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Página actualizada el domingo, 27 de enero de 2002 18:55:45 -0500
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Talentos - Inmigrantes - Estados Unidos - California - Utah - peruano

PRIMICIA

 

Sueños en tierras saladas

 

La historia de Nequito Inga se inicia el día en que un accidente lo imposibilitó de desarrollar esfuerzos físicos, lo dejó sin trabajó y lo llevó a convertirse en inmigrante ilegal en los Estados Unidos. Ahora, el peruano, quiere ser un docente, y está pidiendo ayuda para iniciar sus estudios de profesionalización el año entrante, nada menos que al presidente Alejandro Toledo.

 

Nequito Inga en contacto con NPC desde la Biblioteca de Salt Lake City, en Utah, Estados Unidos.

En octubre de 1999, Nequito Inga iniciaba un trabajo como borreguero en Bakersfield, en el centro sur de California, al pie de la Sierra Nevada. Empleado por Bishop Company, una mediana empresa ganadera, debía supervisar el proceso de parto de las ovinas, y hacer cercas para poderlas controlar.

 

Mientras sacaba un poste, la madera cedió y cayó de espaldas. Si bien sintió dolor, sus compañeros prefirieron restarle importancia y seguir trabajando. Sin embargo, el inmigrante peruano sentía que su rendimiento decrecía.

 

“Mermé mi velocidad de trabajo, y ya no era el mismo [como] cuando inicié mi trabajo. Sólo yo sabía lo que sentía”. Nequito no pudo notificar a su empleador, pues no vivía cerca, y por otro lado, su empleo estaba en riesgo, pues allí habían borregueros que ya tenían doce años trabajando. Era obvia la necesidad de conservar el puesto.

 

Cuando los animales parieron, el peruano fue transferido a Oildale, un suburbio de Bakersfield, al norte, donde apenas se contrataron los suficientes pastores para abastecer todo el trabajo. El motivo: reducir costos y aumentar el margen de ganancias.

 

Eso no era lo malo. Por lo menos, Inga tenía trabajo, aunque no por mucho tiempo: “Yo perseguía una borrega que no quería a su borreguito”, entonces piso un gancho para sujetar a los animales, y “se plantó en el piso, impactando fuertemente en mis dos costillas izquierdas, fracturándolas”. Era el dos de diciembre de ese año.

 

Aunque Inga estaba adolorido, continuó sus labores, hasta que seis días después tuvo que perdir consulta en el Wasco Medical Plaza, unos 35 kilómetros al noroeste de Oildale, donde le dieron el diagnóstico, que su empleador jamás creyó, a pesar que Clement Alade, un médico que aparentemente trabajaba para el jefe del peruano, confirmó el resultado.

 

Al borreguero se le cortó su ración de alimentos y agua, y encima se le despidió del empleo: “La compañía supo usar las leyes en su favor para no responder por mi económicamente. Entonces, yo perdí.”

 

Sembrío vitivinícola cerca a Napa, en la falda de la Sierra Nevada, un área similar donde Inga trabajaba originalmente.

Tierras de oportunidades e injusticias

 

Nequito Inga nació el 16 de noviembre de 1962  en Shicuy, una comunidad campesina de Juan de Jarpa, en Junín, al centro del país. En 1997, se graduó en la Universidad Nacional del Centro, en la especialidad de Matemática y Física.

 

Durante ese lapso, hasta que decidió viajar al oeste de los Estados Unidos, se dedicó a la enseñanza de su especialidad, y también de letras y ciencias básicas, en las provincias de Concepción y Chupaca, siempre en su departamento natal.

 

“Fueron experiencias muy buenas para mi. Es así cómo en la interacción alumno – profesor, llegué a comprender la problemática de la Educación Rural. Y hay necesidad de impulsar nuevos programas – piloto para que nuestros niños tengan una mejor educación”.

 

Sin embargo, se sentía desanimado con el escaso de nivel de un sistema del que él también fue usuario. Su ambición le llevó a buscar otros horizontes. Así fue a dar hasta California, tierra de oportunidades, pero también de injusticia.

