Blanca Andreu (1959, Española)

 

DI QUE QUERÍAS SER CABALLO ESBELTO, NOMBRE

Di que querías ser caballo esbelto, nombre

de algún caballo mítico,

o acaso nombre de Tristán, y oscuro.

Dilo, caballo griego, que querías ser estatua desde hace diez

mil años,

di sur, y di paloma adelfa blanca,

que habrías querido ser en tales cosas,

morirte en su substancia, ser columna.

 

Di que demasiadas veces

astrolabios, estrellas, los nervios de los ángeles,

vinieron a hacer música para Rilke el poeta,

no para tus rodillas o tu alma de muro.

 

Mientras la marihuana destila mares verdes,

habla en las recepciones con sus lágrimas verdes,

o le roba a la luz su luz más verde.

te desconoces, te desconoces.

 

 

ESCUCHA, ESCÚCHAME, NADA DE VIDRIOS VERDES O DOSCIENTOS DÍAS DE HISTORIA

Escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días

de historia, o de libros

abiertos como heridas abiertas, o de lunas de Jonia y cosas así,

sino sólo beber yedra mala, y zarzas, y erizadas anémonas

parecidas a flores.

 

Escucha, dime, siempre fue de este modo,

algo falta y hay que ponerle nombre,

creer en la poesía, y en la intolerancia de la poesía, y decir niña

o decir nube, adelfa,

sufrimiento,

decir desesperada vena sola, cosas así, casi reliquias, casi lejos.

 

Y no es únicamente por el órgano tiempo que cesa y no cesa

por lo crecido, para lo sonriente,

para mi soledad hecha esquina, hecha torre, hecha leve notario,

hecha párvula muerta,

sino porque no hay otra forma más violenta de alejarse.

 

 

 

AMOR DE LOS INCENDIOS Y DE LA PERFECCIÓN, AMOR ENTRE LA GRACIA Y EL CRIMEN

Amor de los incendios y de la perfección, amor entre la

gracia y el crimen,

como medio cristal y media viña blanca,

como vena furtiva de paloma:

sangre de ciervo antiguo que perfume

las cerraduras de la muerte.