Anatomía del mal de amor
Según la ciencia no se trata de una cursilería o de una afectación,
pues si no se trata a tiempo, esta enfermedad puede convertir a la
víctima en piltrafa o acabar con ella.
Hace 10 años la traductora Marcela Vera Antonio sintió que el mundo se le desbarataba: su marido le pidió el divorcio. Madre de 2 hijas, la mujer (Hoy de 40 años de edad) suplicó a su cónyuge que se quedara con ella, pero fue inútil. Vera dejó de comer y dormir en profunda depresión.
Sus jefes le concedieron unas vacaciones para que pudiera reponerse. De poco sirvió: pasó los días sentada junto a la ventana, atisbando por si el ausente volvía. Tal era su deseo de verlo que una tarde creyó que el marido estacionaba su auto ante la casa y salió precipitadamente a recibirlo, pero no halló nada; había sido una alucinación que empezó a experimentar con cierta frecuencia.
Otro día, al no encontrar la manera de sacarse la pena y aprovechando que las hijas estaban en el colegio, Vera se quemó las palmas de las manos en las hornillas de la estufa, en un fútil intento de que el dolor físico la distrajera de su angustia. El siguiente paso en su declive fue la adicción a los somníferos, que desembocó en su hospitalización. Los especialistas diagnosticaron que la mujer sufría una dolencia descrita hace 2500 años por los clásicos: el mal de amores.
Cuando Platón, Ovidio y Lucrecio hablaban del amor como de una especie de locura, no les faltaba razón. Confirman los estudiosos modernos: según la psicoterapeuta de parejas María de Lourdes González Fernández, de la Fundación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica, los mas propensos a sufrir esta dolencia son los individuos inseguros de si mismos, con poca o nula autoestima.
-A menudo se enamoran de personas desasttrosas o imposibles: infieles, fracasadas, endeudadas, irresponsables, alcohólicas o drogadictas - asevera la especialista-, pues piensan que solo conseguirán ser queridos si continuamente se esfuerzan por redimir y proteger a un ser aún mas débil y vulnerable.
Coincide la psicóloga Ana Lorena Ramírez Camacho y agrega que el origen de tal desorden se remonta al primer amor experimentado en la vida: el materno.
En las primeras etapas de su desarrollo emocional, el infante se acostumbra a ser foco de atención de la madre y, naturalmente, termina por concebir el amor como la constante recepción de cariño, alimento y cuidados. Para él, amar solo es conseguir la satisfacción de sus necesidades personales. Si madura sanamente, al cabo se percatará de que a su alrededor hay otras personas con necesidades propias, a cuya satisfacción debe contribuir.
El banco emocional
Lo malo, añade Ramírez, es que inconscientemente muchas madres ven a su descendencia (particularmente a las hijas) como una inversión para su futuro e impiden que los vástagos establezcan relaciones sanas con otras personas que podrían disputarles su cariño: -actúan como si "depositaran" el afecto prodigado a los hijos en una cuenta de inversión, de la que mas tarde tendrán derecho a exigir dividendos - puntualiza la psicóloga.
Es común encontrar madres que comienzan por marginar a sus cónyuges de la crianza de los pequeños (lo cual muchos maridos aceptan con alivio) e inculcan en los niños la noción de que deben absoluta gratitud solo a ellas, que tanto se desviven. Mas tarde se inician los chantajes: "Yo te di la vida, yo te alimenté, yo te cuidé; ahora haz lo que quiero".
- Lo que no perciben estas mujeres es quue instilan y refuerzan en sus críos la noción del amor como la exigencia de que los demás satisfagan las necesidades de uno. Muchos infantes jamás aprenden a dar ni recibir desinteresadamente, base de toda relación interpersonal sana -añade Ramírez.
Tan profundamente se asimila esa concepción del amor que en la adolescencia, cuando los hijos comienzan a tener noviazgos, repiten el modelo y exigen o prodigan continuas "pruebas" de amor. Todo lo que dan a sus parejas lo hacen pensando en un cobro futuro: han abierto sus propias "cuentas de inversión" de las que mas tarde esperan recibir ganancias.
El problema se agudiza porque durante el enamoramiento (tal como señalan los clásicos), el flechado no hace sino proyectar en el otro sus propias fantasías idealizadas, sin reparar en los defectos y virtudes reales: -El amor que se inicia es un vértigo entre desconocidos, seres inventados por los propios deseos, necesidades y carencias -indica la psicóloga González Fernández.
