La extensión del SIDA y los preceptos morales católicos. El virus del SIDA se extiende en mayor medida por los países en vías de desarrollo, donde la falta de medios, la ignorancia y las creencias religiosas impuestas desde el Vaticano favorecen su propagación.
En determinados países del tercer mundo la presencia católica es muy importante. Muchos regímenes políticos la sustentan y favorecen. Y suelen ser los países más pobres aquellos que tienen más casos de contagios de SIDA por cada 100.000 habitantes.
Por parte de todos es sabido que siguiendo unas recomendaciones preventivas factibles se puede prevenir el contagio del SIDA. Pero estas medidas en muchos lugares no son bien conocidas.
Pongamos un caso práctico: Un ferviente católico de una aldea brasileña se encuentra con una doble información. Por un lado el gobierno dice que para evitar esa terrible enfermedad debe usar el preservativo en sus relaciones sexuales. Por otro lado el párroco dice que usar preservativos es un pecado. ¿Qué hace esa persona? depende, entre otras cosas, de los siguientes factores:
Si el arraigo de su creencia religiosa es lo suficientemente fuerte creerá que hace bien al no usar el preservativo, luego aumentarán las posibilidades de que se contagie. Cabe la posibilidad, no obstante, de que tenga el suficiente sentido crítico para ver el peligro de la doctrina católica. Este sentido "común" será inversamente proporcional al arraigo de su creencia religiosa.
Entonces esta persona se encuentra en una encrucijada de difícil solución con las siguientes dos posibilidades:
O admite el riesgo de contagiarse de SIDA, junto con su esposa y futuros hijos, tal como predica la Iglesia Católica que debe hacer
O bien se encuentra
"en pecado", lo que suele ser una desagradable sensación para el
creyente, que favorece el sentimiento de culpa y la infelicidad y que puede
llevarle a pasar, en algún momento al punto 1. Sabiendo que un porcentaje
suficiente de católicos seguirán los designios de la Iglesia
Católica, liderada por el Papa de Roma, y que de ellos un número
indeterminado, pero lo suficientemente alto, han muerto o se han contagiado
de SIDA, convendría plantearse por ello si la Iglesia Católica
y el Papa de Roma como su máximo representante podrían ser
juzgados por crímenes contra la Humanidad.