Natacha Atlas

La escucha de la musicalidad egipcia es una invitación al descubrimiento de un patrimonio cultural muy complejo, el cual abarca géneros, formas y estilos misteriosos y subyugantes. Dicha música se nos presenta como el espejo de las afinidades entre los temperamentos que la constituyen. En sus tradiciones musicales se refleja lo vivido por generaciones, que en conjunto representa uno de los patrimonios más ricos del mundo. El Mediterráneo al que pertenece Egipcio es la viva imagen de una serie infinita de intercambios y transformaciones dados en el transcurso de seis mil años de historia, así como el lugar donde conviven músicas que han sabido mantener su propia identidad, aún abriéndose a las interacciones con otros mundos, tanto de lo antiguo como de lo más avanzado en cuanto a músicas electrónicas, como en el caso de Natacha Atlas. La historia musical de esta área se caracteriza tanto por el pluralismo estilístico como por la convivencia entre grandes y pequeñas tradiciones, impregnando y unificando diversos territorios geopolíticos sin renunciar de ninguna manera a los sonidos del mundo occidental contemporáneo.

Lo que distingue y diferencia la música egipcia interpretada por Natacha Atlas es la capacidad de contener y condensar, en poquísimos rasgos, aspectos y valores de lo imaginario íntimamente ligados a su identidad histórica. Al acompañar las actividades del hombre en su ciclo de vida así como en el transcurso del calendario tan significativo para ellos, la música egipcia se convirtió en un medio de integración social. En las culturas tradicionales como ésta el sonido posee valores rituales, simbólicos, terapéuticos y mágicos que se han sedimentado en las expresiones musicales de cada grupo y comunidad.

En aquella zona mediterránea, la intrincada estratificación de civilizaciones y culturas sonoras hace posible la constante aparición de elementos arcaicos en los eventos musicales actuales, elementos que contribuyen a mantener viva la dimensión mitológica de su representación sonora y al mismo tiempo la empatan con la conciencia de pertenecer ya a una integración con el mundo allende los mares y océanos. El hecho de que la world music haya contribuido a interrelacionar los sonidos de diversas partes del mundo ha logrado este fenómeno, sin quitarle muchas veces lo paradójico o el riesgo de una interpretación errónea por la descontextualización. De cualquier modo es un regalo para los escuchas interesados en los latidos del mundo que vivimos hoy.

La biografía personal y musical de Natacha Atlas se caracteriza por el desplazamiento constante entre culturas, idiomas y estilos. Su papá es belga, su mamá inglesa, sus abuelos son de Palestina y Egipto, en alguna parte también hay una rama familiar en Lituania. Creció en el barrio magrebí de Bruselas, luego se trasladó a la provincia inglesa, a Sussex, de ahí regresó a Bélgica, finalmente llegó a Londres y en los últimos años ha viajado una y otra vez "de regreso" a Egipto, con un tío, Esaam Rashad, a quien califica como su padre sustituto.

Con este tío, un maestro del laúd árabe y compositor, Natacha Atlas también conoció las complicadas finezas del sistema musical árabe y recibió su primera instrucción vocal. En Bruselas ya se había presentado interpretando la danza de vientre, aunque no de manera profesional. En Inglaterra conoció a Jah Wobble, el bajista que estaba formando el grupo Invaders of the Heart, quien la invitó a integrarse. El álbum de éste, Rising above Bedlam, de 1990, la dio a conocer por primera vez a un público amplio. Le siguió "Timbal", un éxito de club con el proyecto de dance "¡Local!", que figuró en una compilación del sello Nation. El grupo insignia de la disquera se llamaba Transglobal Underground, precursor de la fusión world dance, que había producido un poco de viento fresco en el mundo inglés de los raves con su primer sencillo, "Templehead", Natacha Atlas se convirtió entonces en la cantante de Transglobal Underground y en la imagen representativa de la escena multicultural de los clubes.

Con esta agrupación aparecieron dos discos, las giras los hicieron dar la vuelta a medio mundo y entonces nació el britpop. Se armó un gran alboroto en torno a los nuevos grupos ingleses de guitarras, que asfixiaron de alguna manera la plantita prometedora de una cultura musical nueva, abierta en todas las direcciones.

En esta situación, finalmente fue su propio grupo el que la persuadió de sacar un disco como solista. Transglobal Underground quería que explorara su herencia musical sin agregar de forma constante cosas de la India o Bali, por decir algo, y cuando empezó con el proyecto éste la fue emocionando cada vez más. De hecho, "herencia" y "raíces" se convirtieron en sus palabras favoritas.

Lo que sólo se insinuó en su álbum debut Diaspora se expresa ya en pleno en Halim y continúa la tarea en Gedida y Ayeshenti: un alejamiento de la mentalidad del "todo se vale", de la confusión multicultural y un acercamiento a lo sencillo, comprensible y personal. En este sentido su obra no es un caldo etnogroove con condimentos orientales, sino un desarrollo moderno de la chanson árabe. Natacha Atlas también lo ve así: "Se observa un progreso, un desarrollo entre Diaspora y Ayeshenti: una profundización en el Oriente, un enfoque más tradicional, las estructuras de las canciones son de carácter mucho más árabe. Realmente quise llegar a los orígenes, a los orígenes auténticos". La palabra clave en este material es etnotrance o world dance, aunque siempre marcado, en el caso de Natacha, por la debilidad que siente por las melodías de Medio Oriente. (Por Sergio Monsalvo C.)

 

Página Oficial

http://natachaatlas.net/

 

 

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