No sé. sólo me llega, en el venero de tus ojos, la lóbrega noticia de Dios; sólo en tus labios, la caricia de un mundo en mies, de un celestial granero. ¿Eres limpio cristal o ventisquero destructor? No. no sé... De esta delicia yo sólo sé su cósmica avaricia, el sideral latir con que te quiero. Yo no sé si eres muerte o si eres vida, si toco rosa en ti, si toco estrella, si llamo a Dios o a ti cuando te llamo. Junco en el agua o sorda piedra herida, sólo sé que la tarde es ancha y bella, sólo se que soy hombre y que te amo.
Yo vengo del Imperio sagrado de lo blanco, donde el sol y la nieve lanzáronme a la vida; y, loca de alborozo, de barranco en barranco, he balado hasta el valle, de amor estremecida. En mi largo camino, yo vencí el duro flanco de las rocas soberbias; y de cada florida soñadora ribera mil suspiros arranco para llevar su aroma sobre mi luz dormida. Por tercos roquedales, por arenas y frondas, buscando los abismos amargos de los mares, caminaré entonando los versos de mis ondas; por que yo sé que un día me verán los querubes llorando en los divinos silencios estelares, llevada por los vientos, barqueros de las nubes...
Ángel Cruchaga Santa Marta (chileno). Era tu amor el único digno de mi tristeza. Se me volvió una llaga perenne tu belleza. Hoy, para no morir, miro el rostro profundo de mi madre. Mis ojos sienten llorar el mundo. Y agradezco a mi Dios el momento encantado en que mi corazón trémolo te ha mirado. Y agradezco a mi Dios que vivas, que respires cerca de mi quebranto, aunque nunca me mires. Pudo un banal amor encenderme las venas, pero ellas en el cuerpo se volvieron cadenas: Entregué mis estrellas quedarme exhausto, y aquella amada nunca comprendió mi holocausto. Tú que estas inundada de cielo y eres clara, como si eternamente el Cristo te mirara, perfumaste mis siglos, tu claridad me diste. Era este amor el único digno de hacerme triste.
(Fragmento)
Suena el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte! ¡Que hay quien intente reinar viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte! Sueña el rico en su riqueza, que mas cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí, de estas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, ¡que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son!
Julio Flórez (colombiano).Ojos indefinibles, ojos grandes como el cielo y el mar, hondos y puros, ojos como las selvas de los Andes: misteriosos, fantásticos y obscuros. Ojos en cuyas místicas ojeras se ve el rastro de incógnitos pesares, cual se ve en la aridez de las riberas la huella de las ondas de los mares. Miradme con amor eternamente, ojos de melancólicas pupilas, ojos que semejáis, bajo su frente, pozos de aguas profundas y tranquilas. Miradme con amor, ojos divinos que adornáis como soles su cabeza, y encima de sus labios purpurinos parecéis dos abismos de tristeza. Miradme con amor, fúlgidos ojos, y cuando muera yo, que os amo tanto, verted sobre mis lívidos despojos el dulce manantial de vuestro llanto.
Rafael Ávila. (Preámbulo) Y vio la noche humillada en sus ojos. - Sé que un día me matarás cuando ya no pueda someter los animales de furia que guardas en el pecho. Amor es una palabra maldita. (Ella) Hubo en mi todos los impulsos, aun arrojarme a la carretera negra y movediza -al fin mi cuerpo ya estaba destrozado -, -pero nunca pensé en retirar a mi maldición de tu nombre. Tú sin embargo, habrías detenido hasta el viento de mi sangre. No lo ignoras; cuando tu mano ya no esté para contener mi salto, el vértigo se abrirá infinito en mis venas. (El mozo) Fue la casa de todos los malignos y sólo faltaban ellos, el jardín y sus pabellones cerraron la mirada. En una esquina el tablero de ajedrez, plenamente iluminada, de rodillas y desnuda estaba la reina con un hilo de semen destejiéndose entre sus labios, con el deseo hasta la garganta. Pequeña y hermosa cavidad su boca. Soplaban en silencio su danza los abanicos negros. (Ella) Son quemadura y antes fue su lengua de índole divina creando el mundo a partir de mis huecos en la patria púbica, inventando la humedad entre mis piernas. Aún te recuerdo orinar tibiamente. (Él) Estaba en la roca donde el agua se quiebra de luz. Era como acercarse a una mujer, sentirla respirar y el levísimo temblor de su vida, nalgas y piernas marmóreas, dura intensidad. Una escultura bellas en su impudicia, tersa como el fuego, cuyo nombre se petrifica y enciende en la memoria. (Ella) Este abundante descender entre mis piernas como cauce lunar tiene augurios de llanto profundo mar seminal que dejaste en mí. Ya siento la sal cristalizando en mi carne. (Él) No volveré al río, es cierto que fui un Dios, que un día tuve poder absoluto y fue sobre un solo ser que ató su cuerpo a mi espalda y sus pezones erguidos todavía cobran filo de estrellas en la memoria epidérmica. Sus besos eran invariablemente vampirales, qué maravillosa forma de aferrarse a la vida. Su cuerpo sigue pesando sobre mi espalda, si nuevamente quisiera caminar sobre el agua me hundiría. Ella exprimió el pétalo más oscuro en copa, ella compuso los cánticos de hielo para mi boda, ella se convirtió en inmortal porque siempre va a recordarme. (Canto final) - Déjame en esta calle. - Te veré después. Es cierto, el amor no es eterno pero su herida es perpetua. Mañana comeremos las espinas de esta flor.
