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La Creación Pintor: Gregorio Prieto
Me gusta tanto mirarte, cuanto me gusta. Transparentarte la mirada exhausta. Mirar los valles nocturnos, los pájaros taciturnos. Mirar sobre tu boca diáfana los caballos sanguíneos en galope, las calles repletas de luciérnagas y de adoquines carnosos ¡Oh luminosidad perpetua! Te pareces tanto a ti misma en esas horas nocturnas, Sin la careta que otros conocen y envidian todos a veces. Te pareces tanto a la luna palpitante y despierta, ancla temporal, migaja del cielo, mi compañera de cuarto, compañera de mis noches. Eres nube de abril en esos momentos, mojada, tensa y lluviosa. Me sabes a colina recién llovida. Tu resplandor se alza en dúos contra la tempestad gravitatoria. Siempre en dos corres a romperte contra las murallas de una capital sitiada. Tu vientre deslumbra las azoteas del cielo. Tus ojos, tus brazos, tus pechos se rompen siempre en dúos. Bajo tus piernas camino confabulando en contra tuya. Tu imagen se queda en vilo como una fotografía gastada. Me gusta caminar por esos recuadros, tengo un camafeo de mil vistas. Te aprecio los detalles, tu cara de Diosa desterrada, tus manos de notas musicales. Siempre estás tu, en el agua. en los bosques, en las playas, junto a las gaviotas y los duendes. Que hermoso cuento ilustrado eres. Composición de anécdotas. Templo de soles. Me gusta tanto escucharte, cuanto me gusta. Escuchar las arenas en la costa, el murmullo de los grillos revueltos en tu cabellera enajenada. Escucharte mientras duermo, pensar que sueño despierto. Eres el mapa más cambiante. eres un mundo distraído, y aún así te recorro. Las fronteras son solo momentos de riachuelos y enredaderas. Párpados elevados con un grito, mira como pueblan las olas la cicatriz al filo de tu espalda.
Un segundo, un tercero vendrán quizá, como torbellinos, como gotas de rocío.
El viento del este me reclama para unirme a vos en brazos de esta noche. !OH Galadriel! Mi bella dama la demora no fue culpa de un reproche. Mordor nos abate hermosa doncella bajo la máscara de un jinete oscuro. La luna en Rivendel no lució mas bella desde el día en que partiste de este mundo.
Y cabalgo las horas de una madrugada a los pies del bosque en primavera. ¿Que tan lejos estoy de tu morada? !OH Galadriel! Mi dama eterna. Buscare por los cielos tu regazo: regalo de Elethien el grande. Partiré en dos al Brandigamo: un torrente agua y otro sangre.
A un Enano obsequias tres cabellos de oro. tejidos en el Mitrhil de su alma. El Hobbit recibe del silmarillion un gran tesoro que hará de oscuridad la luz de plata. Al elfo lo vistes de gloria con tu sonrisa encendida como hoguera en mi memoria. Y el mortal quien de tu mesa se comvida no es sombra; ni una pizca de tu historia.
Las puertas de Moria nos separan como cielo al mar; como noche al día. Un camino oscuro y mil distancias como el amor que te profeso amada mía. Descargaré mi espada contra el enemigo sea un Orco oscuro o Sauron poderoso. Moriré cuando vos encontreis alivio en los brazos de otro hombre y no éste mozo.
Morir será mi gran proesa; morir por el amor de una princesa. Sueño de mil estaciones !OH hermosa doncella Galadriel!
Felipe León
Sortija de diamante bello y oro puro, perdida de las manos de algún príncipe pagano; caísteis reino tras reino en el atardecer de mi verano y opacas con tu falsa sonrisa el terciopelo, de la cuerda fina que ha de colgar tu cabeza, para hacer cumplir los designios del Señor, amo eterno de los mundanos. Cautiverio: La imprudencia señora nos limita A valernos de toda sutileza. No es por tanto su belleza que me irrita; Es la forma de abandono a una promesa. Sabed bien, desdichada prisionera Que os culpan de injurias y traiciones. Sabed que si la gracia yo tuviera Os daría por tortura confesiones. Hermoso es vuestro semblante: Dama ingrata de tal belleza. Cuerpo fino prisionero de la carne. Tentadora de verdugo que le absuelva. No jugáis para infortunio vuestro Con un hombre de malos designios. El presente a vos es un noble Caballero Muy lejos al demonio que serviros. El tiempo apremia despreciable dama Debo dejaros sola hasta mañana. Ojalá y sepáis que aquel que calla. Espera muerte después de sentenciada. No reprimáis esas lágrimas de indulgencia Que bien os harán para lavar vuestra alma. No temáis que sea tomado por flaqueza El gesto de un alma acongojada.
