Mario Benedetti |
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(1920- ), escritor uruguayo, natural de Paso de los Toros, en el departamento de Tacuarembó. Ha sido profesor de literatura en su país, donde colaboró en el semanario Marcha. En los años setenta sufrió exilio en Buenos Aires, Lima, La Habana y España. En la actualidad alterna su residencia entre Madrid y Montevideo. Desarrolla una intensa actividad en el periodismo y en recitales poético-musicales junto a intérpretes como Nacha Guevara y Juan Manuel Serrat. Ha cultivado todos los géneros, con iniciación en la poesía en libros como Poemas de oficina (1956), de tono cotidiano y existencial. Con los cuentos Montevideanos (1960) incursionó en el realismo, asociado al costumbrismo, centrado en las clases modestas de la ciudad. En 1960 ensayó la crítica político-social con El país de la cola de paja. Sus novelas La tregua (1960) y Gracias por el fuego (1965) amplían el realismo a la observación de vicios sociales de la clases media y la sociedad de consumo. Luego, su narrativa se politizó en favor de las opciones de la guerrilla urbana con El cumpleaños de Juan Ángel (1971) y Primavera con una esquina rota (1982), incorporando el tema del exilio y el retorno en La casa y el ladrillo (1977), Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel (1991). Su obra de teatro Pedro y el capitán (1979) aborda la problemática moral de la tortura. Ha recogido su tarea crítica en varias misceláneas, como Letras del continente mestizo (1967), Sobre artes y oficios (1968), Del desexilio y otras conjeturas (1984) y Crítica cómplice (1988), así como la evocación autobiográfica en La borra del café (1993). En 1996 publicó sus Cuentos completos, y en 1995, el libro de poesías El olvido está lleno de memoria. En 1997, publicó Andamios otra novela en clave autobiográfica.
¿Y si dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse vaya vaya si dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce su pubis no de piedra sus pechos no de mármol sus labios no de yeso si dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos sida o pánico nos contagiaría su inmortalidad si dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno con sus brazos no cerrados su rosa no de plástico y su amor no de ángeles ay dios mío dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería qué venturosa espléndida imposible prodigiosa blasfemia Mario Benedetti
Mi amigo Hay que escribir un poema es el aire viciado y eso es lo mas horrible Juro que lo he intentado No puedo. A mi amigo el poeta Escrito por
"Mario Benedetti"
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Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas. No creo que vengas, lo sé, sé que no vendrás. sé que la distancia te hiere, sé que las noches son más frías, sé que ya no estás. Creo saber todo de ti. sé que el día de pronto se te hace noche: sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices, sé que soy un idiota al esperarte, pues sé que no vendrás. Te espero cuando miremos al cielo de noche: tu allá, yo aquí, añorando aquellos días en los que un beso marcó la despedida, quizás por el resto de nuestras vidas. Es triste hablar así. cuando el día se me hace de noche, y la Luna oculta ese sol tan radiante. Me siento sólo, lo sé, nunca supe de nada tanto en mi vida, solo sé que me encuentro muy sólo, y que no estoy allí. mis disculpas por sentir así, nunca mi intención ha sido ofenderte. nunca soñé con quererte, ni con sentirme así. Mi aire se acaba como agua en el desierto. mi vida se acorta pues no te llevo dentro. mi esperanza de vivir eres tu, ¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás, ¿por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti? porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí. porque todas las noches me torturo pensando en ti. ¿Por qué no solo me olvido de ti? ¿por qué no vivo solo así? ¿por qué no solo...
Mario Benedetti
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