LAS TRES POSAS

Detrás de la Estación Nueva, hay tres posas: Los Cubos, La Poza Azul y El Salto del Gato. Tienen la fama de ser muy peligrosas, pero es la última donde se ha ahogado más gente, debido a que tiene un remolino muy grande. Cuentan los que van a visitar esos lugares el veinticuatro de junio, día de San Juan, o los días de muertos, que se escuchan gritos de auxilio y los lamentos de las almas de los ahogados.

MARTIRES DEL 28 DE AGOSTO

El veintiocho de agosto de 1929 fue asaltada la fábrica de Hilados y Tejidos de San Bruno por unos bandoleros que traían asolada a la región, los cuales eran comandados por Francois y Arenas.

Estos bandidos capturaron a varios empleados de confianza, a algunos obreros e incluso a un panadero, Heron Pérez, que en esos momentos pasaba por ahí. Los hicieron cargar parte del botín hasta a un lugar llamado Rancho Viejo, municipio de San Andrés Tlalnehuayocan; allí los obligaron a cavar sus propias tumbas.

De los rehenes, sólo pudo escapar uno, Ramón Fernández, que en el camino atascó intencionalmente la carreta que conducía, engañándolos al pedir permiso para ir a hacer sus necesidades.

Después de mucho tiempo, se logró descubrir el sitio donde estaban enterrados los restos y fueron trasladados al panteón antiguo de 20 de noviembre.

La avenida principal y la escuela la Colonia Francisco Ferrer Guardia llevan su nombre, en honor a ellos, el nombre de Martires del 28 de agosto. También toda sus calles se llaman como los obreros sacrificados Ezequiel Altriste, Francisco Moreno, Delfino Victoria, Armando Ramírez, Honorio Rodríguez, etc.

Cada año los trabajadores de la fabrica realizaban un desfile al panteón antiguo allí celebraban un homenaje, cantándoles un himno especialmente compuesto en su honor.

MONSEÑOR GUISAR Y VALENCIA

Xalapeño por destino, el siervo de Dios Rafael Guisar y Valencia, en proceso de beatificación, puso a nuestra ciudad en conocimiento universal. Ganó el primer nivel de la canonización al comprobar a las autoridades eclesiásticas pertinentes la dedicación de su vida a la esperanza y a la caridad. Aunque esta calidad santa simbolice como patrono regional de Xalapa y Cotija, el hecho es que Monseñor Guisar y Valencia es reconocido mundialmente por sus virtudes heroicas y milagros. Los xalapeños esperamos la pronta resolución a favor se su beatitud y santidad.

Rafael Guisar y Valencia nació en Cotija, Michoacán, l 26 de abril de 1878, transcurriendo su infancia en una familia cariñosa y devota. Su distinguida carrera religiosa lo hizo merecer prontamente el Quinto Obispado de Veracruz, cargo aceptado e 1 de agosto de 1919.

Fueron numerosas las obras que realizó en varios pueblos y ciudades del país, no descuidando sus servicios a los feligreses veracruzanos, a los que acudía sin interesarle distancia o los difíciles accesos: la gente que lo conoció recuerda a este varón siempre caminando apoyado en un resistente báculo.

También corre de boca en boca que a Guisar y Valencia no le importaba despojarse de las pertenencias que llevaba puestas, con tal de ayudar a los menesterosos. Una persona vio que a la salida d Coatepec, cuando el Obispo caminaba hacia esa población, se encontró a un mendigo descalzo al que le donó sus sandalias, continuando su rumbo sin zapatos.

Lo que sorprendió al mundo fue lo que ocurrió después de su muerte, el 6 de junio de 1938. en vida su deseo manifestado había sido que lo enterraran en un sencillo ataúd de pino; sin embargo, lo sepultaron en un lujoso féretro de acero. Tiempo después de haberse enterrado el cadáver, alrededor de una docena de años, cuando la iglesia deicidio trasladar sus restos del panteón antiguo de Xalapa a la Catedral, el féretro fue removido y de él salía agua que mojaba a quienes lo transportaban. El sorprendente líquido no desprendía ningún olor, y lo que más asombró fue que más asombró fue la incorruptibilidad de del muerto y el buen estado de su vestidura. Se le depositó en la Catedral para que toda Xalapa viera y venerara. Un testigo cuenta que al mirarlo, recuerda que tenía los ojos medio abiertos un vivo color azul cielo.

