Janis Joplin
Para hablar de Janis Joplin se requiere hacerlo a partir de tres premisas: la primera, saber que la historia del rock son sus mitos; la segunda, que el blues se interpreta en carne viva; la tercera, que para escucharla se necesita mucho, pero mucho, corazón. Una vez alertados, destapemos el velo de esa definitiva presencia conocida como La Bruja Kózmica por el público y Perla por sus amigos cercanos.
Janis Lyn Joplin nació el 19 de enero de 1943, en Texas, como la primogénita de una familia de clase media. Se crió en Port Arthur, una población de setenta mil habitantes, empleados en su mayoría en el negocio del refinamiento petrolero. Su padre, Seth Joplin, era supervisor de una de las tres plantas con las que contaba la compañía Texaco en aquel lugar. Su madre, Dorothy, cuidaba de un hogar ordenado y sin mácula. Contaba además con dos hermanos, Laura y Mike. A la luz de su biografía posterior, resulta difícil imaginarla en ese ambiente. Ella mismo no lo hizo, aunque reconoció una relación cercana con su padre. Él la inició en el camino de la lectura. Con su madre, por el contrario, la convivencia fue difícil, chocaban una y otra vez por el carácter voluntarioso de ambas.
Janis desde muy temprana edad se interesó en la pintura y en la poesía, actividades que de inmediato la catalogaron en su cerrado medio como una niña excéntrica. El roce constante con dichas opiniones transformó su infancia despierta y vivaz en una pubertad introspectiva y solitaria. A los catorce años ya era una marginada que construía su propio mundo. Creció durante los años cincuenta, con la adolescencia recién descubierta en los Estados Unidos: violenta, ingenua, plena de incontrolables energías. Tal época trajo a James Dean y su sueño de juventud eterna que iba a permear poco a poco al establisment, bajo la consigna de vivir rápido, morir pronto y dejar un cadáver resplandeciente. La preparatoria la cursó en la Jefferson High School de la localidad. Continuó con la pintura y la poesía y llegó a exponer algunos de sus cuadros en las cafeterías donde asistía a escuchar jazz. Pasó tiempos difíciles en la escuela debido a su forma de vestir, de hablar, de actuar. "Yo era una artista y tenía todas las ideas y sentimientos buenos que había recogido en los libros. Pintaba y escribía, pero sola, no había con quién compartir algo en Port Arthur", comentó años más tarde al respecto.
Moldear el destino
En su casa escuchaba a Bach, Beethoven, pero también a cantantes de blues como Odetta, Leadbelly y Bessie Smith. Rechazada y foco de burlas, terminó la preparatoria a los diecisiete años. Al enfrentar ese ambiente hostil, se forjó un carácter beligerante con el cual se graduó. Asistió después a Lamar Tech para estudiar arte, luego fue a la Universidad de Texas y también al Port Arthur College. En todos se mostró con una actitud rebelde y con maneras que la alejaban de la forma de ser tradicional de una mujer. Fue considerada por sus compañeros como "uno de los muchachos". Comenzó a beber al parejo de ellos y luego los superó. Externó de manera abierta sus opiniones sobre las cosas al igual que su contundente liberación sexual, antes de que las feministas siquiera pensaran en ello. Su peinado, su estrafalaria vestimenta y su lenguaje callejero pronto la hicieron notable y repudiada.
En la cafetería Pasea, donde pasaba el tiempo, descubrió que podía cantar en serio. Lo hizo primero en privado, imitando a Odetta y Bessie Smith, acompañándose de sus discos. Luego puso en práctica tales imitaciones en una fiesta. En 1961, descontenta con su entorno, viajó a Los Angeles, donde trabajó de telefonista. Se volvió asidua de las playas de Venice, en las cuales se reunían los beatniks, y llegó hasta San Francisco para pasar una temporada, mezclada con el ambiente underground de la bahía.
