Por: Gustavo <:><
Este mensaje esta preparado para Cristianos, así que
daré por hecho que todos los lectores lo son, esto significa que en algún
momento de su vida de manera voluntaria han aceptado a Jesucristo como su Señor
y Salvador, así que quiero hacer una breve revisión de las bendiciones a las
que se ha hecho acreedor por ser Cristiano.
El ser humano fue creado
para existir por siempre. Al morir el cuerpo, el alma tiene dos destinos; uno
es vida eterna (Ezequiel 18:27 “Y
apartándose el impío de su impiedad que hizo, y haciendo según el derecho y la
justicia, hará vivir su alma.”) en el cielo gozando de justicia gozo y paz por
siempre y el otro es muerte eterna (Ezequiel 18:4 “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el
alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”) en el
lago de fuego donde también será el destino final de Satanás y sus ángeles.
Apocalipsis 20:14 dice: “Y el que no se
halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Así que en el momento
mismo que aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida, también
recibiste la salvación de tu alma y ya no irás al infierno.
Los seres humanos somos
criaturas de Dios, pues Él nos creó, pero esto no significa que no todos son
hijos de Dios. Sus hijos, son los que han nacido no de voluntad de carne ni de
varón, sino de espíritu, y este nuevo nacimiento ocurre en el momento mismo que
se cree en Jesucristo como Salvador, ¡así se constituye el creyente en hijo de
Dios!, Por lo tanto puedes con confianza decir que eres hijo del gran Rey, lo
cual es un verdadero privilegio. (Juan 1:12 “Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios).
El mundo en el cual habitamos, esta carente de
justicia, gozo y paz, cada día se vive con mayor intranquilidad, y entre los
hombres crece la sed de poder. Pues bien, Dios ofrece a sus hijos, una vida
diferente, eterna en el cielo, donde reina la justicia el gozo y la paz en
moradas celestes. (Romanos 14:17 “porque
el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo”. Juan 14:2 “En la casa de mi Padre muchas moradas hay;
si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros”) Es
tan hermoso que es imposible de imaginar pues son cosas que ojo no vio ni oído
oyó ni han subido al pensamiento del hombre las que Dios tiene preparado para
los que le aman (1 Corintios 2:9)
A partir del momento
en que tu aceptaste a Cristo, Dios ofrece velar por
ti, y nunca dejarte, pese aun a tu infidelidad, Dios permanece fiel. El Señor
ofrece su amparo y fortaleza, protección contra tus enemigos (Salmo 46:1), y
ver por tus necesidades, y te dice: “pedid y se os dará buscad y hallaréis”
(Lucas 11:19) y “todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré” (Juan
14:13).
Hay muchas más bendiciones
colaterales que recibe el Cristiano, solo quise mencionar éstas por ser de
alguna manera las más inmediatas, pues finalmente lo más importante es asegurar
nuestra eternidad feliz, puesto que nuestra vida en la tierra es pasajera, ya
lo dijo Santiago, “La vida es neblina que aparece por un poco de tiempo y luego
se desvanece” (Santiago 4:14)
Ahora bien, ya tenemos claro las bendiciones que tenemos
por ser Cristianos: Somos Salvos, somos Hijos de
Dios, tenemos vida eterna en las moradas celestes y contamos con la protección
y dirección de Dios. Con todo esto, debemos vivir felices, pues no nos
faltará nada como hijos del gran Rey. Sin embargo hay muchos cristianos que
viven infelices, ¿qué ha pasado?
El Cristiano
ha perdido el rumbo, el objetivo de su vida. Reflexionemos en la siguiente
frase de Pablo: “Para mi vivir es Cristo y morir es ganancia”
(Filipenses 1:21), ¿cuántos cristianos pueden asegurar que para ellos el vivir
es Cristo?, ¡No contestemos a la ligera!
El Cristiano ha perdido su objetivo, ya que una vez
que ha sido rescatado por Cristo, ha sido comprado a precio de sangre, y a
partir de ese momento debe vivir exclusivamente para Cristo. En el momento
que cada uno comprenda que debemos vivir para Cristo, y nada más, nuestra vida
cristiana va a dar un giro de 180 grados.