Absolución:
¿Enternecerme a mi vuestras palabras? Faltaría ser tan despreciablemente loco. Sois en verdad calumnia y mil patrañas Al tratar de intimidarme de este modo. Señora os repito: El mundo será un mejor lugar sin vos. Su Alteza espera tal alivio: Luego de vuestro juicio ante el tribunal de Dios. Fingid para mi otra sonrisa Me alegra veros de esta manera. Su belleza me resulta alternativa De esconder en vos amargas penas. No temáis dentro de esta celda; Vuestro caballero es fiel sumiso Cuerpo, alma y vida entera Con tal de poseer su amor divino. La noche no delata mis intrigas; Tenéis en mi unísono poema. Dejad que os libere de manos furtivas. ¡Amor os ofrezco bella prisionera! Salid como el viento mi amada Pasead junto a mi tu pecho ardiente. Corramos a la mar que nos abarca Libertad a pasiones tan fervientes. Condena: Mientras alzo al cielo otra mirada: "La indulgencia es una joya que se pierde." Sepultado tras las rejas que yo amaba: Como altar para mi Diosa omnipotente. Fue tu amor tan fugaz como infame Al dejarme solo en esta tierra. Por tus labios fui capaz de bien vengarte. Y hoy repudio el hacerte prisionera. El templo gime a la aurora Con seis toques mortecinos de metal. Es tiempo ya sin mas demoras De expiar mis culpas ante el tribunal. "¿Matarías vos por tu princesa?" Le dijo sí el enajenado caballero. Mataría a toda la realeza Por ser yo quien se abata en vuestro lecho. La dama de cristal se ha ido Junto a la esperanza muerta y vana. Mi sentencia al procurador ha decidido Que la plaza con mi sangre sea manchada.
*Verdadera lástima la vuestra; dulce perla atormentada. Soy un hombre en cuyas manos jamás a llevado adornos, ni mucho menos dinero. Oro como tu, es para corazones ricos y.... aunque mi corazón sea vanidoso como el vuestro, es prudente al elegir; que sortija ha de adornar el nombre de mi reino. Descansad en paz criatura abominable. Que mi suerte sea tal al no encontrar en vida; otra mujer como vos.
El Conde de La Fére
Felipe León Lerma
Duerme luna de octubre, mi dulce otoño Descansa en la penumbra de un beso sin retorno Pues será adiós de noche al verano que añoro Debe serlo, aun si fuese de este modo. Rendijas de plata caen del cielo en tu regazo Rosas escritas se han perdido en esos brazos Mas no he de ahuyentar al sol con mi retraso Sea pues despedida otro amargo trazo En la historia de mi vida, En la llaga de esta herida. Naufraga canto al viento lo esencial de mi tesoro Dejadme ya pensamientos porque en ellos te imploro Pues si minutos fugaces al corazón sin mas lo demoro Amar un suspiro bastaría para no partir así de pronto. Fueron tus labios el perdón a mis fracasos Tus anhelos de gloria, el amor de tantos años. Fuego ardiente de sol, mieles abrazos Recuerdos sin memoria; murmullos del pasado. ¿Soy del dolor esclavo acaso? Soy del amor siempre su ocaso.
Felipe León Lerma
Inhalo el fulgor de sus ojos, Marchitos cual fuego en invierno. Compartir de su olvido el encierro Y vestirme de sobrios despojos.
Valerme de fieles enojos De aquellos que no dieron tregua Que inertes cambiarán marea Por deleites que suelen los lobos.
Artistas de arrumacos destrozos Duermen corazones sin vida. Esperando que les de salida Con cantos velados y sordos.
Alisar la piel negra en sus dorsos Y caer del cristal alba al crepúsculo entre la danza de un viajero brusco y el deseo que infunden los morbos.
Avivar lo extinto en sus rostros Al pasear mi piel llameante y perpetua Sube corvo, despacio, la cuesta Cuerpo frío distante de tosco.
Olvidar la cordura de pronto Entregarme a aquellos placeres en la carne que pudre en sus sienes hay sueños, amor y otro poco.
Se escucha en sus voces mi todo Como susurro que he alimentado aliento en contra del viento varado en la boca que no conoce otro modo.
Dame tu muerte, te doy mi vida Eres por siempre solo mía Jamás ocultarte a mis caricias Porque este amor es Necrofilia. Felipe León Lerma
Letanía de viento en el oriente Alza mis plegarias al cielo Y caes de nuevo; vuelas luego Detrás del mar tornasol de mis deseos. Búsqueda de un sueño olvidado Que acaba con mis ritos de sangre Y vistes de alba a la tarde Con el fuego que arde en mi ropaje.