Regresó a Port Arthur en 1962 y comenzó a cantar en público. La primera vez fue en un club de Beaumont. Mientras estuvo en el Lamar Tech, se entrenó en clubes y en algunos lugares de Houston y Austin. Cantaba por los tragos casi siempre. Retornó varias veces a California y actuó en diversos sitios, donde se acompañaba con la guitarra al interpretar el más sentido country and western.En 1963, la costa occidental de Estados Unidos atestiguó el brote del movimiento hippie. Janis por supuesto fue absorbida por él. En San Francisco, Venice Beach fue su segundo lugar y ahí se inició en el camino de las drogas ("Quería experimentarlo todo, ingerirlo todo...Y lo hice -confesó tiempo después-. Todo lo tomé, lo chupé, lo lamí, lo fumé, me lo inyecté, lo tragué, me enamoré de ello") y el alcohol. Muchas veces se presentó en el escenario con una botella de whisky Southern Comfort en la mano. En 1965 regresó por una breve temporada a Port Arthur con su familia. Y si bien trató de readaptarse al ambiente del poblado, muy pronto se dio cuenta de que no sería posible hacerlo.
El oasis hippie
Por aquel entonces, Chet Helms, un tipo a quien la joven de veintidós había conocido en los bares de Texas, se convirtió en el publicista y manager de un grupo de San Francisco: Big Brother and the Holding Company. Andaban en busca de un o una cantante, así que Helms les recomendó a Janis. Aceptaron la idea y él la convenció de mudarse a la bahía, que en esos momentos florecía como utópico paraíso juvenil y bohemio. Otra forma de contracultura -tras Ginsberg, Ferlinghetti y Kerouac- comenzó a permear esa urbe arropada de poesía beat, agitación estudiantil y experimentación con drogas, desde la marihuana hasta el LSD, el rock psicodélico producto de ello y la inmigración constante de gente joven y desarraigada procedente de todos los rincones de la tierra del Tío Sam.
A este lugar llegó Janis Joplin el 4 de junio de 1966. Surgía la comuna urbana conocida como Family Dog, organizadora de eventos fantásticos; el nombre de Bill Graham se asociaba a los mejores conciertos en el Fillmore Auditorium; Ken Kesey promovía sus Acid-tests y Chet Helms dirigía el Avalon Room, donde Big Brother era el grupo de la casa. Quienes daban vida a todo ello eran los hippies, al fomentar la convivencia y el arte en completa libertad y al disertar contra la guerra y a favor de hacer el amor. Los grupos que comenzaban sus carreras ahí eran Jefferson Airplane, Grateful Dead, Country Joe and the Fish, New Riders of the Purple Sage y Quicksilver Messenger Service, entre otros.
En dicho ambiente de alucine irrumpió Janis y comenzó a dar vida a una leyenda en medio de otras; una mitología particular inmersa en un Shan-gri-la generalizado. Había depurado su estilo y el blues la abrazaba de la cabeza a los pies. Con Big Brother inició el fluir de canciones, trabajando en el Avalon y algunos bares de alrededor. Soltó las amarras de su voz de torbellino y aprendió a fusionar el blues con la fuerza eléctrica de los amplificadores de una banda de rock. Cantó libre y salvajemente.
Janis habitó el número 1090 de la calle Page, una casa victoriana al sur de la ciudad cerca de Hight-Ashbury, el crucero de culturas, religiones y nacionalidades y el emblema de un ambiente heterogéneo y tolerante. En dicha casa, Janis vivía en comunidad con los músicos del grupo: Peter Albin (bajo), James Gurley (guitarra), Sam Andrew (guitarra) y David Getz (batería). Compartía cama con el primero. Luego figuraría una larga lista de tales compañeros con nombres conocidos en el mundo roquero, como Country Joe McDonald, Kris Kristofferson y Leonard Cohen. El grupo pronto recibió ofertas para grabar. Sin pensarlo, firmaron por cinco años con el sello Mainstream y produjeron un LP con el nombre del grupo, a principios de 1967, hecho del que se arrepentirían, ya que esta disquera nunca les pagó regalías por los miles de ejemplares vendidos. Para liberarlos de ese contrato, la compañía Columbia tuvo que pagar doscientos cincuenta mil dólares y los agregó a su catálogo.
