PRIMICIA
Sueños
en tierras saladas
La
historia de Nequito Inga se inicia el día en que un
accidente lo imposibilitó de desarrollar esfuerzos físicos,
lo dejó sin trabajó y lo llevó a convertirse en
inmigrante ilegal en los Estados Unidos. Ahora, el
peruano, quiere ser un docente, y está pidiendo ayuda
para iniciar sus estudios de profesionalización el año
entrante, nada menos que al presidente Alejandro Toledo.
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Nequito Inga en contacto con NPC desde la
Biblioteca de Salt Lake City, en Utah, Estados
Unidos. |
En
octubre de 1999, Nequito Inga iniciaba un trabajo como
borreguero en Bakersfield, en el centro sur de California,
al pie de la Sierra Nevada. Empleado por Bishop Company,
una mediana empresa ganadera, debía supervisar el proceso
de parto de las ovinas, y hacer cercas para poderlas
controlar.
Mientras
sacaba un poste, la madera cedió y cayó de espaldas. Si
bien sintió dolor, sus compañeros prefirieron restarle
importancia y seguir trabajando. Sin embargo, el
inmigrante peruano sentía que su rendimiento decrecía.
“Mermé
mi velocidad de trabajo, y ya no era el mismo [como]
cuando inicié mi trabajo. Sólo yo sabía lo que sentía”.
Nequito no pudo notificar a su empleador, pues no vivía
cerca, y por otro lado, su empleo estaba en riesgo, pues
allí habían borregueros que ya tenían doce años
trabajando. Era obvia la necesidad de conservar el puesto.
Cuando
los animales parieron, el peruano fue transferido a
Oildale, un suburbio de Bakersfield, al norte, donde
apenas se contrataron los suficientes pastores para
abastecer todo el trabajo. El motivo: reducir costos y
aumentar el margen de ganancias.
Eso
no era lo malo. Por lo menos, Inga tenía trabajo, aunque
no por mucho tiempo: “Yo perseguía una borrega que no
quería a su borreguito”, entonces piso un gancho para
sujetar a los animales, y “se plantó en el piso,
impactando fuertemente en mis dos costillas izquierdas,
fracturándolas”. Era el dos de diciembre de ese año.
Aunque
Inga estaba adolorido, continuó sus labores, hasta que
seis días después tuvo que perdir consulta en el Wasco
Medical Plaza, unos 35 kilómetros al noroeste de Oildale,
donde le dieron el diagnóstico, que su empleador jamás
creyó, a pesar que Clement Alade, un médico que
aparentemente trabajaba para el jefe del peruano, confirmó
el resultado.
Al
borreguero se le cortó su ración de alimentos y agua, y
encima se le despidió del empleo: “La compañía supo
usar las leyes en su favor para no responder por mi económicamente.
Entonces, yo perdí.”
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Sembrío vitivinícola cerca a Napa, en la falda
de la Sierra Nevada, un área similar donde Inga
trabajaba originalmente. |
Tierras
de oportunidades e injusticias
Nequito
Inga nació el 16 de noviembre de 1962
en Shicuy, una comunidad campesina de Juan de
Jarpa, en Junín, al centro del país. En 1997, se graduó
en la Universidad Nacional del Centro, en la especialidad
de Matemática y Física.
Durante
ese lapso, hasta que decidió viajar al oeste de los
Estados Unidos, se dedicó a la enseñanza de su
especialidad, y también de letras y ciencias básicas, en
las provincias de Concepción y Chupaca, siempre en su
departamento natal.
“Fueron
experiencias muy buenas para mi. Es así cómo en la
interacción alumno – profesor, llegué a comprender la
problemática de la Educación Rural. Y hay necesidad de
impulsar nuevos programas – piloto para que nuestros niños
tengan una mejor educación”.
Sin
embargo, se sentía desanimado con el escaso de nivel de
un sistema del que él también fue usuario. Su ambición
le llevó a buscar otros horizontes. Así fue a dar hasta
California, tierra de oportunidades, pero también de
injusticia.
