobierno gastara en desmedida. Por si fuera poco, las malas administraciones hicieron estériles las empresas estatales y terminaron por dejarlas. El poco desarrollo industrial ha sido tradicionalmente concentrado en el centro del país. Se habló de facilidades fiscales para sacarlo de aquí. La cercanía con Estados Unidos y la saturación obligó a las industrias a irse al norte. No se alcanzaron los objetivos por que el sur sigue careciendo de centros de desarrollo industrial.

El punto central del desarrollo industrial consiste en armar cadenas productivas. La palabra "articulación" es más acertada y se menciona hasta al cansancio. La herramienta para lograrlo se centró en hacer subcontratos con empresas pequeñas. Esto quiere decir que el gobierno coordinó a ciertas empresas con el fin de hacerlas más productivas, lamentablemente no se extendió a empresas de mayor tamaño. El gobierno hubiera podido fomentar corredores industriales por rama en determinadas zonas del país, así se tendrían eslabones fuertes y ya encaminados a ciertos canales de distribución, para exportar por ejemplo. Se habla pues de articulación, pero se habla muy poco de como lograrla.

El hecho es que el país no desarrollo el sector manufacturero en las ramas que pretendía. La mayor parte de ellas siguen siendo altamente dependientes de insumos extranjeros y por ello vulnerables. Sería muy fácil decir que el orden internacional ha impuesto la supremacía de empresas transnacionales y nos ha condenado a importar tecnología atrasada y a maquilar. Las necesidades principales de la industria son financiamiento y tecnología. El financiamiento a largo plazo es difícil de conseguir por las políticas monetarias y fiscales utilizadas, el exterior no es la mejor opción. La tecnología es producto de reformas educativas radicales a largo plazo.

 

 

Carlos Salinas de Gortari

La protección vivida no promovió el desarrollo ni la modernización de procesos y productos. El problema central era el poco destino de recursos a tecnología por parte de las empresas. La participación entre centros de investigación y la industria fue nulo, los fondos financieros estaba subutilizados, la formación de capital humano fue insuficiente. El país tenía poco desarrollo en infraestructura, que además de ser utilizada por debajo de su potencial, estaba concentrada en las tres ciudades del país. El problema de las pequeñas industrias es la reducida capacidad de producción. Existen a su vez dificultades propias y características extremadamente específicas por lo que se complica enormemente hacer juicios y dar recetas. Son malas negociadoras y tienen bajos niveles organizacionales; difícilmente son exportadoras y están concentradas en áreas bien identificadas. El gobierno de Salinas de Gortari no acabó con estas dificultades. La única opción debió ser incrementar el crédito para estos organismos y vincularlos entre ellos, crear cadenas productivas exclusivamente de pymes y localizarlas en los centros más productivos, no pensar de inmediato en la re localización.

La estretegia de la modernización industrial y de comercio exterior fue la internacionalización de la industria nacional, a través de inversión extranjera; desarrollo tecnológico, investigación orientada a problemas concretos de la industria nacional; desregulación económica; promoción de exportaciones y fortalecimiento del mercado interno. De ellas la única plasmada fue la inversión extranjera. Es muy difícil que un país se adapte tan rápido a los cambios. Nuestra nación vivió etapas de proteccionismo en todos los sentidos, de esta manera los empresarios no eran ni siguen siendo competitivos. El gobierno de Salinas no debió haber materializado la apertura de manera tan radical. Los tratados comerciales debieron ser firmados también con naciones en condiciones similares o peores para ser la fuente de acumulación de capital necesaria.

Las inversiones privadas serían estimuladas, pero sobre todo, las extranjeras. Las herramientas fueron el perfeccionamiento de medios de crédito, incentivos fiscales, simplificación de trámites y se crearon alternativas de financiamiento bursátil para extranjeros. No fue plausible la decisión de abrir el mercado bursátil a extranjeros, de esta manera se justificó la especulación desatada. El mismo pagaría su error tiempo después.

El marco regulatorio fue revisado y se decía que sobre todo la legislación sobre monopolios. Lo extraño del caso es que si no se fomentaba la creación de monopolios u oligopolios difícilmente se haría frente a la competencia externa. Serían objeto de promoción exportadora los sectores pesquero, silvícola y hortifrutícola. Me parece que siempre han sido olvidados y que a pesar del potencial están destinados al fracaso, excepto claro por las frutas y hortalizas que gozan de gran aceptación en el exterior, principalmente en Estados Unidos. Más productos debieron contagiarse de estas facilidades.