Nace una estrella
Ese trago amargo quedó olvidado tras su aparición en el Monterey Pop Festival de junio de 1967. Fue la ocasión para presentarse en plan grande junto a luminarias como Otis Redding, The Who, Animals, Jimi Hendrix y Jefferson Airplane, entre otros muchos. La interpretación que hizo Janis de "Ball and Chain", un tema de Big Mama Thornton, con su ruda y áspera voz, hizo polvo a todos los concurrentes. Se erigió en la nueva figura femenina con los sentimientos fluyendo en forma total, candente, veraz y profunda. Fue el nacimiento de una estrella con aura.
Todo mundo se preguntó quién era esa mujer y así surgió la información importante: una vocalista que vivía lo que cantaba; una estudiosa que hacía esfuerzos por poner al día la tradición de la bluesera clásica, tan olvidada, con Bessie Smith como materia prima de la cual abrevar; era una mujer liberada que le entraba duro al alcohol y a la pasión, dándole con ello un matiz propio a la era psicodélica; era una bebedora famosa en medio de una cultura consumidora de ácido. A la par de esto, su cabello orgullosamente largo y revuelto, ropa de segunda mano y emociones a flor de piel la convirtieron en una heroína prefeminista. Sus admiradores opinaban que la expresividad de su voz compensaba cualquier falta que cometiera: su sonido rasposo abarcaba la gama del arrullo al alarido. Con todo, su voz denotaba un dolor auténtico y el deseo de comunicarse con sus públicos: "Mi canto no es una viaje cerebral parco. No me preocupa si es artístico o no, sino que de verdad le llegue a la gente", dijo en sus primeras entrevistas.
En enero de 1968, Janis Joplin y Big Brother firmaron con el famoso empresario Albert Grossman. Estaban listos para viajar. Sus giras incluyeron los más importantes auditorios de Estados Unidos. Janis era una auténtica bluesera que no dejaba de gritar su doliente herida empapada de whisky, agitando las plumas, los collares y otros adornos. Era todo un espectáculo: "Algunas veces me sentía tan excitada que no dejaba de cantar y me ponía a brincar de arriba a abajo. No sabía cuándo detenerme. Cantar no es sólo dejar salir todo, eso es más bien defecar. Cantar es tomar un sentimiento y convertirlo en algo terminado, bien hecho, que luego pasado por las cuerdas vocales trate de crear un sentimiento igual en la gente que te ve y oye". comentaba al respecto.
Con esa idea fundamental entró al estudio con el grupo de 1968, para grabar un disco para la CBS que llevaría por nombre Cheap Thrills. Su carisma vocal llevó al LP a la cima de las listas de popularidad estadounidenses. Sin embargo, había un pero: Big Brother and the Holding Company era un grupo de diletantes improvisados muy entusiasta, pero apenas competente; un grupo de amigos caracterizado por el buen humor, producto de la época, y un sonido distorsionado que pasaba por la fuzz-box. No obstante, la voz de Janis los sacaba a flote. Gracias a esto, cuatro de los tracks del álbum fueron clave para volverlo importante e inscribirlo en la historia del rock: "Ball and Chain" (de la cual Janis hizo su versión), "Piece of my Heart" (tema original de Ema Franklin), "Turtle Blues" (escrita por Janis con el estilo de los años veinte en la que sólo la acompañaba el productor del disco, John Simon, en el piano) y "Summertime" (pieza de George Gershwin que resultó un triunfo de la sensibilidad; hay que destacar el original arreglo de Sam Andrew, el cual aumenta lo intenso del tema). Cheap Thrills se convirtió en álbum de oro y número uno de las listas al vender más de un millón de copias.
El espíritu comunitario de la banda ya no fue suficiente una vez que el talento de Janis fue reconocido a nivel internacional. Las críticas a las capacidades musicales de Big Brother resultaron definitivas para separarse del grupo a favor de una integración más profesional. Se llevó consigo al guitarrista Sam Andrew, agregó al órgano Hammond (Richard Kermode), trompeta y saxes alto y tenor (Luis Gasca, Terry Clements y Cornelius Flowers), un bajo (Brad Campbell) y una batería (Maury Baker), para crear un sonido grueso y lleno de soul. Con ellos dio una sesión espectacular en el legendario Festival de Woodstock. En noviembre de 1969, grabaron I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama! A pesar de sus esfuerzos, los músicos no resultaron más que una banda de respaldo y la magia era sólo de Janis, quien elevó el disco a la categoría de maravilloso por sus aportaciones interpretativas, líricas ("One Good Man", "Kozmic Blues") y versiones definitivas ("To Love Somebody", "Little Girl Blue"). "La gente espera que los cantantes de blues agonicen en cada pieza. Yo lo hago con cada una de ellas -declaró tras la salida del álbum-. "t;A este paso no voy a llegar a los veintiocho años. Tengo diez de cantar al máximo, pero prefiero eso a vivir hasta los setenta frente al televisor".
