Elevada
Vivo en el techo de la casa de un hombre,
y es lo más firme que conozco.
2000 años tengo de existencia.
Cuando doy a luz
me siento como recién nacida.
Dos hijos he procreado sin ciencia, religión ni esperma.
Me paseo por el techo mirando al cielo, un cielo arriba de un cielorraso.
De pronto escucho gritos, quejidos, lamentos.
Él se está pariendo por debajo del techo,
a sí mismo se alumbra.
Yo a eso le llamo vida.
Yo ya he muerto varias veces,
pero sin embargo veo cómo está saliendo el sol ahora,
y es como que me sonríe,
como cuando era niña.
Un sol con una sonrisa.
Y yo le sonrío.
Crezco con una rapidez pasmosa,
aguardo mi próxima muerte,
mirando a la luna que es como una guadaña.
Ahí viene.
La luna me degüella.
Yo a eso le llamo muerte.
Cuando amanece estoy tendida
y estoy muerta.
El hombre me acerca una taza de café con leche con tortitas.
Él me necesita, al fin de cuentas es mi hijo.
Pero, ¿Cómo ha subido hasta su propio techo?
¿Por qué me acaricia la cabeza?
¿Es que estoy resurrecta?
Me pregunto intensamente mientras mastico.
De repente me doy cuenta,
es otra la que está comiendo,
otra que está muerta.
El hombre ha subido un piso y
ahora vive en el 1er piso de su edificio.
Tiene paredes de cristal, eso es cierto.
De ahí mi confusión.
Entre sí las muertes son muy distintas.
Lo que es yo,
yo estoy más arriba.
18/6 2003