Atonin Artaud (
selección de escritos 1925-27)
Conmigo dios-el-perro, y su lengua
que como una flecha horada la corteza
del doble casquete abovedado
de la tierra que la disloca.
He aquí el triángulo de agua
que avanza a paso de chinche
y que bajo la chinche ardiente
se vuelve como una cuchillada.
Bajo los senos de la tierra horrorosa
dios-la-perra se ha retirado,
de los senos de la tierra y de agua helada
que pudren su lengua hueca.
He aquí la virgen del martillo
para triturar las cuevas de la tierra
donde el cráneo de perro estelar
siente subir el horrible nivel.
(publicado en 1925 en la revista belga El Disco Verde)
Doctor,
hay un asunto sobre el que hubiera querido insistir:
es el de la importancia de la cosa sobre la que actuán sus inyecciones; esa especie de relajamiento esencial de mi ser, esa baja de mi estiaje mental, que no es como podría creerse una disminución cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) ni siquiera de mi inteligencia, sino de mi intelectualidad práctica, de mis posibilidades pensantes, y que tienen mucho que ver con el sentimiento que tenga de mí mismo yo, más que con lo que muestro de él a los demás.
Esta cristalización sorda y multiforme del pensamiento, que escoge en un momento dado su forma. Hay una cristalización inmediata y directa del yo en el centro de todas las formas posibles, de todos los modos del pensamiento.
Y ahora, señor Doctor, que está usted al tanto de lo que se puede afectar (y curar por las drogas), del punto litigioso de mi vida, espero que sabrá darme la cantidad de líquidos sutiles, de agentes especiosos, de morfina mental, capaces de elevar mi abatimiento, de equilibrar lo que cae, de reunir lo que está separado, de recomponer lo que está destruido.
Mi pensamiento le saluda.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
DESCRIPCIÓN DE UN ESTADO FISICO
Una sensación de quemadura ácida en los miembros, músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil, un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido.
Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos, en los movimientos. Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos, la renuncia al gesto simple,
Una fatiga sorprendente y central, una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer, una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente a cualquier cosa.
Sostenida por una voluntad aplicada.
Una fatiga de principio de mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad, que se transforma en rompiente dolor, un estado de entorpecimiento doloroso, de entorpecimiento localizado en la piel, que no prohibe ningún movimiento, pero que cambia el sentimiento interno de un miembro, y a la simple posición vertical le otorga el premio de un esfuerzo victorioso.
Localizado probablemente en la piel, pero sentido como la supresión radical de un miembro y presentando al cerebro sólo imágenes de miembros filiformes y algodonosos, lejanas imágenes de miembros nunca en su sitio. La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios.
Un vértigo en movimiento, una especie de caída oblicua acompañando cualquier esfuerzo, una coagulación de color que encierra toda la extensión del cráneo, o se rompe a pedazos, placas de calor nunca quietas.
Una excacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión de los nervios, la nuca empeñada en sufrir, las sienes que se cristalizan o se petrifican, una cabeza hollada por caballos.
Ahora tendría que hablar de la descoporización de la realidad, de esa especie de ruptura aplicada, que parece multiplicarse ella misma entre las cosas y el sentimiento que producen en nuestro espíritu, el sitio que se toman.
Esta clasificación instantánea de las cosas en células del espíritu, existe no tanto como un orden lógico, sino como un orden sentimental, afectivo.
(que ya no se hace):
las cosas no tienen ya olor, no tienen sexo. Pero su orden lógico aveces se rompe por su falta de aliento afectivo. Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro, todas las palabras por no importa qué operación mental, y sobre todo, aquellas que tocan los resortes más habituales, los más activos del espíritu.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
No he aspirado más que a la relojería del alma, me he transcripto más que el dolor de un abortado ajuste.
Soy un completo abismo. Los que me creían capaz de un dolor entero, de un bello dolor, de carnosas y plenas angustias, que son una triste mezcla de objetos, una trituración efervescente de fuerzas y nunca un punto suspendido.
-- pero, sin embargo, con impulsos en movimiento, desarraigados, que llegan de la confrontación de mis fuerzas con esos abismos de absoluta ofrenda,
(de la confrontación de fuerzas al más potente volumen),
y no hay más que los voluminosos abismos, la detención, el frío,
los que me han atribuido más vida, los que me han colocado a un grado menos de la caída del ser, los que me han imaginado sumergido en un torturador nudo, en una violenta oscuridad en cuya lucha me debatía,
--están perdidos en las tinieblas del hombre.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Bajo esta costra de huesos y piel, que es mi cabeza, hay una constancia de angustias, no como un punto moral, como los razonamientos de una naturaleza imbécilmente puntillosa, o habitada por un germen de inquietudes dirigidas a su altura, sino como una (decantación) en el interior,
como la desposeción de mi sustancia vital,
como la pérdida física y esencial
(quiero decir pérdida de la esencia)
de un sentido.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Yo soy un imbécil, por supresión de pensamiento, por mala formación de pensamiento, estoy vacío por estupefacción de mi lengua.
Mala formación, mala aglomeración de un cierto número de esos corpúsculos vidriosos, de los que haces un uso tan desconsiderado. Un uso que no conoces, al que jamás has asistido.
Todos los términos que elijo para pensar son para mí TERMINOS en el sentido mismo de la palabra, verdaderas terminaciones, pertenencias de mis mentales, de todos los estados a los que he sometido mi pensamiento.
Estoy verdaderamente LOCALIZADO por mis términos, y si digo LOCALIZADO por mis términos, por una serie de terminaciones. Y en CUALQUIER PARTE que esté en estos momentos mi pensamiento, no puedo más que hacerlo pasar por esos términos tan contradictorios a él mismo, tan paralelos y tan equívocos como pueden ser, bajo pena de detener mi pensamiento.
[Nota: no pongo las fuentes porque no quiero tener problemas con las editoriales ni con nadie…]