Nuestra preciosas tecnologías del vivirse
"...porque soñando siento miedo o una alegría ¿para qué invento la imaginería de una opresión o incendio de una fiesta? ¿Por qué no me contento con sentir miedo o alegría sin motivación conocida, sin imaginería?"
Macedonio Fernández: "Poema de poesía del pensar".
Cómo nos hemos acostumbrado a administrar el alma, a conceptuar nuestro andar por el mundo y limitarlo en parcelas que se puedan manipular.
La atomización que afecta a la vida política donde la falta de visión total es una grave amenaza a la constitución de movimientos sociales, también se ejerce en lo individual de cada vida. Para cada aspecto de nuestra existencia es posible ejercer una administración, un management, una técnica del vivirse.
Necesitamos pretextos, necesitamos los clichés pero no sólo como relatos que contextualicen nuestro sentires sino como constitutivos de nuestros sentires. Es decir, que sin estos relatos de fondo "no hay sentir". (Aclaremos que esto es sólo en la superficie, ya que el cuerpo se mueve oscuramente y todo movimiento del cuerpo oscuro es expresable en una movimiento comunicativo, gesto, imagen o palabra). En otras palabras, la vida fluye a través de nuestro cuerpo, y, sentir puro, genuino, siempre va a haber en tanto respiramos. El punto es que sólo nos concedemos permiso para sentir, para aceptar que sentimos, a partir de estos relatos, automatismos, tecnologías del alma, pretextos, clichés.
Tal vez este papel central del relato en la forma en que nos vivimos es lo que Freud llamó mecanismos de defensa, instancias de la personalidad, cultura, moral, etc... y es cierto que no omitimos esa tradición, así como tantas otras, pero queremos reflexionar sobre qué hacemos con esta constatación.
Si transitáramos cada relato con total credulidad, con total convicción, ingresaríamos al mundo de la integridad donde un relato se va concatenando coherentemente (o no) con el otro y el resultado es la civilidad, el ciudadano medio, el banco, la administración, la casa, la manutención, los hijos, la escuela, la calidad, la sapiencia... Si, por el contrario, lo hacemos con cinismo, tenemos la disolución, la disipación, el tráfico, el artista, la temporera, "el amor"....
¿Son posibles sólo dos actitudes: el cinismo o la convicción? Pensamos que entre medio hay unas cuantas más, entre las que se encuentra el diálogo. Para desacartonar el relato, para destecnificar el alma, para romper el cliché, hay que ejecutarlo en el diálogo comprometido con la tensión, pero también con la confianza. El diálogo no remite necesariamente a sujetos presentes conversando sino a una actitud de relación con el otro (que puedo ser yo misma), un otro real o escrito, impreso, soñado, ido, actualizado, etc. En esa actitud requerimos apertura y confianza como dos premisas básicas, pero también necesitamos de una relación con el objeto. Y no me refiero sólo a las cosas sino a lo otro de la interlocución, a lo abierto por el diálogo, a lo que se está pariendo como un intento provisorio (a través del diálogo) que no conviene apodar de verdad.
Me parece un aporte reconsiderar que la actitud del hombre "arcaico" frente al dar implicaba un querer perder; su relación con el objeto no estaba regida por el principio de la utilidad sino por el del sacrificio. En este sentido, la idea que recojo es que "los dioses existen sólo para dar una estructura a la necesidad humana de sacrificio y enajenación".
El peligro es que a la vuelta de la esquina nos esté esperando la tecnología del alma llamada "identidad" para desacralizar nuestra entrega y hacerla circular en un circuito económico-libidinal que la torne medida y convención. Sin embargo nuestra actitud de diálogo puede conectarse a una conciencia que se funde en la recepción del acontecer o la contingencia impidiendo que la represión que se ejerce sobre los objetos fijando las normas de su uso nos deje "afuera". Es decir que si le buscamos un uso al diálogo, lo matamos; la represión de la teleología nos impide constituirnos en el espacio de lo abierto en el que la circulación de otros y unos ¿objetos-sujetos? no esté clausurada por esos relatos, clichés, pretextos, usos, tecnologías...