Surgen las deidades
En ese momento de su historia, el rock cimentaba su mitología posclásica con la aparición de mujeres en su cosmogonía. Eran émulas de Atenea (aquella diosa griega de la sabiduría que había sabido manejar a las Furias a base de rituales únicos), mujeres duras cuya divinidad irradiaba comportamientos distintos. Se trataba de Janis Joplin y de Grace Slick, diosas nacidas del rock y de la contracultura. Ningún protagonista mitológico está completo sin la provocación de otros estilos iguales en fuerza, pero contrastantes. El rock ácido de los sesenta produjo a dichas deidades opuestas.
Joplin y Slick fueron los ejemplos más populares en sus aspectos oscuro y luminoso. Slick era la belleza a la moda, cerebral y fría, una exmodelo de penetrante voz de soprano. Las drogas que ella afirmaba preferir eran las psicodélicas "buenas", las cuales servían para "expandir la mente". A manera de contraste, los escapes que el público le conocía a Janis -la heroína y el alcohol- eran objetables para los involucrados en el misticismo orientalista. Janis, muchas veces pasada de peso, fachosa, ebria, bisexual y ríspida, era una impactante rebelde del rock mismo. A diferencia de las alucinantes metáforas presentadas por Slick, Joplin escupía sus emociones en el escenario. Mientras que la evocación de una nueva comunidad por parte de Grace, el frente de Jefferson Airplane, equivalía a un llamado para crear el Edén Occidental, Janis exaltaba al individuo, al aquí y ahora con todo y sus infiernos particulares. Era una bebedora desmadrosa, promiscua, dispuesta siempre al reto, pero en el fondo también muy vulnerable bajo la dura fachada. Su vestuario representaba la autonomía de las modas dominantes. Era un collage estridente basado en pieles falsas, plumas de amplia variedad (en la cabeza y el cuerpo), collares y alhajas de fantasía, blusones, pantalones de terciopelo o seda de sórdidos colores, cabello enmarañado. Su ejecución orgiástica de las canciones hacía de sus presentaciones la apoteosis de una áspera emotividad. El vestuario de la Slick, con su grafía psicodélica y plena de simbolismo compuesto por estrellas, barras y colores vivos, era más ordenado y convencional, pero lo usaba con la resuelta convicción del guerrero iracundo. Ambas dominaban a sus grupos visualmente y también en cuanto a la forma de la interpretación.
La muerte prematura de Janis confirmó su posición mítica como mártir mesiánica del rock. Mientras tanto, el Jefferson Airplane de Slick se desintegraba hasta desaparecer a la postre. Sin el contexto de la comunidad ideal y sin la presencia de otra diosa de igual intensidad, otra Janis Joplin, como contraparte, la urgencia de su postura se disipó al llegar a su fin el sueño ácido setentero. Ambas encarnaciones de Atenea de cualquier forma tienen un sitio especial en la mitología roquera, Janis también en el panteón de la misma.
Enterrada viva en el blues
En mayo de 1970, Joplin formó otra banda, la Full Tilt Boogie, la cual logró un sonido cumplidor con Brad Campbell (bajo), Clark Pierson (batería), Ken Pearson (órgano), John Till (guitarra) y Richard Bell (piano). Su presentación oficial fue el 12 de junio, en el Freedom Hall de Louisville. Janis cantó más rasposa y energizada que nunca, con el apoyo del grupo, pulido aunque sin el carácter que se necesitaba. Así entraron al estudio. Para septiembre casi habían terminado de grabar el álbum previsto, el cual incluía dos canciones escritas por Janis: "Move Over" y "Mercedes Benz" (a capella). Así llegó la madrugada del 4 de octubre. Tras un arduo día de trabajo, Janis murió "accidentalmente" de una sobredosis de heroína en el Motel Landmark de Hollywood. El disco titulado Pearl -sobrenombre de Janis- salió a la venta dde manera póstuma, con dos tracks instrumentales para los cuales no tuvo la oportunidad de grabar la voz. Uno de ellos era la composición premonitoria de Nick Gravenites "Burried Alive in the Blues". El LP llegó al número uno de las listas y el sencillo "Me and Bobby McGee" (composición de Kris Kristofferson) también lo fue.