La modernización tecnológica siempre se ha visto como la panacea para resolver problemas y siempre se ha hecho a un lado. Es reiterativo el punto de colaboración entre industria y universidades, pero inalcanzable. Uno de las prioridades sería dotar de tecnología a las empresas de tamaño modesto, lo que no se explica es como entidades tan minúsculas podrían sufragar los altos costos de la modernidad. Otro aspecto muy mencionado es la ampliación en tiempo para las patentes, pero como hacerlo sin ciencia. La industria maquiladora fue objeto de excesivos apoyos, lamentablemente no fomentó la integración nacional ni dio apoyo a empresas mexicanas, se centró en dar facilidades para la inversión extranjero. Los apoyos fueron sobre todo fiscales como devolución de IVA y regímenes arancelarios preferenciales y apoyos financieros exclusivos a este ramo, productos generados en el país y de altas prioridades debieron ser incluidos en tales concesiones.

 

 

Ernesto Zedillo Ponce de León.

Las estrategias para el sector externo serían coordinar acciones con las naciones de más alta prioridad y actualizar el marco legal. México tiene interés estratégico en América del Norte; se pensaban incrementar la cooperación financiera, comercial y científica, los acuerdos de flujo de factor humano fracasaron rotundamente. Con Canadá se pensó acordar en infraestructura y en alianza para tener posturas semejante en los Foros de cooperación. Centroamérica fue relegada en años recientes, el interés más próximo se centró en Guatemala, por la zona fronteriza. Sudamérica representó algo por Chile, y en menor medida Argentina y Brasil. Las estadísticas reflejan déficit con la zona a pesar del poco desarrollo comercial. España fue visto como la llave de entrada para el acuerdo comercial con Europa, que finalmente se concretaría; otros países de peso fueron Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. La nación ibérica representa el segundo inversionista en nuestro país. Otras zonas son Europa Central y en mayor medida Asia por la APEC y por el punto de inflexión con China. La mayoría de los acuerdos comerciales buscan aprovechar la localización geográfica, no implementar diversificación ni muchos menos. Los tratados comerciales tienen que ser utilizados en su totalidad y aprovecharlos para generar nuevos socios.

El Plan Nacional de Desarrollo preveía la elaboración de planes independientes de política industrial y de comercio exterior. Después surgió la necesidad de unificar estos programas. Se advierte que las acciones de este plan, se desarrollaron con criterios de disciplina fiscal y ejercicio eficiente del gasto público. Dicho documento fue elaborado consultando a los gobiernos estatales, empresarios, financieros, y catedráticos. Las políticas de adhesión entre programas nunca funcionaron, tuvieron que ser mayormente implementadas.

En la presentación s menciona que la apertura ha sido por si, la causante de la competitividad y modernización industrial del país, ayudado en parte por la privatización. Aquí se encuentra de nuevo una justificación a las políticas neoliberales y una de las grandes mentiras de todo el programas. Lo que no han logrado fue rearticular cadenas productivas y fomentar el desarrollo regional. Para alcanzar mayor competitividad deberían organizar y coordinarse los sectores privados y públicos, se menciona entonces al gobierno como eje rector de los planes y estrategias.

Las líneas estratégicas serán crear condiciones de rentabilidad elevada y fortalecer los artículos exportables, acelerar el desarrollo de agrupamientos industriales y fortalecer el mercado interno. Todo ello requiere infraestructura y capacitación, parece imposible con la reducción en la disciplina fiscal.

Las políticas para soportar las líneas anteriores serían estabilidad macroeconómica, creación de infraestructura, integración de cadenas productivas, mejoramiento tecnológico, desregulación económica, promoción a las exportaciones, negociaciones internacionales, etcétera; las metas de estabilidad económica no se lograron y por ello todo el modelo fracasó.

El auge exportador sólo se logra asignando altos recursos al sector exterior. Las experiencias extranjeras así lo demuestran. Las acciones alcanzadas son diferentes; por ejemplo está el financiamiento a consultores en pymes, planes de mercadológicos hacia afuera, búsqueda de oportunidades de inversión y agentes de promoción permanentes; en Asia, las empresas comercializadoras tuvieron un éxito fenomenal. Lo importante es señalar que el funcionamiento adecuado no depende de la política por si misma, sino en la mecánica de aplicación, para esto es necesario coordinar sectores, promover la oferta exportable y hacer responsables de los costos a los usuarios.

El sistema nacional de promoción de las exportaciones adolece de un rezago apreciable respecto a los competidores, superarlo fue la prioridad. El eje sería el gobierno, en cooperación directa con el sector privado.