Debido
a que los mismos californianos no quieren ser empleados
como granjeros, se prefiere dar el puesto a inmigrantes
latinos, muchos de ellos ilegales –como el caso de
Nequito—que usualmente son víctima de maltratos de carácter
laboral y hasta físico por sus empleadores locales.
El
desconocimiento del idioma y las leyes, así como el miedo
a ser deportados, si fueran descubiertos por las
autoridades federales estadounidenses, los obligan a tomar
caminos dispersos y evitar alzar la voz.
Aún
así Inga asegura haberse acercado al consulado peruano en
Los Ángeles, donde no encontró acogida. NPC intentó
confirmar la versión, pero no pudo obtener respuestas,
tampoco en el condado de Kern, jurisdicción donde el
peruano trabajaba.
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Desde el centro de California, Nequito se ha
mudado hasta Utah, desde donde pide ayuda para
profesionalizarse. |
El
futuro
Lo
vivido en los Andes de Junín, y una ambición que no
decreció lo llevaron a moverse más al noreste, al estado
de Utah.
Según
reportes federales a los que tuvimos acceso, desde marzo
de 2001 está viviendo en un refugio para personas de
bajos recursos en West Valley City, un suburbio al oeste
de Salt Lake City, la capital de ese estado.
Actualmente,
está estudiando en una escuela pública “buena... de
preparación técnica”, dicen fuentes de NPC en esa
ciudad, donde está aprendiendo inglés. Su mayor problema
es que no puede renovar su permiso de entrada a los
Estados Unidos.
Cuando
acabe sus estudios desea regresar a trabajar en las aulas,
confiando en que el sistema educativo estadounidense es
mucho mejor que el peruano: “Con la educación que recibí
en mi país, no puedo competir. Esa es la triste
realidad.” De paso, hay familia que mantener.
Inga
dice que es necesario que los alumnos dominen el inglés
para acceder a información vía las computadoras, un
proyecto que a largo plazo se impuso el gobierno del
presidente peruano Alejandro Toledo, cuando anunció la
implementación del programa Huascarán, con incidencia en
las escuelas de áreas pobres.
Esta semana, el Ministerio de Educación peruano
declaró que es necesaria la formación bilingüe,
especialmente en lenguas nativas.
Debido
a sus estudios, Nequito frecuenta la biblioteca de Salt
Lake City, donde hay acceso a Internet. Animado por la
disposición del Gobierno a llevar la educación a
sectores deprimidos, escribió hace unas dos semanas una
carta electrónica al primer mandatario pidiendo una beca
para iniciar sus estudios de profesionalización en enero
de 2003.
El
gobierno de Toledo ha manifestado desde su inicio, su
disposición para acoger de vuelta a los compatriotas que
decidieron buscar suerte afuera. Sin embargo, el
presidente, quien también nació en un pueblo andino, fue
hasta los Estados Unidos para estudiar Economía y
Administración nada más terminó sus estudios
secundarios en Chimbote, costa norte de Áncash.
Inga
piensa que ésa puede ser una de las motivaciones para que
el presidente mire su caso. “El futuro en mi país, para
mi, no existirá mientras no tenga una educación y una
formación de primer nivel, que sólo se logra en Estados
Unidos y Canadá”.
De
momento, Nequito no quiere dar media vuelta y regresar a
un país que parece reconstruirse de a pocos con tenues
posibilidades laborales. Se enfrenta a una desesperante
situación sin derecho al trabajo o a beneficios médicos,
pero quiere ser más, a pesar que la administración Bush
desarrolla una política poco benévola con los
inmigrantes.
Es
probable que si no se hubiera accidentado, Inga tendría,
como varios de sus paisanos, casa, auto y muchos impuestos
por pagar. O quizá estaría como hoy, como también están
otros peruanos dispersos en un país que prometía mucho,
pero que pasa una factura muy alta a quienes desean
sacarle provecho, especialmente cuando no hay igualdad de
condiciones.
Nota
de redacción: Si desea ayudar a Nequito Inga, contáctese
escribiendo a nequitoinga@yahoo.com.mx
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