Tango
Al sobrevenir la ruptura, quienes enferman de mal de amor experimentan una rabia profunda contra el que se va, pues se pierde la posibilidad de recuperar la "inversión" depositada en el ingrato o la ingrata -se convierte literalmente en una cuenta incobrable. Entonces es común escuchar quejas del tipo "Le di mi tiempo; mi dinero; mi corazón; mis mejores años; mi virginidad". -La gran pregunta es: "¿Para que lo hacía?" acota Ramírez-. La respuesta es obvia, pero muchos se niegan a verla: Para tener derecho a cobrar en moneda de amor.
Según el doctor en sicología José de Jesús González Núñez (de 63 años de edad, casado, padre de 2 hijos), el mal de amores arranca con la desilusión: -La primera que sufre es cuando el bebé se percata de que la madre es un ser diferente e independiente. El que sufre el amor enfermo piensa que la persona amada debe ser suya e igualita a él, tal como siente el recién nacido respecto a su madre -asevera.
En los atacados de mal de amores es común encontrar sentimientos mezclados: -Muchos se preguntan "Después de todo lo que di, ¿qué hice tan mal para que me dejaras?". Empiezan por sentir culpa y vergüenza, igual que el ingenuo que se dejó engañar por un timador; todo ello alternado con episodios de rabia contra el ingrato(a), porque en estos casos lo que sale mas lastimado es el amor propio. Todo lo cual constituye material perfecto para la letra de un tango.
A veces son tan grandes la rabia y la desolación que se considera imposible la vida sin el amado perdido y, por tanto, inútil saciar el resto de las necesidades cotidianas; y el abandonado si no comete un crimen, cesa de comer, trabajar, dormir; o en ocasiones, hasta se deja morir.
Aunque el mal de amores puede atacar a hombres o mujeres por igual, ellas son afectadas con mas frecuencia por la manera en que están estructuradas las sociedades latinas: mientras los varones son alentados desde pequeños a ejercer cierta independencia, las mujeres pasan mas tiempo apegadas a su madre y por ende les cuesta mas trabajo asimilar las separaciones y rupturas.
Operación cicatriz
Pero no hay que engañarse; ambos sexos suelen buscar inconscientemente compañeros parecidos a la madre. El varón pretende directamente suplirla; pero en las mujeres es mas complejo el proceso. Ellas buscan parejas que se parezcan a sus progenitoras para invertir los papeles: en la infancia fueron las dominadas y ahora buscan ser las dominantes. Es una manera sublimada de obtener "fondos" emocionales para pagar las "inversiones" que su madre depositó en ella durante la infancia. Lo cual explica, de paso, las malas relaciones que suelen darse entre yernos y suegras, porque el marido de la hija siente, a menudo con razón, que detrás de las demandas de la esposa están las exigencias de la madre política.
La fuerza del vínculo neurótico entre madres e hijos se hace mas clara cuando la progenitora envejece. Casi siempre son las hijas las mas "leales" a la hora de cuidar de la anciana: -Se debe a que los hombres pueden sustituir con cierta facilidad a una mujer por otra -afirma González Núñez.
¿Hay manera de prevenir el mal de amor?
Sí, coinciden los especialistas, a condición de emprender una auténtica reestructuración de la manera de entablar relaciones. Es necesario aprender a pensar en el otro y sus necesidades, y comprender que satisfacerlas no obliga esperar un pago: -Hay que hacerse responsable de lo que uno ofrece a los demás, pues esa oferta debe ser voluntaria -afirma Ramírez Camacho. También se deben asumir y respetar las elecciones de la pareja. Finalmente, la especialista recomienda repartir el amor: no concentrarse exclusivamente en la pareja, la familia, el trabajo o las amistades, sino distribuirse equitativamente: -Cada persona y actividad en la vida de una persona debe tener su porción de afecto. Si alguno de esos amores falla, siempre quedarán otros en los cuales refugiarse -añade la experta.
La única manera de mitigar y superar el mal de amor es recuperar la confianza en uno mismo. Aunque no hay recetas para lograrlo, especialistas como González Núñez recomiendan tomar "terapia de café" con amigos que conforten al afectado y le hagan ver afectuosamente sus errores. Ayuda sumergirse en el trabajo y practicar deportes, además de probar nuevos pasatiempos y actividades (como jugar al ajedrez, aprender otro idioma o a tocar un instrumento) hasta que desaparezca la intoxicación. Solo después conviene buscar un nuevo amor: si lo hace antes de tiempo, la víctima se expone a repetir los errores del pasado y caer en otra decepción.
Pero cuidado, no siempre es posible superar el trance sin ayuda profesional. Ante una depresión persistente lo mejor es buscar a un especialista pues descuidar un caso agudo de mal de amores puede desembocar en el suicidio.
Entre gente equilibrada,
con frecuencia la vida acaba con el amor.
Entre gente desequilibrada,
a menudo el amor acaba con la vida.