Hermes
Trismegisto
Tabla
esmeralda
Los
siete principios
Alquimia

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Hermes Trismegisto, el tres veces
grande. considerado el primer alquimista, a través de la tabla esmeralda
y los
siete principios herméticos universales, nos explica como funciona
nuestro universo.
La tradición del
Hermetismo es milenaria. Se originó, hace unos cinco mil años, en el
antiguo Egipto. Se la atribuye a Thoth, que los griegos conocieron con
el nombre de Hermes y los romanos como Mercurio. A esta tradición se
han sumado los aportes de muchos filósofos Hermetistas durante estos
cinco mil años.
El Hermetismo no
debe ser confundido con el movimiento de la Nueva Era, Cienciología,
Metafísica, Cibernética, Parapsicología, Espiritismo, ni con grupos
de Psicoterapia o que busquen el desarrollo de fenómenos paranormales.
Tampoco es un grupo con fines económicos o comerciales, ni está
dirigido hacia personas con prejuicios religiosos, raciales, sociales o
culturales, ni hacia los que deseen adquirir "poderes" sobre
los demás.
Se dice que el Hermetismo
tuvo su origen en la antigua cultura egipcia en los tiempos de Hermes
Trismegisto. Independientemente del verdadero origen histórico de la
filosofía, ésta se renueva milenio a milenio: es un movimiento en
constante actualización. El Corpus Hermeticum se nutre, entre
otras fuentes, de diversos textos tradicionales como lo son el Kybalión
(y sus 7 principios), la Hermética (textos antiguos atribuidos a Hermes
Trismegisto) o el libro Egipcio de los Muertos. Sin embargo, la mayor
parte de la enseñanza se lleva a cabo en los grupos organizados (Montes
o Capítulos) a manera de instrucción de "boca a oído".

Para el Hermetismo Dios
es incognoscible. De ahí que, con frecuencia, se le llama "La Ley"
o "El Gran Desconocido". La literatura clásica de Hermes le
llama Nous, que quiere decir mente. Así, el problema se resuelve
igualando a Dios a la Mente Universal que, de acuerdo con el Primer
Principio Hermético, es la fuente de todo: "Todo es mente, el
universo es mental."
Esos dos aspectos: el
hecho de que Dios sea dado por sentado y que el esfuerzo del Hermetismo
se centre en la evolución del hombre, como un proceso personal, hacen
que el Hermetismo sea una Escuela de Misterio laica, dirigida al
despertar de la conciencia.
Las escuelas de la antigüedad
basaban sus enseñanzas en la Lógica, Retórica y Gramática, llamado
el Trivium. De alguna manera, todos los aspectos de la cultura calzaban
dentro de esa concepción tripartita. Hoy día, el Hermetismo moderno se
mueve dentro de la Ciencia y el Esoterismo, como factores opuestos y
complementarios. Se sabe que la ciencia se ocupa de todo lo que se
cuenta, se pesa y se mide dentro de una tendencia cartesiana. Pero los
Hermetistas creen que las cosas más importantes de la vida son aquellas
que no se cuentan, no se pesan, ni se miden: como el amor, la
autenticidad, la serenidad, la compasión y la alegría. De ahí que, en
la mente del Hermetista, las ciencias de la materia y del espíritu,
sean opuestas y complementarias. Por eso el Hermetista se ocupará de
ambas.
Uno de los aspectos que
ha caracterizado al Hermetismo a través de las edades ha sido su interés
porque cada hombre le encuentre sentido a la vida. No se trata solamente
de conocer las cosas en el aspecto intelectual. No se trata solamente de
saber cómo, cuándo y dónde sino, más bien, por qué. El manejo de
conocimientos útiles, permite el discernimiento para superar la mera
indoctrinación de conceptos obsoletos y prejuiciados. Hablamos de la
enseñanza que distingue entre información y valores, entre qué y por
qué.
Aún otro aspecto que
caracteriza la enseñanza Hermética y que debe haber calado hondo en el
Renacimiento es la idea de las polaridades manifiestas en este mundo
dual. La concepción del triunfo del hombre como algo formado de dos
partes: los contenidos interiores del espíritu y la psique y los del
mundo exterior, como partes necesariamente complementarias. Esto le
permitía a los espíritus inquietos del Renacimiento, volcados hacia la
gloria viva de lo griego, aunar los poderes de lo espiritual y lo
interno con un mundo externo vital y placentero. Esa dualidad
operacional, fue desarrollada por Descartes de una manera muy diferente.
En Descartes el énfasis de la dualidad es la diferenciación. En el
Hermetismo es la integración. Para Descartes la totalidad es igual a la
suma de las partes. Para el Hermetismo la totalidad es producto de la
interacción de las partes.
Tal vez una de las
razones por las cuales los textos Herméticos han conservado su
actualidad, a través de las edades, es porque giran en torno al hombre,
su naturaleza, sus inquietudes, su poder y su gloria. Temas como la
destrucción del planeta por el hombre, su torpeza en el manejo de la
tecnología, su necesidad de afecto y trascendencia, los nexos entre
todos los niveles de la realidad, los conceptos de universalidad e
interconexión de las leyes físicas y espirituales, el énfasis en la
meditación como el nexo ideal entre el hombre y la Totalidad.