LA XALAPINA

De Xalapa y sus proximidades, es originaria la planta “Jalapa”, registrada en latín como Convolvulus Officinalis. Se parece a las enredaderas, cuyas flores son campánulas de diversos colores: blancas, rosáceas, rojas, liláceas y anaranjadas. Por la raíz, el nombre de la trepadora es recordado por el pueblo “raíz de Xalapa”. Debido a las propiedades del bulbo, fue muy usado el vegetal en la farmacopea, como purgante efectivo. El remedio para las enfermedades intestinales se conoció e todo el mundo con el sustantivo “jalaina”, teniendo gran demanda en la medicina universal. Por eso, los cordones heráldicos del emblema de nuestra ciudad portan la imagen de esta eficaz panacea, utilizada desde hace siglos en las culturas precortesianas.

LA PRIMERA FERIA

Cuando esta ciudad de Xalapa tuvo una importante actividad económica, no sólo benefició el aspecto material de la población, sino a los cambios urbanos, culturales y costumbre, étnicos, entre otros. estos sucedieron tan repentinamente que el lugar debió acomodarse a las transformaciones, sin planificaciones previas. Así, en 1719, el caserío humilde esparcido sin organización por los cuatro barrios originarios, de pronto se vio unido con nuevas casa, bodegas, hostales, establos y sobre todo, con locales acondicionados específicamente para el nuevo comportamiento d los xalapeños: el comercio.

Casi diez años separaron a la primer feria de la segunda. Pero fue en la inauguración cuando Xalapa adquirió verdaderamente una fisonomía de ciudad y un movimiento de transacciones, a la manera de lo bazares orientales, tan presentes en la literatura.

Se afirma que este espectáculo era casi mágico, en donde se daban sita traficantes, marineros, vendedores de ganado, comerciantes de productos indígenas, europeos y persas, malabaristas, damas de la vida galante, etc.

Desde el rey hasta el indígena más pobre, pero aspirantes a enriquecerse, montaban sus negocios con los recursos más atractivos.

Citamos para una idea visual del lector ,lo que estas ferias comerciaban: “la carga de estas flotas traían para feria eran mercancías por la cuenta del rey o bien de particulares, compuesta por los más variados efectos de ferretería, mercería, quincallería, lencería, comestibles y objetos de lujo; y cuando los fardos eran abiertos, se expedían bigornias para herrerías... limas, gubias, escodas, picolas, picos, cinceles, martillos de fragua y de peña, yunques... candeleros, navajas, tijeras, cuchillos, peines, botones, barajas, pasas, alcaparras, almendras, aceitunas, avellanas, sardinas, arenques, jamones, chorizos de roja y excitante chanza... licores, vinos jerezanos y de Málaga, azulejos de Talavera, aguas de Colonia... lienzos de Flandes... sargas de lana... encajes, de blonda francesa, entre otras muchas mercancías.”

LOS TÚNELES MISTERIOSOS

Hay la creencia que bajo la ciudad existen prolongados túneles con una fría humedad en su interior. Algunos se los imaginan amplios; otros estrechos. Para todos, estos pasadizos parecen formar un laberinto. La mayoría piensan que parten de la Catedral hacia distintos puntos, en los que se encuentran o separan. También afirman que estos caminos subterráneos fueron construidos en la época prehispánica para escapar especialmente de los ataques realizados por los mexicas en sus pretensiones de conquistar Xallapan. Al contrario, hay personas que suponen la presencia de estos pasajes, como parte de la antigua arquitectura española. La tradición xalapeña reúne las mismas opiniones l asegurar que los túneles salen siempre desde la Catedral o los Berros, o a Palacio, al Parque Juárez, la Normal Antigua, la escuela Pedro de Gante, al Macuiltépelt y hacia El Cofre de Perote.

EL ORO Y LA ARENA

En el macualtépetl, entre sus laberintos, pasillos y jardines, hay una cueva que puede enriquecer a los que logran entrar y salir de ella. Ésta solo se deja ver un día al año.

