OLVIDO CIERRA los ojos y a obscuras piérdete bajo el follaje rojo de tus párpados. Húndete en esas espirales del sonido que zumba y cae y sueña allá, remoto, hacia el sitio del tímpano, como una catarata ensordecida. Hunde tu ser a obscuras, anégate en tu piel, y más, en tus entrañas; que te deslumbre y ciegue el hueso, lívida centella, y entre simas y golfos de tiniebla abra su azul penacho el fuego fatuo. En esa sombra líquida del sueño moja tu desnudez; abandona tu forma, espuma que no se sabe quién dejó en la orilla; piérdete en ti, infinita, en tu infinito ser, mar que se pierde en otro mar: olvídate y olvídame. Octavio Paz
|
ATRÁS DE LA MEMORIA ATRÁS de la memoria, en ese limbo donde el pasado: culpas y deseos, sueña su renacer en escultura, tu pelo suelto cae, tu sonrisa, puerta de la blancura, aún sonríe, la fiebre de tu mano todavía hace crecer dentro de mí mareas y aún oigo tu voz- aunque no hay nadie. Bahías de hermosura, eternidades substraídas, fluir vivo de imágenes, delicias desatadas, pleamar, (tu paladar: un cielo rojo, golf o donde duermen tus dientes, caracola donde oye la ola su caída), el infinito hambriento de unos ojos, un pulso, un tacto, un cuerpo que se fuga... El tiempo que nos hizo nos deshace; mi corazón a obscuras es un puño que golpea -no un muro ni un espejo: a sí mismo, monótono... Octavio Paz
|