El tonto que captura vientos.

Advertencias previas:


El tonto que captura vientos se afana, corre, se desespera y toca el suelo levantando polvo y fragmentos de sí mismo. ¿No comprende la naturaleza del viento? ¿Qué no sabe que nadie puede atrapar nada con una ecuación diferencial?

Mas el tonto prosigue con su inútil tarea. Trepa cerros, desafía perros, sube a carromatos y se empeña en replantear sus ecuaciones. El viento se carcajea, coincide, traiciona las teorías y una vez más escapa en convección misteriosa.

¡Imbécil, reacciona! Ni la ceguera de Euler, ni la genialidad de Gauss, ni la juventud de Galois y mucho menos el romanticismo de Riemann te servirán de herramienta. Refúgiate en Brouwer, en Lauro, en Grieg, en Verdi, en Bach, en tu melódico pedazo de madera. ¡Si supieras que de su boca escapan diminutos soplos de viento!

Te sabes de memoría la entropía, ¿Cómo entonces no sabes hacia donde camina el tiempo? Adelante, y a veces parece que el viento se le adelanta, dejándote anonadado.

Sucede que te cansas y buscas reposo en la hamaca de los primos. Se ven tan infinitos, ¡su criba, su linaje! Recuerdas con Euclides y Sócrates que nada saben, y lo demuestran.

Lyapunov, Mandelbröt, Schrödinger, "¡ellos sí que saben!", pensaste. Te metiste con ellos (mariposas, atractores, conjuntos, fractales y eigenvalores). Se hartaron de tí y te gritaron: "¡Basta! Nosotros sólo jugueteamos. De vientos no sabemos ni la mitad de nada. Aún si lo supieramos, no te diriamos palabra."

Te sientes decepcionado. Te han fallado; has fallado. Harto contemplas el alba y el ocaso. El viento sopla y, al fin, abarcas lo que no comprendes. AMAS.

Ahora pretendes algo peor que al principio. Como alquimista, ¡pretendes transmutar en viento!


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Última actualización: 27 de Febrero del 2002.