Cierta vez, una señora muy pobre caminaba por el cerro; era la mañana el 24 de junio. La mujer iba preocupada pensado como alimentar a su pequeña. Se sentía muy fatigada se detuvo descansar bajo un árbol. De pronto, enfrente de ella vio una cueva. Se levantó rápidamente, entró y halló muchísimo dinero. Eufórica y astuta, decidió esperar hasta el anochecer, para que nadie pudiera robarle. Cuando quiso llevárselo todo, le resultó imposible, porque estaba con la niña. Decidió hacer dos viajes, dejando la criatura en la cueva. Al regresar, recorrió el sitio de arriba abajo, sin encontrar a la chamaquita.

Transcurrió el tiempo, y la mujer se encaminaba diariamente al cerro sin poderla encontrar. Llegó el día de San Juan y la señora como siempre fue a buscar a su hija. Esa vez volvió a ver la gruta y entro ilusionada para rescatar a su pecunia, quien estaba jugando. La madre la cargo y de inmediato se retió con ella, tomando m`´as dinero, cuando salieron y les pegó el sol, la chiquilla se desmoronó en arena.

EL DESDÉN

En la calle Azcárate, vivía hace muchos años una joven muy famosa por su belleza. Anita, la muchacha, tenía infinidad de pretendientes, entre ellos un hombre maduro, muy rico y elegante. Como ella no le correspondía, el enamorado, herido en su orgullo, la amenazó diciéndole que si no se casaba con él, no lo haría con nadie, y juró que además se vengaría. Al cabo e un mes, Anita, quien sólo contaba con diecisiete años, empezó a perder el apetito y el ánimo de vivir hasta que cayó en cama, sin que nadie supiera por qué. Aunque la visitaron varios médicos, parecía no tener salvación. Sus acongojados padres fueron a pedirle a doña Clara, una curandera, que fuera a ver si podía hacer algo por su hija, pues ya llevaba más de una año enferma.

Cuando doña Clara fue a la casa de Anita, ésta se encontraba tan pálida que se veía trasparente. Al tocarle el brazo, doña Clara sintió un gran dolor, como el que produce una descarga eléctrica, que la dejó totalmente acalambrada. Trascurridos dos días, la joven comenzó a recuperarse y probar alimentos, dando su rostro otra vez señales de vida. Mientras tanto se supo que el pretendiente se enfermó de gravedad y falleció.

LA VIEJITA DEL CANDIL

En el río de Coapexpan, hace mucho, acostumbraba una viejita lavar su ropa. Cierto día, al regresar de tender parte de lo que había lavado, notó que el resto de sus prendas dejadas sobre una roca desapareció. Confundida, la buscó por algún tiempo, en los potreros y entre las matas, pero sin ningún éxito. Volvió triste y cansada a su casa, y se recostó un rato a reposar de las caminatas y búsquedas que tuvo que hacer todo el día. Más tarde, siguiendo preocupada, regresó como a las diez de la noche, convencida de que debía encontrar su ropa. Llevaba un candil con el que apenas se alumbraba a causa de que el viento quería apagarle la flama. Efectivamente, pudo descubrir el lugar donde había estado lavando por la mañana, y se fijó en el sitio en el que dejó su batea. En ese momento escuchó una voz que le preguntaba:

- ¿Qué buscas aquí a estas horas, abuelita?

La señora volteó rápidamente y atemorizada para buscar de donde venía esa voz. Al principio, no vio nada, pero se dio cuenta que quien le había hablado era el mismísimo satanás. Tan grande fue la impresión de esta pobre mujer, que dejó caer el candil y se desmayó durante toda la noche.

El marido y sus hijos, al percatarse de su ausencia siendo ya tan tarde, salieron a buscarla por los montes y a lo largo del río, con lámparas de mano y machetes; sin embargo, fracasaron n su intento por hallarla. Sólo a la mañana siguiente, pudieron localizarla, tirada junto a la batea y su ropa. Se dice que la señora estuvo “maleada” y en cama por algún tiempo, hasta que pudo contar a su familia lo que había sucedido. A los pocos días, la anciana falleció, a pesar de los cuidados.

Actualmente, se afirma que esta viejita anda penando y que se aparece con su candil en el lugar donde solía lavar su ropa, dejando pedazos de jabón obre las piedras.

Esta Sección está en construcción, pronto la terminaré.

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