¿Dónde está la paz?


Desde los ataques terroristas ocurridos en los Estados Unidos el pasado 11 de Septiembre, el mundo comenzó a preguntarse si habría guerra. Hoy todos conocemos bien la respuesta: Hay guerra. 

Mas ¿Cuántos nos preguntamos si habría Paz? 

No muchos ciertamente, pues la paz parecía haber sido alejada con esos aviones-bomba que sacrificaron a miles que ni idea tenían de cual sería finalmente su destino.

Casi inmediatamente después de estos hechos, comenzó la exigencia de Justicia - la cual pareciera por demás justificada – una Justicia que buscaba lograr ¿que? ¿La paz? 



Al sufrir una pérdida muy dolorosa, siempre buscamos a quien culpar por nuestro dolor y es fácil averiguar que esto es así. Cuando éramos niños si alguien dañaba uno de nuestros juguetes, no nos conformábamos con reemplazar el juguete que perdimos, queríamos el mismo juguete, no otro nuevo, ese mismo. Cuando nos convertimos en adultos y perdemos a un amigo, no nos consuela la idea de que podremos hacer nuevos amigos, queremos de vuelta al que perdimos y no se diga mas cuando a quien hemos perdido es un padre, una hermana o un hijo.

No, no buscamos Justicia. Lo que queremos es venganza. Pero esto no devolverá a los que se han ido.

Ante una respuesta armada lo que presenciamos es el triunfo de los sentimientos sobre la razón o lo que es peor la derrota de la verdad ante los intereses materiales; muestra clara de nuestra inmadurez – niños en cuerpos de adultos - y la violencia, solo servirá para generar mas violencia. Ghandi dijo que si nos guiáramos por el ojo por ojo, acabaríamos todos tuertos. Definitivamente solo la paz puede traer la paz, pero ¿Por qué no podemos estar en paz? ¿Por qué tenemos que estar en guerra? 

Por la naturaleza misma de la guerra; que generalmente no nace en las manos de los soldados. Sino en manos de los gobernantes.

Existen pocos políticos pacíficos -que finalmente son los que deciden hacer la guerra- y sí, muchos arrogantes y soberbios, pero finalmente ellos no son totalmente responsables pues no son mas que el reflejo de la mayoría – entiéndase nosotros el pueblo- que los sostiene en esas posiciones de poder. Por lo tanto hay que buscar el origen de la paz o de la guerra en otra parte. 

¿Dónde? En el fondo de nuestros corazones, corazones que conforman el sentimiento de una nación. Un corazón sin amor, es un corazón que busca violencia, venganza. No así un corazón en paz plena.

La paz plena es imperturbable, pues nada puede inquietarla, ni siquiera la amenaza de morir en una cruz. Pero esta paz solo se alcanza cuando comprendemos que la venganza no nos trae nada bueno y que cuando trabajamos en paz y con amor si podemos solucionar nuestras carencias; no al buscar culpables.

Muchos nos piden ser buenos y ser pacíficos, pero ¿cuantos nos dicen como? Si la paz surge de nosotros, no será que debemos mirar dentro de nuestro corazón y sacar todo lo malo que hay en él. Hombre conócete a ti mismo.

Y ¿cómo se sabe cuando se tiene paz interior?

Cuando se experimenta la paz se adquiere una inconfundible habilidad de disfrutar cada momento - lo cual solo puede obtenerse al vivir y gozar el presente. Se tiende a pensar y actuar espontáneamente, en vez temer por las experiencias pasadas. Se pierde el interés en los conflictos pues se atrofia la habilidad de preocuparse. Se experimentan frecuentes y desbordantes arranques de aprecio y los sentimientos de unión satisfechos a través de la naturaleza y los demás abundan. Surgen frecuentes accesos de “sonrisa” y finalmente se incrementa la sensibilidad al amor expresado por otros, así como la incontrolable necesidad de expresarlo. 

Así: ¿Qué tan lejos está la paz?