 

Debido a que los mismos californianos no quieren ser empleados como granjeros, se prefiere dar el puesto a inmigrantes latinos, muchos de ellos ilegales –como el caso de Nequito—que usualmente son víctima de maltratos de carácter laboral y hasta físico por sus empleadores locales.

 

El desconocimiento del idioma y las leyes, así como el miedo a ser deportados, si fueran descubiertos por las autoridades federales estadounidenses, los obligan a tomar caminos dispersos y evitar alzar la voz.

 

Aún así Inga asegura haberse acercado al consulado peruano en Los Ángeles, donde no encontró acogida. NPC intentó confirmar la versión, pero no pudo obtener respuestas, tampoco en el condado de Kern, jurisdicción donde el peruano trabajaba.

 

Desde el centro de California, Nequito se ha mudado hasta Utah, desde donde pide ayuda para profesionalizarse.

El futuro

 

Lo vivido en los Andes de Junín, y una ambición que no decreció lo llevaron a moverse más al noreste, al estado de  Utah.

 

Según reportes federales a los que tuvimos acceso, desde marzo de 2001 está viviendo en un refugio para personas de bajos recursos en West Valley City, un suburbio al oeste de Salt Lake City, la capital de ese estado.

 

Actualmente, está estudiando en una escuela pública “buena... de preparación técnica”, dicen fuentes de NPC en esa ciudad, donde está aprendiendo inglés. Su mayor problema es que no puede renovar su permiso de entrada a los Estados Unidos.

 

Cuando acabe sus estudios desea regresar a trabajar en las aulas, confiando en que el sistema educativo estadounidense es mucho mejor que el peruano: “Con la educación que recibí en mi país, no puedo competir. Esa es la triste realidad.” De paso, hay familia que mantener.

 

Inga dice que es necesario que los alumnos dominen el inglés para acceder a información vía las computadoras, un proyecto que a largo plazo se impuso el gobierno del presidente peruano Alejandro Toledo, cuando anunció la implementación del programa Huascarán, con incidencia en las escuelas de áreas pobres.  Esta semana, el Ministerio de Educación peruano declaró que es necesaria la formación bilingüe, especialmente en lenguas nativas.

 

Debido a sus estudios, Nequito frecuenta la biblioteca de Salt Lake City, donde hay acceso a Internet. Animado por la disposición del Gobierno a llevar la educación a sectores deprimidos, escribió hace unas dos semanas una carta electrónica al primer mandatario pidiendo una beca para iniciar sus estudios de profesionalización en enero de 2003.

 

El gobierno de Toledo ha manifestado desde su inicio, su disposición para acoger de vuelta a los compatriotas que decidieron buscar suerte afuera. Sin embargo, el presidente, quien también nació en un pueblo andino, fue hasta los Estados Unidos para estudiar Economía y Administración nada más terminó sus estudios secundarios en Chimbote, costa norte de Áncash.

 

Inga piensa que ésa puede ser una de las motivaciones para que el presidente mire su caso. “El futuro en mi país, para mi, no existirá mientras no tenga una educación y una formación de primer nivel, que sólo se logra en Estados Unidos y Canadá”.

 

De momento, Nequito no quiere dar media vuelta y regresar a un país que parece reconstruirse de a pocos con tenues posibilidades laborales. Se enfrenta a una desesperante situación sin derecho al trabajo o a beneficios médicos, pero quiere ser más, a pesar que la administración Bush desarrolla una política poco benévola con los inmigrantes.

 

Es probable que si no se hubiera accidentado, Inga tendría, como varios de sus paisanos, casa, auto y muchos impuestos por pagar. O quizá estaría como hoy, como también están otros peruanos dispersos en un país que prometía mucho, pero que pasa una factura muy alta a quienes desean sacarle provecho, especialmente cuando no hay igualdad de condiciones.

 

Nota de redacción: Si desea ayudar a Nequito Inga, contáctese escribiendo a nequitoinga@yahoo.com.mx

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