Sin Nombre
Trato de encontrarme en vos, en él, en el otro; que me devuelvan mi reflejo. Así sé hasta dónde puedo llegar, si te hago llorar, si te puedo convencer, si me podés dominar. No me reconozco en el espejo, sino en vos.
Cuando estoy sola sólo sé que soy porque me pienso, me figuro, me represento a mí misma, me quiero o me odio, y entonces soy otra.
Fuerzo los límites de mi pensamiento, mi temperamento, mis principios, mi energía. Me maravillo con lo que puedo llegar a hacer. No sos más que un instrumento. El instrumento de la otra, de la que se piensa y yo soy vos, tu reacción, tu atención o tu rechazo. O tu indiferencia.
Te fagocito para seguir viva. No me imités.
Soy la actriz que representa la historia de tu vida.
En soledad conjuro a mi invisible elenco y se me llegan a confundir los papeles. Te necesito para ser yo.
Te necesito para oponerme. No cambiemos los papeles. El director está loco. Pongamos algo de cordura nosotros. El decorado destiñe y se caen los árboles pintados. Nadie quiere poner orden acá.
Forcemos el desorden. Pero no cambiemos los papeles por favor. No te reflejés en mí, no acepto la imitación.
No hay luz que ilumine este lúgubre agujero lóbrego. No vas a poder asirme.
Sólo que plantees la destrucción total. El juego de la muerte. (Si encontrás al director general en los pliegues del universo)
6/5 2001