Vaivén de ausencias y recuerdos Consagración a mis noches de desvelo. Y haces del todo, un solo secreto Eres mi ser; mi amor perfecto. Lágrima sobre el dorso de una estrella Caricia igual no habrá mas bella. Serás para el destino prisionera Mas para mi... eres eterna Felipe León Lerma
Reflejas tu mirada en mi mirada El tiempo pasa y no has dicho nada Ocultas tus colores En nuevos horizontes La vida es mi única salida. No entiendo porque te vas Te marchas sin mirar lo que hay detrás.
Camino sin saber que es mi destino Cada segundo un perpetuo olvido Conjuntas mis errores Extensos eslabones Una mentira es una inútil compañía. Como entender porque te vas Y dejas aquí solo al mañana que vendrá.
Quisiera ser yo esa mezcla de tus sueños Quisiera ser yo ese último aliento Si tan solo una estrella pudiera conquistar Si cubrieras mis deseos con tus sueños de cristal.
Ahora es tarde pero me arrepiento Por no saber que es el sufrimiento Perdona mis torpezas frágiles promesas Cada mañana soy yo el que te extraña. Me siento mal en soledad Y el dolor sustituye nuestra claridad.
Acaricias a la brisa con tu cara Eterna maravilla como el alba Te encuentras a mi lado Me tienes controlado La mar no cesa cuando estas cerca. Que pretendo si ya no estás Te espero sabiendo que nunca llegarás.
Quisiera ser yo esa chispa de misterio Quisiera ser yo esas alas en tu vuelo Si tan solo el firmamento pudiera alcanzar Si cubrieras mis deseos con tus sueños de cristal. Felipe León Lema
Vérsame en tus labios dulce mía En la hora del temor y el abandono. Haz de mi suspiro una caricia Que te haga saber que eres mi todo. Cielo de lunas, mar de inocencia Cascada divina, sois vos perfecta. Alójame en tu voz mientras pregonas Que no hay nadie mas a quien adoras.
Vérsame en tus labios hermosa niña Mientras bebo del grial de tu recuerdo. Matarme de tu amor antes quisiera que llegar a encelarme de mis celos. Luz de mis dudas, sueño de estrellas Diosa de musas, sois la mas bella. Tíñeme en la nitidez de tu silueta Que en ti he de vivir la vida entera.
Vérsame en tus labios tierna amada Cuando el fuego queme en llantos mis entrañas. Y dudo yo y tú no dudas nada No es justicia, si es como así se os paga. Romántica aurora, palabra cristalina serás vos por siempre la elegida. Naufrágame entre las olas de tu alma Que sea ella el don de mi palabra.
Celda férrea a la melancolía. Ocaso del afán a una utopía. Felipe León Lerma
Amante de lunas que caminas tras la noche Miras con cariño estas manos que os acogen. Me parecen tus labios cálido abrazo carmesí. Parece que vos nunca os olvidareis de mi. Desnudos, anhelantes, yacen los pensamientos Que a oscuras beben sangre y sal de mi tormento. Dejadme ser la carne del sentir, del sufrimiento Dejadme ser el andar melancólico del viento. Anidada entre vastos atardeceres del mundo Como gota de mar, como unísono tuyo. Arráncame al anclaje del cielo estrellado Abandóname en tu regazo, eterno y delicado. Quisiera ser alma vuestra o aire exhausto Y redimir en tus labios versos apresados. Lento y doloroso, vaga el atardecer sin camino Anhelante de confortaros si en penumbra os miro. Témplame en tus ojos, en tus labios, en tu ser Sea yo la brisa del andar caprichoso de tu piel. Perfúmame a la luz de un susurro arduo y lejano El lleva tu nombre, siempre consigo, siempre a su lado. Amante de lunas, andante de noches Sueles ser la llaga del rencor y del reproche. Me parece tu cuerpo nítido embriague sutil Parece que en momentos vivo solo para ti. Felipe León Lerma
Coincidimos, solo en sombras coincidimos Como aire en el mar o luz en la nada. Como canto de silencios y cercanía distante. Coincidimos, que se yo, coincidimos Solamente en lo que ahora nos separa. Si, así te veía él, como ahora te veo Siempre callada y siempre distante Pensando en otros rostros En otros amantes. Coincidimos, el y yo, coincidimos En amarte siendo tan nuestra y tan de otro. Leerte, quisiera el pensamiento leerte Y conversar siendo aire en tu boca aquello que se me escapa. Que se olvida y se equivoca. Coincidimos, solo hoy, coincidimos En pensar aquello que debe sentirse. A veces tan tibia me explotas el cuerpo. Te dejo perdida o absuelta Como manantial de mañana Desbocada y perdida. Coincidimos, que mas da, coincidimos En tenernos como carne sin espíritu. Coincidimos, solo en momentos fugases. Yendo tras de la noche a la hora del alba Pareciéndonos a los locos Que se rechazan y se aman. Coincidimos, que se yo, coincidimos Solamente por querernos con el alma. Felipe León Lerma
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