Gracias a Eduardo González por la siguiente selección de poemas:
Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas. No creo que vengas, lo sé, sé que no vendrás. sé que la distancia te hiere, sé que las noches son más frías, sé que ya no estás. Creo saber todo de ti. sé que el día de pronto se te hace noche: sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices, sé que soy un idiota al esperarte, pues sé que no vendrás. Te espero cuando miremos al cielo de noche: tu allá, yo aquí, añorando aquellos días en los que un beso marcó la despedida, quizás por el resto de nuestras vidas. Es triste hablar así. cuando el día se me hace de noche, y la Luna oculta ese sol tan radiante. Me siento sólo, lo sé, nunca supe de nada tanto en mi vida, solo sé que me encuentro muy sólo, y que no estoy allí. mis disculpas por sentir así, nunca mi intención ha sido ofenderte. nunca soñé con quererte, ni con sentirme así. Mi aire se acaba como agua en el desierto. mi vida se acorta pues no te llevo dentro. mi esperanza de vivir eres tu, ¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás, ¿por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti? porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí. porque todas las noches me torturo pensando en ti. ¿Por qué no solo me olvido de ti? ¿por qué no vivo solo así? ¿por qué no solo...
Mario Benedetti
Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte.
Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre- ¡ que bueno !- han de estar solos. Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la obscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sábana y su cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, sólo locos, sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas. Se ríen de las gentes que lo saben todo, de las que aman a perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse. Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrás de los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida. Jaime Sabines
Dime por favor donde estás, en que rincón puedo no verte, dónde puedo dormir sin recordarte y dónde recordar sin que me duela. Dime por favor dónde pueda caminar sin ver tus huellas, dónde puedo correr sin recordarte y dónde descansar con mi tristeza. Dime por favor cuál es el cielo que no tiene el calor de tu mirada y cuál es el sol que tiene luz tan sólo y no la sensación de que me llamas. Dime por favor cuál es el rincón en el que no dejaste tu presencia. Dime por favor cual es el hueco de mi almohada que no tiene escondidos tus recuerdos. Dime por favor cuál es la noche en que no vendrás para velar mis sueños... Que no puedo vivir porque te extraño y no puedo morir porque te quiero.
Jorge Luis Borges
¿Y si dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse vaya vaya si dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce su pubis no de piedra sus pechos no de mármol sus labios no de yeso si dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos sida o pánico nos contagiaría su inmortalidad si dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno con sus brazos no cerrados su rosa no de plástico y su amor no de ángeles ay dios mío dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería qué venturosa espléndida imposible prodigiosa blasfemia Mario Benedetti Mi amigo Hay que escribir un poema es el aire viciado y eso es lo mas horrible Juro que lo he intentado No puedo. A mi amigo el poeta Escrito por
"Mario Benedetti"
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Antes de amarte. amor, nada era mío: vacilé por las calles y las cosas: nada contaba ni tenía nombre: el mundo era del aire que esperaba. Yo conocí salones cenicientos, túneles habitados por la luna, hangares crueles que se despedían, preguntas que insistían en la arena. Todo estaba vacío, muerto y mudo, caído, abandonado y decaído, todo era inalienablemente ajeno, todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza y tu pobreza llenaron el otoñó de regalos.
Pablo Neruda
Duerme No temas Duerme Todas las estaciones Te amare siempre Aunque nunca mi cuerpo se tienda junto al tuyo.
Amo
tu desnudez Roque Dalton
Hay
besos silenciosos, besos nobles Hay
besos que calcinan y que hieren, Hay
besos problemáticos que encierran Hay
besos perfumados, besos tibios Hay
besos que parecen azucenas Judas
besa a Jesús y deja impresa Desde
entonces en los besos palpita Hay
besos que producen desvaríos Besos
de llama que en rastro impreso Te
acuerdas del primero...? indefinible; Te
acuerdas que una tarde en loco exceso Yo
te enseñé a besar: los besos fríos Gabriela
Mistral
Como decir de pronto Tómame entre las manos no me dejes caer te necesito. Acepta este milagro. Tenemos que aprender a no asombrarnos de habernos encontrado, de que la vida puede estar de pronto en el silencio o en la mirada. Tenemos que aprender a ser felices, a no extrañarnos de tener algo nuestro. Tenemos que aprender a no temernos, y a no asustarnos y a estar seguros, y a no causarnos daño. Julia Priluzky Farny
A
los amantes de las bellas letras
Pronunciando
tu nombre te poseo no
ganas nada con huir de mí
Hay golpes en la vida,
tan fuertes… Yo no sé!
César
Vallejo PIEDRA
NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA Me moriré en París con
aguacero,
César
Vallejo Al fin de la batalla, 10 de noviembre de
1937
César
Vallejo
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