Otro aspecto cimero del
Hermetismo, desde la antigüedad, lo constituye el uso inteligente de la
mente. Ideas como el optimismo y la positividad. La confianza en uno
mismo, la entrega, la perseverancia, el uso de programaciones mentales
para establecer nuevos estados de conciencia, siempre constituyeron
aspectos medulares de la enseñanza del Hermetismo dirigida al
crecimiento total del hombre. En el Hermetismo el hombre se siente
henchido de la fuerza que la divinidad ha insuflado en él y que lo
capacita para abarcar, con el poder de su mente y de su espíritu, todos
los niveles de conciencia. "Me represento las cosas no por la visión
de los ojos, sino por la energía espiritual que derraman sobre mi las
Potencias divinas..."(Corpus Hermeticum). Será preciso que el
hombre aprenda a manejar esa fuerza. El Hermetismo es una reafirmación
de la condición espiritual del hombre y de su capacidad para regresar a
la Fuente. "Considérate inmortal... si abrazas con tu mente todas
las cosas.... Habrás llegado a la mayor semejanza con Dios y entonces
lo conocerás mejor." (Corpus Hermeticum).
En la actualidad el hermetista
valora y usa los instrumentos que le han sido dados para su mejoramiento
continuo. Técnicas como la relajación, la concentración, la visualización,
la programación mental son instrumentos milenarios que se han puesto de moda
pero que, en el Hermetismo, han sido por siempre "el pan de cada día."
Esas técnicas, unidas a la práctica continuada de la meditación, se
constituyen en elementos poderosos que llevan al Hermetista a la salud física,
emocional, mental y espiritual.
Toda esta valiosa enseñanza
nos ha sido transmitida, primero en una forma oculta, después tras el velo
del simbolismo y, hoy día, bajo el signo de la nueva ciencia. Pero siempre el
Hermetista ha sido el depositario de esos secretos del saber y del hacer
humano, del cual tantas Órdenes Esotéricas reconocen haberse alimentado. Hay
algunos logros concretos a que el Hermetista tiene acceso a través de esta
disciplina:
1. Autoconocimiento.
2. Autoconciencia.
3. Autovisión.
4. Conocimiento veraz del mundo.
5. Evolución consciente.
6. Manejo armonioso de sus vehículos. (Los siete "cuerpos").
7. Compresión total.
8. Amor al prójimo.
9. Conocer el real sentido y propósito de la evolución humana.
10. Capacidad de discernir lo verdadero de lo falso.
11. Acceso al conocimiento universal trascendente.
12. Expansión de la conciencia hacia el Ser Total.
Todo esto nos lleva a una
realidad única. El Hermetismo ha permanecido durante miles de años como una
disciplina viva, no libresca, de la cual se han nutrido grandes hombres y
mujeres de la historia. Ha sido tal vez, como decían los mayas, el camino de
los "no muchos." Pero ciertamente es un camino que ha sido
transitado por grandes hombres a través de los milenios.

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