¿Por
qué no puedo reconocer que te amo?
Hicksu Bellum ~
Capítulo 2:
Acciones...
Y ahí estaba ella, otra
vez frente a sus ojos. Nuevamente frente a él estaba la mujer que de verdad
amaba. ¿Qué debía hacer?... claro que lo sabía, sabía como debía ser y que
exactamente era lo que debía hacer, pero su carácter se lo impedía. Le impedía
hablar con el corazón en la mano y por una vez pedirle el perdón necesario
para quedar en paz. Para decirle que en realidad Kikyo ya no significaba mas que
recuerdos en su corazón y que lo que de verdad deseaba era que ella, Aome
Higurashi estuviese a su lado siempre.
Y allí estaba ella, mirándole
como siempre. Eran mezcla de dolor y rabia consigo misma. Rabia con él y con
sus sentimientos. InuYasha sabía que tarde o temprano llegaría el momento en
que aquel tierno corazón que le pertenecía a Aome se cansaría, y llegado
aquel día, no habría marcha atrás para ambos.
Debía de hacer algo... y
debía de hacerlo ya, ahora que aún estaba a tiempo.
Cuanto lamentaba no haber
sido diferente, y poder expresar más fácilmente sus emociones y sentimientos.
Una vez lo había hecho, y como resultado de tal acción, fue clavado por una
flecha sagrada al tronco de un árbol condenado a dormir eternamente hasta que
por cosas del destino una joven de ojos cafés se presentó a su lado, devolviéndole
la libertad y la vida y con ello las ganas de luchar y de poder al fin... ¿amar?
Se acercó con sus pasos
característicos. Una poderosa fuerza le hacía moverse hacia delante, hacia
Aome. Y ella lo miraba, estaba esperando alguna palabra de la boca del hanyou,
una vez dicha aquella sucedería lo de siempre, una discusión, unos cuantos
gritos y una chica corriendo en dirección a la aldea para decirle finalmente a
la anciana Kaede o a Sango que InuYasha era un grandísimo tonto.
Pero no fue así.
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InuYasha aún no sabía que
era lo que estaba haciendo, tan sólo seguía sus impulsos... claro que eso para
él era fácil, siempre lo había hecho. Pero se veía disminuido porque en esta
ocasión, aquellos impulsos eran los que provenían de su propio corazón.
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Tan solo sintió calidez.
Una calidez hermosa que la embargó completamente curándole
el adolorido corazón. ¿Acaso aquello era un juego del destino o un sueño
del cual jamás querría despertar? A ciencia cierta no lo sabía, y la verdad
no le interesaba tener respuesta, después de todo lo único que importaba era
aquel momento, y trataría de disfrutarlo al máximo. No sabía si alguna vez se
volvería a repetir y estar en los brazos de su amado InuYasha era algo
irreemplazable en su interior.
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Que
bien se sentía estando así. No se había equivocado. Aspiraba el olor de la
joven como si fuera el oxígeno que necesitaba para respirar, y lo guardaba en
su interior y su memoria para poder recordarlo tiempo después cuando su actitud
y la falta del valor le impidiera tenerla nuevamente entre sus brazos.
Segundos que se
transformaron en minutos... instantes que se transformaron en una eternidad.
-
Lo siento...
Y las palabras se
perdieron... no eran necesarias. Pero aún así fueron dichas para confirmar lo
que el corazón decía a gritos.
En momentos, muy juntos...
en unos más... a un metro de distancia. Él le daba la espalda mientras de
brazos cruzados comenzaba con aquellos sarcásticos comentarios y ella ésta vez
sin muestras de enojo sonreía de oreja a oreja mientras sus ojos brillaban a
mas no poder.
-
InuYasha...
Él la miro con intriga...
¿que querría decirle?
-
Gracias.
Y después de dedicarle una
de aquellas hermosas sonrisas que lo hacían sonrojar, se había dado la media
vuelta y comenzado a caminar hacia la aldea.
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