GIOCONDA BELLI
Peligro de los mares
Amado,
mientras tú, como Odiseo,
te dedicas al apresto de tu flota
para explorar los mares,
en búsqueda del atardecer perfecto,
la sombra larga del ala de la gaviota,
el arco plateado del lomo del delfín,
el tiempo,
armado con sus finos instrumentos,
de relojero vengativo,
trabaja sobre nuestros cuerpos.
Ya que todavía podemos pretender
que la visión de la madurez
no es más que un espejismo,
es menester que regreses
y que de nuevo descubramos
las pasiones capaces de hundir
la entera flota aquea
y sus penachos multicolores.
Nostalgia
Libros de mis soledades.
paginas que cruzo cual estrella
sin encontrar sosiego
en el negro espacio de las palabras.
¿Será posible que tu cuerpo sustituya el Universo,
que tus testículos, redondos, mercuriales,
surquen la órbita de mis sueños,
proveyédome del único sistema solar
y que tus ojos marquen los agujeros negros
donde toda mi luz desaparezca
atraída por la gravedad de este amor absoluto?
he dejado la tierra de mis antepasados,
india tras el conquistador, malinche persiguiendo corteses,
soñando con la floración amarilla de árboles sonámbulos,
despertando en pesadillas como llorona,
apartada de los volcanes
que mis pechos amamantaban tiernamente,
al lado de lagos límpidos
óvalos sutiles que sólo existen ahora
en mi memoria de lánguidas tiendas
donde envejece mi pueblo de tierra y cal,
mientras yo echo canas, echo brazos, echo aullidos sordos,
en los días de cemento y cerezos en esta ciudad
donde no hay gravedad, ni centro, ni nada que me retenga,
sino tus pasos cruzando umbrales en la tarde;
tus pasos y tu corazón bombeando sangre en músculos
con los que me abrazas
y tratas de protegerme de la nostalgia que poco a poco me
consume
como fuego sin luz prendido en mis pulmones.
¿Con qué artilugio, sortilegio, encantamiento, retienes
esta piel errante que se desgarra de amor y clama trópico?
¿Con qué leña aromática, qué sales,
qué incienso encenderás en el invierno
cuando los árboles se marchen y emigren las hojas
en caravana de oro hacia regiones amables?
¡Ay amado! ¡Si sólo supieras el estruendo
de mi lomo arqueado de flechas en esta tarde de nostalgia!
¡Si sólo supieras las muertes que muero a diario
para posar mi cabeza sobre tu hombro!
Consuelo para la temporalidad
Somos como las plantas:
Nuestra piel es hoja y nervadura
de pasiones hermosas
Que bailan sin cesar.
somos danza y danzar en el viento
Es potestad de nuestras piernas sin raíces.
Todo cambia y nada permanece.
En el otoño, el follaje se desprende amarillo;
Llueve oro en el atardecer.
No habría vida sin muerte.
No seríamos cuanto somos
si la conciencia no guardara experiencias ajenas
que misteriosamente se aposentan
en el aire interior cuya esencia desconocemos.
Y, sin embargo, así como Blake dijo:
"La eternidad está enamorada de la fabricación del tiempo".
Es inevitable enamorarse de la creación
y sentir el dolor de no ser inmortales.
¡Ven!
Abandona el rencor por lo incomprensible.
porque la vida se alimenta de la vida,
hemos de arder en la pira funeraria sin perecer.
cantos y mitos nos sobrevivirán,
como sobrevive el árbol
que talado y yerto me sirve de apoyo
para escribir esta reflexión.
La experiencia de la vida es la pasión de beberla
hasta la embriaguez.
Amar, cantar, decir versos hermosos
y luego
dormir.
Insomnio con palabras
De noche las palabras
Caminan en puntilla,
andan discretas entre los objetos,
Temerosas del ruido se descalzan.
Sobre mis hombros insomnes aletean.
El poema me saca de la cama.
Tanto silencio en la casa dormida.
El ruido de las manos me ensordece.
Toco las letras. Acaricio el teclado
para que diga callado sus urgencias.
No sale nada. Es el silencio que habla.
y las sombras afuera,
golpeando la ventana.
Cuartos separados
Respóndeme la siguiente pregunta:
¿Termina el erotismo con el matrimonio?
La mujer y el hombre que, día a día,
Reciben juntos la mañana,
Que, de pie, lado a lado, se cepillan los dientes
Que, igual como si estuvieran solos,
Se despojan la ropa
Y se quedan desnudos
Sin pudor o vergüenza
¿pueden aún albergar
el misterio del mutuo descubrimiento?
Nada es ya prohibido entre ellos.
Al contrario.
Tiene licencia, sellos, para los desaforos;
Un lugar perenne para estar solos,
Todas las noches del mundo
Para vivir la intimidad.
¿Sobrevive el asombro
esta absoluta carencia de restricciones,
esta revelación constante, cruel y permanente
de todas las funciones del cuerpo
los ruidos diurnos y nocturnos
la indiscreta pornografía de la cotidianidad?
Mis abuelos paternos
vivían en una casa señorial
frente a la plaza de correos.
No dormían juntos.
Sus cuartos y baños diferentes
estaban situados a cada extremo
de un largo corredor-
(Por donde se filtraría la luz lunar al caer la noche)
Vi llorar a mi abuelo,
-mi abuelo era duro y no expresaba los sentimientos-
solamente cuando ella murió.
Aulló como lobo. Sin recato su dolor.
Nunca sentí el secreto
De sus habitaciones distantes.
De niña exploraba la de la abuela
-curiosa-
esperando encontrar claves, señales
para desentrañar el acertijo.
Ahora me es fácil imaginar el escenario nocturno de sus
vidas
La espera de los pasos acercándose,
El pomo de la puerta cediendo,
El inesperado color de la bata de noche en el quicio
Entreabierto.
Ellos lo sabían, me digo.
Se evadían, se escondían.
Se negaban el uno al otro.
Batallaban contra el desamor.
Boca de mujer
Cuando una mujer abre la boca
su lengua se empeña en lamer la dureza;
Puede ser la dureza de la vida,
la dureza del dolor con sus dientes esmaltados y perfectos.
La dureza del tiempo que desaparece.
O puede ser que su boca se abra
para lamer, como perra cálida y protectora,
la cara de sus hijos,
o el sexo del hombre hasta derretirlo
y enjugarlo de sal,
hasta limpiarlo de su ímpetu
y dejarlo palpitante y lánguido entre los dientes.
Cuando una mujer abre la boca
su lengua quiere decir otro lenguaje,
nombrar otros nombres,
poner saliva entre las puertas
que se abren de un alma a otra.
Limar. Limpiar. Lamer.
Tantas cosas, tanto intento, tanto de lo perdido,
existe en la boca abierta de una mujer.