Se le lloró mucho. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas sobre la costa californiana, según sus deseos. Su voz encarnó la pasión de una época y desde entonces no ha tenido rival. Janis entró al Salón de la Fama de la Música en 1995. Su imagen permanece fija, como personificación del espíritu sesentero: sensual, joven, fiero, delirante, acompañada de sus sueños y fantasmas. Aún se le considera la mejor cantante blanca de blues de todos los tiempos.
"Cuando comencé con esto de la música, me fijé un objetivo: jamás mentir con mis canciones", dijo en una entrevista unos cuantos meses antes de su fallecimiento. Con tal frase sintetizó lo que debe ser la interpretación del blues. En él no cabe otra cosa que la verdad encuerada, la franqueza con uno mismo y con los anhelos y dolores privados. En él sólo se pueden decir puras netas sobre lo que se piensa y siente en el mundo de la emociones. A Janis tal música le sonaba por todo el cuerpo, en la torturada canción de su existencia: "El blues te da por el deseo de algo. En mi caso es la necesidad de compañía, de amor. Cuando no lo tienes eres infeliz, sientes un agujero, el vacío, quizá por eso bebo". Pero esa sed no se trataba sólo de alcohol, sino que ella bebió también la inspiración de otro ser semejante: Bessie Smith. Y como ésta, siempre fue una mujer unicelular, extrema y radiante, que rehacía al mundo para sí en los instantes que pasaba en el escenario, tratando de estirar ese tiempo al máximo. Vivía y moría al cantar. Como lo hicieron las mujeres de verdad hace mucho tiempo.
Cincelar la propia tumba
A principios del siglo XX a las mujeres negras les atrajo el blues sin remedio, por su fuerte atractivo fomentado por las leyendas populares. En comparación con los hombres, las desventajas para la mujer que cantaba tal género en público eran abundantes. Ellos no sufrían las agresiones sexuales por parte de sus admiradores, podían cantar en las esquinas de las calles o al fondo de las barras en una cantina y por supuesto podían tener una disipada vida sexual sin problemas, ya que sus continuos desplazamientos les permitían pasar inadvertidos. En otro aspecto, pocas mujeres cantaban y componían el blues, ya que obviamente no tenían la posibilidad de vivir de las experiencias de los hombres y por lo tanto de "vivir" el blues -lo cual no era en absoluto bien visto-, hasta que llegó la década de los veinte con Mamie Smith, Ma Rainey y desde luego Bessie Smith, el arquetipo del bluesero encarnado en una mujer. Bessie ganó mucho dinero, pero lo gastó en los hombres a quienes amó y en la bebida, la cual le proporcionó innumerables problemas que reflejó en sus canciones. Tenía una voz algo ronca que enfatizaba con una profunda tristeza, incluso en las canciones más frívolas; era una desgarradora, con un toque de sentimentalismo en los momentos de mayor expresividad. Murió de forma trágica a los cuarenta y dos años de edad.
En 1970, pocos días antes de su propio deceso, Janis pagó la lápida que no había tenido nunca la tumba de Bessie Smith. Las fantasías de Janis sobre ella, la identificación que armó, venía de muchos años atrás. Bessie por supuesto fue una de sus mayores influencias y Janis se empeñó desde la adolscencia en adentrarse en su vida. En la propia oscuridad de su corazón surgió el encantamiento por el estilo de Bessie: beber brutalmente, sufrir por sentirse sola, ser una perdedora en el amor y víctima de una muerte temprana. Todo eso se le cumplió a Janis. (Por Sergio Monsalvo C.)
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