Gracias, Malingas
Aquí surgieron nuestras mejores ideas,
pero ese pueblo aún sufre privaciones. En estas imágenes hemos
querido mostrar esos contrastes, pero además homenajear a nuestro
(primero o segundo, no sabemos) hogar.
por Nelson
Peñaherrera Castillo nelsonpenaherrera@journalist.com

Un
intento de fundir lo tradicional con lo vanguardista. |
¿Alguna vez ha
soñado con levantarse muy temprano, al sonido de las aves del
campo? Esa alucinación auditiva deja de ser sólo alucinación en
Malingas.
Podría hacer un
gran artículo sobre la vida en este pueblito de no más de 700
almas, que se ubica cerca de Tambogrande, que en realidad no se
diferencia de otro pueblito por los alrededores.
Es un típico
pueblito piurano. Casas ordenadas en callejas, gentecita curiosa
tras las ventanas, sencillez en la distribución de las piezas. Pero
también una vida llena de privaciones, sin servicios básicos y en
muchos casos con poco dinero en el bolsillo, aunque una no explotada
frontera agrícola y una incalculable afabilidad en sus gentes.
Malingas tiene
mucho por solucionar aparte de eso, pues la propiedad donde está
asentada buena parte del pueblo aún no ha sido saneada, ya que
pertenece todavía a un grupo de inversionistas privados que
compraron el terreno, luego que los originales colonos del valle de
San Lorenzo se fuera tras el fracaso del Banco Agrario, a fines de
los 80s.
Entonces,
recuerda la gente, el pueblo tenía todo, hasta servicios básicos.
La desidia, el desinterés y los nuevos habitantes se encargaron de
borrar ese pasado, como si la manera de vivir mejor se hubiera ido
con ellos.
La población está
organizada en un Comité Cívico, que está gestionando el
saneamiento del terreno ante el ayuntamiento de Tambogrande, todavía
sin éxito.
Hasta que ello
suceda pasará tiempo, y la vida seguirá siendo la misma.
Para NPC
Internet, este es un lugar especial, pues aquí nació la inspiración
para crear nuestras websites, factortierra, desde que fuera
concebida como un libro electrónico, y Talentos, la más
reciente, pues si algo tiene en demasía este lugar es dones para
dar.
Nuestro reto es
promoverlos.
Mientras tanto,
queremos homenajear a un pueblo al que le debemos dos años de
nuestra vida, un año de buenas ideas en Internet, y quién sabe cuánto
tiempo de esfuerzo y trabajo: una fusión de una vida rudimentaria aún
en camino medio hacia un mundo regido por lo digital, el que hemos
aportado en esta historia.
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