¿Por qué se ha perdido el objetivo?, Es muy simple,
porque estamos enredados en los afanes de este mundo y nos preocupa mucho el
que vamos a comer o a vestir el día de mañana, nos preocupa el futuro, tener
una casa o mejorar la que tenemos, nos preocupan nuestros hijos y nuestros
parientes, nos preocupa incluso las actividades de la Iglesia, los estudios,
etc. etc. etc., todo esto nos preocupa mucho más que Cristo.
¡Reconozcámoslo!, Dios conoce nuestros corazones, nuestra mente pasa mas
tiempo en los afanes de este mundo que en Cristo, por eso no podemos VIVIR
la frase, “Para mi vivir es Cristo”, ya que no es una realidad en
nuestra vida.
Y pese a que hemos visto tantas maravillas de Dios,
no podemos entender que “la Vida es más que el alimento y que el Cuerpo es
más que el vestido” (Mateo 6:25), no entendemos que cada nuevo día, es una
bendición poderosa de Dios el estar con vida, y lo más triste es que aunque
conocemos de forma intelectual una de las mas hermosas y poderosas promesas de
Cristo, en realidad no la creemos y me refiero al verso de Mateo 6:33 que
personalmente le llamo el seguro de una vida tranquila en la tierra para el
Cristiano pues dice “mas desead primeramente el Reino de Dios y su Justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas”.
Hermanos Cristianos,
Dios quiere que vivas feliz, y te da la clave para que ya no te preocupes por
los afanes que te hacen perder tu objetivo de vivir para Cristo.
Consagra tu vida a Jesús, entendamos que la
consagración debe ser un acto voluntario, muchas veces
motivados por un elocuente mensajes o por alguna situación muy particular,
aceptamos en medio de la congregación pasar al frente y consagrar nuestras
vidas al Señor, sin embargo unas horas mas tarde, o días después, ese
compromiso queda en el olvido y volvemos de nueva cuenta a perder nuestro único
objetivo.
Entendamos
que es la consagración, es llevar una vida que sea dirigida por Dios, donde todas
y cada una de nuestras actitudes y acciones estén validadas con la Palabra de
Dios, esto significa que todo lo que hagamos sea hecho en el nombre de Dios
y para Dios.
Para
lograrlo, es indispensable conocer la Biblia y esto implica estar alimentados
de la Santa Palabra, ya que de esa forma podemos validar nuestras acciones.
(2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”).
La
palabra de Dios con extrema claridad nos hace ver las actitudes de, así que si
alguno es muy activo en la Iglesia, o es un buen predicador, o es muy piadoso y
amoroso, pero no se ha reconciliado con su hermanos (por ejemplo), o no ora, o
miente de vez en cuando, o tiene envidias o sencillamente no lee y medita la
Escritura día a día, o vive en cualquier otro tipo de pecado, no puede vivir
consagrado a Dios.
Hermanos
míos, no olvidamos que vivimos bajo la influencia de la carne, y por tal motivo
no estamos exentos de pecar y ofender a Dios, por ello, la consagración a
Cristo debe ser día a día, o sea que cada mañana al despertar, lo primero
que debemos hacer es clamar a Dios y consagrarnos a Él (Salmo 5:3: “Oh
Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y
esperaré”), nadie puede vivir una vida de consagración por sus propias
fuerzas, esto debe ser en la fortaleza de Dios, y durante el día, es necesario
orar y ratificar nuestra consagración a Dios, y antes de dormir por la noche,
debemos consagrar nuestra vida al Señor.
En
resumen podemos decir que:
La
consagración a Cristo, es un acto íntimo y absolutamente personal, que se
refleja con la vida misma.
La
vida victoriosa y llena de bendiciones solo es posible cuando se vive para
Cristo.
Nuestras
actividades y nuestra vida, deben ser los reflejos de una vida consagrada a
Cristo.
Cuando comprendamos la importancia de la vida consagrada al Señor, y la hagamos efectiva en cada uno de nosotros, vamos a disfrutar plenamente de la presencia del Señor y hasta entonces podremos decir confiadamente, “PARA MI VIVIR ES CRISTO Y MORIR ES GANANCIA”
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Efesios
4:22-24 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad”.)
8/08/2000
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